3: don't go.
Valeriana para la ansiedad
El sábado había llegado y Kenma recupero la conciencia cerca de las dos de la tarde, había pasado toda la noche del viernes hasta altas horas de la mañana haciendo una campaña con "amigos" virtuales de Estados Unidos, cuál habían logrado ganar, recibiendo así un premio monetario y algunos ítems para el juego mismo.
Cuando se despabilo anotó mentalmente que al volver del market debería limpiar su cuarto, ya que anoche lo había dejado tal cual chiquero, ya que botana que comía, terminaba en el suelo, al igual que las múltiples latas de variados refrescos y energizantes.
Se vistió ya que la idea de bañarse estaba descartada, había mucho ruido afuera y Yaku seguía en reposo y reclusión, al menos hasta mañana o el lunes, así que ya vestido con ropa más informal, se dispuso a tomar un supresor y un ansiolítico, para no tener ningún percance en la calle.
Salió con los auriculares ya puestos y billetera en los pantalones al igual que unas bolsas de tela, guiado por el Google maps a la tienda más cercana, en el camino de salida se cruzó con Lev, a quien evitó monumentalmente.
Y ahí comenzó la odisea personal de Kozume Kenma, decidir que compraría para sobrevivir como topo sin contar sus prácticas de vóley.
Se paseo miles de veces por la góndola de comidas instantáneas, metiendo y sacando distintos tipos de ramen, sopas y fideos, calculando una por día, y una extra por noche para cuando jugará, o por si algún día no le apetecía aparecer por el comedor, dejándose una nota mental nueva, comprarse una arrocera, y también ver un buen video de YouTube dónde explicarán cómo usarla y no incendiar el cuarto, luego paso por botanas, armandose cómo si fuese para la segunda Guerra mundial, chocolates y diferentes caramelos de manzana, como otros de regalis, a cuáles le había tomado gusto en el continente flotante, cogió diferentes packs de refrescos, lattes y cocoas, como energizantes, cuáles escaseaban luego de la noche anterior, y por último, paso por la farmacia de la tienda para poder comprar compresas frías y los medicamentos que le faltasen, pago sin problema alguno y a muy duras penas empezó su odisea de cargar las bolsas de nuevo hasta el colegio, generando que caminara mucho más lento de lo normal, lo que no ayudaba nada a su ansiedad, la cual en la calle era su peor enemiga, ya que mientras más se asustara por el ruido de autos pasar cerca, o que su gran desarrollado olfato sintiera rápidamente alfas cerca generaban que su Omega interior entre en alerta, naturalmente liberando feromonas, haciéndole notar nuevamente que esa marca de supresores no era buena para el, poco a poco si cabeza empezó a jugarle más en contra.
Ya para el cruce vial que le indicaba que solo faltaban dos cuadras para el colegio entro en pánico, su cabeza le falló e instantáneamente las bolsas cayeron de sus manos, haciendo que su pecho se apriete más y más, dejándolo sin aire, disparando su pulso por los aires y teniendo que hacer un gran esfuerzo por qué las lágrimas no brotarán, comenzó a repetirse a gritos en su mente que respire, que cuente cuánto inhalaba y cuánto exalaba, pero de nada ayudaba, si cabeza cada vez se nublaba más y no podía acertar ningún pensamiento, ni mucho menos entender que sucedía a su alrededor, por lo que en el momento que sintió unas manos tomándolo por los hombros casi lo infartaba, hasta que desesperado abrió los ojos esperando lo peor, pero lo que vio solo lo abrazo en calma.
-¡¿Kenma?! -por fin pudo identificar un sonido, Kuroo era quien lo tocaba, o más bien agitaba, y no paraba de repetir su nombre. -Kenma está todo bien, -el mayor se encontraba con sus bolsas en la mano, algo sudado y en cuclillas frente a él.
El menor parpadeo reiteradas veces volviendo poco a poco a la normalidad, reincorporándose sobre su propio cuerpo, aunque sus rodillas le fallaron y fue atrapado en unos grandes brazos, pudiendo así sentir de forma leve, pero sanadora ese aroma tan particular, se hundió en el cuello frente a el y su presión volvió a su baja normalidad, abrazándose a Kuroo y sintiendo que no podía soltarse.
-Perdón. -fue lo único que pudo decir, su cuerpo no podía más. -Perdon, yo...
