4: Two Princes.
Vengo en son de paz
Las mañanas, o mejor dicho, levantarse en las madrugadas, era de las cosas que Kozume Kenma más odiaba, y está no era una excepción, apenas sus ojos se abrieron gruño sin más, un despertador que no era el propio, y con una música metal muy irritante, no paraba de sonar, tuvo el ademán de tocar su rostro con la mano izquierda, pero en ese instante notó que está estaba atrapada y ahí si realmente se despertó.
Cómo un recuerdo le vino la noche anterior, despertarse en una pesadilla y pedirle a Kuroo que se quedara, quien ahora se encontraba boca abajo y con el brazo libre cubriendo su cabeza por una almohada, pero lo único importante de esto, era su mano que agarraba la propia, apoyadas en el borde de la cama de Kenma. De un segundo al otro, una vergüenza abrumadora lo invadió, quitando su mano en segundos, y tomando un Pikachu de peluche y tirandolo hacia la cabeza de Kuroo con todas sus fuerzas.
-Apaga tus malditas alarmas. -dijo mientras se levantaba de la cama, cargando la voz con mucho odio. -Ya Kuroo.
Este no dió respuesta alguna, se removió en su lugar, quedando boca arriba con balbuceos sin sentidos, "idiota" chistó Kenma, antes de sentir como atrapaban su muñeca y caía, exacto, sobre Kuroo, quien lo rodeo rápidamente con los brazos y apretó hacia si. Y sintió pánico, no le molestaba realmente el contacto con su capitán, pero esto era demasiado invasivo para el cerebro de Kenma madrugador, grito y pateó, haciendo que que Kuroo de un salto se encontrará parado y con los ojos en alerta.
- ¿Qué mierda? -miró hacia todos lados, buscando la razón de los gritos y golpes que lo habían despertado de su gratificante sueño al lado de Kenma, "¿O no era un sueño?" Se preguntó en el instante que vio a un Kenma con pijamas de Totoro totalmente asustado sobre una rinconera, como un gato.
-Vete. -dijo seco, casi como dolido, apuntando a la puerta. -Ya.
Kuroo estaba sin palabras, su cabeza comenzó a tirar mil y un ideas que podían llevar desde que él simplemente se asustó al verlo durmiendo a su lado, como si lo hubiese olvidado, hasta que inconsciente el mismo había hecho algo, pero no podía ser, no sentía que hubiese soltado su aroma en el lugar, y no era alguien que ni dormido no controlase su hormonas.
-Ken-chan, ¿Qué...? -pero lo volvió a cortar reiterando el "vete", Kuroo simplemente abrió la puerta, y aunque se encontrase Yaku y Kai afuera asustados, seguramente por el grito con el cual fue levantado, no dijo una palabra, y camino a su cuarto hecho un desastre.
Y de un instante a otro Kuroo sintió como si el rompecabezas de hubiese caído de la mesa, y muchas fichas de perdieran en la alfombra, primero cuando quiso dirigirle la palabra a Kenma este solo se puso el auricular faltante, luego en camino a las duchas, Yaku lo echo ya que Kenma estaba duchandose, para luego verlo con el cabello goteando por los pasillos, en el desayuno, el pequeño rubio no dió presencia, y en el autobús a la estación de trenes se sentó junto a un inquieto Tora, a pesar de que el mayor sabía muy bien que, y más considerando que eran recién las 7 A.M, Kenma no lo soportaría.
Pero todo eclosionó en la estación de trenes, cuando con una última esperanza, y como ya lo habían hablado previamente, Kuroo tomo el apuro de subir primero al tren bala en uno de los pocos lugares que este tenía un toma corrientes USB, y Kenma sin siquiera mirarlo siguió de largo y se sentó en el trasero a él, con la música lo bastante fuerte para que el mayor supiera que si le dirigía la palabra, no lo escucharía, aunque quisiera muy en el fondo. Kuroo realmente sintió que había roto algo demasiado presiado, y su cabeza no pudo evitarse viajar a lugares muy oscuros, culpandose de haber hecho algo totalmente indebido sin haberse percatado.
