27. Un no-amarillo desayuno familiar
There's no need to worry when
You see just where we're at
Just please don't say you love me
Cause I might not say it back
Please Don't Say You Love Me - Gabrielle Aplin
La cafeína es la mejor cura y la mejor compañera. No solo es tu fiel acompañante en esas noches largas de tareas, sino que también es esa bebida caliente que necesitas en las tardes de invierno o las mañanas lluviosas. Te espera y no te juzga, incluso cuando sabe que pronto estás por acabar su contenido e ir por la próxima taza.
Si todas las personas fueran como el café, el mundo sería un lugar mejor.
—¿La abuela no viene a desayunar hoy? —Le doy un primer sorbo a mi café con leche.
—No lo creo, cariño. Quedó exhausta luego del encuentro con la señora Quach. —Otto estira su brazo por la mesa para tomar una servilleta navideña que nada tiene que ver con la época.
No recuerdo la última vez en la que éramos solo nosotros tres desayunando. Isabelle y Shubham se han vuelto una variante tan constante en mi vida que ya no puedo imaginar un día sin ellos. Mi abuela derramando jugo de naranja sobre sus mamas gigantes, su enfermero tratando de limpiarla respetuosamente sin éxito... las ocasiones son innumerables.
—Lo siento mucho, Max. Sé que le tenías aprecio a tu vecino. —Spike muerde una tostada con mermelada, aparentemente sacando conclusiones apresuradas, pero intentando sonar empático luego del desastre de ayer.
Espero que no se atragante cuando le diga que estuve en la sala de estar de los Quach en altas horas de la noche y que, más que una despedida, lo que sucedió con Raven es en realidad un nuevo comienzo.
—Sí, sobre eso...
No sé si hablé muy suave y nadie me escuchó o si Otto lo hizo pero deliberadamente decidió ignorarme, porque me interrumpe:
—Mi amor, ¿te enteraste que la número uno del país estará compitiendo en el torneo de esta semana? Es una oportunidad excelente para que Max pueda compararse con ella, y además...
—Creo que nuestra hija estaba intentando decirnos algo. —Spike contesta de forma seca y se gira hacia mí—. ¿Qué decías, Max?
Otto le echa una mirada desaprobatoria a Spike, pero él ya no lo está observando. Algo se siente diferente en la forma en la que se miran y en la que deciden comunicarse. Es evidente que hay tensión en el ambiente, una tensión que nunca existió en los desayunos familiares.
Me pregunto si es el mejor momento para contarles sobre Raven, pero no veo razón para ocultarlo. Antes de mi relación con Wilder yo era capaz de contarles todo. Sin embargo, algo en la barrera de la confianza se rompió después de las cosas que pasé. Ahora que empiezo a sentirme como la Maxine de antes, me encantaría poder incluir a mis padres un poco más en mi vida personal.
Quizás hasta pueda descontracturar el ambiente con la noticia.
—Ayer estuve tomando té con Charity, ya solucionamos las cosas, Y luego... —Me río al recordar los calcetines de Raven, llenos de bananas sonrientes, lo que hace que me desenfoque y olvide que tengo a mis padres impacientes en frente—. Luego, bueno, yo, nosotros...
—¡Se besaron, al fin! —exclama Spike, lanzando la tostada por los aires y desparramando migas por el mantel.
—¿Se besaron? —cuestiona Otto en un tono muy diferente.
—¡Nos besamos! —grito levantándome de la silla con los brazos en alto, victoriosa.
Spike replica el grito y se acerca mientras reímos y nos abrazamos. La calidez de su reacción me hace pensar que nada cambió, pero mi ángulo de pensamiento cambia cuando me separo del abrazo y veo a un Otto con los brazos cruzados, más serio que nunca.
—¿En serio le festejarás esto? —increpa sin dirigirme la mirada.
Vuelvo a sentarme, preocupada. Spike se mantiene detrás de mí, acariciando mis hombros para que mantenga la calma. Ay, papá, ¿qué está pasando con ustedes?
—¿Por qué no habría de festejar? —Papá no me suelta.
Otto frunce el ceño como si la pregunta fuera un ataque personal contra él. ¿Dónde están los trucos de magia, el confeti y el «eres mi chocolatito Toblerone»? ¿Será que en mi propia búsqueda por la felicidad, en el camino, ellos perdieron lo que significaba ser la razón para sonreír del otro?
¿Será que estaba tan concentrada en mí que no vi que su matrimonio se estaba derrumbando?
—Me vas a hacer decirlo, ¿no? —Otto revolea los ojos y se levanta con brusquedad—. ¡Escóndete en tu papel de policía bueno, marido! ¡Siempre te gustó llevarme la contraria y hacerme quedar como el malo de la película!
—Aquí no, Otto, no con ella...
«¿Aquí no?». ¿Cuántas veces se pelearon sin que me enterara? Mis músculos empiezan a tensarse y Spike lo nota, por lo que sus masajes en mis hombros empiezan a volverse más intensos.
—¡Ella tiene que enterarse de lo mucho que se está equivocando! —Su mirada furiosa y agotada, una que no le he visto nunca, se vuelca sobre mí—. Maxine, debes dejar de jugar a los noviecitos y concentrarte en tu futuro. ¡Nadie te regalará nada en esta vida y parece que das tu talento por sentado! ¡Te olvidas que para llegar a donde quieres llegar tienes que hacer sacrificios, sacrificios que lejos estás de concretar!