-Hey, no pasa nada si. ¿Alguien te hizo algo? -negó rápidamente. -Esta bien, volvamos a los dormitorios, ¿Si?
Kenma asintió, pero cuando el mayor se reincorporo, soltando ese terapéutico abrazo, Kenma se conectó nuevamente con su descontrolado cerebro, sintiendo un miedo muy profundo, que el contrario sintió.
Se pasó ambas bolsas a una mano y con la izquierda le rodeo los hombros al más pequeño, dejando su muñeca cercana a su nariz, así no perdía de si el aroma que este había notado que lo sedaba de lo que le estuviese ocurriendo.
Así luego de caminar al paso mas relajado posible, se encontraba nuevamente en la puerta de su cuarto, cuál le tomo tiempo abrir por si mismo, Kuroo lo soltó, e inmediatamente Kenma se escondió bajo las mantas de su cama, dejándose calmar por sus propios métodos, haciéndose una bolita y temblando, recapitulando los recuerdos borrosos que el nerviosismo y la ansiedad habían nublado por casi media hora, pero la figura de Kuroo no desaparecía del umbral de su puerta, lo sentía ahí, su presencia, su aroma, hasta sentía como si supiese lo preocupado que este estaba.
Saco su cabeza por el borde, con la intensión de pedir perdón nuevamente, pero el mayor no le permitió hablar.
-Conozco tu historial médico Kenma, no debes dar ninguna explicación. -por segundos de enojo, pero luego recordó que era su capitán. -Había salido a correr y vi como te desplomabas.
-Gracias. -dijo viviendo bajo las mantas.
-¿Quieres hablar? -soltó un sonido parecido a una negativa. -¿Que me quedé? Puedo preparar un té, tengo un calentador en mi cuarto.
Un susurro de un sí salió y Kuroo desapareció unos minutos, volviendo con dos tazas de té y cerrando la puerta a su espalda, Kenma no se había movido de su posición.
-¿Valeriana, en serio? -dijo cuando tomo la taza con algo de ímpetu en su cortada voz.
-Pues sirve como ansiolítico natural, y ayuda a dormir, que pareces necesitarlo. -dijo, dejando la taza sobre el escritorio. -¿Quieres que ordene esto? -apuntó a las bolsas del costado.
-Hmm, y pásame el control. -apuntando al comando de la televisión, mientras se ponía una bandeja de cama con el teclado y un mouse.
-¿Que jugaras? -estirándole el comando.
Este no contestó, y a diferencia puso un anime a correr, dejando la bandeja de costado y tomando el té en sus manos, cuáles aún temblaban.
En silencio Kuroo ordenó todas las cosas, dejándolas dónde los dedos de Kenma señalarán, haciendo uno que otro comentario sobre la mala alimentación que esto representaba para un deportista, consiguiendo respuestas nulas y gruñidos del menor, quien estaba demasiado concentrado en las peleas que se desplegaban en el mundo mágico de la televisión.
-Ya termine Kenma, ¿Necesitas algo más? -este negó, sin despegar su mirada. -Entonces te dejo tranquilo.
-Si quieres quédate. -ligeramente se movió más al costado en la cama. -Y pásame de esos chips de manzanas que guardaste.
Obedeció, para recostarse a su costado, dejando su rostro caer sobre su mano que se sostenía de su codo.
Y así como así, pasaron toda la tarde del sábado, Kenma se tomó el tiempo de pausar y darle un gran resumen de que había ocurrido durante casi 100 capítulos, para luego ver casi 10 más junto a Kuroo, ambos dos reclinados en la cama en silencio, y aunque el anime siguiera corriendo, los pensamientos de ambos se encontraban en lugares muy diferentes.
Kenma no podía parar de repetirse las mismas cosas, el tema del destinado no podía darle calma, luego de lo de hoy seguía sumando puntos para entender que el pelinegro tenía algún tipo de hechizo sobre el, ya que nunca en su vida había podido calmar tan rápido un ataque de pánico tan fuerte que no fuese con medicación, y el otro con solo dar un poco de aroma lo relajó al punto justo para poder comenzar a acomodar sus ideas.
Por el otro lado Kuroo seguía luchando con la idea de querer entender mejor al menor, aunque sentía que después de los últimos días, había desbloqueado un gran avance, este ya no lo miraba con miedo ni desagrado, y era mucho más fácil que aceptará a pasar tiempo con el.
