2: tainted love.

Tan solo súbela

La primer semana de clases, aunque Kenma normalmente amara poder faltar y dormir, lo tenían jodido con su celo de por medio, al ser un colegio mixto, era obligatorio ausentarse durante los mismos.
Se encontraba en la cama doblado al medio con la fiebre por los cielos, el cambio de ambiente sumado al cambio de marca de supresores no habían estado tampoco a su favor, por la mañana cuando notifico en la dirección y a duras penas a Kuroo, Yaku paso a verlo, dejándole así también su número de teléfono, unos dulces que aseguraba que ayudarían, y unos refrescos, '-Cualquier cosa me llamas, lo más mínimo, y no le abras a nadie, no importa quien sea, vendré enseguida."

Esas palabras a Kenma le regalaron un poco de paz, que por las próximas horas se difuminaron entre dolores, calores y estúpidos deseos sexuales, cuáles luchaba por reprimir mientras intentaba pasar por lo menos una misión en su juego de turno, se digno a pararse por un minuto a tomar una lata de gaseosa de manzana, sin entender como Yaku atino a su sabor favorito, y subirle el volumen al estereo, entre deseos de no seguir fantaseando con ese estúpido olor a relajante para gatos.

Así pudo superar media hora más, hasta que el teléfono comenzó a sonar, atribuyendo así, el mayor sufrimiento que Kenma pudiese sufrir en su primer día de celo, el envío desde Australia con su televisor, computador y consolas había llegado, cuatro días tarde, aviso que tardaría unos momentos en bajar, y que alguien más lo firmaría por él, llevando su documentación, luego de una pequeña discusión, teniendo que aclarar avergonzado su celo, comenzó a marcar a Yaku, si no tendría que pasar seis días más sin nada, ya que debería ir a la sucursal a retirarlo.

-¿Yaku? -la voz débil y casi entre gemidos de Kenma hablo al escuchar que contestaban. -Necesito ayuda.

-Soy Tetsuro, Yaku está con los directivos ahora mismo, dime. -Kenma, en su propio lugar sintió un frío invernal bajar por su espalda, sintiendo su cuerpo relajarse, pero soltando un pequeño suspiro. -¿Kozume-kun?

-Quiero a Yaku, tu no puedes entrar. -soltó entre dientes, sintiendo al mismo tiempo su ansiedad invadiendo su pecho, sintiendo un mar reventando en su frente. -Ya.

-Estoy medicado, tu celo no me hará nada, y ahora mismo estoy lleno de parches, estoy yendo.

-No... No. -pero nadie lo escucho, la llamada ya había sido cortada.

Calculando cuánto tardaría Kuroo en subir, dejo su identificación afuera, con una hoja con resumidas instrucciones de que necesitaba de él. La dejo frente a su puerta y espero, retorciéndose una vez más, pero ahora en el suelo, y el recuerdo del aroma a valeriana y olivo intensificando se en su mente, sintiendo como si estuviese a su lado. Después de unos minutos sintió un trote, seguido de como recogían lo del suelo y una pequeña risa.

-Tan solo súbela. -dijo en un gemido ahogado.

-¿Soy tu encargado ahora? -esa voz grave lo dejo inmóvil, sin posibilidad ni de devolver un insulto, para luego escuchar como el mayor volvía a irse al trote.

Durante los diez minutos siguientes, su cerebro viajo por mil escenarios, dónde su instinto interior casi lo obligaba a abrir la puerta cuando el otro se presentará afuera, pero su lado racional pedía a gritos que no fuese tan idiota e impulsivo, y cuando escucho un chico a los insultos, que durante unos cinco minutos iba y venía entre insultos y dejar cajas, gano su instinto, abriendo la puerta.

Aparentando que era por sus entregas, comenzó a meterlas a retorcijones dentro del cuarto.

-No te esfuerces tanto, yo lo tomo como entrenamiento extra. -Le regalo una sonrisa más, entre las muchas de sus cortos cruces de las semanas anteriores, pero Kenma sentía en su olor como este se estaba resistiendo en actuar como quisiese, hizo oídos sordos y comenzó a mover una caja casi de su tamaño. -De verás Kozume, tan solo recuéstate, por favor. -Dijo el pelinegro posando su mano en el hombro del menor, retirándola casi en segundos, y respirando profundamente. -Lo siento.

-D... Deja todo... Aquí afuera por favor, y vete. -musito casi sufriendo, intentando frenar su último paso estúpido de aceptar esto, Yaku los asesinaría.

