6: Back to black.

Colapso

El lunes había llegado y con ello la supuesta cita que Kenma había aceptado, y aunque no tuviese muchas ganas y formas de moverse sin sentir dolor, deberían salir a cualquier manera.

-¿A dónde me dijiste que verías a quien adoptará a Kuro? -dijo el pelinegro desde el marco de su puerta.

Kuro, el gato, había pasado todos estos meses viviendo de infiltrado en los dormitorios, ya que aún no habían conseguido un hogar, pero el día luego del nacional recibió un mensaje de un número desconocido diciendo que había visto uno de los carteles en la zona y estaba interesado en el gato, y Kenma pidió a Kuroo que lo acompañase a la estación de tren indicada por el desconocido, que dijo llamarse Katari Shō, nombre que un tanto disgustaba a Kenma, para entregarle al felino, y aprovechando la intención de salir ambos dos juntos, primero se encargarían de esto.

Luego del duro entrenamiento, en el cual los de tercero tuvieron que despedirse y pasar la capitanía, la cual a sorpresa de todos recibió Kenma, ambos dos se habían duchado y se encontraban por salir de ropa informal.

El camino al tren fue lento, Kenma andaba con un par de muletas para poder caminar sin molestia, aunque los medicamentos ayudarán aún estaba muy hinchado y dolía lo suficiente para no querer apoyarlo durante meses.

Una vez en la estación indicada, Kenma tomo asiento en un banco frente a los molinillos con Kuroo a su lado, quien cargaba al pequeño Kuro en su pecho dentro de una mochila, mando un mensaje al número avisando dónde estaban y espero que el tiempo pasase.

Casi veinte minutos de espera y la estación estaba casi vacía, no más de dos o tres personas la transitaban, y ambos chicos ya no querían seguir esperando, pero de un momento al otro Kenma sintió un toque en su hombro que lo hizo voltear y pararse de repente, cayendo al suelo por haber apoyado su tobillo.

-Ken... -kuro no pudo terminar ni siquiera de nombrarlo porque en un instante sintió en su pecho tanto dolor y miedo, que sabía que la persona que estaba a sus espaldas realmente había hecho algo muy malo a Kenma, parándose para protejerlo.

-Daisuke... -dijo el menor, sin notar que todo su rostro estaba empapado por sus propias lágrimas. -¿Qué...

-Ahora uso mi apellido materno. -Un hombre de mayor estatura de Kuroo y pelo negro como el propio se encontraba frente a ellos, fundaba un traje de alta costura y la sonrisa más falsa e intimidantes del universo.

Kuroo podía identificar muy bien su aroma, y podía sentir como lo emanaba a gusto y queriendo, para intimidar a Kenma, era de los olores más disgustantes que alguna vez sintió, un tanto metálico y predominante de ruda. Instantáneamente levantó a Kenma y lo abrazo a su costado, y empezó a liberar sus propias feromonas, marcando el lugar.

-¿No te da gusto verme Ken-kun? -dijo este acercándose poco a poco, rodeando el banco. -Yo te he estado buscando...

-¡Alejate! ¡Alejate de mi! -dijo Kenma entre su propio llanto, agarrándose cada vez más a Kuroo. -Kuroo llama a la policía.

Katari se frenó en seco al escuchar la palabra policía y comenzó a reírse frenéticamente. -Pobre niño, ¿Tú piensas que me harán algo? Me han absuelto de todos los cargos. -E intento volver a avanzar, pero en un segundo Kuroo soltó a Kenma dándole la mochila con el gato y lo empujó lejos, avalanzandose sobre él.

-¡Kuroo para! Vámonos, -dijo intentando tomarlo, pero no podía caminar, su instinto lo obligaba a alejarse de Shō. -por favor quiero irme ya mismo. -lloro mientras se encogía sobre su propio cuerpo, abrazando al pequeño gato.

Pero Kuroo no podía parar, su instinto de proteger a Kenma y sentir lo que el sentía en este momento lo estaban ahondando demasiado.

En un abrir y cerrar de ojos lo golpeó con el puño, tirandolo al suelo casi inconsciente, para voltearse y levantar a Kenma en sus brazos, uniendolo a su pecho, y subiendo rápidamente al tren casi vacío que había frenado a sus espaldas.