-Sabes, los sábados por la noche a veces cenamos con los chicos afuera, supongo que no es de tu agrado salir dónde hay mucha gente, pero hay una buena pizzería cerca que no va casi nadie, y tienen unos postres de muerte. -soltó sin más, anhelando una respuesta positiva.
-¿Tienen tarta de manzana?
-De las mejores.
-Bueno. -Nada más salió de su boca, Kuroo no pudo evitar sonreír, sentía que había conquistado la luna.
-Si quieres te acompaño a qué te duches, al igual que ayer, a esta hora comúnmente los chicos salen a entrenar.
Asintió, y sin más se dirigieron al baño, Kuroo montó guardia frente a las duchas, y frente a los pocos chicos que pasaron por el mismo eran echados sin más, luego de media hora Kenma salió totalmente vestido, con una toalla tapando su cabeza y gotas cayendo de su cabello.
-Los chicos ya nos esperan abajo, secate el pelo y salimos, ¿Te parece? -asintió, sacándose la toalla del cabello e intentando salir. -Oh no, así te enfermaras, ven aquí.
Kuroo tomo la toalla en sus manos y delicadamente comenzó a secar todo el cabello de Kenma, tomándose unos minutos para que quedase bien.
Comenzaron a salir, pasando por sus respectivos cuartos para tomar lo necesario para salir.
Una estrella fugaz
Kuroo no mintió, el restaurante estaba casi vacío, sin contar al grupo de 9 adolescentes que en su parte eran bastante ruidosos, en uno de los rincones se encontraba Yaku, entre medio de peleas con Lev frente a sus comentarios y preguntas estúpidas, mientras daba una larga charla de ser el libero del equipo a Yüki, mientras todos los demás discutían sobre su cercano encuentro con escuelas de la prefectura de Miyagi, rememorando los viejos tiempos de la gran batalla del basurero, frente a una vieja rivalidad entre los entrenadores y equipos de Nekoma y Karasuno, y en el rincón contrario se encontraba Kenma, quien solo tenía al capitán a un lado, pero había optado por pasar toda la cena para comer una sola porción de pizza, mientras la mayoría iba más de una mitad por si mismo, y jugar quests en su PSP, no es que odiase estar ahí, pero se seguía repreguntado porque había aceptado ir, su instinto egoísta le aclamaba decir que si por el simple hecho de pasar un rato más junto a Kuroo, sin tener que pedirlo directamente, como también que se había auto exigido acercarse más al equipo, porque si no, seguir jugando sería una carga más.
Habrán estado unas dos horas hasta que poco a poco fueron desistiendo, hasta quedar solamente Yaku, Kai, Kuroo y Kenma, quien no pensaba irse caminando solo, por lo ocurrido en la tarde.
-Entonces Yaku... Es hora de hablar. -soltó Kuroo, cortando totalmente la conversación que estaban teniendo sobre los nuevos y sus habilidades, casi a propósito, porque solo les faltaba hablar de Kenma.
-¿EH? -dijo desconcertado.
-Asi es Yaku, que te trae tan inquieto con el nuevo?
-Callate Kai. -Kuroo le regaló otra mirada pícara. -No pasa nada con ese idiota, simplemente me exaspera que pueda ser tan alto y tan inútil para el voley, sería un buen jugador para nuestros próximos encuentros.
-Si claro... -lo termino desligando, sabiendo que no conseguiría nada de él, ya que ni el mismo podía darse cuenta. -Igual no vayas a llorar pero me avisó que no estaría para nuestros encuentros en Miyagi, tiene unos compromisos familiares que le imposibilita viajar, pero no importa al parecer pasar una semana sin el, así que tienes tiempo de prepararlo.
Yaku torció su cara, con una pequeña molestia de saber que no les acompañaría, pero lo dejo pasar, poco a poco la charla se fue apagando hasta que decidieron irse, y aunque Kenma había venido con la promesa de tarta de manzana, le daba vergüenza reclamarla cuando nadie había comido postre, así que salió tras los chicos de tercer año, caminando por detrás de ellos, perdido totalmente en su juego, hasta que chocó contra el cuerpo de su capitán, notando que los otros dos chicos ya se habían alejado.