-Acuéstate, y meteré todo. -Kuroo le clavo una mirada sería y uso su voz, este también quería meter todo lo antes posible para que Kenma no dejara todo su aroma en el pasillo, las prácticas restaban solo una hora y sería un problema, pero no quería incomodarle con esto.

Kenma sin reparo obedeció, no importará cuando quisiese imponerse, la voz alfa era imposible de resistir.

El mayor con toda su agilidad comenzó a meter las cuatro cajas restantes, y la que quedó a medio camino, mientras el menor se encontraba escondido entre grandes colchas retorciéndose, aprovechando a dar un vistazo al cuarto, cuál tenía ya acomodado múltiples tomos de diversos mangas en general, cd de música de todo tipo y pilas de cajas de juegos de múltiples consolas, en cada entrada al lugar, contenía su respiración.

-¿Necesitas alg... -pero de un instante al otro se congeló en su lugar, y Kenma salió de entre las frazadas al sentir olor a miedo.

-¡TETSURO KUROO, SUELTA YA MISMO ESO Y VETE DE AQUÍ! -Un enano Yaku apareció corriendo por las escaleras, con cara de pocos amigos y mezclando su dulce aroma con enojo, y una pizca de desesperación, frente a la poca reacción del mismo comenzó a empujarlo. -Maldito idiota, acaso no piensas, es nuevo, imbécil, me da lo mismo lo que digas de su olor especial te quiero fuera. -y lo dejo fuera de todo el corredor del equipo de vóley, volviendo a grandes zancadas al cuarto del menor, quien no había podido identificar nada de los gritos de Yaku.

De un momento al otro sintió que su puerta se cerraba, y una presión a su lado en el colchón, acompañado de una fría mano sobre lo poco de su coronilla que se asomaba. - ¿Kenma-kun? Háblame...

En un pequeño gemido ahogado Kenma asomó sus ojos como taza fuera, mirando a un preocupado Yaku, pudiendo sentir ese aroma a frambuesas casi como familiar, consiguiendo relajarse poco a poco. - ¿Cómo te encuentras?

-hum, s.... si. -titubeo ante su respuesta, le estaba costando poder pensar con claridad. -Solo quiero dormir.

- ¿Quieres que me quedé?

Kenma asintió entre sus movimientos inquietos y Yaku se sentó bien sobre la cama, dejando que el menor se acomodara entre sus piernas, acariciando su cabello y poco a poco dejando que este se relajara con el aroma que poco a poco el mayor le liberaba.

Pasaron así casi media hora, hasta que el nivel de calma de Kenma llego al punto de que un contacto ajeno, sin importar el efecto del olor de un Omega casi maternal, la ansiedad comenzó a inundarlo, teniendo que pedirle al mayor que se apartará, sin mucha explicación este acato el pedido, acercando otra gaseosa a la mesa de luz.

-Descansa Kenma, cualquier cosa tienes mi número sí. -y apagó la luz a su salida.

¿Destinado?

Día número tres del celo de Kenma, ya no era una maldita bola hormonal, pero no sé salvaba de los largos días de dolor e inquietudes, sin restar importancia a sus recurrencias de fantasías sobre ese ya casi inolvidable olor, que cuando lo sentía pasar por fuera de su cuarto, podía reconocerlo sin cuestionarse un segundo, aunque también poco a poco, con cualquiera que pasase, se había empezado a hacer una lista mental de los olores específicos que sentía, también para su entretenimiento ahora tenía todas sus consolas y su computadora armada, como así también, podía ver las clases vía virtual, algo así como en vivo, que la escuela dejaba a disposición de los omegas para no atrasarse durante sus días de celo. Hasta ahora nada interesante, más que inglés, literatura moderna y algunas de exactas o ciencias que nunca serían su fuerte.

Sus oportunidades de bañarse se habían hecho en base al grupo que había creado Yaku, dónde se encontraban los omegas y los únicos dos betas del equipo, Kai y Fukanaga, para algo así como acompañarse en sus días, para que no se sintieran presionados ni aislados por tanto, usándolo solamente para eso, frente a toda la vergüenza, pedir específicamente a Yaku que lo escolte a las duchas cuando supiese que no había nadie, ya que para otras cosas, tenía un pequeño sanitario en el cuarto, al igual que todos los omegas. Y ante la negativa e incomodidad de Kenma, también lo agregaron a un grupo general dónde estaban todos, dónde se pasaban las rutinas, informaban si ese día no irían, mandaban videos y post relacionados al deporte y más, aunque esté mismo, no se dignaba a contestar ni un mensaje.

