33. Educación sexual
Ian y Sophie no se decían nada, esperaban incómodos frente al escritorio.
Nicolás terminaba de despachar a los últimos niños, anunciándoles en la entrada que la piscina de pudin se cancelaba y muy a pesar de Daniel, le obligaba a reembolsar las entradas.
En cuanto se había enterado que una enorme cantidad de dinero había salido de su tarjeta de crédito para comprar pudin, pensó en las mil formas de castigar al niño. De no haber sido porque Daniel había copiado el número y pin y tomado el dinero sin su permiso, que le habría permitido seguir con su idea de la piscina, la cual hasta a él se le hacía divertida; pero el robo de dinero, más el shock al ver a su pequeña niña en manos de un chico, había eliminado por completo el poco buen humor que le quedaba.
—Señor, yo lo siento, no es lo que piensa... —comenzó Ian en cuanto el director entró a la biblioteca y lo miró gélidamente.
—Lamías a mi hija semi desnuda ¿Qué debo pensar?
— ¡No estaba semi desnuda! estaba con un traje de baño... —comenzó Sophie y se calló con solo un gesto de su padre.
Nicolás cerró los ojos y suspiró, debía tomar eso con calma, bajar la adrenalina antes de terminar ahorcando a Ian.
—Sophie, siempre te quejas de él, me dices que lo odias, buscas la maneras de "destruirlo", pero no soy ciego, me di cuenta que algo había aunque tú me lo ocultabas. Ahora tienen la oportunidad, díganme exactamente qué está pasando y... pues aunque no estoy seguro de querer saber esto, que tan lejos han llegado.
—Somos novios, y no se preocupe, nunca hicimos nada, es decir... no sé por qué hablo de esto con usted, con todo respeto eso solo nos concierne a mí y a Sophie. —Puso una mueca altanera y se calmó con otra de las miradas asesinas de Nicolás.
—Tienes vetada la entrada al cuarto de Sophie, si quieres estar con ella será en la sala, a la vista de todos, y en el colegio más les vale estar en el jardín con todos, nada de esconderse en aulas y mantén tus manos y cualquier parte de tu cuerpo alejados; la besas de su cuello para abajo y te castro —amanzanó a Ian, quien se ponía más nervioso. El padre de su novia podía ser aún más intimidante que su propio tutor.
Asintió procurando mostrase seguro, lo último que quería era que Nicolás pensase que él le tenía miedo.
El timbre de la casa sonó y Nicolás sonrió con satisfacción, iba a castigar a esos dos, lavar baños por robar la motocicleta iba a ser nada en comparación a lo que tenía planeado.
—Ah sí, tendrán una charla de educación sexual con tu tía Sara —le dijo a Sophie saliendo de la biblioteca y dejándola con la boca abierta.
No, su padre no podía ser tan cruel. Ian no comprendía muy bien, la idea le parecía absurda e innecesaria, pero ya qué más daba, agradecía que al menos Nicolás no hubiese agarrado un rifle, o le hubiese prohibido acercarse a Sophie.
Sophie tomó un libro y comenzó a golpearse con él, ya sufría con la sola idea.
— ¡Ay no! —masculló al ver entrar a su tía con una pose muy seria.
Sara cerró la puerta con llave, asegurándose que no hubiese escapatoria.
—Tu padre me contó y vine corriendo —habló sería—. Pónganse de pie —les ordenó. Ian se levantó desganado y Sophie sufriendo interiormente—. Quiero que se miren de frente y se tomen de la mano —siguió con sus indicaciones y los chicos le hicieron caso—. ¡No me miren a mí! Mírense a los ojos, Ian acércate más, eso, no dejes de mirarla.
Los muchachos se contemplaban, preguntándose qué rayos venía a continuación. Un flash les hizo cerrar los ojos y vieron a Sara tomándoles una foto, mirando su captura con emoción.
— ¡Que lindos! ¡La pondré en mi sala! —gritó emocionada guardando torpemente el celular en su cartera.
Ian y Sophie volvieron a sentarse resoplando, les esperaba una tarde interesante.
