10. Naranja como abdominal indio
Woke up on the right side of the bed
What's up with this Prince song inside my head?
Hands up if you're down to get down tonight
'Cause it's always a good time
Good Time - Owl City & Carly Rae Jepsen
—¡Saca esa paloma de mi cabeza, Otto, que se me está prendiendo fuego la falda!
«¿Y esos gritos?» me pregunto mientras me acerco a mirar por la escalera.
—¡Espérate, marido, que lo estás haciendo genial!
Ay, no, no otra vez. No me digas que han vuelto con la magia.
—¡Se me están calcinando mis pelotas, apágalo ya!
Sí, definitivamente eso suena como uno de sus intentos fallidos por hacer un número de entretenimiento que sobrepase el límite de entendimiento de sus espectadores. Su compromiso para llevar su negocio y darle felicidad a los niños en cada evento infantil que organizan es para admirar, más allá de que a veces intentan ser tan disparatados que terminan sin poder controlar sus propios trucos.
Gracias a este nuevo desastre, la sala de estar se ha transformado en un escenario de guerra: polvo despilfarrado, vestuarios extravagantes dispersos, animales exóticos metidos en contenedores y hasta incluso una motosierra apoyada sobre la mesa ratona.
—¡Tengo las manos ocupadas! —exclama Otto al mismo tiempo que intenta hacer equilibrio con cinco copas llenas de un líquido desconocido—. Mamá, ¡sálvale las bolas a tu yerno que son muy agraciadas como para desperdiciarlas!
Isabelle está demasiado concentrada en acariciar la serpiente de uno de los contenedores como para escuchar las palabras de su hijo. Spike grita barbaridades al sentir que el calor de la falda sube por su entrepierna. La dichosa paloma empieza a volar por el interior de la casa tratando de no chocar con los objetos en el camino. Busco algo en la cocina con lo que, literalmente, apagar el fuego, pero en ese instante aparece Shubham corriendo a todo vapor hasta el living:
—¡Mi kaptaan, tranquilo que aquí llega la ayuda! —Algún día entenderé cada una de las referencias hindúes de nuestro enfermero, pero este no es el día ni el momento—. Shiva, ¡sal de este cuerpo! ¡No destruyas su capacidad para procrear, te lo pido! ¡Escúchame, Shiva!
A medida que Shubham le reza a su dios de la destrucción hindú en busca de una salvación testicular que me parece exagerada, el extintor comienza a funcionar y descarga sus potentes ráfagas de agentes espumógenos sobre la zona inferior de mi padre. Spike, agradecido de que la ayuda llegó a tiempo, se tira al suelo exhausto. Otto logra controlar las copas y ubicarlas de vuelta en la mesa, mientras que Shubham revolea el extintor por los aires para sacarle la serpiente a Isabelle de los brazos.
Solo me limito a mirarlos porque están dementes. Un día común y corriente en el hogar de los Durrell siempre tiene que incluir una dosis de locura.
—Señora, señora, señora, ¿por qué no me da ese animalito? Creo que, por su bien y el de la serpiente, será mejor que vuelva a su terrario —dice el enfermero de Isabelle, acercándose a pequeños pasos.
Mi abuela no está convencida en absoluto. Se ha encariñado con el pobre reptil y lo acaricia cual mejor amigo que no ha visto en quince años.
—No. Anastasia y yo estamos compartiendo tiempo juntas. Vuelve luego, cariño. —Le hace una señal para que se retire.
Shubham observa a mis padres, que están recostados en el suelo recuperando el aire tras casi prender fuego la sala de estar, y ambos niegan. Nuestro querido enfermero no tiene autorización para abandonar la misión. Tomo una de las banquetas que quedaron limpias de todo el desastre y me siento gustosa. Solo me faltan las palomitas y será la función perfecta.
—Escúcheme, Isabelle. Anastasia necesita descansar, ¿no le parece? Tuvo una jornada de trabajo muy larga.
Mi abuela observa a su serpiente con desgano. No encuentra ningún cansancio en su expresión, por lo que la sigue acariciando como si nada.
—Por favor, señora, haré lo que usted quiera si ponemos a Anastasia de vuelta en su hogar —ofrece Shubham, prácticamente rendido ante los deseos de mi terca abuela.
Isabelle levanta una ceja en señal de interés. Ambas sabemos qué es lo que le va a pedir, por lo que me mira con complicidad antes de dedicarle una sonrisa pícara al indio que tiene frente a ella.
—Si no puedo acariciar a Anastasia, al menos podrías sacarte tu camiseta y dejarme acariciar tus abdominales.
Shubham ríe entre avergonzado y horrorizado. Sabe que no tiene escapatoria.
—Diez segundos, y primero me das a la serpiente, Isabelle.
—Treinta, y sin serpiente hasta que mis dedos alcancen el clímax táctil, bombón.
Shubham bufa.
—Está bien. No hay tiempo límite, pero necesito poner a Anastasia en su lugar.
—Trato hecho.
Isabelle le entrega la serpiente a Shubham, quien cuidadosamente y con un poco de pánico vuelve a ubicarla en su terrario. Luego, el enfermero cumple con la parte de su promesa y se quita su atuendo, dejando ver un tren superior tonificado por unos músculos que harían babear a cualquiera, incluida mi abuela con Alzheimer.
Decido darles privacidad y acercarme a mis padres. No puedo seguir evadiendo a Raven con el tema de la propuesta del cortometraje, así que ya es hora de afrontar la situación.
—Hey, ¿les gustaría participar en un cortometraje dirigido por Raven?
—No.
Otto le pega una patada a Spike para que lo reconsidere. Shubham nos busca con la mirada, preocupado, mientras Isabelle sigue tocando su caja de ravioles.
—¡Encantados de ayudar, hija! Cuenta con nosotros.
Spike gruñe, pero no eleva una nueva objeción. El fuego testicular agotó cada una de sus fuentes de energía.
Está hecho, entonces. Supongo que ahora Raven y yo tenemos una excusa formal para pasar tiempo juntos.
Sin embargo, hay un desconocido que me dice que tengo que alejarme, y no sé si es rebeldía, inconsciencia o algún tipo de incertidumbre, pero lo que tengo claro es que nadie me va a decir a quién puedo acercarme o no. Y, menos que menos, nadie me va a ordenar alejarme de la única persona a la que he tratado como mierda de perro por semanas y que, a pesar del mal trato, me sigue recibiendo con una sonrisa eterna y contagiosa.
Hay una vocecita en mi interior que está cansada de tanta frialdad. La vocecita está deseosa de llenar el vacío que generó Wilder cuando me dejó, y cree que, quizás, y solo quizás, en mi vecino hay un torrente de calidez que puede combatir el frío que persiste en mi corazón.
¡Buenas, buenas, mis queridos vecinos! Les habla el co-capitán de este barco, el demente Santichulo. ¿Se están cuidando del COVID? Anda explotado por todo el mundo. Todos estamos muy cansados, pero síganse cuidando, por favor.
¿Disfrutaron el capítulo de hoy? Yo me reí escribiéndolo JAJAJAJA
1. ¿Qué les pareció el trato que hizo Isabelle con Shubham? ¿Ustedes habrían elegido tocar sus abdominales?
2. ¿Alguna vez sintieron que no podían bajar la guardia, como Maxine?
Esperamos que estén disfrutando mucho, muchito. Por suerte con Lu estamos adelantados en el cronograma hasta ahora y, si seguimos a este ritmo, tal vez hasta podamos traerles dos actualizaciones semanales en el futuro. Los queremos <3
Con todo el amor y la maldad del mundo, Sereniago les envía un abrazo. 🖤
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