Por otro lado Kenma durante toda la mañana sintió que su cabeza explotaría, primero al tener que explicarle a medias que había ocurrido a Yaku, para no hacer que patease el trasero de Kuroo pensando lo peor, y luego durante todo el pasar de las horas en el tren, cargar con una ansiedad de mil infiernos que no le permitía entablar una conversación con el mismo, para pedir disculpas o al menos intentar explicar que había ocurrido, esa mezcla amarga de un punzante dolor en el pecho y un sentimiento de culpa empapado en vergüenza era mucho para él, en la subida al tren por unos segundos quiso tirar todo a la mierda y sentarse a su lado, ya que había conseguido el lugar que le había pedido, por parte en chiste, y otra esperanzado, pero esos sentimientos no permitirían que Kenma se viese débil ante la postura tomada 2 horas atrás, y lo condenaron a pasar las próximas 3 horas en el tren perdiendo una y otra vez sin importar en que juego propusiera probar suerte.
Con una hora restante de viaje Kenma explotó, no de una manera que alguien notará, excepto Kuroo, pero su cabeza colapsó al quedarse sin batería en la consola, y su celular ya había muerto antes de subir, ya que anoche no lo había cargado. Decidió contra su ser ponerse hecho una bolita en el asiento a duras penas y ver por la ventana el paisaje pasar ante sus ojos, odiaba estos momentos, le costaba tanto poder concentrarse en un pensamiento que su cabeza disparaba las peores ideas, y muchas de ellas le gritaban que bajase su orgullo y fuese a Kuroo, le pidiera perdón y le pidiese su mano.
-Vengo en son de paz. -Kuroo levantó las manos al instante que un iracundo Kenma le clavo la mirada. -Esta por parar en la estación y siempre se llena.
Kenma abrió los ojos, pero no por inquietud, fue un sentimiento que no podía entender, pero su pecho se calentó y una sonrisa un tanto extraña cruzó por su cara, Kuroo había considerado que la situación del tren lleno de gente seria mucho para él.
Rápidamente se paró y ladeó la cabeza hacia el asiento dónde venía el mayor, quería el cargador a toda costa, sin tomar siquiera su bolso, sabiendo a ciencia cierta que Kuroo lo haría por el, se sentó en el lado de la ventana y enchufo la consola sin más, recostado de la misma forma en la que se encontraba segundos atrás.
Si no contaban a Kuroo y Kenma, que estaban en una pequeña guerra de miradas cruzadas, la mayoría de los jugadores y entrenadores del Nekoma venían en un profundo sueño, ninguno de ellos era un madrugador ávido.
-Kenma... -tocó su hombro, sintiéndose el perdedor de la gran guerra de silencio y mirada que estaban librando hacia minutos. -Realmente necesito saber que no te he hecho nada.
El menor quedó en seco luego de acomodarse en la misma posición, pero viéndolo a Kuroo, la culpa de saber que le permitió cargar con esa culpa durante casi cuatro horas le hizo doler el pecho de una forma anormal, y sabía muy bien que la había cagado.
-Fue mi culpa, -dijo apenado, sin despegar la vista de la PSP, aunque hubiese muerto en virtualidad segundos atrás. - me he asustado porque me quisiste abrazar.
Kuroo liberó todo el aire de sus pulmones, y su rostro que antes era la de un gato que había roto un florero, paso a una pequeña sonrisa, extendió su mano por el apoyabrazos a la espera de una positiva.
- ¿Entonces estamos bien?
Kenma bloqueó la PSP y entrelazó sus dedos con la cálida mano que se le ofrecía, y sin ninguna palabra más, estiró su cabeza hasta el cercano hombro, durmiendo lo que quedaba de viaje.
Columna, cerebro y corazón
Los primeros dos días habían sido demasiado agotadores para todo el equipo, aunque aún no habían comenzado con los entrenamientos en conjunto, el entrenador Nekomata no les daba un minuto a torcer, exceptuando a Kenma y Kuroo, quienes se habían hecho cargo de preparar las comidas para el equipo, liberandose de algunas horas de largas corridas y entrenamientos de remates interminables.
Y aunque Kenma se disponía a sentarse sobre la mesada y jugar, Kuroo no podía quejarse, luego de lo ocurrido el sábado a la madrugada que el menor no se le alejara, era uno de los privilegios más inmensos que sentía poseer.