Ya dentro del mismo recorrió hasta encontrar un vagón vacío y sentó a Kenma en los asientos intentando hablarle, pero este no había soltado el agarre de la mochila y de mirar al suelo, llorando y respirando a duras penas.

-Kenma, hablame. -dijo Kuroo tomándolo por los hombros, en cuclillas frente a él. -Por favor, quiero que respires conmigo. -comenzó a contar viéndolo a los ojos, mientras sostenía su rostro entre sus manos.

Siguió hablándole e intentando apaciguarlo, pero Kenma no mejoraba, no importará que tanto respirase, su cabeza no podía despegarse del lugar oscuro al que había caído.

Al llegar a su estación Kuroo lo bajo entre brazos, cargando lo hasta los dormitorios, dejando a Kenma sobre su cama y al pequeño gato en el suelo. Para cuando volteó a hablarle el chico estaba dejando de las mantas hasta su cabeza, y se podía escuchar como había vuelto a llorar. Así que decidió quedarse a su lado y acariciarlo por sobre la manta, a la espera que el solo intentará hablarle.

Y así paso media hora, hasta que su pequeño e hinchado rostro vio la superficie y Kuroo se sentó mejor sobre su propio lugar.

-Kuroo, tengo miedo. -dijo mientras se acomodaba en sus piernas.

-Esta bien Kenma, necesito saber que ocurre con ese hombre, para poder cuidarte como deba.

-Esta fuera de tu alcance Kuroo, -dijo mientras su mano buscaba algo entre las mantas. -Debo llamar a mis padres, debo irme de aquí.

-Lo entiendo pequeño, pero realmente, necesito cuidarte, y no quiero perderte, puedo hablar con mi familia, pediré seguridad y haré que busquen a ese idiota, pagara por lo que te haya hecho. -en Kuroo la ira subía a cada momento, tanto en su cabeza por ver el miedo que sentía Kenma como la instintiva, su alfa estaba a punto de explotar y buscar a ese idiota para mínimo romperle el cuello.

-Calmate. -Kenma lo tomo por el rostro, el cuarto se estaba inhundando de su aroma y estaba debilitando demasiado al menor. -Kuroo el... -y dudo dos veces si decirlo. -Él asesinó a mi mejor amigo.

Daisuke Shō

Kenma no podía impedir nada de lo que pasó ese día, pero sin pensarlo dos veces, cargo durante mucho tiempo con esa culpa palpitando en su cerebro, como si de una cruz en la espalda tratase, el estuvo ahí, y no había podido impedir lo que había ocurrido.

Era uno de esos días de invierno que si no usaba una bufanda, morirás de hipotermia, y su único amigo en toda la vida, lo había invitado a su casa. "Estará Shō también, acaba de volver de su viaje de trabajo."

Su mejor amigo, Haru, quien también era Omega, era hijo de los socios de la empresa de su propio padre, con solo 15 años ya llegaba al metro ochenta, y llevaba el pelo naranja sobre el rostro, con unos gigantes ojos verdes, todos se fueron a Sydney, para su cumpleaños número 15 conoció a uno de los supervisores de la empresa, Daisuke Shō, de 25 años, y se dieron cuenta que eran destinados, solo por esto los padres permitieron que la relación fluyera. Pero Kenma no lo aprobaba, su amigo había cambiado radicalmente, paso de ser uno de los niños más alegres e impulsivos del mundo a ser totalmente sumiso, sin hacer nada sin permiso de su pareja, antes compartían cuarto en el internado, pero ahora Haru se había mudado de Daisuke dejando a Kenma solo, y apareciendo y desapareciendo del colegio en un auto contratado por el mayor, Haru había casi obligado a Kenma a comenzar a jugar al voley en su primer año de secundaria, y ahora asistía a no más de la mitad de los entrenamientos, perdiendo así su lugar como As, haciendo que Kenma se adaptará a nuevos jugadores, solían jugar hasta el amanecer en línea juntos, pero Daisuke no le agradaba, ya que no le prestaba atención.

