Capítulo 5

Elisa llegó a casa junto a Sophia. Las dos jóvenes se bajaron del coche y caminaron hasta la casa. Ninguna de las dos había pronunciado palabra durante el viaje. Al entrar en casa, Elisa colgó el bolso en el perchero y gritó: 

- ¡Mamá!, Sophia ha venido a comer.

Las dos chicas escucharon ruidos provenientes de la cocina y su madre salió de ella con una sonrisa en el rostro.

- Tardaremos un poco en comer aun.

- ¿Dónde está papá?

- Está dándose una ducha. Podéis subir tranquilas. Os avisaré cuando esté la comida

- Muy bien – dijeron las chicas al unísono

Elisa subió las escaleras seguida por Sophia de cerca. Entraron en la habitación y Sophia tiró su bolso en la cama.

- Parece que ya has acabado de desempacar tus cosas – dio Sophia al ver que su amiga tenía la habitación bastante bien recogida

- Sí, ya iba siendo hora. –dijo mirando la habitación con orgullo

- Bien, ¿dónde lo tienes?

- ¿El qué? – preguntó Elisa confundida

- El libro, Elisa. El libro. Te dije que hablaríamos de eso cuando llegáramos a tu casa

- Ah sí – dijo Elisa pegándose en la frente – Espera que lo busco – dijo acercándose al escritorio.

Comenzó a buscar el libro entre los papeles y otros libros que se encontraban en el escritorio, cerca de la ventana con vistas a la pequeña terraza, pero la búsqueda fue en vano a pesar de ser un libro bastante grande como para perderlo.

- Ya sé dónde está – dijo ante la miranda insistente de su amiga.

Elisa se puso de rodillas y miró bajo su cama.

- Aquí estás

- ¿En serio lo tenías bajo la cama? – preguntó su amiga incrédula

- ¿Qué? – preguntó Elisa haciéndose la ofendida – Ya te dije que era muy grande.

- Estoy segura de que no lo has abierto siquiera – dijo acercándose a su amiga, que aún estaba de rodillas en el suelo, y le arrebató el libro

- Pues claro que lo he abierto – dijo Elisa levantándose y sentándose al lado de su amiga en la cama

Sophia abrió el pesado libro y comenzó a pasar páginas rápidamente. Cuando encontró lo que buscaba, le pasó el libro a Elisa.

- Creo que debemos empezar por aquí

- La historia de Sebél – leyó su amiga - ¿No hay una materia sobre eso en el instituto?

- Céntrate – le exigió Sophia pero ante la mirada de Elisa, suspiró – Sí, la hay. Ahora, vamos a leer la historia como si fuéramos niños pequeños – dijo imitando la voz de una persona adulta hablando con un niño muy pequeño 

Sin embargo, cosas peores que robar comenzaron a ocurrir en Sebél. La gente ya no se encontraba a gusto y dormían con un ojo abierto toda la noche. No tardaron en reunirse urgentemente y, al día siguiente, convocaron a todos los habitantes para dar la nueva noticia. Habían decidido que Sebél necesitaba a alguien que gobernara el país junto a unos consejeros así como unas normas que vuelvan a traer la paz a Sebél. Por consenso y petición mayoritaria de la gente más anciana decidieron elegir al viudo.

En pocos meses, él y sus hijos se instalaron en el centro de pueblo para poder estar más cerca de la gente y poder ayudar a sus habitantes. Durante 25 años, Sebél creció convirtiéndose en un lugar donde todos sus habitantes vivían felices. Los hijos del viudo se casaron y formaron su familia y se instalaron en diferentes puntos de Sebél para no estar muy lejos de su anciano padre.

Pero como sus hijos temían, el viudo cayó enfermo y reunió a sus 13 hijos. El viudo les comunicó que no le quedaba mucho en este mundo y como quería a todos sus hijos por igual decidió que el poder de Sebél quedaría en mano de sus 13 hijos.

Un mes después, el viudo murió y Sebél quedó bajo el reinado de Los Trece. Durante los 15 primeros años del reinado de Los Trece, los habitantes de Sebél vivieron en paz y armonía y los hermanos fueron capaces de tomar buenas decisiones en conjunto. Su padre había dejado un buen legado y los hermanos querían que este se mantuviera por mucho tiempo.

