37. Entre topos y buceos celestes
So we can love deeper
Fly higher
See clearer
Burn brighter
I Got You - Michael Franti & Spearhead
—¡Este topo no es ningún cristiano, Maxine! ¡Se mueve como si fuera impulsado por el mismísimo Satán! —Isabelle corre tras el animal por el patio—. Te agarraré, maldito hijo de tu madre, ¡y luego te daré un gran abrazo!
Raven y yo nos observamos con complicidad. Hay algo en toda esta secuencia que ya se siente parte de una rutina muy personal, porque hemos sabido incluir la locura de las familias Durrell y Quach en nuestra relación. No tenemos que olvidar que, si no fuera por esta jubilada media desnuda que grita barbaridades, quizás hoy no estaríamos aquí.
Agradecemos que la emergencia Monsters, Inc no sea sobre una cuestión más grave y solo una locura de nuestra señora favorita. Por eso nos lanzamos a la aventura de agarrar al topo Octavio antes de que mi abuela se quiebre la cadera y deba ser llevada a emergencias, lo que sí equivaldría a una catástrofe importante.
—¡Octavio! —Raven parece que lo alcanzará, pero se le escapa en el último segundo—. ¡Octavio, por favor, creí que éramos amigos! ¡Te cubrí cuando te cenaste las flores de mi madre!
—¡Octaaaaaavio! —canturrea Isabelle la quinta vez que el animal se le escurre entre los dedos.
—¡Octavio, ven aquí, Octavio! —Trato de apelar a la obediencia de la mascota más extraña del pueblo.
Por supuesto que hizo caso omiso a mis llamados.
—¡Te tengo! —vocifera mi abuela, quien sostiene al topo como si se lo fuera a comer—. Ahora verás lo que es bueno...
Por un instante temo que Isabelle confunda su próxima comida con el pobre roedor y esto termine en una muy morbosa escena. Sin embargo, elige los caminos de la bondad cuando cumple su promesa y le da un sentido abrazo al topo. El acosador y yo, sin aire por perseguirlo, saboreamos la victoria secándonos la frente.
—¿Alguien me puede decir por qué en los últimos cinco minutos escuché el nombre Octavio venir desde el patio de mi casa más veces de lo que lo escuché en toda mi desgraciada vida? —gruñe Spike.
Okey, esto es raro. Más raro que de costumbre.
Mi papá sale al pórtico trasero de casa. Hasta ahí, todo normal. Lo que no acabo de entender es a la paloma picoteando su oreja... ni la peluca rubia platinada que brilla en demasía gracias al contacto con el sol, ni la cola de sirena, ni el tridente en su mano...
Ay, por Dios, y ahí viene Otto.
—¡¿Por qué tantos gritos, amores?!
Mi otro papá tiene un traje de neopreno color esmeralda, igual que la máscara y el snorkel de lentejuelas que lleva puesto. Parece un aficionado al buceo con gustos de pasarela, listo para una aventura fashionista bajo el mar.
—¿Quiénes son ustedes? ¡Salgan de mi parque, estamos atrapando a un topo por aquí! —Isabelle empieza a gritarles, incapaz de reconocerlos con sus disfraces, mientras agita al pobre Octavio como si fuera una chancla con la que les dará su merecido. Entonces, se detiene—: Ah, no. Ya lo tengo aquí en la mano, tranquilos. Es mío. —Le acaricia la cabeza.
—¡Mamá, soy yo! Tu hijo, Otto.
Contenemos la respiración. A veces olvidamos que las locuras de la abuela son producto de una enfermedad que carcome su memoria poco a poco. Gracias a la siempre presente diversión que nos otorga, es fácil ignorar el hecho de que llegará un día en donde tendremos que reemplazar las sonrisas por lágrimas.
Solo que no esperamos hacerlo hoy.
—Pero claro que eres tú, no digas estupideces, querido. —Le da una palmada en el hombro cuando pasa a su lado—. Te ves tan idiota vestido así que hasta ni cuenta me di que tienes mis genes de hermosura.
Volvemos a respirar al mismo tiempo que largamos una risita nerviosa.
—¡Hola, kutta! ¡Hola, kaplan! ¡Hola a todos! Disculpen mi demora, estaba preparando la comida —Shubham aparece a la velocidad de un rayo para asistir a la abuela de vuelta al interior de la casa—. Vamos, Isabelle, es hora de tu medicina.
Raven se apresura a alcanzar a mi abuela para rescatar al topo. Una vez en sus manos, Octavio lo mira con cierto cariño, al parecer más tranquilo de estar a merced del acosador y no de una mujer impredecible que podría lanzarlo por los aires.
—¿Podemos hablar un momento contigo, Max? —pregunta Spike, quien apoya el tridente contra el costado de la casa.