Luego de una larga cena a solas, y fallidos intentos de conciliar el sueño con sueños entrecruzados en los que intervenía un largo y despeinado chico peli negro, Kenma se rindió en esta misión, dedicándose a un nuevo videojuego, pero para su mala suerte su muy extraño lado de esperar tener un amigo ganó, y más aún al leer el mensaje en el primer grupo en el que Yaku les contaba que estaba por entrar en celo, y se aburría horrores, por unos segundos dudo, pero su impulso ganó y lo invito a su cuarto, a jugar videojuegos, inocente de pensar que así no pensaría por lo menos durante una noche en su nuevo y extraño capitán.

Unos minutos luego, este, seguido de Yüki se encontraban en su puerta, con botanas necesarias para pasar la noche, y en el grupo un mensaje de Kai mocionado por Fukanaga diciendo que pasaría está noche, para que se conocieran mejor entre omegas, aunque solo el golpe en la puerta aprisiono el pecho de Kenma, el mensaje le trajo un poco de calma, recordando de su poco conocimiento sobre los celos y tipos, que los betas tampoco estaban libres de pecado.

Ambos chicos ingresaron al cuarto, adulando todo lo que el rubio poseía en el mismo, pero denotando en su olor que no era de su agrado que tocaran sus cosas sin tanto permiso, viendo todo a una medida distancia con asombro. Por la primera hora se dignaron a sentarse ambos en la cama, frente a la invitación del dueño, y este acomodándose en una silla "gamer" a su izquierda, invitándolos a jugar un juego de autos que permitiría que los tres jugarán al mismo tiempo, casi así, durante una hora entera en silencio, para gloria de Kenma, pero este goce no duró mucho.

- ¿Cómo se van adaptando? -dijo apaciguable Yaku, sin mirar directamente a ninguno de los dos chicos, con lo poco que los conocía sabía que ninguno de los dos era de muchas palabras, especialmente Kenma. - ¿Han tenido problemas con algún compañero? Si llega a ser así, pero no quieren armar revuelo, sepan que pueden confiar a fondo tanto en mi como en Kuroo-san, nunca expondríamos un compañero si no lo desea, y más aún, ponerlos en riesgo por miedo. -terminó aceptando seriamente.

-Pues yo no he tenido ningún problema, igualmente mi olor es muy débil, solo he tenido un par de celos y duran poco, todos los chicos me han tratado como iguales. -dijo desde su lugar igualmente fijo en el juego Yüki, por lo bajo. -Muy diferente a mi vieja escuela.

-Lo entiendo, a mí me está pasando algo raro. -volvió a hablar el mayor, notando un leve tono en sus mejillas. -No sé qué tanta educación sexual ha recibido cada uno, pero me he estado sentido muy cautivado por el olor del alfa nuevo.

- ¿Lev-chan? Pero si han pasado entrenamiento tras entrenamiento discutiendo... -soltó nuevamente el menor, Kenma escuchaba atento, pero sin intención de decir una palabra, mejor así para él. - ¿Será tu destinado? -ya soltó más risueño, como si fuese charla de niñas.

"¿Destinado?" Indagó Kenma en sus pensamientos.

-No sé si mi destinado, capaz simplemente es que se estaba acercando mi celo y por eso un olor nuevo llamo mi atención, realmente es muy irritante ese idiota de mil metros, no para de decirme chibi-sempai, exasperante. -dio una ligera mirada al rubio, esperando que se metiera en la conversación. Este solo regalo un "hmm" y continúo empeñado en el juego, al igual que toda la noche, que los otros dos omegas hablaron sin parar de consejos amorosos, como cuidarse en el colegio, usando muchas palabras que Kenma realmente no entendía.
Para casi las cinco de la mañana ambos se pararon resignados a ir a dormir, primero el de primer año se despidió saliendo hacia el fondo del pasillo, y Yaku un poco antes de seguirlo soltó.

- ¿Quieres ducharte? Mañana por la mañana no creo que me vaya a sentir tan bien para acompañarte, y hoy no hemos ido.

Kenma se paró de su lugar, demostrando cabizbajo que aceptaba la propuesta, tomando su toalla y objetos de aseo consigo, y marchando tras el a las duchas.

Ambos dos entraron a las duchas tirando la llave, y se bañaron en total silencio, para luego pasar a la zona de espejos para comenzar a lavarse los dientes uno junto al otro, Kenma con todas sus fuerzas intentando no dirigir ni un segundo su mirada al mayor, para que esté no hablara.