—Bien. —Sonrió y acercó la silla hacia ellos—. ¿Desde cuándo son novios? Que romántico, Sophie debes estar feliz, ¿Por qué no me dijiste nada? Te crearé un blog para que subas estas cosas. ¡Podemos poner esta foto de portada! ¡Soy tan feliz! Por eso debí tener una hija mujer, para compartir este tipo de cosas, que pena que ya sea tarde, me encargue de tu tío hace tiempo —dijo haciendo la señal de una tijera con los dedos—. En fin, al paso que van tus padres, no tardarán en tener otra hija, ¡Tal vez pueda quedármela! Bueno eso no importa, acá estamos para hablar de ustedes, debo hacerles muchas preguntas vergonzosas.
Sophie sufría más, se encogía en la silla mientras que Ian escuchaba atento, con una mueca indescifrable.
—Educación sexual, punto uno —leyó en un pequeño libro que sacó de su bolsa—. La sexualidad no es solo el coito, y no comienza con la primera relación sexual, comienza desde que nacemos, la sexualidad en pareja ya empieza desde que se toman de la mano. —Lanzó el libro a un lado y se reclinó hacia adelante—. Mejor vayamos a lo importante ¿Qué tan lejos han llegado? ¿Ya lo hicieron? ¿Se cuidaron no? no sigas los pasos de tus padres, Thaly fue un caso distinto tú eres muy joven para ser madre...
— ¡Ya! ¡Por qué me haces estas preguntas! —Las mejillas de Sophie ardían tanto que podía tostar pan en su rostro.
—Tu padre me dijo que te hiciera la sesión más vergonzosa e incómoda, es uno de sus originales castigos. A cambio le dirá a nuestra hermana mayor que me dio ébola y estoy en cuarentena dentro de un centro comercial. Así no tengo que ir a una de sus aburridas reuniones de trabajo, donde "decidiremos el futuro de nuestras empresas" —habló con tono tenebroso—. En fin, pasaremos a las preguntas individuales, comenzaremos con... —Se tapó los ojos y movió la mano, haciendo círculos en el aire antes de señalar a Ian—. ¡Tú! Ian, empezaré contigo.
Los dos chicos se miraron, ¿Para qué Sara hacía tanto show? Con ojos cerrados o no, sabía dónde se encontraba cada uno.
—Pregunta uno. —Anotó en su libreta—. ¿Tienes fantasías sexuales con Sophie?
Solo la chica puso un rostro de horror, Ian seguía tan impasible como al principio.
—Eh, sí...Supongo...
—Genial, siguiente pregunta ¿Qué tan lejos has llegado con ella? ¿Cumpliste alguna fantasía?
Sophie se quería morir, ya buscaba algún objeto corto punzante para incrustárselo en su cuello. ¿Cómo se animaba su tía a realizarles semejantes preguntas? No podía creer que eso le estaba sucediendo.
—Pues... —empezó inseguro—. Sólo la he besado y bueno si también la toqué, y la desvestí a medias, en realidad estuvimos a punto de hacerlo, pero ella me detuvo y no de una forma agradable —explicó sereno mientras Sara escuchaba y anotaba entusiasmada, encantada con la sinceridad del chico.
—La pregunta importante ¿Qué tan lejos piensas llegar con ella ahora?
—Si por mí fuera... —bufó y Sophie lo miró con atención, ese tema la tenía nerviosa desde hacía un par de días—. Pues Sophie aún es una nena, no tiene ni curvas.
Sophie estalló levantándose llena de ira.
— ¡Idiota! ¡Si las tengo, no mientas, eres un maldito pervertido calenturiento que me espía mientras me cambio y me lanza indirectas!
—Yo nunca te espié, era ese idiota de Mauricio, solo lo hice a un lado. Además no necesito espiarte, basta con que te de un trago de alcohol y ya estarás sobre mí.
Sara se maravillaba con la discusión, los miraba y anotaba lo que decían, así como las reacciones que tenían.
— ¡No es así! Yo... yo no...
Ian comenzó a reír y Sophie infló los cachetes.
