I
La lluvia caía en pequeñas gotas por la nocturna Seul, para los transeúntes que circulaban las calles encharcadas era un clima relajante, ni se daban cuenta de los sollozos que salían de un angosto callejón, y el que se daba cuenta simplemente pasaba de largo ya que no veía nada y tenía miedo de averiguar la procedencia del llanto, si lo hubieran hecho se hubiesen encontrado con un niño de trece años que intentaba darse calor con cartones humedos.
Soobin se sentía solo y miserable en ese callejón, su pecho se sentía comprimido por la tos que lo aquejaba, estaba temblando pero no sabía si era por el frío de la lluvia o por la calentura que atravesaba su cuerpo por estar en su última fase de cambio, su cuerpo había vuelto a la normalidad después de la hinchazón, ahora sentía como el agua fría quemaba su piel caliente.
Hacía un mes había huido de su casa, un mes de pasar hambre y frío, la semana pasada un hombre de mal aspecto había intentado violarlo, si no hubiese sido por unos buenos samaritanos que lograron asustar al hombre Soobin no podría imaginarse cómo estaría en ese momento.
Su estómago gruñía mientras esperaba que el restaurante sacara su basura para ver que se podía salvar ya que no había probado bocado ese día, sólo había conseguido una botella de agua a media beber, sin embargo sentía su cuerpo pesado, no quería moverse, quería descansar, sus sollozos fueron minimizando hasta ser hipidos, se fue haciendo un ovillo y sin darse cuenta se quedó dormido.
Soñaba con una hermosa princesa que dormía entre sus brazos, una niña que estaba sana y le devolvía la mirada soñolienta mientras Soobin la alimentaba, con mucha pereza la bebé chupaba la mamila, Soobin la miraba atento y con ojos de amor, era tan chiquitita, su piel era suave y blanquita, como si fuese de porcelana, su corazón se derritió por ella, quería cuidarla de todo mal.
Justo cuando estaba acabando de alimentarla sintió como su sueño se iba deformando, de repente se estaba despertando de su sueño para ser trasladado al frío callejón pero era zarandeado por una persona, pudo vislumbrar una mata rubia de pelo pero lo demás se veía borroso, entre su inconsciencia pude escuchar que hablaban con el pero no entendía.
Antes de por fin sumirse a la oscuridad pudo sentir que algo le arropaba, dándole calor, y que era cargado.
Sus ojitos fueron abriéndose lentamente, su cabeza se sentía pesada pero descansada, con desorientación se dio cuenta que no estaba acostado en el sucio callejón de siempre, estaba en una cama grande y cómoda, su cuerpo arropado con cinco frazadas, también se dio cuenta que cargaba ropa nueva, dos mudas de cada una, debió haber sentido demasiado calor pero en realidad se sentía cálido.
En ese momento iba entrando un muchacho pelirrubio con una gran bandeja con comida que sonrío a ante el hecho de ver despierto a Soobin.
—Hola, por fin despiertas —su voz sonaba amable al igual que lucía su sonrisa, sin embargo Soobin no se quería confiar, el muchacho pareció notarlo ya que se fue acercando lentamente con la bandeja —Me llamo Yeonjun, no estoy aquí para hacerte daño, te traje comida por si tienes hambre.
A la mención de comida su estomago gruño sacando una pequeña sonrisa al rubio.
—Te ayudo a parar —dijo el pelirrubio dejando en la mesita de noche la bandeja de comida.
Quito todas las frazadas que cubrían a Soobin y con mucho cuidado lo sentó en la cama, Soobin todavía tenía tos pero no comprimía su pecho, cuando se sentó tuvo un pequeño ataque de tos que preocupó al rubio pero no duró mucho, sin embargo antes de servir la comida revisó si Soobin seguía con fiebre, con nerviosismo y mucha delicadeza posó su dorso en la frente ajena y la dejo un rato para checar la temperatura.
Soobin vio todas las acciones del rubio embelesado, en verdad estaba demostrando preocupación por él, después de pasar tantos días en la calle aquello fue como un bálsamo para su corazón marchitado, sus ojitos empezaron a aguarse.
Sus ojitos aguados no pasaron desaparecidos para el rubio que pensó que estaba experimentando un dolor físico.
—¿Te duele algo? —dijo con su voz preocupa Yeonjun mientras con una mano se aproximaba al teléfono en su bolsillo para llamar a su mamá, sin embargo el movimiento negativo de cabeza del pelinegro lo hizo detener su acción —¿Entonces? —pregunto suave y amablemente.
—Es que... —Soobin intentaba no llorar frente al rubio, pero su voz salía quebrada —Tú eres muy amable... —agacho su mirada para que el rubio no viera sus lágrimas.
Yeonjun aceptó que escondiera su silencioso llanto, sobo su espalda a modo de consuelo mientras tanto.
—Hey, se te enfriará la comida, déjame servírtelos —dijo después de un rato el rubio, Soobin sonó disimuladamente su naricita congestionada.