El lunes por la mañana llegó, dando apertura a la Golden Week y los partidos de entrenamiento, por suerte, debían ir a la preparatoria Tsukinokizawa, que quedaba a pocas cuadras de donde se encontraban alojados los chicos del Nekoma.
-Kenma, ya se hace tarde. -Soltó Kuroo mientras pasaba por la cocina, dónde el menor terminaba, a una muy lenta velocidad, de lavar lo usado para desayunar.
-Adelantate, puedo llegar por mi mismo.
-Pero...
-Eres el capitán, toma tu trabajo en serio. -y sin más volvió a su tarea, dando cierre a la conversación y dejando que Kuroo se fuera empapado de nervios junto al equipo.
Realmente, solo eran unas pocas cuadras, y tenía Google maps, no sé perdería, ¿O no?
Pero si lo hizo, el mapa marcaba mal la preparatoria y en todo el camino no se cruzó un alma, aunque no serviría de nada, ya que Kenma no sería tan osado de pedir direcciones, se cargó en un cantero de su comodidad y se resigno a dejar un mensaje, a la espera que lo viese rápido, con su ubicación y explicando lo sucedido a Kuroo para que lo buscase lo antes posible.
Empezó a jugar con la consola sin más, sabía que Kuroo tardaría en ver el mensaje, como tal ves también encontrarlo, no podía hacer más.
- ¿Qué estás haciendo? -una cantarina voz salió a sus espaldas, haciéndolo voltear en un milisegundo, el chico de cabellos naranja frente a el parecía un rayo de sol, y realmente olía a verano y manzanas frescas. Era un Omega, no lo evitaría.
-¿Me perdí?
Aunque no fuese a evitarlo, tampoco estaba en sus mayores sueños entablar una conversación, pero algo no podía generar que Kenma no sintiera un extraño añoro al ver al niño, era muy parecido a...
Su pensamiento fue cortado cuando la conversación paso de ser sobre el armador que jugaba junto a él, ahora conocido como Shouyo, a qué este lo tirasé al suelo en un grito, y ver cómo lo tomaban por la mochila.
-¡Kenma, corré!
Un hombre de no más de 30 años estaba tomando a Shouyo por la espalda, mientras lo olía con todo el descaro posible, y se encontraba liberando sus propias feromonas.
-Pero que me he encontrado aquí, -dijo mientras pasaba la lengua por la mejilla del menor. -si no son más que dos omegas de primera.
-¡Suéltalo! -Kenma tiro una de sus zapatillas a la cabeza de ese hombre, la ansiedad estaba a punto de paralizarlo, pero no podía quedarse quieto.
Con la mano restante comenzó a marcar a Kuroo, a la espera que esté ya estuviera en camino. -¡VE POR AYUDA KENMA!
Pero Kenma no podía irse, y dejar el chico solo en esa situación, corrió hacia el hombre y se le colgó de la espalda por el cuello, tironeando de él a la espera que soltará al colorado, y con éxito este pudo sacarse la remera.
-¡Hinata! -sintió un grito a sus espaldas, y un chico de pelo gris se encontraba con la cara perpleja. -Llamare a Daichii, resistan.
La situación se convirtió en un tira y afloje, el alfa totalmente fuera de sus cabales tomaba a uno, mientras que el otro intentaba sacarlo, tirando lo que se encontrase a sus pies, y el peligris, a quien Hinata llamo Suga, estaba hablando por teléfono desesperado.
-Me han hartado. -dijo el hombre mientras tomaba por los pelos a ambos niños, y en dirección a Suga, Kenma sentía que moriría en cualquier momento.
Los gritos de auxilio de los tres fueron callados luego de un golpe en seco, el cual hizo que las manos del alfa soltaran todo agarre y callera con su rostro al suelo.
Kenma vio la figura de Kuroo totalmente transformado, su rostro era una simple línea de ira y su olor estaba ahora ahogandose en su nariz, Shouyo sin más corrió y se abrazó al peligris, en un llanto, y por la espalda de ellos aparecieron tres chicos, uno rubio y más alto que Kuroo, un pelinegro que rápidamente lo tomo en sus brazos, y otro que abrazo al tal Suga por la cintura.
Kenma se encontraba perdido agarrado a la cintura de Kuroo, hecho un solo temblor general, vio como ya Shouyo estaba seguro con quiénes parecían sus compañeros y se relajó.