—Tonta, si eres muy atractiva, y claro que quiero hacerlo contigo, pero todo lo que digo es para molestarte, no voy a obligarte a nada que no quieras. Sé que te pones incómoda y no estás lista para llegar más lejos, además recién comenzamos con esto, no necesito que tengamos sexo para decirte cuanto te amo —le dijo acariciándola y tanto Sophie como Sara se derritieron con esas palabras.
Ian sonrió para sus adentros, aún sabía cómo manipular a las personas, lo que decía no era mentira, pero la forma en que lo hacía sí había sido premeditado.
Sophie saltó a abrazarlo como era de esperarse, se sentía muchísimo más tranquila, ese era un tema que deseaba hablarlo con Ian, pero no se animaba, realmente le agradecía a su tía el permitir que ambos dejasen las cosas en claro.
—Solo deja de seducirme tanto, a veces me da miedo, siento que vas a violarme. —Arruinó el momento, Sophie se separó empujándolo.
—Bien Ian, dile a Sophie que cosas te excitan —dijo Sara con la más pura intención de molestar.
— ¡Fin de la clase! —gritó Sophie, ya no quería escuchar más, al parecer ella era la única pudorosa y avergonzada, si Sara le seguía dando cuerda, Ian diría muchas más cosas de las que quería saber.
—Está bien, otro día hablaremos de anticonceptivos y enfermedades de transmisión sexual —dijo Sara sacando un paquete de condones de colores—. Mientas tanto llévense estos, nunca se sabe. —Les guiñó un ojo y abrió la puerta, sabía que su hermano esperaba cerca, quería ver qué decía al ver a su pequeña princesa con una tira de preservativos en la mano.
— ¿Y de qué hablaron? —preguntó Nicolás cuando vio que los chicos salieron de la biblioteca.
—De mis sueños eróticos y me dio esto —habló Ian con malicia, pero con el tono amable y educado de siempre, si Nicolás lo quería hacer sufrir él le devolvería la broma.
Nicolás les arrebató los preservativos de las manos.
—Pues adivina, no los necesitas porque te tendré vigilado las veinticuatro horas del día —lo desafió, borrándole la sonrisa del rostro—. ¡Y tú no les des ideas! —le reclamó a su hermana quien salía a mostrarle la foto a Thaly.
—De verdad lo siento —se disculpó Sophie acompañando a Ian a la salida—. Sabes que mi padre es algo...
— ¿Sobre protector y malicioso? —continuó—. La verdad en su lugar me habría asesinado, es tu culpa por seducidme, pervertida princesa mariposa. —Le sonrió de medio lado—. Además me pegas tu mala suerte ¿Por qué tus padres tenían que volver antes?
—Porque fui un asesino despiadado de niños en mi otra vida y el karma me persigue... —Hizo una mueca y le dio un beso el cual se vio interrumpido por el carraspeo de su padre.
—Las visitas se acaban a las ocho —le dijo al muchacho.
Ian se despidió y caminó hacia media calle. ¿Y ahora qué? No podía volver a su casa, al menos no por un tiempo. Por fortuna tenía su billetera con un poco de dinero y una de sus identificaciones falsas, podía pasar la noche en un hotel o en casa de Marcelo, como había hecho en una ocasión anterior.
Ya iba hacia la parada de buses cuando sonó su celular. Sin reconocer el número contestó y se asombró cuando escuchó la voz de su propio padre.
Cada vez que escuchaba esa gruesa voz que le hablaba en inglés con un marcado acento británico, un sentimiento similar a la nostalgia penetraba con fiereza en su ser, sobre todo en la boca del estómago.
— ¿Dónde estás? —le escuchó preguntar, era la segunda vez que lo hacía, mas a la primera, Ian no había prestado atención a la pregunta.
—En la calle —respondió con la mente a medio camino de vuelta.
—Franz me llamó, está enfadado. No le haces caso y últimamente haces lo que te da la gana, dice que andas pasando más tiempo con la chiquilla que haciendo lo que debes hacer.
Reclamos, de nuevo reclamos y riñas ¿Qué ni su propio padre podía llamarlo con otro motivo que no fuese darle ordenes?
—Estoy haciendo lo que debo hacer, conozco esa casa de memoria y puedo entrar y salir de ahí cuando quiero, además siendo novio de la chica tengo más excusas para permanecer ahí más tiempo.