-Me parece que nos olvidamos algo... -dijo el mayor, sin parar de sonreír, Kenma lo miro en confusión. -Esperame unos minutos aquí afuera.
Se perdió dentro del local, dejando un gran desconcierto en el menor, cuestionandose si era que se había olvidado el celular o su abrigo, pero se dió cuenta que este salió con una caja en mano, como también un abrigo.
-Tu tarta de manzana, y mi excusa para que los chicos se adelanten. -dijo dejando la caja en las manos del menor, y poniendo su campera en la espalda. -Hace frío, y era la única forma de poder quedarme por detrás contigo para que no digan cómo que te conciento.
Kenma murmuró un gracias y comenzaron a caminar, por dentro quería sonreír, pero se lo oculto muy en el fondo, no quería parecer tan débil junto al mayor.
-Sabes... Desde que te vi en la tienda algo cambio, no se si es tu aroma, o que seas tan misterioso, pero quiero conocerte y cuidarte Kenma-kun. -freno en seco, dirigiendo su mirada al estrellado cielo que los cubría. -Eres algo así como una estrella fugaz, pasaste rápidamente frente a mis ojos y lo primero que hice fue desear volver a verte.
Kenma buscaba que contestar, pero se sentía muy abrumado frente a sus palabras, no era exactamente lo que el sentía, pero la duda de porque le atraía tanto el mayor también carcomía su cerebro.
-No necesito que me contestes, pero no soy una persona que se guarde mucho lo que piensa, -lo miro, generando que el menor desviará su mirada, cuál estaba clavada en su perfil. - no quiero que lo malinterpretes, no haré nada sin preguntarte, pero quiero saber que no estoy loco al pensar que eres mi destinado.
Otra vez esa palabra, la cabeza de Kenma entro en un sentido de shock, sin poder entender completamente aún ese término, sintiendo miedo, porque lo poco que sabía de relaciones de alfas y omegas era un muy mal recuerdo para él, y más que nada, por qué era la primera vez que debía intentar entender sus sentimientos y queriendo.
Sus pensamientos de cortaron de repente al sentir una mano sobre la suya. -¿Puedo? -el menor solo asintió, y caminaron tomados de la mano en silencio hasta el colegio, dónde rápidamente se metió en su dormitorio sin dar alguna palabra de despedida.
Kuroo se desplomo en su cama aún con toda la ropa puesta, su cabeza era un desorden de ideas y miedos que nunca antes había sentido, y no sabía con quién hablarlo, Bokuto no era la opción, porque la única vez que le pregunto por el y su relación con Akaashi solo supo contestar "siempre supe que era para mí" como si fuese la obviedad más grande del universo y luego hablar durante horas del color de ojos y el dulce aroma de su amigo de la infancia, y no quería en ningún sentido hablarlo con alguien del equipo, ya que sentía que si Kenma se enteraba, lo odiaria de por vida por exponerlo de esa manera.
Su cabeza comenzó a plantar el escenario donde tal vez no estuvo bien tomarle la mano, y el rubio decidió no decir nada por miedo a su respuesta, al fin de todo, era un alfa acercándose a un Omega, así que decidió que tal vez por mensajes, Kenma fuera capaz de ser más sincero.
"Hola de nuevo, solo quería pedir perdón por lo de hace rato, tal vez te ha molestado. No lo haré nuevamente." Presionó enviar antes de retractarse, lo que ocurrió segundos después, retandose a si mismo por escribir tan formal, pensando mejores palabras, y arrepintiendose del simple hecho de haberle escrito.
"No me molestó."
"Puedes volver a hacerlo."
"Solo cuando estamos solos."
En el otro cuarto, Kenma ya se encontraba en ropa interior comiendo las dos porciones de tarta de manzana que Kuroo le había regalado, resignadose a pensar todo lo que acababa de pasar, no le había disgustado, hasta podía decir que le agradaba su mano junto a la de Kuroo, y no podía negar que las cosas que este le había dicho encajaban demasiado con sus dudas, pero no quería pensar en que significaba eso, ya que no podía ser pareja de un alfa, no importaba que tanto este pareciera bueno, Kenma no podía evitar relacionar su pasado con la idea de tener una relación, sin contar el sobre esfuerzo que esto podía traer.