-Vamonos Kenma. -dijo Kuroo, este aún no se calmaba, y el mismo sabía el problema que podía ser encontrarse así frente a otros alfas.
-Nos veremos pronto Shouyo, gracias. -soltó Kenma en dirección al colorado, quien lo miro extrañado, pero ya relajado en los brazos del pelinegro que lo estaba cuidando.
Caminaron unas cuadras hasta tener el gran gimnasio en frente, en todo el camino Kuroo no dijo una palabra, lo que Kenma agradeció, solo se dedicó a respirar intentando calmarse, y cargar su brazo por los hombros del menor, dejándolo totalmente pegado a su cuerpo. Justo antes de la puerta se paró en seco.
-Maldita seas Kenma, ¿Estás bien? -dijo mientras posaba sus manos en sus mejillas, las que estaban un tanto magulladas.
Este solo asintió a positiva y se hundió directo en el pecho del mayor, aún no podía calmarse del todos.
-Si quieres podemos volver al hospedaje.
-No, estoy bien. -se separó lentamente, volviendo a caminar en dirección al gimnasio. -No digas nada a Nekomata-sensei, estaré bien.
Kuroo no podía decirle que no, sabía bien que todos se avalanzarian sobre Kenma para saber si estaba bien, y lo sobreprotegerian, algo que este odiaba por de más, así que se atenuó a acompañarlo a los vestidores y dejar que ingresará solo al gimnasio, ya que el mayor aún debía colocarse algunos parches para esconder más todavía su aroma, cuál había explotado minutos atrás.
Justo antes de entrar escucho como jugadores del otro equipo "¿No es el armador un tanto enano?" "Si, y también se ve bastante inestable y dubitativo." "¿No tendrán uno de reserva?" A Kuroo le hervía la sangre, abrió las puertas de par en par y con su mejor sonrisa falsa los miro a los tres.
-Ese chico que llaman "enano e inestable", -los tres se achicaron en su lugar, y Kenma lo miro desde su lugar con una cara de asombro. -Es nuestra columna, cerebro, y corazón.
Los tres chicos quedaron en un silencio sepultural, mientras Kenma se acercaba extrañado hacia la actitud de Kuroo.
-Vamos. -lo tomó al menor por los hombros. -Vamos a enseñarle lo buen armador que eres.
Realmente quería jugar
Kozume Kenma había pasado los últimos meses anestesiado, del dolor, del miedo, de la ansiedad, de todos los sentimientos horribles que la perdida de un amigo puede acarrear, hasta hoy.
El partido contra Tsukinokizawa había sido demasiado dinámico para lo que esperaban los mismos jugadores del Nekoma, con un Kuroo empujado a destruirlos por lo que había escuchado, por un Yaku y un Kai esperanzado de llegar a las nacionales, por todos los jugadores con los nervios a flor de piel, pero más que nada, por un Kenma que sentía una ferviente necesidad de complementar, y entender si el voley realmente era para él.
Y consiguió su respuesta, y fue en el momento exacto que luego de tener un balón libre, sirvió un pase que Kuroo remató con toda la ira que contuvo desde la mañana, y esa vista desde abajo de su supuesto destinado se lo demostró, es verdad, odiaba cansarse, el sobresfuerzo, sudar, el calor, pero realmente amaba ganar, y más que nada, anhelaba volver a sentir la conexión que había sentido ese día en la cancha con sus compañeros, una conexión que había perdido el día que su amigo no volvió a aparecer.
Y todo esto podía estar un poco impregnado que el pequeño Omega que se cruzó por la mañana le recordara tanto a él, con su irradiante alegría, y su forma tan pasional de hablar sobre el deporte, eso había otorgado a Kenma recuerdos de años atrás donde disfrutaba ver a su amigo desde abajo, rematando sus pases con toda su fuerza, al igual que hoy a Kuroo.
Eso le regaló una paz inigualable a lo que quedaba en el día de Kenma, de su mente se había borrado el recuerdo de lo ocurrido a la mañana y se sentía ligero, aunque exausto, de la cena del día se encargaron Kai y a Yaku, así que el se dedicó a jugar en la consola hasta que Kuroo lo buscase para ducharse.