Primero se cuestiono si ir, realmente quería ver a su amigo a solas, y preguntarle si todo estaba bien, el fin de semana no había ido a verlo al juego, lo cual Kenma le había rogado, y el aceptado con el condicionsnte de que irían en pareja, pero algo le decía que debía ver a su amigo.

Notifico al colegio que saldría, y a sus padres igual, que iría dónde Haru a pasar la noche, y tomo el primer taxi hacia la dirección que le habia enviado el pelinegro, al llegar, tocó el timbre y su amigo abrió, lo cual casi hace llorar a Kenma, este estaba con una gran mancha entre violeta y roja en su mejilla, sonriendo con timidez.

-¿Que ocurrió Haru? -dijo serio, sin siquiera entrar al condominio.

-Nada Ken, me han intentado asaltar. -Sabía que era mentira, Kenma tenía un olfato único, y podía sentir así cuando la gente mentía, estaba triste, o lo que fuese, y más que nada lo miraba en su amigo, quien cargaba de los aromas que más apañaba en su memoria. -Pasa, te estábamos esperando.

Kenma solo asintió y entró, dejando su abrigo en la entrada y quitándose los zapatos, aunque no fuese costumbre en el nuevo país, en esa casa todos eran japoneses.

Camino en silencio por detrás de su amigo, dando así inicio a una noche que nunca olvidaría.

Ya para las dos de la mañana habían cenado y se encontraban ambos en las computadoras que había en la sala jugando un juego en línea, mientras que el mayor estaba en el sillón viendo una película barata en la televisión.

-Me prepararé un té para dormir, ¿Quieren algo? -la prominente figura de la pareja de su amigo se acercó por sus espaldas, Kenma solo murmuró un si, y su amigo se giró con una sonrisa asintiendo por igual, cuando este salió en dirección a la cocina, volvió su mirada al rubio.

-No es tan malo como parece Ken-chan. -sonrió torcido por el golpe. -Deberias dejarte querer Kenma, es único.

Asintió sin despegar su mirada del monitor, el aroma de Daisuke era como a sangre, mezclado con malicia, lo sintió desde el primer día, y por los cambios de su amigo y los extraños golpes que a veces poseía, no podía confiar nunca en su vida en ese hombre, "todos los alfas son iguales." Recordó las palabras de su madre.

Ya para la hora del amanecer ambos chicos estaban recostados, Haru en su cuarto con su pareja, y Kenma en el cuarto de invitados, cuando un terrible calor lo invadió, se despertó de un susto, cuestionandose si era fiebre, pero algo no era normal, su cuerpo temblaba, y sentía un insoportable aroma a Sakura que ahogaba el cuarto, grito el nombre de su amigo, no podía creer que estuviese teniendo su primer celo.

Haru apareció por la puerta, con unos pasos en la espalda, al darse cuenta de lo que estaba ocurriendo entro en pánico, su cara lo delataba, Kenma sintió que su amigo estaba a punto de morir y lo sabía.

-¡KENMA CIERRA CON TRABA Y LLAMA A TUS PADRES! -cerró la puerta a su espalda. -¡Y no salgas por nada en el mundo!

Después de eso comenzó el caos, Kenma no pudo hacer más que obedecer a su amigo, su tono de voz le había hecho entender que era demasiado peligroso salir, y entendió porque cuando la voz de Daisuke lo comenzó a insultar, de todas las maneras posibles, diciéndole que lo deje pasar, frente a miles de gritos negativos de su amigo. El primer golpe que escucho fue seco, como una cachetada limpia, y un rebote en el suelo, desde ahí no pararon los golpes, a la puerta, a lo que suponía que era su amigo, a los ornamentos del pasillo, entre lágrimas llamo a sus padres, quienes dijeron que en diez minutos estarían ahí.

Kenma se quedó en un rincón del cuarto llorando, los golpes y gritos no paraban, muchas veces grito para saber si su amigo estaba bien, pero este no paraba de gritarle que no saliese, que se quedará en el cuarto, y el sentía que no podía desobedecerle.

De un momento al otro sonó un golpe más fuerte que todos los anteriores, y silencio, silencio del que puedes cortar en el mismo aire, y un nuevo golpe brutal, dejando la puerta que lo salvaba de Daisuke en el suelo, dándole paso al mayor, quien estaba totalmente transformado, pero nada de eso le importó, porque con la caída de la puerta, pudo ver el cuerpo de Haru en el suelo a las espaldas del mayor, inconsciente y rodeado de sangre y objetos rotos.