Sin embargo, el hermano más mayor estaba muy débil de salud y sabia, que llegado el momento, su poder recaería en sus hijos pero no estaba convencido de que sus tres hijos gobernaran junto a sus doce hermanos del mismo modo que él había hecho.

Por ello, reunió a sus hermanos y les dijo lo siguiente: Al igual que mi padre en su momento, ahora me toca a mí dejar este magnífico lugar. Mi puesto está libre para uno de mis hijos pues, aunque son hermanos al igual que nosotros trece, tienen ideologías muy diferentes. Por eso, considero que debemos de cambiar el sistema de gobernar. Cada uno de nosotros ha formado una familia y, durante un largo tiempo, he pensado que lo mejor sería que solo una de las familias gobierne Sebél con la ayuda de las demás.

Sus hermanos estaban muy confundidos con la propuesta de su hermano pero este hizo caso omiso y continúo: Cada una de nuestras familias llevará su apellido con orgullo, el apellido de la persona con la que se han casado. Así, tendremos a la familia Evenson, Fulton, Idiartel, Myers, Nicolson, O' Haya, Ocareli, Ollwer, Riss, Stinler, West, Westerne y Willorn. En el momento en el que el cabeza de familia muera, lo sucederá el hijo mayor.

Uno de los hermano preguntó lo que todos llevaban rato pensando: ¿Y quién gobernará Sébel?

El más mayor de los hermanos respondió: Será muy sencillo. Haremos una clasificación a través de una puntuación en forma de pirámide. Se establecerán unas normas que solo nosotros Los Trece y nuestros descendientes podrán conocer y cumplir sin que nadie ajeno acceda a ellas. Para garantizar la prosperidad de Sebél lo mejor será que, cada familia, con los medios que tengan ayuden a los habitantes de Sebél a prosperar en salud, en educación... Todos iniciaremos con 0 puntos y según vayamos ayudando a la población, cada familia irá acumulando sus respectivos puntos. Sed conscientes de que las acciones negativas hacia Sebél tendrán graves consecuencias. La familia que más haya contribuido será, lógicamente, la que más puntos tenga y por tanto la que gobierne Sebél, siempre consensuando con las demás familias las decisiones.

Por ello, durante los restantes 5 años hasta la muerte del primero de los hermanos, cada familia aportó al pueblo todo aquello que le ayudara a convertir Sebél en el mejor lugar para vivir.

Las generaciones fueron cambiando y las ideologías de cada familia fueron evolucionando. Pero no solo Los Trece fueron cambiando sino también los habitantes. Una minoría, harta del poder de Los Trece y de sus normas internas, decidió revelarse y Los Trece como respuesta, endurecieron las leyes.

La población se asustó y la familia Fulton, que gobernaba en aquel momento, estaba enfurecida con el pueblo y decidió que este no volvería a tomar decisiones sobre el futuro de Sebél eliminando así el derecho de voto del pueblo, que desde siempre habían tenido. Pero la cosa no quedó ahí pues Los Trece siguieron endureciendo las leyes y el siguiente paso que tomaron fue la total prohibición del casamiento de Los Trece y sus familias con los habitantes de Sebél.

Durante unos años esa ley se llevó a cabo hasta que, viendo que era ir en contra de la naturaleza, decidieron crear a los Cander. Cada uno de los Trece elegiría a un amigo muy cercano, gente de Sebél, y los nombraría Cander otorgándoles de esta manera derechos y privilegios. Entre estos privilegios se encontraba el hecho de poder casarse con los descendientes de Los Trece.

Pero una minoría del pueblo, no contenta con esto, decidió revelarse y Los Trece tomaron como última medida, al menos hasta el momento, que la música y todo lo relacionado con ella estaría prohibida para todo aquel que no perteneciera a Los Trece o a los Cander, de este modo asegurándose gobernar Sebél por muchos años más pues consideraban que la música era un medio para unir al pueblo en contra de Los Trece.

Así Sebél se ha mantenido dividido en dos grupos, eliminando la esencia inicial de lo que fue en su momento.


- ¿Me estás diciendo que he venido a vivir a un lugar en el que la música está prohibida?

- La música, cantar, tocar instrumentos... Sí, todo eso está prohibido desde hace 10 años. – dijo con pesar

- Es una broma, ¿no? – dijo Elisa furiosa.

Se levantó de la cama y salió de su habitación. Bajo rápidamente las escaleras y se dirigió a la cocina donde se encontraban sus padres.