A sus espaldas sus demás compañeros se encontraban en un debate de si los chicos de Karasuno, el legendario contrario de la batalla del basurero, y el nombre que identificó en la playera de Shouyo, tendrían una manager, con gritos de Kuroo que parasen de gritar.
-¿Y tú cómo piensas que será Kenma? -le dijo Yamamoto, haciéndolo pausar el juego y verlo algo perdido.
Dudó durante unos segundos, no había seguido al hilo la conversación y no sabía que contestar.
-Realmente no me interesa... Pero... -los miro con más paz en la mirada, no le haría mal abrirse un poco frente a ellos. -Estoy esperando con ansias el partido ante Karasuno.
Todos se quedaron boquiabiertos, Kozume Kenma, su misterioso armador, quien haría lo que fuese por correr menos, quien siempre se quejaba durante los entrenamientos, y era el icono del sedentarismo, quería realmente jugar un partido.
Y Kuroo no fue la excepción, lo miro con asombro, y no pudo evitar soltar una de sus sonrisas más sinceras y cargadas de amor, Kenma lo llevaba a una sintonía única, y no quería perderla, así que se planteó sin más que en el partido contra Karasuno daría lo mejor de si.
La cena pasó, como así el ritual de ducha y secado de pelo de Kuroo y Kenma, y en su mayoría, el equipo se encontraba en sus futones ya dormidos, excepto Kenma, quien no podía dejar de pensar en toda su vida, la carga de pseudo alegría que había tenido hoy claramente tendría repercusiones, y aparecieron de manera de demasiadas dudas y miedo, empapadas en recuerdos un tanto dolorosos.
Y había aparecido una de las dudas que más quería evitar, todo lo relacionado a Kuroo, él y Kuroo.
Porque no podía evitar aceptar que era cálido su agarre, y que le traía mucha paz que lo acompañe y entienda en tantas cosas, pero Kenma tenía un problema muy grande, y este era que Kenma realmente no sabía lo que era amar, o querer a alguien, con la única persona que se había acercado a eso, y sin saberlo, era con su amigo de la infancia.
Su mente se calmo cuando del futón a su lado salió un brazo y una mano explorando, a la búsqueda de la propia, y así pudo dormir toda la note, abrazado al antebrazo de Kuroo.
No me debes nada
Mayo 6, 8:50 A.M
Los dos días habían pasado y todo el Nekoma se encontraba formado frente al gimnasio que hoy auspiciaba la batalla del basurero, todos cargaban con las ansias y emoción necesaria, cuando a lo lejos vieron como el Karasuno se acercaba, Kenma quien no había levantado la vista, sintió una oleada de múltiples olores y una intensidad en todos inmensa.
Al levantar la vista, pudo ubicar a Hinata justo a su frente, y desvío la mirada rápidamente, la imagen de ese chico le generaba una nostalgia algo dolorosa, pero cálida.
Mientras tanto los demás integrantes se veían con caras extrañas, en un mal intento de todos parecer intimidantes, aunque a nadie le salía bien, pero lo que más inquietaba, o mejor dicho alarmaba, no era a Kuroo con mirada de falsos amigos con el capitán, a quien habían visto el día del incidente, si no como el rubio de casi uno noventa, quien también estuvo ese día, miraba fijamente a su capitán, algo olía mal, como a envidia.
Un saludo cruzado ocurrió y todos avanzaron, Kenma se encontraba cruzando palabras con Hinata cuando Yamamoto y Tanaka, de Karasuno, comenzaron un estilo duelo de hombría, y Yaku se avergonzaba de esto junto a Sugawara, antes conocido como Suga, viajando sus miradas entre los de segundo y los capitanes quienes no dejaban de emanar su aroma y gruñirse entre sonrisas cargadas de falsedad, Kenma solo pudo bufar y dar media vuelta, desapareciendo en el recinto.
Ya todos vestidos y en la cancha, la presión era real, se unieron en círculo todos enfrentados y Kuroo comenzó.
-Somos como la sangre en nuestras venas, -sentenció, mientras todos unían sus puños en el medio. -debemos fluir sin detenernos, mantengan el oxígeno fluyendo y sus mentes trabajando.
Todos gritaron y comenzaron a moverse, pero Kenma tomo por el brazo a Kuroo.