Al recibir el mensaje de Kuroo decidió contestar positivamente, había hecho un balance y negar todo ahora le traería demasiadas dudas a futuro, como un esfuerzo en tener que evitarlo, rezando a si mismo que si las cosas avanzaban y era necesario, tomaría el trabajo en su momento de saber que hacer, Pero, ¿Qué mal sería aprovechar la calma que la mano del mayor le traía?
"En serio ಥ⌣ಥ"
"Juro que no te haré pasar vergüenza Kenma"
"Disfruta tu tarta y descansa (✿◠‿◠)"
El menor soltó el teléfono a su lado y se permitió reír por lo patético que escribía el mayor, pensando que realmente era una persona infantil y no como aparentó en el primer mensaje, no pensaba contestar, tampoco regalaría su confianza, apenas lo conocía, y encontraba un tanto gracioso imagirnase al mayor los próximos minutos a la espera de una respuesta de buenas noches.
Encuentros pasajeros
Las cosas tomaron un sentido casi natural, con el pasar de los días los entrenamientos se fueron intensificando, ya faltaban solo tres días para partir hacia Miyagi durante tres días más, pero durante las últimas dos semanas, demasiadas cosas habían ocurrido que no podían ser dejadas pasar sin mencionar en Nekoma.
Desde ese extraño sábado a la noche, a vista de todos Kuroo había tomado una postura de pseudo amistad con Kenma, siendo de los únicos, contando solo a Yaku, con quién a veces conversaba, almorzando siempre a su lado y convirtiendo en ritual sacarle la PSP hasta que esté comiera lo necesario para satisfacer las exigencias del mayor, todos los días lo buscaba media hora antes de los entrenamientos, para que esté se vistiera solo en el cuarto, y luego arreglar el gimnasio por su cuenta, a los 4 entrenamientos de esto, Kenma comenzó a ayudarlo con lo mínimo, pero haciéndolo. También había tomado el trabajo de Yaku y era quien lo acompañaba a las duchas, cuidando la igualmente trabada puerta, y luego se tomaba su tiempo de secar y cepillar el pelo del menor, ganándose a veces invitaciones a ver animes o jugar videojuegos, para lo cual era muy malo, en el cuarto del menor, cabiendo aclarar que cuando esté se ponía ansioso, tomaban sus manos, también así en algunas situaciones dónde se encontraban totalmente solos, comenzando a jugar en la consola solo con una mano para entrelazarla con el mayor.
El tema de ser "destinados" no había vuelto a flote, pero habían hablado bastante para conocerse mejor, Kuroo era el típico chico que Kenma imaginó, había jugado al voley desde muy joven, era su pasión, era muy unido a su familia y al terminar el año escolar iría a la universidad de Tokio a estudiar bioquímica, y poder jugar a mediotiempo en el equipo universitario, en cambio Kenma era reservado, y solo había soltado que durante toda la secundaria y su primer año había ido a un internado de omegas en Sydney, dónde comenzó a jugar por un misterioso amigo, ante la pregunta de sus padres solo hablo de su madre, quien parecía una amorosa Omega como el y que se había venido a Japón luego de algo, también misterioso, que lo hizo querer alejarse de todo, dando a entender que era un tema prohibido entre ambos de volver a nombrar.
Y como todos los días, Kenma se paró de su banco durante química y marcho fuera del aula junto a Kuroo, camino al cuarto del equipo para poder cambiarse para el entrenamiento, mientras iban charlando casi unilateralmente como siempre.
-Entonces, no debes olvidar tus cosas de aseo ni tu docum... -reino el silencio cuando Kuroo noto que la puerta del cuarto estaba entreabierta, y la abrió lentamente.
Kenma soltó su mejor cara de sorprendido y Kuroo comenzó a las carcajadas sin poder creer lo que sus ojos veían.
Yaku se encontraba sentado sobre un mueble que se encontraba al fondo de la misma, con Lev entre las piernas y sin la parte superior del uniforme besándolo, pero al escuchar a Kuroo pararon rápidamente y de la forma más torpe Lev se tiró a por su camisa fracasando en ponérsela, ya que se le atoro la cabeza, mientras que Yaku le hervía la cara de vergüenza mientras se bajaba del mueble sin parar de pedir perdón, cuando comenzó a salir por el lado de Kuroo este soltó.