Mi vecino entiende que esa es su señal de retirada. No quiero que se vaya, pero tampoco quiero dejar pasar esta oportunidad de conversar con mis padres. Desde que todo casi se va a la auténtica mierda, no hemos tenido chance de charlar los tres a solas. Creo que como familia que se ama, cuida y respeta nos merecemos esta plática.
—Hora de cenar flores, amigo —le dice el chico al animal, antes de guiñarme un ojo—. Hasta luego, señores Durrell.
El acosador acaricia mi cachete con su mano libre y me da un suave y rápido beso antes de retirarse. Otto y Spike se hacen los desentendidos por más que sean malísimos para actuar. Veo a Raven alejarse con la expectativa de poder verlo otra vez, a sabiendas de que tenemos varios episodios inconclusos que ansío completar.
Cuando estoy con él hasta soy capaz de olvidarme que un loco me envía mensajes encriptados.
—¿Me pueden decir que hacen vestidos así? —Me recargo contra la baranda que separa el parque del porche.
—Nos adaptamos a los gustos de nuestros clientes, hija —responde Spike en un dicho solemne.
—Si quieren que hagamos magia con una temática de personajes acuáticos, pues excelente, aquí nos tienen. —Otto abre los brazos con diversión, compartiendo una tierna mirada con mi otro padre.
—Cosas de animadores de fiestas, supongo. —Resoplo con una sonrisa.
Aprovechan el instante de silencio posterior que genera mi comentario para cambiar el tono de la charla. Sus semblantes se tornan serios, propios de su actitud cuando quieren asegurarse de que escuche muy bien lo que tienen para decir.
—Sabemos que estás preocupada por nosotros, Max. —Spike frunce el ceño con preocupación y su marido asiente en señal de acuerdo—. Y no te culpamos, porque nos hemos equivocado mucho.
—No tienen por qué hacer esto, está bien...
—Por favor, hija, déjanos terminar —me interrumpe—. No sabes lo mucho que nos arrepentimos de lo que te hicimos pasar. Tú eres nuestra luz... nuestra única luz, y por estar tan concentrados en querer protegerte de distintas maneras no nos percatamos de que estábamos proyectando una sombra que se tragaría tus destellos.
Mis labios no pueden evitar torcerse en una minúscula sonrisa emocionada.
—Mi corazoncito, te lastimamos tanto. —Otto se saca la máscara y el snorkel antes de acercarse y ahuecar mi rostro—. Yo... yo siempre quise lo mejor para ti, quise que estuvieras preparada para lo que sea que la vida tuviera para lanzarte, incluso si eso implicaba presionarte más de la cuenta en el deporte. Fui un necio, pero ya no más, ¿de acuerdo? Nadie debería exprimir el potencial de una persona cuando es esta quien debe decidir cuándo, dónde y cómo sacarlo para dejar su huella en el mundo.
La emoción se traslada de mis labios a mis ojos, que se cristalizan.
—Comenzamos terapia de pareja. No solo para ser mejores para ti, si no para nosotros mismos —confiesa Spike—. Lo que pasó hace unas semanas no puede ni volverá a repetirse. Te lo prometemos.
Mi padre gruñón se acerca a su chocolatito Toblerone para tomar una de mis manos, lo que hace que los tres estemos conectados a una energía conmovedora muy superior, una que me recuerda el amor infinito que tenemos por el otro.
—¿Puedes perdonarnos, mi amor? —suplica Otto.
Los abrazo con cada parte de mí, porque cualquier palabra ahora mismo se queda corta. Hay cosas que no pueden ser expresadas en ningún lenguaje y esta es una de ellas.
Aunque jamás dejamos de serlo, siento que volvemos a ser una familia otra vez.
Por fin esa sección de inseguridades puede apagarse por completo. Ya no tengo que culparme por las discusiones ni sentirme mal por no haber entrenado un par de horas extra el fin de semana. El hecho de que Otto haya reconocido sus errores y que Spike haya notado las consecuencias de esa brutal pelea me indican que la ayuda que están recibiendo les está siendo provechosa.
Sé que su matrimonio no fue, es, ni será perfecto, pero se esfuerzan por mantenerlo vivo y por ser las personas más sanas que pueden en el proceso.
Con este abrazo, hoy brindamos por ello.
¡Hola, queridos vecinos! Les habla el Santi, co-capitán de este barco. ¿Cómo andan esta semana? Yo acomodándome a la nueva vida en Estados Unidos, pero ando contento que es lo importante.
1. ¿Creían unos capítulos atras que el matrimonio de Otto y Spike se rompería? ¿Qué piensan ahora que buscaron ayuda profesional?
2. Si tuvieran un topo, ¿qué nombre le pondrían?
Esperamos que se cuiden y tomen awita, porque nosotros lo estamos haciendo.
Con todo el amor y la maldad del mundo, Sereniago les envía un abrazo. 🖤
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