Se paró de un salto e intentó correr en su dirección, pero Daisuke lo tomo del pelo y lo tiró al suelo, ubicándose sobre el, le estaba hablando, pero Kenma no escuchaba nada, su pecho estaba completamente cerrado y sus ojos solo veía agua, no fue hasta que sintió a Daisuke arrancarle la ropa que entro en razón, intentando sin éxito sacarselo de encima, ganando golpes en todo el cuerpo por parte de este, pero no sé rendiría, debía ir hasta Haru para saber que estaba bien, pero nunca llegó, sintió como este hombre lo tomaba como propio, y eso comenzó a enfermar a Kenma, aunque su cuerpo lo recibiese de buena manera por culpa de su celo, su cerebro lo estaba matando, sentía un asco tan profundo que no podía parar de llorar y gritar por ayuda, y todo llegó a su fin cuando escucho la puerta de entrada venirse abajo, con un grito que suponía que era la policía, haciendo que Daisuke corriera hacia la ventana, perdiéndose en la noche.

De un segundo al otro Kenma se arrastró a su amigo y lo tomo entre sus brazos, llorando y pidiéndole que reaccione, pero nada de eso ocurriría y lo sabía, se sentía que no tenía pulso y no respiraba, pero el no podía dejar su lado, había arriesgado la vida por el.

Luego de eso Kenma no volvió a decir una palabra, la casa se llenó de policías, sus padres quienes no paraban de preguntarle cosas y los de Haru, quienes se encontraban totalmente rotos en llanto, la policía intento interrogarlo casi tres veces, sin éxito, luego lo llevaron a un hospital, dónde curaron sus heridas, le hicieron estudios y un psicólogo también lo visitó, pero Kenma tampoco habló.

No lo hizo hasta un mes después, cuando en casa de sus padres durante la cena se decidió.

"Quiero volver a Japón."

Sus padres quedaron atónitos, no podían entender porque tomaba esa decisión sin más, pero luego de todo lo que había vivido el chico, cumplieron su capricho, organizando todo para que a comienzos del próximo año escolar, pudiese comenzar en una nueva escuela.

Los próximos meses el menor volvió al internado de la escuela, a su pedido, dónde tenía seguridad las 24 horas, poco a poco volvió a hablar, pero nunca más entabló una conversación, solo daba respuestas positivas o negativas, o hacia pedidos por mensajes a sus padres, comenzó terapia, en la cual no le iba muy bien, por su falta de comunicación, y a duras penas siguió jugando al voley, era lo único que le quedaba de su amigo, era el último rastro de la inocencia que Haru había cargado por quince años.

Despedirse

De un momento al otro el tiempo paso demasiado rápido, todo había pasado demasiado rápido para el gusto de cualquiera, pero hoy era el día definitivo, todos los de tercer año habían recibido sus familias en el campus escolar y vestían trajes caros con birretes y togas, y Kuroo Tetsuro no era la opción.

Entre el público se encontraba un rubio que ya había abandonado las muletas junto a sus amigos, quienes iban tomados de la mano, y todo el plantel del equipo de voleibol.

-No puedo creer que mi pequeño Kuroo hay crecido tanto. -dijo Bokuto limpiandose unas lágrimas falsas.

-Callate Bokuto-san, ya está por comenzar.

El acto dió inicio y todos tomaron asiento, entre menciones y discursos el escenario se fue llenando de personajes que habían marcado un antes y un después en la vida de Kenma.

-Y para cerrar el acto, uno de nuestros alumnos más destacables, tanto como por su desempeño estudiantil como extracurricular, nuestro querido capitán del equipo de voleibol, Kuroo Tetsuro.

Todos aplaudieron, y Koutaro como la madre del pelinegro, que había sido introducida a sus amigos, ponían su celular en grabar.

-Bueno... Perdón si mi discurso no es el mejor, pero realmente me lo han pedido ayer porque el capitán del equipo de fútbol se enfermo de último momento.