—Entonces debo suponer que ya conseguiste lo que te pedí.
—No —sonó seguro—. Pero lo conseguiré esta semana, intento hacer lo que tú y Franz me piden, no puedo hacer todo de golpe, ahora no sospechan absolutamente nada, pero si apresuro las cosas...
—Apresúralas —lo interrumpió prestando poca atención a sus excusas—. No tenemos tiempo, saldré en un par de semanas y tú hablas como si todo esto fuese por Franz y por mí cuando en realidad es para ti. Quien saldrá beneficiado al final serás tú, luego podrás hacer lo que quieras, quedarte con esa chica si quieres, perder el tiempo dibujando o en tu motocicleta. Haz el esfuerzo, concéntrate, solo es cuestión de conseguir un par de archivos, no puedo creer que lleves casi cinco meses en esto y no tengas nada.
Ian pensó qué excusa poner, la verdad era que toda su disposición inicial por sacar a su padre de la cárcel había disminuido por perder el tiempo con Sophie. La muchacha había acaparado toda su atención casi desde que la había conocido, y aunque no debía hacerlo y se sentía un traidor al respecto, alargaba las cosas para pasar el mayor tiempo posible con ella, después... el futuro era incierto. Posiblemente Sophie jamás lo perdonaría por lo que debía hacer, pero no era su culpa, ni la de ella, como una vez ella misma le había dicho, los pecados de los padres no debían ser pagados por los hijos. Solo esperaba que ella entendiera.
Después de otro sermón regresó a casa de su tutor. Al ingresar, el adulto simplemente le esbozó una gélida expresión. La diversión del día había terminado. Volvía a olvidarse de divertirse como cualquier muchacho de su edad y concentrase en pensar una alternativa, una en la cual no terminase traicionando a sus amigos, ni a su padre, ni a su tutor.
Tuvo una idea descabellada y a punto de desecharla, pensó en los hermosos ojos de Sophie, en su sonrisa, en la suavidad de su piel y lo completa que se sentía su vida con solo tenerla a su lado. Era descabellado, peligroso, pero no veía más opción: se llevaría Sophie con él, escaparían juntos, no importaba dónde, no importaba cuanto tiempo, la tendría a su lado y era lo único que quería.
—No es justo ¿Por qué volvieron antes? Seguro Alex nos delató. Le haré una maldad de proporciones titánicas —Sophie decía furiosa, tal como su tío había predicho, sus padres habían vuelto en el momento más inoportuno.
—Lastimosamente no fue él. Pero hazle una maldad si quieres, ¡Le dijo a tu madre que con cada hijo se pone más sexy! Que anda mal con él, voy a matarlo. —Nicolás aún estaba furioso, ese no había sido su día, además de soportar al irritante amigo de su esposa haciéndole comentarios molestos, se encontraba con su única hija en manos de un muchacho, quien se notaba, no tenía inocentes intenciones con su pequeña princesa.
—Exageras mucho, Alex no hablaba en serio, solo quiere que te enfades y tú le sigues el juego, le das el gusto, parecen niños peleándose por un caramelo. —Sara removía su café, escuchando atenta y mirando con gracia a su hermano, quien no aceptaba que su única hija había crecido y no podía mantenerla en una caja de cristal como había hecho hasta ese entonces.
—Aún no me respondes ¿Por qué volviste? creo que Thaly tiene razón, me ocultaste cámaras y micrófonos. —Sophie pensó que evadían su pregunta porque en algún plan neurótico y maquiavélico, su padre la espiaba constantemente.
—Volvieron antes porque tu padre estaba nervioso y Thaly se dio de alta —explicó Sara—. Solo se levantó, dijo: "me aburro" y empezó a guardar sus cosas.
Sophie comprendió, y no le sorprendía. Thaly se aburría con facilidad y era imposible mantenerla quieta, menos en una cama de hospital, además que no soportaba estar lejos de su hijos tanto tiempo.
— ¡Qué haces aquí! —en medio de su pasiva charla, Nicolás se exaltó al ver a su esposa bien vestida e ingresando a la cocina con uno de los bebés.
