Amanece, la mañana despierta más triste que de costumbre. El día nuevamente se tiñe gris. Otra vez sin ti, otro día más tachado en el calendario, otro día soportando tu ausencia, otro día viviendo encadenado al olvido. Tengo pánico y y todo mi cuerpo tirita por el frío, ¿Cómo se sentiría volver a sentir la asperosidad de tu piel acariciando suavemente la superficie de la mía? ¿Cómo se sentirían tus dedos jugando con mi pelo?. Quiero detener el tiempo en ese instante, en esa breve mitad de Un segundo, para poder contemplar perfectamente y lentamente lo hermoso que siguen siendo tus ojos. Estoy desesperado, la poesía no alcanza para rellenar tanto vacío. No encuentro escapatoria, no encuentro ningún escape, no puedo escapar de mis propios pensamientos, no puedo correr de mi propia culpa. Quiero gritar, estoy cansado de mí, de mis estupideces, de mis inconsecuencias, de mis razones, anhelos, propositos, sentimientos, introspecciones, recuerdos, lamentos. Estoy cansado de mí. No resisto más,  No me resisto más. Mi corazón está inflado y a punto de estallar de tanta melancolía, estoy totalmente repleto de vacío. Nada me llena, nada repleta ese cráter gigantesco que dejaste dentro de mí. El silencio me cobija y me arropa entre sus manos, las sábanas y frasadas no pueden luchar contra el frío omnipotente que consume Cada una de mis partículas. Vago por el universo como quién busca alguien que ya no está, Cómo quién se arrepiente de no haber cuidado un cariño que siempre estuvo en peligro de extinción.