Sus ojos se abrieron de la impresión al ver mejor el contenido de la bandeja que el rubio acomodaba en su regazo, había pan, huevo, bollitos de arroz, fideos y sopa que olía a pollo, su estómago volvió a gruñir, rápidamente junto sus manos para agradecer la comida y agarro los palillos para comer.
Yeonjun miraba como el menor comía rápidamente, como si tuviera semanas sin comer, a lo mejor sus pensamientos fuesen correctos, el día que lo encontró su hyung Chanyeol le había pedido el favor de ir botar su basura en el contenedor del restaurante cercano, en su momento vio el pedido de su hyung como una falta de respeto aunque hubiera dicho que si, pero ahora quería agradecerle por haberlo hecho, el menor no iba a pasar la noche, sus pulmones tenían inicio de neumonía, estaba sufriendo hipotermia y tenía fiebre de más de 39º, justo al llegar a su casa llamó a gritos a su mama para que lo ayudará.
Sus pensamientos fueron interrumpidos por el sonido del menor llamándole.
—Disculpa no te escuché.
—¿Que cómo se llama, hyung?, se que me dijo su nombre pero no me acuerdo —dijo apenado Soobin, todavía sostenía los palillos y una taza de fideos en sus manos, la imagen se le hizo adorable al rubio.
—Choi Yeonjun —respondió con una pequeña sonrisa —¿Y tú?.
—Choi Soobin —respondió timido el pelinegro.
—Te queda —dijo Yeonjun con la sonrisa un poco más grande —¿Cuántos años tienes?.
—Trece —respondió mientras metía un pedacito chiquito de fideos a su boca —¿Y usted?
—Dieciocho... —le contesto sorprendido por la edad del chico —Soobin... —interrumpió después de un rato Yeonjun —¿Qué hacías en ese callejón? —pregunto con todo el tacto posible.
Soobin agachó su cabeza avergonzado, si, su situación lo apenaba, pero sabía que su hyung tenía derecho a saber después de tantas molestias. Dejando lo que quedaba de su comida de lado miró a Yeonjun con ojos tímidos.
—Huí de casa —dijo el menor en un susurro.
—¿Puedo saber por qué?—lejos de estar enojado o escandalizado, el rubio sentía curiosidad por los motivos de la huida del menor
—Hace más de tres meses empece a tener dolores de cabeza muy intensos, me dejaban acostado en cama y, de repente, mis pechos y caderas se hincharon...
—Eres un portador —murmuró asombrado Yeonjun interrumpiendo el relato de Soobin.
El menor agacho su mirada por temor a ver en su amable mirada el mismo asco que vio en su padre.
—A mi padre no le gustó verme así, supo inmediatamente qué pasaba y... —solto un suspiro lastimero y miró con ojos llorosos al rubio —Por favor, hyung, no sienta asco de mi.
Yeonjun abrió sus ojos impresionado, lágrimas gruesas salían de los ojitos de Soobin mientras hacía un puchero para evitar soltar sus sollozos, sin importar que no había confianza entre ellos el rubio se sentó el la orilla de la cama para quedar frente a él y agarrar sus manos.
—Tú eres un portador de felicidad andante, tú puedes portar vida, ¿no lo entiendes?, lo que tú eres es una bendición —dijo con una gran sonrisa mientras Soobin lo miraba impresionado.
—Pero mi papá decía todo el tiempo que son unos seres despreciables...
—Esta equivocado —dijo con convicción el rubio —Mi mamá me dice que personas como ustedes hacen mejor al mundo y yo creo lo mismo.
Le regaló una sincera sonrisa que logró tranquilizar a Soobin que decidió seguir su relato apretando las manos de su mayor.
Fue sincero con él, habló de la furia de su padre al darse cuenta de su estado, el maltrato hacía su mamá y él, cómo había logrado escapar para no volver, sus días en la calle y su casi abuso hasta terminar con el rubio. A esas alturas, Yeonjun solo pudo sentir orgullo por el menor, por haber sobrevivido a su miserable padre y las horribles calles, apretó sus manos en un gesto de simpatía y con gran convicción lo miro a los ojos.
—Ahora vendrán mejores cosas para ti, pequeño —le regaló una sonrisa que fue correspondida con timidez.
Dejó que su menor terminará de comer para dejarlo descansar más, se quedó un rato hasta que se durmió, velo por sus sueños un rato y después se llevó la bandeja ahora vacía para esperar a su mamá.
No espero mucho por su mamá, llegaba de su guardia en el hospital, estaba cansada pero no impidió que sonriera al ver a su único hijo, descalzándose en la entrada fue para darle un beso en su frente, era una mujer amorosa. Noto que su hijo cargaba con alguna preocupación y lo instó a que confiará su peso, jamás imaginó que iba a comentarle retazos de la historia del chiquillo que había encontrado hace dos días, al final del relato se tuvo que sentar, su corazón estaba dolido por el pequeño.
—Mamá, básicamente no tiene donde quedarse, no podemos dejar que pase sus días en la calle —dijo con voz preocupada Yeonjun.
—Hijo, no tengo problemas con que se quedé, podemos resolver el asunto de los gastos, pero ¿él querrá? —su voz sonaba dudativa.
—Si pudieras hablar con él... —intento Yeonjun.