Me quedo helada, al igual que mi café, que se queda ahí, siendo testigo de cómo el padre que aparentó ser una dulzura ante el mundo hoy se está convirtiendo en un monstruo sin precedentes. Un monstruo que, ahora veo, fue silenciosamente carcomiendo deseos que nunca pudo exteriorizar.
—Yo... —susurro, pero Spike me palpa el hombro para que no siga.
—¿Estás ciego? ¿¡Estás jodidamente ciego?! —El hombre de mi equipo ya no puede controlarse—. ¡El único que está equivocado aquí eres tú, Otto, que no puede ver que por primera vez en más de dos años su hija sonrió y quiso abrazarlo de la alegría! ¿Qué es lo que quieres? ¿Verla de nuevo llorando cuando entremos a su habitación? ¿Quieres verla sin amigos, encerrada en casa, entrenando como un robot? ¿Eso es lo que quieres para ella?
Sáquenme de aquí. Sáquenme de aquí. Sáquenme de aquí.
No quiero llorar, no voy a llorar. Esto no es real... esto no está pasando. Otto no acaba de partir la taza contra el piso, no. Spike no se está acercando a él como si fuera a golpearlo, no. Claro que no. Ellos no son violentos, solo están pasando por la peor pelea de sus vidas.
—¡No me vengas con esa mierda ahora, no cuando tú sabes que quiero lo mejor para ella!
—¡Lo que quieres es una hija exitosa, no una hija feliz! ¡Quieres una hija que levante trofeos, no una que viva tan plena que no pueda parar de reír! ¡Quieres que viva la vida deportiva que tú no pudiste, y arrastrarla a tus sueños! —Spike lo señala con el dedo, acusatorio.
—¡¿Y tú qué quieres?! ¡¿Una hija mediocre?! ¡¿La harás conformarse?! —Otto no retrocede y a este punto temo cuál será el siguiente movimiento de ambos, porque olvidaron que soy testigo de su desaforada y vehemente discusión.
Bueno, las súplicas silenciosas no son suficientes para frenar la angustia. Empiezo a llorar sin emitir el más mínimo sonido, deseando salir de este fatídico desayuno familiar y encerrarme en mi habitación otra vez.
¿Por qué la felicidad debe durar tan poco en mis manos?
—¡Prefiero mil veces tener una hija mediocre y feliz que una exitosa y desdichada! ¡Eso es lo que prefiero yo, pero nada de eso importa porque esta es su vida, Otto! ¡Ella decide cómo carajo quiere vivirla, no tú, no tus malditos deseos y proyectos inconclusos! —Spike por fin se cansa de gritar y observa a su marido casi con desprecio—. Te lo he dicho millones de veces ya, pero siempre decides ignorarme.
Otto está por contestar, pero justo cuando abre la boca se gira hacia donde estoy. Spike hace lo mismo y la expresión de ambos pasa de la furia a la preocupación. Por fin han notado que, en su al parecer larga lista de peleas, esta se diferenciará para siempre. Esta será la pelea que dejó a su hija llorando en creces y marcó un antes y un después en la forma en la que esa hija veía su relación falsamente perfecta.
Cuando mis padres vuelven a mirarse a los ojos entienden cuánto se han equivocado. Entienden que se han pasado tanto, tanto, tantísimo, que han logrado asustarme hasta el punto de dejarme paralizada por el miedo y la angustia. Entienden que ahora son ellos los causantes de mi llanto, no un ex abusador o las consecuencias futuras de sus acciones.
—Yo...
—No. Déjalo. —Spike lo interrumpe y se acerca a mí. Me levanta de la silla para llevarme a mi habitación, agarrándome de un brazo—. Te advertí que este matrimonio necesitaba que te detengas.
Cuando estamos en la escalera, Spike frena una última vez para hablarle a Otto. Su tono refleja una frialdad calculada:
—No sé si seré capaz de advertírtelo una segunda vez.
El padre que me defendió a capa y espada me acompaña hasta mi cama con el rostro vencido. Mientras lo hace, su frase resuena en mi mente. ¿Significa que ya no le dará más oportunidades? ¿Significa que este es el fin? No quiero saberlo, pero la pregunta retumba incesante, negada a irse.
—¿Quieres que te deje sola? —susurra inseguro, retomando la compostura de padre.
Asiento a la vez que tomo un pañuelo de la mesa de luz para limpiarme la mucosidad que cae por mi cara. Spike me hace unas caricias en mi pelo, que no son suficientes para frenar la cascada de tristeza que soy ahora mismo.
—Perdóname, Max. Perdón por esto, perdón por haberte fallado, perdón por haberte decepcionado. Tú no has hecho nada mal, ¿sí? Esto es entre tu padre y yo —asegura, pero es imposible creer sus palabras.
—Yo soy la culpable de todo, papá. Arruino lo que toco, está en mi esencia. Por eso nada me sale bien... no es culpa del resto, está todo en mí.
Colorín colorado, este desayuno familiar se ha acabado.
Colorín colorado, la vieja Maxine nuevamente se ha asomado.
¡Hola, queridos vecinos! Aquí les habla el Santoman. ¿Les gustó esta sorpresa? Vamos a empezar a subir capítulos los sábados, así que vayan acostumbrándose a ver a nuestra Max y a nuestro Raven en este día.
1. ¿Creen que el matrimonio de Otto y Spike tiene futuro?
2. ¿Cómo creen que afectará este capítulo al ánimo de Max?
Esperamos que hayan tenido una maravilla de semana. Casi en junio. Qué locura, ¿verdad? Yo sigo trabado en el 2019. En fin, la vida xD
Con todo el amor y la maldad del mundo, Sereniago les envía un abrazo. 🖤
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