Capítulo 28: Misión Jinchuriki

El tiempo pasó y nuestros tres protagonistas se reunieron de nuevo para buscar más soluciones a la captura de Zetsu. Al ver que no conseguían pensar en nada inteligente, Naruto decidió visitar al resto de los Jinchurikis que había en los demás países. Pensó en la posibilidad de llevar a Kushina y a Rin con él, para que se fueran familiarizando con otros como ellos. Sasuke y Sakura estuvieron de acuerdo, confiando en que Naruto lograría devolver la paz al mundo shinobi.

Así, el rubio Uzumaki caminó hasta la Torre Hokage, esperando que a Minato le pareciera buena idea. Mientras tanto, pensaba en Sakura. Últimamente la había visto muy desganada y sin vitalidad. Ciertamente, estaba muy preocupado, pero las dos veces que le había preguntado, ella desviaba el tema lo más rápido que podía. Sabía que era muy cabezota y no hablaría de eso.

Por fin llegó a la Torre Hokage cuando vio a Kushina llegar a su lado. La saludó con alegría y los dos subieron hasta la oficina de Minato que estaba hasta arriba de papeles. Minato los saludó algo cansado y, después de que su mujer lo obligara a parar durante un momento, los atendió adecuadamente.

—Decidme.

—Lo primero...—empezó Naruto con pose pensativa—. ¿Por qué no utilizas dos o tres kage bunshin para que te ayuden? Así irás más rápido. Es lo que yo haría si fuera Hokage.

Los dos mayores se vieron sorprendidos por la propuesta y Minato se dio cuenta de que era una maravillosa idea.

—Y segundo, quería preguntarte si puedo salir de misión—preguntó y Minato accedió antes de que Naruto siguiera hablando—. La cuestión es que quiero llevar a dos personas conmigo. Serían Kushina-san y Rin-chan. Quiero ir por las diferentes aldeas y hablar con los Jinchurikis. En algunas será un poco difícil por la guerra y eso, dattebayo, pero si nos dejaran, me gustaría que se familiarizaran con ellos.

Minato observó a Kushina que lo miraba con ojos de corderito degollado, esperando que la dejara ir con Naruto a la misión. El Namikaze rió un poco y suspiró, asintiendo.

—De acuerdo, podéis ir los tres. Aunque creo que será mejor si Kakashi y Obito fueran con vosotros. Los dos llevan un tiempo sin ir a misiones, y les hará ilusión. Ya de paso, si pasáis por Iwagakure, me gustaría que le entreguéis este pergamino al Tsuchikage.

Naruto observó el pergamino y asintió de acuerdo. Tampoco le costaba nada, de todas maneras, también hablaría con los kages. Por lo que propuso que todos estuvieran en un par de horas en la puerta de la entrada. Naruto se despidió de sus compañeros, enterándose que, mientras él estuviera fuera, Sasuke viviría con Sakura. El Uchiha también se había dado cuenta de lo apagada que estaba la pelirrosa y esperaba que por lo menos Sasuke la animara un poco.

Tiempo después, cuatro de ellos se encontraban en la puerta de la aldea esperando a un retrasado quinto. Un peliplata no aguantaba más la tardanza de su compañero, mientras que los demás esperaban pacientes. Quince minutos después, Obito llegó corriendo con una piruleta en la boca. El Uchiha se había excusado por ayudar a unas ancianas, pero no le tomaron mucha importancia. Sólo salieron por fin, comenzando con su misión.

La idea de Naruto era pasar primero por Sunagakure. Quería saber quién era el anterior jinchuriki del Shukaku y cómo lo trataban. O si el bijuu estaba suelto. Como si fuera una misión normal de escolta, los cinco caminaron tranquilamente en dirección a la Aldea Oculta de la Arena.

Después de cinco días, llegaron a la frontera del País del Viento. Diez ninjas de Suna los esperaban allí. No de manera ofensiva, sino como misión de escolta. Naruto había mandado un mensaje al actual Kazegake, Sabaku no Rasa, y éste le había dado permiso de entrar a la aldea, aunque a cambio, tenían que estar constantemente vigilados.

Naruto estuvo de acuerdo, y los cinco fueron llevados hasta la Torre del Kazekage. Rasa no parecía muy amigable, y por ello le sorprendió a Naruto que dejara que ellos se acercaran a su Jinchuriki. Más le sorprendió saber que era un viejo monje moribundo encerrado en una celda. La ira lo inundó al verlo, aunque no lo demostró. No quería echar a perder la misión por eso.

Los vigilantes solo dejaron entrar a Naruto escoltado por tres ninjas de la aldea. El monje estaba orando tranquilamente, hasta que los escuchó llegar. Levantó la mirada con sus ojos rasgados, y observó al Uzumaki. El rubio se agachó a su altura y se sentó en la misma postura, desconcertando al monje.

—Buenas, me llamo Makoto Aoyama. Vengo de la Aldea Oculta de la Hoja. ¿Puedo hablar contigo?—dijo tendiéndole una mano. 

El anciano asintió cautivado por esa sonrisa y correspondió a su mano, que lo llevó hasta sus subconscientes. 

La misión Jinchuriki duró casi un mes. Las cosas no fueron fáciles en general. En Suna, Naruto consiguió ver y convencer al Shukaku de que si su próximo Jinchuriki fuera Gaara, confiara en él y fuera su amigo. Sin embargo, en las demás aldeas, fue algo más difícil. 

En Iwa, el Tsuchikage no se mostró nada comprensivo y echó a patadas a los chicos. En Kumo, el Raikage pensó que Naruto era Minato y estuvo a punto de atacarlo. Debido a su equivocación, les pidió perdón, pero sólo dejó visitar a los Jinchurikis si él estaba presente. Los chicos asintieron de acuerdo y los seis junto con varios ninjas de Kumo los escoltaban.