Justo antes de salir, igualmente irrumpió la paz de este. -Se siente que eres de pocas palabras Kozume-kun, no te obligaré a ser mi amigo, pero realmente, cuentas conmigo.

Le regaló una sonrisa materna, justo antes de salir por las puertas y dedicarle un último buenas noches justo antes de encerrarse en su propio cuarto, lo cual Kenma imitó, sin inmutar palabra alguna.

Este derrotado, se tiró sobre su cama, poniendo en los auriculares el aleatorio de su playlist más recurrida, intentando una vez más conciliar el sueño.

No muy fortuitamente, pudo dormir en intermitentes de diez minutos, un máximo de una hora, antes de que fuesen las 7 a.m., se despabilo rendido ante la idea de poder dormir más, y se resignó a que fuese la hora de tener su primera clase, no había retirado los horarios aún, así que era una suerte de lotería saber qué materia tendría, pero aún faltaba hora u media para esto.

Busco de la pequeña heladera que traía el cuarto una de las latas de cocoa pre hecha que había comprado la semana anterior, y se dignó a ver algún capitulo aleatorio de Naruto, solo por el hecho de tener un ruido de fondo mientras se tomaba sus largos tiempos en espabilar del sueño.

Sabía en su mente que hoy no recibiría desayuno, los tres días anteriores Yaku lo había dejado en su puerta antes de este mismo ir al comedor por el suyo, pero por los mensajes que este mismo dejo, parecía ser que no saldría de su cuarto por unos días más, no le dio gran importancia, ya que los días posteriores tampoco es que había tocado más de la mitad de los mismos, Kenma era todo un niño caprichoso con las comidas, teniendo uno de los peores ámbitos alimenticios.

Se tiró en su cama mirando al techo, intentando que los calores repentinos que estaba comenzando a tener pasase solos, pero luego se veinte minutos notó que necesitaría una compresa fría, yendo por una a la heladera, en su recorrido su puerta fue golpeada, para luego sentir nuevamente el aroma significativo, y esa grave y cautivadora voz.

-Te dejo el desayuno Kozume-kun, también dejaré el de Yaku así que espera unos segundos para recibirlo. -sintió una pintada en su pecho, sintiendo claramente honestidad y amabilidad en el olor a valeriana que sentía colarse por debajo de su puerta, haciéndole temblar ligeramente las piernas, convirtiendo en su horario más odiado, en un auténtico episodio de terror para su cabeza. De ahora en más odiaría sus celos en Nekoma.

Luego de rato esperando a que el ruido del exterior parase, se dignó a abrir la puerta y tomar su desayuno, chistando para sí mismo ya que apenas tomo la bandeja, su nariz se sintió invadido por el aroma de Kuroo, entrando más enojado todavía al cuarto.

La bandeja traía en si un bowl de arroz, sopa de miso, una pieza de salmón a la parrilla, como lo había traído Yaku hasta su momento, sumándole una manzana picada espolvoreada con azúcar, un vaso de jugo de naranja y una pequeña ensalada de estación, dejando atónito a Kenma, este mismo no supo entender si fue por el atractivo del olor que ya lo traía un tanto descuidado, si simplemente era del tipo de desayuno que siempre disfruto o porque su celo ya estaba llegando a sus últimos días y lo dejaba algo harto de hambre, pero comió todo mientras conectaba su computador, directo a la televisión, poniendo la primer clase del día.

Espero unos minutos a qué conectará y quedó atónito cuando comenzó a emitir, educación sexual, esa clase que no había reconocido la noche anterior cuando Yaku la menciono. Del otro lado del monitor se encontraba una sensei de unos treinta años, más bien pequeña, que comenzaba la lección.

Kenma se postro en la cama con palillos en la mano izquierda y anotador en la derecha, la materia no era calificativa, pero algo le decía que era importante prestar atención frente a su falta de entendimiento a la conversación nocturna que se habló tan natural y el no pudo captar.

Comenzó con la típica explicación de los dos sexos, para luego ir yendo hacia el tema de las razas, explicando a grandes rasgos, ya que en segundo año ya debías saber que era ser alfa beta y Omega, pasando a dónde Kenma había perdido la nota la noche anterior.

'-Pero bueno chicos, ya todos aquí nos encontramos en edad reproductiva, según me han comunicado, los alfas y omegas han entrado en celos, y los betas no demuestran irregularidades hormonales ni de feromonas, así que iremos al hueso. -dijo está risueña, hablando con mayor comodidad. -Es importante que entiendan que no importa de quién se enamoren, dejando de lado lo arcaico de los espacios sociales obligatorios de alfas y omegas, si son betas con betas, omegas con omegas o patos con patos, lo importante es que sean felices.