-Solo espero que lo ayudes a estudiar por las clases que está perdiendo. -y volvió a reírse, bajando las escaleras con Kenma a su lado. -Esperemos que Lev salga vestido así puedes vestirte.
Kenma asintió, con un par de pensamientos externos revoloteando por su cabeza. Luego de unos minutos Lev dió la marcha de la vergüenza frente a ellos, dirigiéndose al gimnasio dónde Yaku ya se encontraba preparando todo para el entrenamiento, y los dos se metieron al cuarto, como llevaba la costumbre, Kuroo comenzó a juntar sus cosas cuando sintió un toque en su brazo, tirándose en dirección a Kenma.
Sin dejarlo reaccionar Kenma lo tomo por el dobles de la camisa y lo bajo a su altura, apoyando durante un segundo sus labios sobre los del mayor, para luego tomar sus cosas y salir sin decir nada, dejando a Kuroo boquiabierto solo.
Ya afuera, sentado frente a la puerta se reprochó en su cabeza mil veces porqué lo había hecho, pero su cabeza solo podía contestar con que era lo que quería hacer en ese momento, ya que luego de ver a Lev y Yaku haciéndolo tan apasionadamente, pensaba que no estaría tan mal, y no lo estuvo, pero la vergüenza que conllevaba haberlo hecho el primero, era mucho más fuerte.
Kuroo salió pálido con su ropa deportiva puesta, y miro al suelo dónde Kenma se encontraba jugando frenéticamente con sus propios dedos, poniéndose frente a el en cuclillas.
-Hey, cálmate. -lo tomó por los hombros. -Gracias por eso. No pensé que quisieras hacerlo. -tomó su mentón e hizo qué sus miradas se cruzarán. -Lo haremos siempre que quieras.
Kenma no dijo nada y se metió al cuarto, para salir vestido e irse directamente al gimnasio, dónde Yaku le estaba enseñando a Lev como recibir los balones, para comenzar a entrenar con ellos en silencio.
El entrenamiento paso sin más percances, Lev se despidió de todos al salir ya que mañana debía salir para el pueblo donde vivía su familia materna por lo ya hablado, marchandose con Yaku a su lado, quien recibió miradas cómplices por parte del mayor, y como todos los días, Kuroo marcho para afuera con Kenma a su lado.
Luego de la cena en equipo, y que todos ya se encontrarán en su cuarto, el mensaje de casi todas las noches para la compañía a la ducha volvió a llegar, sacando a Kuroo de su trance y dirigirse al cuarto del menor.
Ya se encontraba en el baño, sentado en los bancos del mismo esperando que el menor saliera para el ritual del cabello que cumplían religiosamente, Kenma salió con la toalla como frazada y se sentó en el suelo, entre las piernas del mayor, pero cuando esté la retiro guío su mirada hacia arriba.
-Puedes hacerlo ahora. -dijo sin más, viendo hipnóticamente a Kuroo, quien dudo por segundos de que hablaba, pero se encorvó sobre si y plantó un suave beso en los labios del más pequeño, tomando sus mejillas a duras penas. Se separó por unos segundos y volvió a besarlo.
Kuroo volvió a su postura principal y comenzó a secarle el cabello en silencio, sin saber que decir, sentía que si decía algo incorrecto perdería el permiso que había ganado con Kenma, y el chico era demasiado misterioso para saber que le molestaría y que no.
El menor subió su mano con el cepillo y se lo entrego. -Puedes hacerlo cuando quieras. Mientras que no haya gente. -soltó, reiterando el protocolo que había estipulado para tomarle la mano.
-¿En serio? -y volvió a mostrar esa sonrisa típica de gato que ponía cuando realmente estaba nervioso, pero rápidamente desapareció sin más, no importaba que se fuese a equivocar, pregunto. - ¿Tu realmente quieres hacer esto? No quiero pensar que lo haces solo para no tener problemas conmigo. -Kenma abrió los ojos como plato, sin poder decir palabra alguna. -Nunca te obligaré a nada, ni siquiera a quererme, podemos ser amigos sin más.
-¿Y que somos ahora? -pregunto estupefacto Kenma, por un lado quería creer lo que decía, pero sus traumas gritaban que no podía confiar en el.