-¿Puedes parar con ese discurso? Es vergonzoso. -lo miro con su normal desprecio. Sus compañeros a su espalda cruzando le reprocharon.
-Ya escuchaste, vamos.
Saludaron al Karasuno, y en un cruce de redes con Hinata, y con el discurso de Kuroo en mente lo llamo.
-Shouyo... -el menor abrió los ojos como plato. -Te dije que nuestro equipo es fuerte... Pero no es por mi, si no por todos nosotros siendo uno. -y se fue sonriendo, dejando a Hinata perdido frente a la actitud del rubio.
El partido se desarrollo con fuerza, regalando una victoria para los gatos, pero no paró ahí, jugaron dos partidos más en toda la tarde, en los cuales no importará cuánto se acercarán, Karasuno no pudo anotarse una victoria propia.
El partido terminó y todos se dirigieron a las duchas, fuera de la rivalidad latente de la cancha, parecía que ambos equipos entrenarán en conjunto desde siempre, nadie no se encontraba charlando con alguien del equipo contrario.
Ya caída la noche, y con la cancha ordenada por el Nekoma y Karasuno, los entrenadores habían desaparecido al grito de que irían por tragos.
-Entonces... ¿Cenaremos todos juntos? -soltó Kuroo, quien iba junto a Yaku y Kai al paso de Daichii, Sugawara y Asahi.
-Claro, aquí cerca hay un lugar de Ramen que nos recibirá a todos.
Y así los jóvenes tomaron camino en diferentes grupos, por el fondo Kenma venía en su propio mundo con los auriculares sin parar de reproducir, había cruzado algunas palabras con Hinata quien iba con un joven más introvertido que el propio Kenma llamado Tadashi, y otro de segundo año llamado Ennoshita, pero había quedado rendido al fondo ya que no podía mantenerles el paso.
Lo único que lo desconectaba de su propio mundo fue mantener la vista sobre Kuroo, quien iba girando de grupo en grupo, pero con un denominador en común, el rubio de casi uno noventa era ese denominador común, como si Kuroo lo siguiese, siempre caminando a su lado y regalandole sonrisas, de esas sonrisas que solo le daba a él.
Pero, ¿Quien era Kenma para remarcar eso? Kuroo no era de su propiedad ni nada parecido, intento borrar ese pensamiento de su cabeza, pero era casi imposible cuando en vez de sentarse a su lado a cenar, lo hizo junto al rubio, y con este acto pudo notar que el pecoso que lo acompañó parte del camino, y ahora estaba cenando juntos él, miraba con la misma cara que Kenma a esos dos, quienes en algún momento desaparecieron de la vista de los dos omegas.
Yamaguchi pego un pequeño gruñido y engulló los fideos frente a el sin más, Hinata los miraba algo perdidos a ambos, mientras cruzaba algunas palabras con Kageyama, quien estaba a su lado mirando casi en agonía a Kenma.
-¿Y tú qué tienes conmigo? -soltó Kenma, quien aún no había tocado ni bocado de su plato.
-Eres sorprendente. -Shouyo miró con asombro al pelinegro a su lado, y Tadashi soltó fideos por su nariz. -Te ganaré en las nacionales.
-Tu no puedes ganar nada solo, -escupió Kenma con odio en sus palabras, se sentía que el contrario era un alfa, y le disgustaba demasiado como le hablaba. - sin Hinata a tu lado solo eres un armador más, como yo sin mis compañeros.
Se paró con dicha, antes de tener que recibir alguna respuesta y se dirigió al baño con la espera de algo de silencio, pero no fue lo que consiguió, si no más bien, se ganó que su celular cayera contra el suelo trizandose, junto a su corazón.
Salió corriendo del recinto, sin importar que todos lo vieran, sin escuchar los gritos de Kuroo, quien primero tuvo que liberar su boca de una ajena, y también los de Yaku, quien corrió a sus espaldas, frenando a Kuroo.
Yaku realmente era como la madre del grupo, sin mucho esfuerzo podía leer las situaciones a la perfección, y al ver correr a Kenma desde el baño, seguido de Kuroo quien tenía la peor cara de arrepentimiento y el rubio de Karasuno un tanto avergonzado, supo muy bien que debía seguir al menor.