Se escuchó una pregunta desde el fondo, "¿Cómo sabré cuando encuentre a mi destinada?"

-Me encantó esa pregunta. -sonrió ladeada. -Yo por suerte, he encontrado a la mía a temprana edad, pero esto no promete que la o lo tendrán en toda su vida, es algo que muy rara vez pasa, pero es como decirles que un día su olfato captará un aroma muy especial, que, aunque hasta ese momento no imaginarán, no podrán olvidar, haciéndolos sentir en casa. Esto no atiene que si no sienten amor por esa persona, tengan que corresponder este lazo, la sociedad a avanzado para que estemos con quién queramos, pero no puedo ir contra la biología diciéndoles que si son omegas, como yo, y encuentran a su alfa, su aroma les traerá una paz interminable, como también así los deseos más vívidos, y si son alfas y sienten a su Omega destinado, sentirán que es la joya más preciosa del universo, que deben proteger a muerte. Pero no quiero que den por hecho que si la otra persona deberá corresponderlos."'

Kenma anotó atento todo, quedándose en una nube con este tema en específico, luego siguió hablando del tema de límites, respetos, el control que deben tener los alfas frente a su instinto, y cosas por el estilo, pero este no pudo volver a concentrarse, ya que él y su cerebro desde que escucho esas palabras, no podía dejar de pensar en el olor a olivo y valeriana que ahondaba en su cerebro hacía ya cuatro días sin cesar, trayéndole así un miedo arrasador al mismo tiempo.

No podía ser.

No necesito que me alimenten.

Nuevamente viernes, y sentía que podría salir, su celo ya se había ido luego de una intensa noche de sueños recurrentes, apenas despertado dejo un mensaje a Yaku que retomaría las prácticas, y con un sentido de obligación que no le agradaba, también se ofreció a acompañarlo a las duchas o llevarle el almuerzo, lo cual el mayor negó, diciendo que durante su celo se tomaba otros protocolos para sus días, ya que se ponía demasiado irritante.

El menor se puso el uniforme por primera vez, notando que la camisa le quedaba a anchas, intentando acomodarla dentro del pantalón de vestir, y arremangándola descuidada mente, se dignó a buscar una expendedora de camino a su clase, no había exactamente madrugado, e igualmente el hambre no era prioritaria, pero sería su primer entrenamiento oficial.

Se encontraba renegando con una que daba chocolates en el segundo piso, cuál había robado su billete, y mientras separaba uno de la billetera, un largo brazo cruzo sobre su cabeza y sacudió la misma, dándole así su preciado desayuno, y un gusto amargo en la boca.

-Este no es el desayuno de mi armador. - espeto Kuroo mientras lo recogía y se lo entregaba. -Deberé prepararte una bandeja todas las mañanas.

Kenma, con su peor humor de madrugar, levanto los hombros en desgano, tomando el chocolate de la mano del mayor, e intentando escapar a su clase, o eso creía.

-Los de segundo cursan en el tercer piso... -Soltó entre risas nuevamente. - ¿Debo guiarte también?

Una vez más, Kenma le puso una cara de pocos amigos, y se dirigió a la escalera, sin poder sacarse a Kuroo de encima, ya que este iba dos pasos por detrás de él.

- ¿Te debo algo? -giró su cabeza.

-Tranquilo gatito, curso en el cuarto yo. -señalo el piso siguiente. -Pero para que no te pierdas, la tercera puerta a la izquierda es tu clase... -estiró en su mano una hoja. -Tengo tus horarios.

-¿Realmente me acosas?

-Kozume... Soy tu capitán. -dijo con las mejillas plagadas de rojo, denotando la vergüenza de su vida ante la insinuación del menor. -Y en el almuerzo búscame así te entrego tu equipo deportivo, se los he dejado a todos ayer, pero no quise volver a importunar.

Con un aire a orgullo roto, se dignó a seguir subiendo las escaleras, dejando a un perplejo Kenma viéndolo alejarse por la escalinata, reviendo toda la conversación que había tenido desde la expendedora hasta allí.

Dando el último timbre de aviso, entro sin más al tumultuoso aula, sintiendo una molesta hacia la mezcla de olores, ninguno de su agrado en su interior, retirándose a un banco de los últimos y echando un vistazo a los horarios, tendría matemáticas, deposito uno de los auriculares inalámbricos en su oreja, cubriéndola con su cabello, y se dignó toda la clase a qué sus pensamientos viajarán por demasiados temas, ahogándolo en un mar de dudas, y mordisqueando su lápiz como si de un caramelo se tratase por los próximos 3 módulos.