> En fin, no puedo decir que estos últimos tres años han Sido los mejores de mi vida, porque aún me queda mucha por delante, pero no podré negar que Nekoma me trajo las mejores personas, y de los más amados recuerdos que llevaré toda mi vida.

>Tanto estos pasillos como dormitorios me regalaron años memorables, risas, llantos y enojos, victorias y derrotas, lesiones, nervios que pensé que nunca viviría.

>Vi mi vida pasar frente a mis ojos entre estás paredes, y conocí a un equipo que aunque algunas personas no quise, y fueron remplazadas con otras que tanto amo, hoy en día se muy bien que formarán parte de mi vida para siempre.

>Por eso quiero que recuerden eso, nadie paso todos sus días de preparatoria siendo feliz ni fue fácil, pero deben apreciar eso, ese puñado de buenos recuerdos y personas de oro, y valorar los durante toda su vida, porque al menos yo haré eso, encontré a mis hermanos, encontré el amor, encontré todo lo que una persona necesita para poder ser feliz.

>Así que muchas gracias, a cada profesor, compañero o personal que alguna vez paso a mi lado y me sonrió, me felicitó o fue a apoyarnos en un juego, me han ayudado a ser una persona más feliz que la norma.

Todo el mundo aplaudió, hasta los guardias que se encontraban a una distancia moderada y que seguían a Kenma y Kuroo dónde fuera y que hubiese muchas personas, y tanto Bokuto como todo los jugadores del Nekoma, excepto Kenma, que aunque quisiera no lo haría, se encontraban en lágrimas.

Paso la típica costumbre donde todos tiraban sus birretes y Kuroo bajo del escenario en dirección a su familia, con los que charlo un poco para luego despedirse e ir en dirección a sus amigos, que lo esperaban al fondo de toda la gente.

Todos se abrazaron en un abrazo de diez, con Kai, Yaku y Kuroo, quienes no paraban de llorar y agradecerle a todos sus palabras.

Poco a poco se fueron separando y encaminandose al gimnasio, dónde los entrenadores les habían preparado un último almuerzo en equipo, que sería seguido de un leve entrenamiento de despedida, con Bokuto y Akaashi incluidos a pedido del pelinegro.

Al fondo del grupo el Kuroo y Kenma, seguidos de los guardias, venían a su propio ritmo, perdidos en su propia conversación.

-¿Mañana te irás al departamento? -dijo Kenma cortando el tema poco importante que venían llegando.

-Pues Bokuto llevará sus cosas ahora por la tarde, y pasará la primer noche con Akaashi ya que cumplen meses de estar saliendo o alguna bobada de ese estilo, y por la mañana vendrá el camión de mudanzas. ¿Me acompañaras?

-Claro, pero no te imagines que moveré un solo dedo.

El mayor soltó una carcajada y siguieron su camino, pero Kenma no podía parar de sentir que Kuroo se fuera sería de los peores sucesos que le podían ocurrir.

-Sabes... Se que hoy debería pasarlo con los chicos pero, aún no hemos tenido nuestra cita, no puedo irme sin hacerlo.

-¿Eh? -Kenma se frenó en su lugar y se quedó observando a Kuroo, quien lo miraba anhelando una respuesta positiva.

-Vamos pequeño, quiero llevarte a un buen lugar. -este lo tomo del brazo para hacer que continuará caminando. -Informal, completamente, sin compromisos, somos amigos, ¿No?

-Vale. Pero iremos sin Jean y Pier.

-Lo escucharon chicos, ustedes no tendrán salida hoy.

¿En serio?

-¡Maldita seas! -elevo la voz mientras tiraba una pila de remeras al suelo. -¿Qué debería usar? No me ha dicho a dónde iremos. -se escucho una risa a sus espaldas, y vio a Akaashi dando vueltas en su cama. -¿De que te ríes idiota?

-Es que... Nunca pensé que vería a Kozume Kenma, el rey de la seriedad y desinterés, en este estado por salir a hacer algo con Kuroo. -dijo mientras se paraba y revisaba el armario. -Usa cualquier cosa, te ha dicho que será informal, y por lo que dice Bokuto en sus mensajes el lleva puesto unos jeans negros, una remera cualquiera, sweater y abrigo de todos los días.