Lo corrió por cuadras, mientras escuchaba sus quejas, no eran sollozos, pero lo más similar, recién dentro del hospedaje pudo sentarse a su lado.
-Kenma... -tocó su hombro, pero en un rápido movimiento Kenma quitó la mano. -Lo siento.
El rubio se encontraba contra la pared bajo la mirada de Yaku, abrazado a sus propias rodillas, totalmente pegado por sentimientos indescriptibles, todo su cuerpo temblaba.
-Kenma, hablame por favor. -el mayor no entendía como controlar la situación, luego de que Kuroo se acercarse tanto a Kenma había dejado de entenderlo completamente. -Necesito que respires.
-Soy un idiota. -se sobó su propio brazo, mientras que Yaku lo miraba alerta, sin saber que hacer. -Solo quiero recostarme.
Yaku le hizo caso, y ayudo a que se levantase del suelo, guiandolo al cuarto donde todos se encontraban, Kenma sin despegar la mirada del suelo, tomó su futón y lo movió al extremo contrario de dónde se encontraba, y se recostó sin más, dando señal a Yaku de que se podía retirar.
-Eres un completo idiota Tetsuro, y yo no arreglaré tu desastre. -En su camino de salida se lo cruzó, había llegado corriendo hecho un desastre, hiperventilado y con la cara hecha una sola mueca de dolor.
Pero no dió respuesta, solo agachó la cabeza e ingreso al cuarto.
-Ken-chan... -pero no hubo respuesta, por lo único que lo pudo diferenciar fue por el bulto que emanaba una luz, la de su consola. -Kenma, por favor escúchame. -dijo mientras se sentaba al lado, pero no pensaba tocarlo, sabía muy bien que eso desataría horrores.
-¿Que quieres Kuroo? -dijo casi en un susurro por debajo de la manta.
-Pedirte perdón, y explicarte. Yo no quise besarlo, el me acorraló y lo hizo sin más.
-No me interesa, no somos nada. -Kuroo abrió los ojos como plato, ¿Que estaba diciendo Kenma? -Y no me debes nada. Me he ido porque he peleado con el armador de Karasuno.
-No digas eso Kenma, eres mi destinado, yo...
-Callate y no te animes a decirlo. -su tono de voz se elevó de repente, sentándose en el futón, descubriendo el rostro y la mirada más fría que alguna vez verían en su rostro. -No me debes nada, así que espero que no cierres tu oportunidad de estar con un apuesto alfa, está a tu altura.
Kuroo no tenía palabras para devolver, no porque fuese cierto, realmente en el baño Tsukki lo encerró y beso, para luego explicarle que fue un acto de impotencia y estupidez, pero nunca había visto a Kenma tan neutro, no olía a enojo, ni nada parecido, su olor estaba natural, impecablemente natural, sin ningún sentimiento de por medio, y su rostro daba mucho miedo, el rompecabezas se había caído en una tina llena de agua, desintegrándose.
El mayor se paró sin más, intentando no volver a mirarlo, y tomo su playera por el pecho, realmente sentía como su corazón se estaba fragmentando en ese mismísimo instante, salió con la mirada perdida y se sentó junto a un curioso y enojado Yaku, para descargarse la noche entera.
¿Celos?
Las cosas comenzaron a fluctuar de una forma demasiado lenta y agonizante para gusto de Kuroo, la noche anterior había sido demasiado para poder procesar y sentía que las horas hasta abordar el tren no pasarían más.
Luego de descargarse con Yaku, quien solo lo vio de mala gana, no pudo pegar un ojo, y se dedicó a viajar de aplicación en aplicación en su celular hasta preparar el desayuno antes de partir.
Todo el camino a la estación de trenes se la paso al final del camino, y al subir al tren no sabía donde sentarse, realmente estaba a punto de partir y estaba parado en el pasillo viendo hacia todos lados, hasta que una mano lo tomo y sentó de un tirón.
-¿Que tanto miras idiota? Te caerias de bruces si el tren arrancaba. -Kenma, con la misma cara y aroma a nada de la noche anterior lo estaba sosteniendo de la muñeca. Kuroo se quedó helado. -Ts, no contestes si no quieres.