—Quiero un té —habló despreocupada y antes de que pudiese estirar la mano hacia el refrigerador, Nicolás la levantó del suelo y la cargó en brazos con delicadeza.
—Si quieres algo pídelo y te lo llevo, debes estar en cama —la regañó saliendo del cuarto con ella y su bebé.
Thaly ponía una mueca de niña regañada, su esposo no era solo sobre protector con su hija, también con ella, y en situaciones así, le faltaba poco para darle asistencia al respirar.
—Quédate aquí. —La colocó en la cama con cuidado, le dio un tierno beso en los labios y le hizo una advertencia con un dedo mientras colocaba al bebé en su cuna—. Yo te traigo tu té, tú descansa, y ustedes...—Miró a los recién nacidos—. Pues... miren esta cosa que gira —encendió el colgante y antes de salir de la habitación, Thaly lo detuvo.
—Ah, me olvidé, Alejandro llega en una hora, tienes que ir a recogerlo del aeropuerto.
— ¡Qué! pero... ¡Por qué me avisas ahora! ¡El aeropuerto está a dos horas!
—Me olvidé —levantó los hombros inclinándose para recoger un libro—. Mejor vas rápido.
Nicolás volcó los ojos; sus hijos, su esposa y Alex parecían haber confabulado ese día para matarlo del estrés.
Ya tomaba impulso para salir corriendo cuando Thaly lo detuvo de nuevo.
—Sophie hizo su mejor esfuerzo. Sabes que no será un problema, está creciendo y mandarla a vivir aparte no es la solución y yo no pienso dejar que la mandes a ella o cualquiera de mi hijos... —A cada palabra se exaltaba, sus hijos eran todo para ella y a diferencia de lo que el resto pudiese pensar, no los consideraba un estorbo, o una molestia, o algo que le quitaba el tiempo.
—Ya se, ni loco la envío con Micaela. La quiero cerca así me aseguro que ese chico no se sobrepase.
—Déjalos tranquilos. Además que hasta hace unos días alababas a Ian y hablabas de lo responsable y buen alumno que era, solo ahora que está con Sophie le tienes rencor. Eres demasiado celoso y posesivo, Sophie se irá a la universidad en un par de años, acostúmbrate a no tenerla siempre cerca.
—Lo sé —suspiró—. Es que... Ian sí es responsable y maduro, y realmente espero que sepa mantener sus manos muy lejos de mi pequeña. —Frunció el ceño y relajando su expresión volvió a hablar—. Pero hay algo raro con él. No sé, ideas mías, pero cuando lo veo me recuerda tanto...
—Sí, te entendiendo —habló Thaly con melancolía—. La primera vez que lo vi me paralicé, pero, es sólo una coincidencia, se le parece un poco, no por eso vas a juzgarlo.
—Por eso nunca le di importancia al hecho —dijo sentándose a su lado, notando que su esposa se perdía en recuerdos pasados y sus ojos se nublaban.
Como si fuese frágil le acarició la mejilla con el pulgar y la giró hacia él.
—Thaly, eso fue hace quince años; Bruno te hizo mucho daño, pero ya no lo verás nunca, y si la presencia de Ian te molesta puedo asegurarme de mandarlo lejos. —Su mente maliciosa deseaba una respuesta afirmativa y así tener una excusa para alejar a Ian de Sophie; no era algo personal, simplemente odiaba ver a su hija dando y recibiendo cariño de otro hombre que no fuese él o sus otros hijos; eso sumado a su histeria paterna, en la cual dramáticas situaciones se le ocurrían, como que alguien le rompiese el corazón a Sophie, o en un caso más trágico, lo hiciesen abuelo prematuramente.
Sobre todo recordaba cómo era él a esa edad, de inocente no tenía nada, y cuando estaba con una chica a solas, no era para simplemente estar en su compañía. Eso sin mencionar que él mismo había embarazado a una muchacha de aproximadamente la edad de Sophie. Lo aceptaba, no era un buen ejemplo y sabía que como él, habían miles, solo quería evitar que Sophie se encontrase con uno de esos.