-Lo que tú sientas que somos Kenma. Eso no lo puedo decidir yo solo. -se acomodo en su lugar, tomando a Kenma por debajo de los hombros para que se pare, y luego girandolo frente a el. -Podemos ser compañeros, amigos, -y comenzó a dudar si seguir nombrando. -Novios, ya sabes, lo que tú quieras.
-¿Puedes ser mi destinado?
Y Kuroo sintió como un balde de agua caía en su cabeza, por un largo quería reír por la inocencia de la pregunta, pero sus sentimientos estaban a punto de salir disparados de su garganta.
-E... E... Eso no se decide, ¿Sabes? O sea... Lo sientes, yo lo siento Kenma, tu aroma me lo demuestra, comúnmente hasta no tener un vínculo uno no siente las emociones del otro como propias, o no se cautiva al punto de activar nuestro instinto solo, pero contigo me pasa, es muy leve, pero siento cuando te asustas, o estás cansado, y siento casi inevitable el cuidarte... ¿Tu sientes algo?
Asintió lentamente, con los pensamientos revoltosos. -Entonces somos destinados. -Y volvió a besar al mayor.
Noches extrañas
Todo estaba difuso, me encontraba en una silla demasiado alta, mis pies no llegaban al suelo, la humedad del ambiente era casi sofocante, no podía respirar, fuese por la ansiedad o por la falta de aire en el cuarto.
Decidí pararme, lo recuerdo, algo dentro mío dijo que debía seguir recorriendo la casa, pero cuando abrí para salir del cuarto un olor casi nauseabundo a metal inhundaba el lugar, y aún no podía recordar que pasó la noche anterior, comencé a diferenciar más aromas en el aire, fresas mezclado con un fuerte olor a miedo, desesperación, y roble fuertemente perfumado por odio y celos, mi pecho punzó como nunca antes, sentí que la vida salía junto a mis gritos.
De un grito único Kenma se levantó todo sudado, sin poder respirar uniforme y con lágrimas saliendo sin parar de sus ojos, había tenido una pesadilla, un recuerdo ahondando en sus sueños, como muchas veces antes.
Se incorporó en la cama intentando así poder conseguir aire, y con las manos temblando tomo una botella de agua de la mesa de noche, pero al intentar tomar se le cayó, empapando sus mantas, de un segundo al otro la puerta de su cuarto se abrió, con un eufórico Kuroo con la respiración entre cortada.
-¿Kenma estás bien? -dijo para encender la luz mientras entraba, cerrando la puerta a su espalda.
El menor no podía hablar, estaba sentado con las manos sobre el pecho, y lágrimas saliendo cuál canilla de sus ojos, no podía reaccionar, Kuroo se sentó en la cama a su lado, envolviendolo con sus brazos, mientras le pedía en voz baja que respirase junto a él.
Luego de unos minutos de la misma forma, Kenma pudo calmarse un poco, lo justo para hablar.
-¿Cómo supiste?
-Me desperté de repente con dolor en el pecho, y al instante te escuché gritar. -Kuroo le removió el flequillo de la cara, cuál estaba pegado con su propio sudor. -¿Estás bien?
-Uhm... Si. Solo quiero dormir.
-Oh claro, te dejare, mañana saldremos temprano para la prefectura de Miyagi.
-Quedate. -casi ordenó. -Por favor, hay un futón en mi ropero.
Kuroo sin decir nada más saco el susodicho, dejándolo pegado a la cama del menor, y recostandose en este, entre sus movimientos Kenma ya se había recostado y vuelvo a conectar el sueño, su respiración seguía irregular, no se había calmado por completo, pero la presencia del aroma a valeriana del cuarto lo relajaba a anchas, ayudándolo a dormir.
Pero para el mayor eso parecía imposible, una vez más su cabeza había quedado en blanco, y lo único que se cruzaban eran piezas del rompecabezas de quién se encontraba a su lado, su yo más curioso y protector lo obligaba a querer preguntar qué soño, porque se encontraba aquí, o que era eso que tanto lo hacía sufrir, pero sus pensamientos se desarmaron en el segundo que desde la cama hasta su rostro se desliso una pequeña y palida mano, cuál agarró hasta dormirse en regocijo.
La mañana siguiente los esperaba un largo viaje, que daría apertura a la Golden Week y una ardua semana de entrenamientos lejos de su "casa" en Tokio.
Don't go - Yuzoo
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