-¡Dile que le pregunté a dónde me llevará!

-Oh no, no sacaremos el factor sorpresa de esto. -dijo mientras le extendía unos pantalones a cuadros y una remera negra, con su sobretodo. -Ponte esto que nosotros ya debemos irnos, y ustedes también.

-Agh, odio las sorpresas. -dijo metiéndose en el pequeño baño a cambiarse.

Ya listo, y tomando su PSP por las dudas, ambos chicos salieron del cuarto, para encontrarse con los dos mayores a la espera de los mismos.

Caminaron juntos hasta el exterior del colegio, dónde se despidieron tomando caminos separados.

-¿Dónde iremos? -dijo Kenma, luego de recorrer algunas cuadras sin saber realmente dónde estaban.

-Lo verás cuando lleguemos.

El camino fue algo largo, sin contar que era en subida, pero poco a poco apareció frente a sus ojos un gran parque sobre una colina, y Kuroo lo guío hasta la parte más alta de la misma, dónde había una antena en desuso.

-Ahí arriba. -apuntó a la misma, mientras miraba con su característica sonrisa al menor. -Vamos pequeño, subiré detrás tuyo para que no caigas, y si lo haces, me lleves contigo.

-Eres una pesadilla.

Comenzaron a escalar la misma, que no tenía más de diez metros de altura y ya arriba se sentaron, Kuroo saco de la mochila que cargaba algunas latas de gaseosas y algunas botanas, dejándolas a sus espaldas.

-Esta es la cita más cliché que tendré en toda mi vida.

-¡Hey! Me esforcé en pensar el lugar. -dijo haciendo un puchero mientras le empujaba ligeramente el hombro. -¿Acaso piensas tener muchas citas en tu vida?

-Como eres tú, me sacarás día de por medio si acepto. -Kuroo giro su cabeza como si fuese a romper su columna, con la boca casi por el suelo. -Pero todo depende de hoy si vuelva a aceptar alguna.

-¿Desde cuándo eres tan descarado Kozume?

-Desde que me di cuenta que te voy a perder Kuroo.

-¿En serio? ¿Tú perderme a mi? Yo siento día a día que te pierdo más, y si fuera que me rechazaras, seguiría atrás tuyo hasta morirme, ¡Del rechazo!

-Callate idiota. -dijo mientras se apoyaba en su hombro. -Eres diferente estúpido, te preocupas por mi, me cuidas, acompañas y esas estupideces, y no percibo malicia alguna en tu aroma.

-Es porque te quiero Kenma, lo hago desde el primer día, y ningún alfa debería ser diferente a mi, o cualquiera de los chicos, si alguna vez te cruzas nuevamente a alguno así, alejate, no eres menos por Omega, eres igual de válido que cualquiera, y te protejo porque quiero, y porque me importa verte bien todos los días, aunque no lo hagas mucho me gusta verte sonreír, me gusta sentir tranquilidad en mi pecho.

-Kuroo... -Kenma abrazo su cintura, hundiéndose en su pecho, para luego mirarlo a la cara. - Gracias.

Kuroo no espero más y lo beso, a contraria de que su cabeza pedía a gritos pedir permiso, lo hizo sin más, no quería arruinar el momento, no quería escuchar un no por parte de Kenma, y tampoco lo recibió, el pequeño simplemente le siguió el beso, hasta terminar agarrado de su cuello y teniendo que separarse por un poco más de aire.

La noche siguió su curso y los dos jóvenes comieron y se besaron bajo las estrellas, charlando de las cosas más sin sentido que pudiesen, rezando que el tiempo se congelase y les permitiera seguir ahí indeterminadamente.

Ya en camino de vuelta, Kenma escurrió su mano junto a la de Kuroo, estrechando sus dedos sin decir nada, siendo recibido sin problema y caminando así hasta las puertas de la academia, dónde una voz los frenó en seco, no otra vez.

-¿Realmente creías que podrías salir un día sin guardia? -rió a sus espaldas.