Cuando llegaron al lugar, encontraron a Killer B con unos 20 años y a Yugito con unos 12 o 13, entrenando. Los dos eran muy simpáticos, aunque Kushina y los chicos se quedaron impresionados al escuchar el rap del mayor. Naruto rió por ello al ver sus caras, porque él ya estaba acostumbrado. Naruto, Kushina y Rin consiguieron hablar con los dos. Avisarles, igual que al Shukaku, que se mantuvieran alerta por si se diera el caso de que en el futuro se vieran envueltos en peligro. 

También aprovechó el momento para preguntarles a Killer B y al Raikage si las chicas podían acudir a la isla Tortuga para conectarse mejor con su bijuu. A se negaba completamente a llevarlas allí, pensando que el Namikaze se aprovechaba para que sus armas fueran más fuertes y ganarles en la guerra, pero Killer B lo convenció y les aseguró que, cuando acabara la guerra, podrían visitarlo y acudir allí. No por nada se había encariñado con el rubio, que incluso había seguido su rap.

Luego, pasaron por la Aldea Oculta de la Cascada, donde el jefe de la aldea comentó que el Nanabi vivía en el bosque de la aldea tranquilamente y que no debían molestarlo si no querían morir. Naruto y Kushina lo estuvieron pensando hasta que decidieron que lo dejarían estar de momento. 

Sin embargo, le dejó al jefe de la aldea un pergamino en el caso de que, en un futuro hubiera un Jinchuriki. Éste asintió pacíficamente y lo guardó, dejando que el equipo se retirara. Naruto estaba un poco decaído porque quería conocer a Fuu de bebé, pero recordó que era más pequeña que él, así que ni siquiera había nacido aún.

Finalmente, llegaron a Kirigakure en barco. Naruto estaba un poco preocupado de que fuera la etapa de la Niebla Sangrienta, puesto que el Mizukage, Yagura, implantaba aquella era de terror. Cuando llegaron, vieron que todo parecía muy pacífico, así que se dirigieron hasta la Torre del Mizukage. Yagura era bastante joven, aunque serio. 

Él conocía a Utakata, el Jinchuriki del Rokubi, e incluso les dio una dirección de donde vivía. Pero no mostró siquiera un interés especial. Es cierto, que les reprochó por quitarles al Sanbi, pero al tener una pequeña discusión con Naruto, supo que tenía razón. En un primer lugar, sus ninjas no tendrían que haber secuestrado a Rin.

Fueron a buscar a Utakata y Naruto lo vio estudiando con su maestro y entrenando junto a él. Era mucho más alegre que cuando él lo conoció y eso lo puso contento. Los cinco se acercaron y al principio se mostraron ofensivos, pero después de aclarar algunas cosas, pudieron hablar con ellos y avisarlos.

Finalmente, llegado Diciembre, volvían a la aldea. Kakashi estaba un poco aburrido porque no habían tenido prácticamente que luchar, sólo un par de peleas con los ninjas de Iwa y de Kumo debido a la guerra, pero ya está. Obito también estaba falto de acción. Mientras que Rin, Kushina y Naruto no dejaban de hablar de los demás Jinchurikis que había conocido.

Aquel mes antes de llegar Diciembre, Sasuke y Sakura pasaban el tiempo juntos. El Uchiha seguía estando preocupado al ver a su ahora novia, pero también estaba preocupado de lo que le estaba pasando a él. Había sentido un pinchazo en sus ojos durante aquellos días y no sabía por qué. Aún eran leves, pero se acordaba constantemente de las palabras de Sakura. Por más mínimo que fuera, tenía que avisarla.

Ambos descansaban en la cama, después de haber descansado un poco tras la comida. Sakura seguía durmiendo y Sasuke notaba su respiración entrecortada. De verdad que estaba preocupado y tenía un mal presentimiento de aquello. ¿Qué estaba pasando para que Sakura estuviera investigando aquello con tanto ímpetu? Segundos después, descubriéndose mirándola demasiado, se ruborizó desviando la mirada. Justo a tiempo para que la pelirrosa no pudiera verlo.

—¿Sasuke-kun? ¿Qué hora es?

—Las seis y media—contestó volviéndola a mirar—. ¿Te encuentras mejor después del pequeño descanso?

—Algo así. Creo que iré al hospital a hablar con Tsunade.

—Hmp. Sakura—la llamó segundos después—. Hace un par de días que siento un leve pinchazo en los ojos...

Aquellas palabras hicieron levantar a Sakura como si le hubieran metido un turbo. ¿Los dolores de Sasuke habían comenzado?

—¿¡Y por qué no me lo dijiste el primer día!?

—No creí que fuera importante...

—Lo es—le aseguró—. Ahora mismo vamos al hospital, los dos.

Sasuke notó entonces lo tensa que se había puesto su compañera al saber de sus dolores. La pelirrosa tomó su mano y lo arrastró en aquella dirección bajo la atenta mirada de los aldeanos. Tanto Sasuke como ella se sometieron a una revisión por parte de Tsunade. Al parecer, Sasuke solo tenía una leve molestia, pero en privado, Tsunade le comentó a Sakura que ella estaba aún peor y que seguramente, tarde o temprano tendría que someterse a tratamiento en caso de que no se tratara de las teorías de la propia Sakura.

La menor asintió de acuerdo. Pero si la internaban preocuparía demasiado a sus compañeros y ella no quería eso. La pelirrosa estaba cada vez más angustiada y estresada, y además no dejaba de preguntarse: ¿Qué está pasando?

*****


18-04-2018

Editado: 17-09-2018

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top