L.
Qué si iría?
Pues claro que iría, no era un cobarde.
Además, necesitaba verlo.
Donghae no conseguiría nunca estar en paz si no lo veía.
No necesitaba preguntarle a nadie para tomar aquella decisión.
Él se mandaba solo.
Además tenía claro que todos sus amigos se negarían rotundamente a que fuese a ver al rubio, porque nadie lo quería ver sufrir, ni andar como la cola detrás de una persona que al parecer le gustaba jugar.
Sabía también que necesitaban aclarar su situación y determinar todo de una vez. Necesitaban hablar.
Y eso iban a hacer.
Ya no había marcha atrás en su decisión.
Esos eran los pensamientos que rondaban como un ciclo sin fin en la cabeza de Lee Donghae el día sábado a las 16:53.
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