-Corre adentro Kenma, ya mismo. -Dijo Kuroo con sus voz dominante, no podía permitir que Kenma quisiera quedarse, y así sin más el menor corrió sin mirar atrás, para entrar al pasillo de sus dormitorios y avisar tanto a Kai, Yaku y Lev, que estaban al tanto de la situación, volviendo a salir todos.

Pero cuando estos estaban fuera del mismo, Kuroo estaba volviendo con una sonrisa victoriosa, y sangre goteando de su nariz y labio, cuales estaban un tanto rojos e hinchados y los nudillos totalmente destrozados.

-No volverá a molestarte Kenma. -dijo cuando esté corrió a su encuentro, y los demás miraban perplejos. -Nunca más.

Todos volvieron adentro, con Kuroo obviando el explicar lo ocurrido, solo negando haberlo matado, lo cual ninguno pregunto directamente pero para el nivel de feromonas que liberaba lo imaginaban posible, un alfa enojado y defendiendo a su Omega era casi imparable.

Los demás volvieron a sus dormitorios y Kenma insistió que Kuroo fuese al suyo, para limpiar sus heridas y charlar, casi sabiendo que sería una conversación bastante pesada, y apenas la puerta se cerró a sus espaldas, comenzó.

-¿Qué mierda Kuroo? ¿Tu sabes lo que acabas de hacer?

-Le demostré a ese idiota que no podría tocarte un pelo aunque quisiera.

-¡¿Y si solo lo enfureciste más y vuelve mañana?! ¿O pasado?

-No lo hará mientras que este a tu lado, ese tipo ya probó que conmigo no saldrá caminando la próxima vez que se nos cruce.

Mientras la discusión daba a lugar Kenma limpiaba de mala gana las heridas, pasando casi treinta minutos en un y si esto o lo otro de parte de los dos, siendo casi imposible creer que la discusión tendría un final.

-Kuroo no puedes liarte con un tipo de ese tipo, está forrado, y es muy violento, no quiero que también te busque a ti para algo malo. -dijo ya vencido, sentándose a su lado en la cama.

-No me pasará nada Kenma, mañana mismo hablaré con mis padres para que hagan que el tipo sea seguido, ¿Si? Y ante cualquier cosa extraña o si se acerca aquí o al departamento, lo sabremos al instante. Y puedes hablar con los tuyos, no quiero que te vayas lejos de mi, pero menos perderte. -dijo tomando su mano, haciendo que Kenma notará lo destrozado que estaban los nudillos del mayor. -Quiero que dejes de vivir con miedo.

-Ya lo sé. Pero...

-No debes decir nada más si, me pase, te pido disculpas, pero ponte en mi lugar, siento tu miedo cuando lo vez, no importa cuánto controle mi alfa no puedo pasar de largo sentir que estás así de asustado, no quiero ni imaginarme volver a sentir el miedo de la vez del tren Ken, sentí que vomitaria mi propio corazón, no me imagino lo que tú sentías.

-Entonces márcame. - dijo kenma yendo contra todos sus principios.

-¿Qué mierda dijiste?

-Marcame y ya Kuroo, eres alfa de buen linaje, Daisuke no volverá a acercarse y todo se terminará.

-No. -dijo sin más, recibiendo una mirada fulminante de parte del rubio. -No pienso hacerlo por algo tan estúpido.

-¿Acaso no te importo?

-Exactamente por eso lo digo Kenma, -dijo mientras se levantaba.- ¿Eres estúpido? Acabamos de hablar de que no te veo como un puto objeto. -Kuroo realmente estaba perdiendo la cordura mientras la conversación avanzaba. - ¡Te amo! Y quiero que seas mío, pero cuando tú también lo hagas.

-Kuroo...

-Para Kenma, no soy un perro que te cuida.

Kenma se quedó sin palabras, realmente había metido la pata y no podía volver atrás, su cabeza no paraba de oscilar en todas las palabras que había escupido sin más el mayor, y le estaban taladrando el pecho.

No importaba que considerase, no podía encontrar la forma de escapar de su pasado, ni sobrellevar su presente, mucho menos como imaginarse un futuro en paz, sus sentimientos nunca eran claros, y aunque algunos perduraban hace tiempo ya, no sabía cómo llamarlos y eso lo estaba haciendo tomar mala decisión atrás de otra.