'¿Destinados?' su cabeza resurgió ese concepto en específico.

Olores específicos que nos atraen, nos dan una seguridad que nunca habíamos conocido, se volvía a repetir en su cerebro lo dicho en educación sexual, haciendo catarsis desde el día en la tienda de mangas, cuando por primera vez sintió el inconfundible olor a valeriana olivos y manzanos de Kuroo, pasando a su extraño encuentro el viernes pasado, para volver a sus últimos sueños dónde siempre aparecía el mayor, poco antes que el timbre diese la salida, se dignó a copiar los ejercicios que habían dejado en el pizarrón, también apuntando del costado del mismo las páginas por las que habían estudiado hoy, odiaba matemáticas, pero en algún momento tendría que ponerse al día.

Dada la campana pensaba ir a otra máquina expendedora, en busca de un almuerzo, mientras hacia una lista en su teléfono en cosas que debería ir a comprar para sobrellevar los almuerzos y desayunos en su dormitorio si le fuese posible, ya que para la cena había encontrado el horario justo donde no había casi nadie, que le daba tiempo de ir con su última comida a su cuarto a comer mientras jugaba, pero los otros horarios siempre estaban atestados de personas, pero en un fugaz recuerdo con ya un pan de curry en mano, recordó que debía ir por su equipo deportivo.

Camino de mala gana mientras jugaba unas quest en la PSP, directo al comedor, rebuscando en su memoria donde estaba la mesa del equipo de vóley, al ubicarlos se dirigió directo ahí, dónde se encontraba todo el equipo, hasta los de primero.

Se paró en silencio a espaldas de su capitán, a la espera que extendiera la ropa y poder librarse del lugar, pero fallo. Este se movió un poco al costado, dándole un lugar entre él y Kai.

-Siéntate un rato, quedan cincuenta minutos de almuerzo aún.

Rebuscó en su cerebro la mejor forma de evitarlo, pero sentía que, si este insistía, todo se tornaría en un remolino de inquietud y ansiedad, que no quería tener que manejar en su primer día.

-No tienes que hablar, quédate con tu juego. -Volvió a dirigírsele Kuroo, ya que el rubio se había quedado unos tres minutos parado, congelado como si le hubiesen invitado a ritual satánico.

Kenma se sentó en el espacio que le habían dejado y tomo de su mochila la gaseosa que llevaba y el pan de Curry, no comiendo más de la mitad, mientras todos hablaban de jugadas y de que harían el entrenamiento de hoy, no les prestó atención, hasta sentir que su consola salía de sus manos, entrando en pánico.

Miro a su izquierda furioso, encontrando nuevamente a Kuroo con su retorcida y extraña sonrisa, con la PSP en una mano, y un jarrón de arroz en la otra. -Si te comes esto, te lo devuelvo, no puedo hacerte correr famélico en dos horas si no. -Lo miro de desgana, a su cerebro volvió el pensamiento de que no quería que le insistieran en nada, tomo el maldito tarro de arroz y unos palillos de la bandeja de Kuroo y lo comió a bocanadas, para volver a tomar su PSP y marcharse.

-Kozume... -le dijo Kuroo mientras se alejaba. -Si quieres te puedo retirar de última clase para las dos y ya ir al gimnasio.

-¿Yo también puedo Kuroo-sempai? -dijo el largirudo de pelo gris del otro lado de la mesa, con una gran sonrisa.

-Tu no, eres de primero. -volvió a mirar a Kenma, con la risa de Kai y Tora de fondo. - ¿Entonces? Si no me equivoco tienes química.

-1.30 búscame. -miró de reojo, y se marchó a algún rincón de la academia donde no viese a nadie hasta las 12.30, que debería volver a la abarrotada aula.

Para recordarlo.

Kuroo no pudo evitar soltar una sonrisa al golpear en el aula al que pertenecía su nuevo armador, ya que al entrar, lo puso ver al final de esta semi dormido sobre el banco, y cuando el profesor lo nombró, su cabeza se levantó con cara de desesperación, para luego ver al mayor en la puerta y relajarse, a su manera, tomando su mochila cuál nunca había desarmado, y saliendo para afuera sin ni una palabra, dejándole los saludos y modismos a su ahora capitán.