Su mamá sopesó la idea, ella tampoco quería que aquel pequeño volviera a la calle, su cuerpo estaba muy débil y sus pulmones frágiles, probablemente su última fase siguiera sin terminar. Con un suspiro miró a su hijo, finalmente asintió y pudo sentir el gran abrazo de su hijo mientras murmuraba cientos de 'gracias'. Hablaría con el menor después de la cena.
Cuando hubo pasado la hora, la mamá de Yeonjun fue la que le llevó la cena al chico, con sumo cuidado abrió la puerta para ver si el menor estaba despierto, se encontró con sus ojitos somnolientos, suponiendo que recién se despertaba se atrevió a pasar.
—Toc, toc... —con una sonrisa se fue acercando a Soobin, el chico se sentó rápidamente y acaricio sus ojitos para quitar rastros de sueño, la mujer sintió enternecer su corazón —Veo que estás despierto, ¿descansaste bien?.
Soobin se fijó que tenía la misma sonrisa sincera y amable de Yeonjun.
—S-si, descanse bien, eomanim.*
—Me alegro, pequeño —acercó la bandeja de comida al chico y agarró una silla para sentarse cerca, todo bajo la atenta mirada de Soobin.
—Mi hijo me contó parte de tu historia, espero no te moleste —habló una vez sentada.
—N-no me molesta.
—Así que ¿no tienes dónde quedarte?, ¿un amigo?, ¿otros familiares?.
Soobin negó lentamente, desde pequeño siempre fue tímido así que no tenía amigos, y familiares no conocía más que sus padres.
—Bueno, ¿te gustaría quedarte con mi hijo y conmigo? —pregunto amablemente.
Soobin abrió sus ojitos impresionado por la pregunta, ayer estaba tirado en la calle, y hoy estaba siendo atendido y cuidado por gente que no lo conocía, sus ojos sin querer se llenaron de lágrimas.
—No quiero ser más una molestia...
—No lo eres —respondió con resolución y su mirada no aceptaba peros.
—Prometo que encontraré un trabajo —Soobin sentía que sus primeras lágrimas bajaban por sus cachetes.
La mamá de Yeonjun acercó su mano para limpiar una lagrima, sus ojos reflejaban cariño innato que hizo sentir bien a Soobin.
—Todo a su debido tiempo, cariño.
Soobin se despertó sobresaltado, su respiración se había atorado por un momento y ahora era errática, puso una mano en su corazón ya que sentía que se iba a salir de su pecho, latía muy rápido, miró a sus lados para confirmar que su pesadilla era falsa. Las paredes de la habitación de Yeonjun inundaron su vista y sintió que si vida volvía a su cuerpo.
Hacía un mes que vivía con Yeonjun y su mamá, los seres más amables que pudo llegar a conocer, estaban al pendiente de él que seguía delicado de salud, supo que su mayor había aceptado horas extras en su trabajo para poder suplir bien los gastos ahora que el menor vivía con él, y como la casa sólo tenía dos habitaciones y una era ocupada por la mamá de Yeonjun, estos compartían habitación, Soobin en la cama y Yeonjun en el piso, sin embargo no le molestaba el intercambio, en el mes se había encariñado bastante con su menor, tenía una imagen adorable de ese chico de trece años.
Normalmente su hyung se despertaba junto con él cuando tenía una pesadilla, se habían vuelto frecuentes esa última semana, pero no había nadie diciéndole palabras consoladoras, se giró para ver si Yeonjun estaba en el cuarto y se dio cuenta que su mayor estaba en el piso sin arroparse con su ropa del trabajo todavía puesta, Soobin sabía lo mucho que se esforzaba para cuidarlo y sentía mucho aprecio por Yeonjun.
Saliendo de la cama llevó consigo una frazada y una almohada, acomodo la almohada y arropó a ambos con la frazada, se acercó un poco al rubio y lo observó por un rato, detallándole, sus ojos cerrados relajadamente, su boquita medio abierta que soltaba suspiros por cada exhalación, sus cachetes que se abultaban con cada respiración, sin darse cuenta se quedó dormido admirando a Yeonjun.
Yeonjun despertó por los molesto rayos del sol que atravesaban su ventana, supo que apenas estaba amaneciendo por el color anaranjado, sintió un peso en su pecho y se fijó que era la cabeza de su menor que se apoyaba en el cual almohada, debía de despertarlo, reñirle por arriesgar su salud acostándose en el suelo, pero se sintió tan cálido por sentir como Soobin se aferraba a él que no pudo evitar corresponder y cubrirlos mejor con la frazada, todo con una sonrisa que no era consciente que tenía.
Holiiis
Comenzamos con esta historia
Como ven empezáremos con los primeros años de Soobin, a veces daremos saltos con los años para llegar con nuestro dulce embarazado.
Espero guste este primer capítulo, dejen estrellitas❤️
Lovelyy_Jimin7 unnie espero te guste a ti❤️ ambas estamos emocionadas por este proyecto juntas❤️
Y para ti lectora, gracias por leer este humilde fanfic ❤️❤️❤️
Nos vemos ❤️
Ate: Hyejoon
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