Soltó su agarre y volvió a ponerse en la portátil sin más, mientras que la cabeza de Kuroo quería decir mil y un cosas, la de Kenma había encapsulado todos sus sentimientos creyendo las palabras que dijo la noche anterior.
Eran destinados, disfrutaba su aroma y lo reconfortaba, pero eso no significaba más que eso, serían amigos y usaría eso como apoyo, y que Kuroo fuese románticamente feliz con quién quisiera, ya que de nada le serviría enamorarse de un alfa, solo para poner su vida en riesgo.
-Kenma... Perdóname por favor. -dijo Kuroo en un murmullo, la vergüenza lo estaba comiendo por dentro. -Yo...
-Si quieres lo haré, pero es real lo que dije anoche. Podemos seguir igual, y tú puedes ser feliz con quién sea, seremos algo así como amigos destinados.
La poca emoción que había sentido Kuroo por el acercamiento se quebrantó, pero no podía decir nada, Kenma estaba imponiendo límites y el no quería sobrepasarlos, quería que el menor fuese feliz con lo que quisiese, aunque eso le rompiera el corazón a si mismo.
Se reclino en su asiento viendo al techo del transporte, realmente no encontrabas palabras para enmendar lo que había ocurrido, su pecho dolía, pero no era ajeno, era su propio dolor que lo estaba haciendo sentir una profunda agonía, pero todo se esfumó al sentir una cálida piel entre sus dedos y un peso en su hombro.
-No he podido dormir nada. -se acomodó Kenma, preparado para dormitar las próximas tres horas. - Si te molesta aguántate.
Entre sus sentimientos de indiferencia llacia un pequeño miedo de lo que pudiese perder, por lo tanto contra todas sus inseguridades, se estaba forzando a hablar más de lo común.
-Nunca lo harás Ken-chan. -presionó más su mano y con la contraria apretó el apoyabrazos, muy en el fondo no quería acostumbrarse a esta situación.
Desde ese día, Kenma comenzó a actuar con una parsimonia inquebrantable, no era más sociable ni alegre, pero tampoco gruñón, atendía sin falta a los entrenamientos, frente a todos comiendo lo necesario para no levantar una queja, y siguiendo sus antiguos rituales de compañía con Kuroo, aunque con límites visibles, no había vuelto a permitir que lo besará, y solo se tomaban las manos cuando Kenma lo suponía, como está misma tarde, que lo había invitado a ver Black Clover, ya que les quedaban pocos capítulos para estar al día.
-Kuroo... -llamo Kenma, ya que el mayor se encontraba perdido en su teléfono mientras preparaba un té, en el calentador que el mismo había traído al cuarto. -te estás perdiendo la mejor parte.
-¿Acaso el idiota de Asta por fin usará magia? -dijo en una risa, acercándose con ambas tazas y postrandose al lado del menor.
Siguieron viendo sin más, pero algo traía la molestia de Kuroo a flor de piel, y era que Kenma no parase de usar su celular, mensajeandose con el bloqueador central de Karasuno, Hinata. Y no era porque le cayera mal, ese chico tenía un don y era bastante alegre, el estilo de persona que a Kuroo le agradaba, como si alguien no lo hiciera, pero robaba demasiado la atención de Kenma, y eso lo volaba en celos.
-Sabes... Hoy Nekomata me informó que Karasuno vendrá a la concentración de la semana próxima...
-Ya lo sé, -dijo sin despegar los ojos del teléfono mientras tecleaba. - el idiota de Shouyou no sabe si vendrá, al igual que el idiota de Kageyama, han suspendido algunas materias.
-Mejor. -soltó, no lo pudo controlar, estaba volando en celos ya a esta altura.
-¿Eh? -dejo instantáneamente el teléfono y vio con su peor cara a Kuroo. -¿Kuroo?
-Nada Ken-chan, tenía la mente en otro lado. -se acomodó mejor en su lugar, pegándose al costado del menor, quien se dobló y apoyo en su pecho, como daba la costumbre. - Más rato saldré a trotar, se que no es lo tuyo pero...
-Si, iré. -dijo tan rápido que Kuroo no pudo reaccionar y termino igualmente la oración, para luego quedar boquiabierto. -Creo que... Sabes... Me está gustando realmente jugar.
Two Princes - Spin Doctors
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