Ya se encontraba recostado junto a su esposa, arrimándose hacia ella y cerrando sus brazos alrededor de su cuerpo, consolándola en lo último de amargura que expresaba, ayudando a que esta desapareciese junto a los horribles recuerdos de su infancia y su adolescencia; momentos que para ella, no habían sido vida, sino una tortura que la desgarraba internamente cada día.
—No creo que sea algo pasajero, Sophie lo quiere mucho —le dijo volviendo al presente, su maravilloso presente, el cual borraba todas las cicatrices pasadas.
—Yo espero que el capricho se le pase pronto, deje de pensar en chicos y solo estudie, cante o juegue con pudín hasta la universidad.
Thaly rió, eso era imposible, y conociendo a Sophie tan bien como la conocía, Ian era todo menos un capricho, solo esperaba que el muchacho sintiese lo mismo. Ella se había dado cuenta desde un principio que Ian hacía de todo por llamar su atención, y cualquier pretexto era válido para ir a verla, pero en cierto punto Sophie ya se le volvía una obsesión; aunque no lo demostraba abiertamente, Thaly se daba cuenta de la forma asesina en la que él miraba a cualquiera que le dirigía siquiera al mirada a su novia, cómo vigilaba cada uno de sus movimientos y cómo casi no le quitaba la vista de encima.
Sacudió la cabeza, empezaba a ser tan neurótica como Nicolás. Eran adolescentes, era normal. Luego recordó que su hermano menor llegaba ese día y por hablar de Sophie, Nicolás se había olvidado de ir a recogerlo.
—Nico —lo llamó sacudiéndolo, él ya se dormía a su lado.
— ¿Qué? —musitó adormilado, abrazándola más fuerte.
—Alejandro, su vuelo ya debe estar por llegar.
Nicolás brincó de la cama y salió corriendo. Además de avisarle tarde, Thaly lo distraía.
Sophie abrió los ojos con inmensa ilusión cuando su padre regresó del aeropuerto. En su compañía estaba un joven hombre de ojos color chocolate y cabello castaño oscuro, casi negro. Se veía algo cansado y su ropa desgastaba delataba el tiempo que había permanecido en tierras olvidadas ayudando a personas necesitadas.
Daniel también se emocionó al verlo, pero Sophie se le adelantó, corriendo a saltar a sus brazos.
Alejandro abrazó a su sobrina, quien había sido más como una hermana pequeña para él.
— ¡Ale!, ¡Ale!, ¡Ale! —le gritó colgándose de su cuello mientras él le correspondía dichoso—. ¿Qué me trajiste? —Se soltó y abrió los ojos expectante.
Alejandro cambió su expresión. Se iba seis meses y lo único que le preguntaban era por regalos.
—Primero ve a saludar a Thaly, y de paso revísala, salió antes de lo debido del hospital y no se queda quieta. —Nicolás lo empujó hacia las escaleras, Sophie y Daniel lo siguieron.
—Has crecido —dijo Alejandro dándole un coscorrón a Daniel—. Y tú... estás más bonita —le titubeó a Sophie.
Ella cruzó los brazos enojada.
— ¡También crecí! —le reprochó abriendo la puerta de la habitación de sus padres.
Alejandro reía, ya extrañaba a su familia, había permanecido casi incomunicado todo ese tiempo y Sophie no había cambiado.
Thaly no pudo sentirse más feliz al tener a su hermano menor de vuelta, quien oportunamente llegaba para conocer a sus pequeños sobrinos.
Mientras revisaba a su hermana, como Nicolás le había pedido, sus sobrinos más grandes le contaban acerca de la piscina de pudin, el novio de Sophie, las maldades que Ian le había hecho, así como la forma en la que se había vengado.
Tanto había pasado en esos meses... Sophie recién caía en cuenta que en su primer semestre de cuarto año de secundaria, le habían pasado un montón de cosas emocionantes, todo desde que Ian había llegado a su vida.
Chan... Chan.... muchos misterios se irán resolviendo. Ya se pondrá más emocionante. Mil gracias por leer y los comentarios que me dejan :) Mientras actualizo pueden leer mi otro libro: El tesoro de Charleen. Y si quieren una novela de romance y vida adolescente completa pueden leer Por tu amor al arte. Nos vemos más tarde... si se portan bien Besos!!!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top