-Sabes... No importa que tanto conectemos... -soltó Kuroo, ganándose una cara de entre horror y desesperación del rubio. -jugando, si no pasas todas tus materias con máximo un recuperatorio, no puedo dejarte jugar, ¿No?

Kenma le regaló una mirada asesina, enojado por como por primeras vistas, lo había tratado de incapaz, dándole un quejido gutural para seguir escaleras abajo.

-Soy muy bueno en ciencias, ya sabes... Química, física, biología. -intentando que no se malinterpretara, paso nervioso su mano por su nuca. -Tambien en matemática, Yaku igual, ya si hablamos de lenguaje y humanidades, te defraudaré.

-Puedo estudiar solo. -murmuró casi inaudible.

- ¿Tanto me odias? -soltó Kuroo, para rápidamente arrepentirse, pero sin marcha atrás.

-No... -titubeo ante su respuesta, buscando una que no pudiese mal interpretarse, ni diera abertura a nuevas preguntas. -No me gusta hablar, sabes.

-Vale.

Kuroo casi sigue de largo cuando el menor se desvío a su casillero, para ahora seguirlo a este, quien se frenó y tomo su uniforme. Para quedarse parado sin más al cerrarlo.

- ¿Necesitas algo Kozume?

-Kenma.

- ¿Kenma?

-Dime Kenma, no Kozume.

El mayor lo miro extrañado, intentando que el aroma del mismo le diera un indicio de emociones, pero no sentía nada, ni la constante ansiedad que rodeaba a este, ni miedo, odio, nada, solo su natural olor a Sakura y humedad.

-Entonces Kenma, ¿Que esperamos?

-No sé dónde estamos. -otra vez más murmuró, mirando al suelo y moviendo su pie sobre su propia punta. -El gimnasio.

-Ah sí, ninguno de los chicos se ha querido retirar, así que te pediré ayuda para abrir el cuarto del equipo, así también te puedes cambiar, y si quieres ayudarme a poner la red.

El mayor intento soltarse al hablar, dándose cuenta que si quería poder entablar una conversación con su nuevo compañero, el debería hacer la mayor parte.

Durante el camino al cuarto, así sucedió, Kuroo le contaba que harían, también, así como cual planeaba darle de entrenamiento, ya que el anterior capitán era su armador, entonces había tenido que tomarse todas sus vacaciones en estudiar rutinas de entrenamiento para los mismos, recibiendo como respuestas murmullos positivos o negativos, y los ahora patentados "Hmm" del menor.

Al abrir el cuarto le señalo el casillero número cinco, cuál ahora pertenecería a él, para que pudiese dejar su mochila y ropa formal, como también un candado libre para que pusiera su combinación.

Mientras esté le ingresaba la nueva clave, Kuroo saco su chaleco seguido de su camisa, dejando a Kenma boquiabierto, sintiendo pánico.

-Lo...lo lo siento. -se dio vuelta y comenzó a salir.

- ¿Eh? -lo miro extrañado, pasándose su camiseta con el número 1.

-Vístete tranquilo, luego volveré. -cerró la puerta a su espalda, dejando al capitán con las palabras en la boca, este ya vestido salió y le indico para que entre.

-Sabes, martes y jueves tenemos entrenamientos antes de clases, una hora, te será imposible volverte a cambiar a los dormitorios, y todos los días luego de clases excepto los miércoles, y comienzan 15 minutos luego de la hora liberada...

Comenzó a entender que tal vez, Kenma no se vestiría frente a nadie.

- ¿No puedes retirarme antes de cada entrenamiento? -soltó Kenma, casi confiado. -Y para los de la mañana me arreglaré, puedo ser rápido.

-Pues si, pero las semanas que soy encargado de aula no, deberías hablar con Yaku, y el no es tan flexible con las clases como yo, además con tu desempeño de hoy con ciencias.

-Te dije que puedo estudiar solo. -entró en el cuarto cerrando le, nuevamente, la puerta en la cara, para a los minutos salir totalmente vestido con el equipo deportivo, y una mano dentro del pantalón. -Esto debería tener bolsillos.

Ambos chicos bajaron en silencio las escaleras, en dirección al gimnasio frente a ellos, todo el camino en un silencio cómodo, poco a poco Kuroo estaba descifrando como rondar al menor sin inquietarlo, ya que percibía esto en su aroma. Abrió el gimnasio, haciéndole un ademán hacia el interior, y prendiendo las luces a su espalda.

El más alto se dirigió directo al cuarto de equipo, dónde estaba la red y los canastos de balones, esperando que Kenma lo siguiese, pero este se postro en el suelo con la PSP en mano.