- ¿Me habéis obligado a mudarme a un país donde una de mis grandes pasiones está prohibida? ¿y la gente permite esto? ¿Es que están locos?

Clara y Richard miraban a su hija compungidos. Clara dio un paso al frente y se dirigió a su hija que se encontraba de brazos cruzados.

- Somos conscientes de que no hemos sido sinceros del todo con el tema de mudarnos aquí. El negocio en Seoane no prosperaba y aquí en Sebél si lo hará. Tenemos ya una larga lista de clientes que están interesados en nuestros caballos. Sé que amas la música y el baile tanto como a los caballos pero era una decisión que debíamos de tomar

- Recuerda que el negocio se estaba yendo a pique – intervino su padre – Esta era la única solución que nos aseguraba que, el día de mañana, no estemos llenos de deudas y tú puedas estudiar una carrera

- Sé que es difícil de asimilar pero estoy segura de que Sophia y todo lo que te espera aquí te ayudará a sobrellevarlo.

Elisa observó a su amiga que se encontraba tras ella. Durante unos largos segundos permaneció en silencio y finalmente, suspiró pesadamente.

- No os prometo nada – dijo Elisa – Esto lo hago por vosotros – dijo señalando a sus padres recriminándoles el hecho de haberla medio engañado.

Después de comer en casi un absoluto silencio, Elisa y Sophia subieron a la habitación. Una vez ahí, Elisa se acostó en la cama.

- Pues que sepas que me he traído mi guitarra – dijo unos minutos después

- Me lo imaginaba – dijo Sophia mostrándole una leve sonrisa– Supongo que no ocurrirá nada si la tocas sin que nadie te vea y te escuche

- Pensaba hacerlo aunque no obtuviera tu consentimiento - dijo Elisa suspirando – Dime una cosa, ¿quiénes son Los Trece? Alguno de sus hijos me imagino que estudiaran en nuestro instituto.

- Sí, por supuesto. Pero eso es algo que solo saben entre ellos – Sophia se quedó pensativa y continúo – Solo hay una persona que se me viene a la mente que le encanta proclamarlo a los cuatro vientos pues eso le da poder y la gente le tiene miedo y respecto. Por lo demás, a los otros no les gusta que lo sepan. Es más, está prohibido en el instituto dirigirnos por nuestro apellido. Así guardamos esa privacidad.

- Está claro que tú no eres uno de Los Trece.

- Yo no – dijo Sophia acostándose a su lado en la cama

Elisa estaba segura de que su amiga no le mentía. Aunque había sido cómplice de sus padres al ocultarle la verdad de Sebél, la conocía desde hace muchos años y por ello, creía sus palabras pero la curiosidad de Elisa era bastante grande.

- ¿Y tú sabes quiénes son?

- Algunos sí

- ¿Me los dirás?

- No

- ¿Por qué no? – preguntó incorporándose de la cama y mirando a su amiga que tenía los ojos cerrados

- Es mejor que no lo sepas o que lo vayas descubriendo por ti misma. – dijo Sophia, que se incorporó igual que su amiga, le cogió las manos y la miró a los ojos – Prométeme que tendrás cuidado y no mencionaras, ni tocaras, ni cantaras en presencia de alguien que no sean tus padres o yo. ¿Prométemelo?

Elisa rodó los ojos y sintió como Sophia le apretaba las manos haciendo que se quejara.

- Hablo muy en serio. Si alguien te ve podrías acabar en la cárcel. No serías la primera y créeme que la cárcel de Sebél no es como la de Seoane.

- Está bien – dijo resignada - ¿Quién ha escrito eso? – dijo señalando el libro que ahora se hallaba en el escritorio

- Lo ha escrito mi abuelo. Cada vez que ocurre algo importante, lo añade a la historia.

Sophia se acercó a su amiga y la abrazó.

– Me alegra que estés aquí

Elisa no respondió pero se preguntaba si todo lo que había descubierto sobre Sebél se convertiría en una pesadilla para ella y, en ese caso, si conseguiría superarla. Sin embargo, sentía curiosidad por saber que más secretos ocultaba Sebél y los misteriosos Trece. 


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¿Qué opinais de Sebél? ¿Creeis que Elisa descubrirá todo los secretos?

Gracias por leer la historia y por vuestros comentarios y me gustas. Nos vemos pronto


Publicado: 16.11.19

Actualizado: 02.02.2021

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