26. Espermaquia naranja

I've been keeping your heart beating using mine

Rough sleeping in the corners of my mind

Turning you off, Leaving you behind

Flatline - Maryon

—Estás pensando en el beso otra vez, ¿cierto, cochino? —susurra un entretenido Flint al inclinarse y robarme las palomitas—. Como tengas una erección nos echarán del cine, contrólate.

Agradezco que la sala esté oscura y no pueda ver lo mucho que me arden las mejillas.

Lo malo de besar a una persona que te gusta mucho es que el recuerdo se convierte en un anuncio de publicidad que salta en tu cabeza en los momentos menos oportunos, dejando de lado aquellas veces donde lo invocas porque te encanta —que son muchas—. Estás lavándote los dientes y recuerdas cuando se tomaron de la mano, estás haciendo la tarea y dejas un ejercicio a la mitad por pensar en la forma en que se miraron o en la que una rodilla se presionó contra la otra, estás en plena cenar familiar y el flashback del intercambio de saliva te obliga a alejar la mirada de tu madre con vergüenza.

Es una tortura, una bendición y un placer culposo a la vez.

Me sorprende que un recuerdo tenga tanto poder como para distraerte de hasta tus pasiones. En mi caso, el cine.

—La última vez que tuve una de esas pasó algo extraño —confiesa Angus.

Flint y yo intercambiamos una mirada.

—¿Algo extraño? —pregunto.

Nuestro hermano, quien se aferra con ambas manos al vaso plástico con Coca-Cola que tiene en el regazo, baja la vista hacia él. Frunce el ceño hacia el sorbete, que imita a la perfección su propio órgano viril.

—Bueno, no es extraño, pero nunca me había pasado —susurra—. Me salió... eso.

—¿Eyaculaste por primera vez? —Flint sonríe y le doy un codazo para que baje la voz.

La sala está casi vacía. Las personas más cercanas a nosotros se encuentran a varias filas de distancia, pero temo que se quejen y el encargado nos escolte fuera o llame a la policía. El hecho de que hayamos venido a ver una película de animación no ayuda. Creerán que somos unos degenerados.

Angus asiente con emoción y Flint extiende una mano hacia él, orgulloso. Se dan un apretón.

—Imagina que no se haya lavado las manos —digo para molestarlo y se tensa.

—¿Me las tengo que lavar? —pregunta el niño.

Flint maldice y lo suelta antes de alejar su mano tanto como puede de su cuerpo. La observa con repugnancia y se la limpia en su pantalón.

—Fue en la ducha, así que estaba bastante limpio —añade con inocencia y tiro del dobladillo de mi camiseta para ocultar mi rostro. Me cuesta mucho no lanzar una carcajada.

Ahora estaré traumatizado cada vez que pise la ducha y no sepa diferenciar qué es shampoo Sedal y qué son mis potenciales sobrinos.

—Solo procura limpiar todo cuando termines, pervertido —gruñe Flint, todavía con ganas de amputarse la extremidad—. Si ensucias las sábanas, lávalas tú. No es una tarea agradable para mamá.

—Y por lo que más ames, no uses calcetines —añado.

Angus le da un sorbo a su refresco.

—Pero se me enfriarán los pies.

—No, idiota, no eyacules en ellos —sisea el señor gruñón.

—Wakala, ¿por qué alguien se pondría un calcetín en el pene si no es para jugar a las marionetas?

Si ese es pasatiempo espero que no se acerque al cajón de mis calcetas.

Estallo en risas. Flint tampoco puede contenerse aunque lo intente. Recibimos miradas de desaprobación y un «¡silencio!» de parte de una señora. Me toma unas cuantas respiraciones calmarme. Tengo los ojos cristalizados y, en el silencio que le sigue a la hilaridad, siento pena por mi padre y lo que se está perdiendo. En realidad, íbamos a venir con él a ver la película, pero nos canceló a último minuto, como siempre.

Al menos nos avisó esta vez.

En más de una ocasión hemos estado esperándolo dos horas en un restaurante o sentados fuera del pórtico de casa, con nuestras mochilas puestas hasta que cae el sol y comienza a hacer frío.

Despeino a Angus en un gesto cariñoso y me sonríe, pero las comisuras de sus labios vacilan. Vuelve a bajar la mirada a su refresco.

—¿Estuvo mal? —Por primera vez el pudor se oye en sus palabras.

Niego con la cabeza:

—Está bien que quieras explorar tu cuerpo y darte placer. —Me encojo de hombros y paso un brazo por el respaldo de su butaca—. Todos lo hacemos. Solo tienes que mantenerlo privado, ¿sí? Respetar los espacios que compartimos con el resto, higienizar, te...

—Es que estaba pensando en un chico que vi en la computadora —me interrumpe.

A pesar de la penumbra soy testigo de lo sonrojado que está.

—En ese caso también debes limpiar el historial de navegación o abrir una ventana de incógnito, una vez me olvidé de hacerlo y tuve un sermón más largo que esta mierda. —Flint señala la pantalla frente a nosotros.

Los ojos de Angus están abiertos de par en par. Me mira en busca de que esclarezca la situación al ver que lo que le preocupaba no nos preocupa en absoluto, pero solo asiento. Señalo con el pulgar a nuestro hermano:

—Tiene razón.