Poco a poco vio como Kuroo lo analizada con la mirada, este mismo estaba en la guerra interna si de irse de un portazo ofendido o quedarse intentando resolver todo, sabiendo que era imposible mediar con el menor cuando decidía algo.

-Kuroo. -lo llamó cuando vio su intención de irse por la puerta. -Duerme aquí. -y aunque el mayor intentó irse, sabiendo que está era una simple forma de terminar un conflicto sin resolverlo, unas frías manos lo frenaron. -Me equivoqué, ¿Si?, no me hagas repetirlo.

-Ya, ya. -dijo volviendo a entrar, y apoyando su mano en la cabeza del menor. -Mañana hablaremos mejor todo, ¿Mejor dormir juntos no?

-Callate idiota.

-Tu lo pediste~~ -soltó cantarinamente, mientras saltaba a la cama.

-Idiota.

-Creo que podría vivir aquí. -replicó, mientras se acomodaba entre las mantas con el felino entre los brazos.

-Ya lo haces, idiota.

-Ya para, me llamo Ku-ro. Y digo contigo, no importa el lugar.

Kenma se quedó en silencio, no quería responder permitiendo que el mayor siguiera tirando esos comentarios demasiado rosas para su gusto.

Luego de unos minutos ambos jóvenes cayeron en un profundo sueño, a la espera de un agitado mañana.

La mañana siguiente comenzó en caos, ya que Kuroo en un intento de levantarse sigilosamente tiró por los aires a Kuro gato, quien maulló y tomo represalias saltando a su cara, pero lo esquivó y cayó sobre Kenma, quien se despertó en un grito de odio profundo hacia ambos pelinegros.

-Juro que no fue mi intención Ken-chan.

-Callate idiota, tráeme un maldito café y apúrate, que el camión de mudanzas llegará en cualquier momento. -miró de mala gana, mientras tiraba las mantas hacia un rincón de la cama. -Y tu maldito gato, vamos a empacar tu mierda así te vas de mi estúpido cuarto.

Kuroo aceptó sin chistar, y el felino miraba todo desde sus pies con la misma cara que el humano, sabiendo que habían hecho enojar a Kenma en el peor horario posible.

Y así comenzó todo, la mayoría del equipo se digno a ayudar a Kuroo a mover todos sus muebles del lugar, ya que luego de tres años había podido acumular una buena cantidad en el pequeño cuarto que disponía, mientras Kenma se dignaba a estar recostado en el pasto de la entrada jugando con la PSP, cumpliendo su promesa de no mover dedo alguno en el proceso. Ya con todo listo los padres de Kuroo los pasaron a buscar en auto.

-¿Y este auto papá? -dijo Kuroo, desde un principio había notado que el auto no era el que comúnmente manejaba su padre, pero a veces tomaba alguno de la empresa cuando reparaba el suyo. De repente vio algo volar ante sus ojos y lo tomo.

-Es tuyo niño, de alguna forma debes poder moverte. -dijo pasando junto a él. -Y ir rápido a ver a tu chico. -susurro justo a su lado, ganándose una sonrisa de su hijo.

-Gracias viejo.

Luego de que bajasen todo lo de la mudanza, Kuroo se despidió de sus padres chino era debido y les dijo que volvieran cuando quisieran.

-Te aman, realmente lo hacen.

-¿Eh? ¿A mí?

-Pues si, ¿A quien más? -dijo entrando la última caja, Akaashi y Bokuto habían salido a comprar comida unos minutos atrás.-Creo que si no hubiesen captado como te miro mi madre hubiese dicho de adoptarte.

-Que dices idiota, ha sido normal el viaje.

-¡No han parado de hablar de ti y preguntarte mil cosas!

-¿Celoso?

-No, de algún lado tenía que sacar el buen gusto. -dijo robándole un beso. -Y los amo, realmente quiero que te incluyan y acepten.

Kenma solo dió una media sonrisa y siguieron en lo suyo, poniendo los muebles dónde Kuroo dijese y comenzando a desempacar las cajas hasta el momento que la comida, y con ello sus amigos, arribará al nuevo departamento.

Back to black - Amy Winehouse

Me de cuenta que de verdad hay gente leyendo esto así que hola uwu

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