- ¿No me ayudarás?

-No me gusta esforzarme de más. -dijo sin mover la vista del juego.

-Tenemos una hora hasta que comiencen a llegar los demás. -Miró Kuroo, este chico era una infinidad de signos de pregunta, cuando comenzaba a entender un poco, volvía a aparecer múltiples puertas cerradas.

De mala gana, bloqueo la PSP y se paró, dejándola sobre la banca de calentamiento, junto a la campera deportiva y se arrastró, literalmente sin despegar las suelas del piso, hasta el cuarto, comenzando a empujar ensimismado los carros de balones, al sacar el último, tomo una pelota y comenzó a golpearla contra una pared, dejando que el mayor pudiese a duras penas la red por sí mismo.

Pasando solo quince minutos, todo estaba preparado, Kuroo hasta había llenado las botellas de agua, esperando alguna reacción del menor, mirándolo fijamente.

- ¿Qué quieres? -Kenma se inquietaba rápidamente frente a que lo miraran fijamente, sin contar que lo hiciera Kuroo le removía el pecho, lo cual lo exasperaba.

Se sintió atacado. - ¿Acaso te gusta el vóley? -necesitaba entenderlo, algo muy dentro suyo quería seguir haciendo preguntas, pero a esta solo recibió una levantada se hombros con desinterés. - ¿Por qué juegas?

-No lo sé.

Lo dejo en las nubes, intentando descifrarlo, pero lo sentía imposible, siguió golpeando la pelota contra la pared, y Kuroo simplemente lo imitó.

-Odio sudar, el calor, correr, cansarme. -comenzó a decir, como si hablase a si mismo. -Jugaba porque mi amigo de la infancia le apasionaba. -golpeo más fuerte la pelota, y su aroma se intensifico. -Pero me gusta la táctica, y como el armador no se mueve tanto, no me pareció mala posición.

-¿Y por qué sigues jugando aquí?

Kenma dudo durante casi un minuto sin contestar, y sin previa reacción, tomo la pelota por ambas manos, mirando directamente a Kuroo, con los ojos nuevamente como plato y la pupila casi nula.

-Para recordarlo.

Le hizo un ademán con la cabeza que se acercarán a la red, y sin previo aviso comenzaron en sincronía nuevamente, a practicar remates, en una penumbra silenciosa por los próximos 40 minutos, hasta que los demás llegaron.

El entrenamiento en si se desenvolvió de forma extraña, Kenma las únicas reacciones que tuvo fue preguntar muchas veces los nombres y números a todos, repitiéndolos por lo bajo, para identificarlos más rápido, y como por arte de magia, a casi todos podía armar las mejores jugadas, sirviéndoles los pases con finura y gran calculo, dando pequeñas reseñas a cada pase que hacía, con el único que perdía levemente la cordura y tono de voz era junto a Lev, el alfa de primero medio ruso-japones, que fuera de su altura, no tenía ninguna luz para el deporte que estaban practicando.

Luego del entrenamiento les explicaron el calendario de entrenamientos, en son de prepararse para los encuentros inter escolares y pre eliminares con la vista puesta en llegar a las nacionales, el sueño de los 3 compañeros de tercero, algunos viajes a prefecturas vecinas, y encuentros con otras reconocidas escuelas de la prefectura de Kanto en la misma ciudad, luego se despedirse, todos se dirigieron a los vestuarios, con el gimnasio ya ordenado.

Kuroo, quien debía cerrar, visualizo que Kenma se estaba tomando su tiempo en salir, dando vueltas en su mismo lugar, para luego tomar la PSP, y caminar muy lentamente al vestuario, el mayor adelanto su paso para igualar al otro.

-Si quieres puedo tomar tu mochila del vestuario, así te adelantas a las duchas del dormitorio. -Kenma lo miro con algo de esperanza, para luego fruncir el ceño. -Cuidare la puerta de las duchas por fuera, y tú cierras por dentro para mayor confianza, los chicos estarán media hora más ahí metidos, son bastante lentos luego se entrenar.

El menor murmuró un sí, para seguir ensimismado en su juego, frenando al pie de las escaleras, y Kuroo como un rayo subió y bajo, ya con las dos mochilas, Kenma estiró su mano por la suya.

-Yo te la llevo, -estiró una bebida isotónica en su dirección. -te escuchas agitado, no quiero perder a mi armador en su primer día.

Un ademán de sonrisa apareció en el rostro del rubio, cuál escondió tras su cabello, y en silencio caminaron en dirección a los dormitorios.



Tainted love - Soft Cell 

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