—Pero... —El pequeño luce confundido—. ¿No debería pensar en chicas cuando hago esas cosas? ¿No deberían... gustarme? En la escuela a Gary le gusta Jenny y a Servando le gusta Stefanie, pero a mí no me gusta ninguna.

—Y está bien —aseguro—. No tienen que gustarte las chicas. Mira a los padres de Max. Son una pareja, ¿no?

—Olvidas que a mamá no le agradan —susurra en un hilo de voz—. Y papá les dice maricas.

Y ahí está el problema.

Por un lado me da pena. No es más que un niño que no quiere desilusionar a su padres. Me encantaría darle la certeza de que no lo hará, pero la promesa podría explotarme en la cara.

Nadie escapa de decepcionar a sus seres queridos. A pesar de eso, hay una diferencia entre decepcionar a una persona por cómo eres y por quién eres. Está bien si alguien se siente decepcionado porque somos egoístas, vengativos, de mente cerrada... Todas esas son cosas sobre las que tenemos control y que afectan nuestras relaciones con el resto.

Podemos ser más empáticos, más buenos, más abiertos.

Sin embargo, la decepción que alguien siente por quiénes somos no es nuestro equipaje para llevar. Es suyo, aunque a veces nos pese como propio. Ojalá esa gente que nos critica se percate de que cambiando el cómo son podrán aceptar el quiénes somos.

No tenemos que cambiar el quién para agradarle al cómo piensa otro. Eso no se le pide a nadie. Es absurdo. Es creerse Dios.

Me da mucha rabia que en pleno siglo XXl la sexualidad siga representando un problema No es tan difícil de entender: si dos más dos es cuatro, una persona más otra persona es amor. No importa si hablamos de dos manzanas, dos kiwis o una manzana y un kiwi. El resultado da dos frutas. Dos personas.

Como dijo mamá: matemáticas.

—Papá es un idiota de cuarenta años que no puede llegar a tiempo a una salida con sus hijos —asegura Flint, harto de nuestro progenitor. Usualmente lo defiende a capa y espada, pero jamás lo haría con esto—: Antes de criticar a cualquiera debería aprender a usar el reloj. Y mamá... —Suspira, probablemente pensando en la forma en que la mujer se desmoronó en sollozos cuando Isabelle la enfrentó. Nos dimos cuenta de que está acumulando mucho—. Mamá es mamá. Ella seguirá fastidiándote con que eres su bebé. Su forma de abrazarte no cambiará jamás.

Flint no suele desaprovechar una oportunidad para burlarse de nosotros, pero hasta él tiene sus límites. No lo haría con esto. Además, aunque no quiera admitirlo, está sensible por el derrumbe emocional de nuestra madre. Jamás la vio así. Ella siempre oculta lo que le pasa bastante bien. Sumado a que la ausencia de Hugo lo destroza, su vulnerabilidad sale a flote. Es extraño que su lado oscuro quede al margen. Tal vez algo en él está cambiando.

Una lágrima se desliza de la mejilla de Angus. La atrapo.

—Siempre dice que quiere vernos felices —recuerdo—. Si en el futuro, porque ahora estás pequeño y no te dejaremos tener novio, la felicidad para ti es estar al lado de un chico, eso es todo. Mamá querrá verte con una persona que te haga reír, te cuide, te valore, te ayude a volar a donde quieras y te haga sentir como... —Pienso en Max de forma inevitable—. Como en tu hogar. Ella querrá que te sientas en casa y, el día que ya no esté en este mundo, que tengas a alguien más que te fastidie diciéndote que eres su bebé.

Pone cara de asco, más animado:

—¿Por qué las parejas se dicen «bebé»?

—Excelente pregunta. —Flint simula una arcada—. Dejemos que Raven responda.

—No le digo bebé a Maxine. Me metería su palo de golf en el trasero si lo intentara.

Angus ríe:

—Quisiera verlo.

—¿No escuchaste nada de lo que dijimos? —Suspira nuestro hermano de una forma que promete una broma—. Privacidad, Angus. Lo que a Raven le guste que le hagan queda a puertas cerradas, ¿sí?

Tomo un puñado de palomitas y se lo lanzo por bocón. Maldice y me lo devuelve. El menor lanza un grito de guerra y aprieta su gaseosa. El chorro de Coca-Cola es una manguera fuera de control que nos empapa en azúcar líquida.

Nos escoltan fuera del cine y debemos esperar que termine la película para limpiar el enchastre que hicimos.

Supongo que no hay que empezar a hablar de eyaculaciones en el cine. Esas cosas siempre derivan en limpieza. 

🌈 ¡Hola, corazones arcoíris! 🌈 Acá se comunica doña Serena, tarde pero seguro. ¿Qué tal su fin de semana? ¿Estrés? ¿Baile sobre la mesa? ¿Ojeras por tanto leer? Además de LVDCA, ¿qué otras novelas están leyendo? ¿Cuáles nos recomiendan de Wattpad?

1. ¿Alguna vez los engancharon mientras estaban haciendo el autodelicioso? ¿Ya superaron la vergüenza? 🙈

2. ¿Cuál fue su parte o frase favorita del capítulo?

Con todo el amor y la maldad del mundo, Sereniago les envía un abrazo. 🖤

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