Sorpresa n°2

Zendaya y Martin se van primero, y luego de limpiar lo que ensuciamos al desayuno, salimos en el auto a dejar a Harry y a Sam a la casa de los padres de Tom. Harrison se queda solo en el departamento, porque dice que saldrá más tarde. Una vez dejamos a los hermanos de Tom, comenzamos nuestro camino. Esta mañana no llueve, y si bien hace frio, hay sol y pocas nubes.

-¿No me vas a decir hacia dónde vamos?-le pregunto.

-Iremos a varias partes-me dice, pero no revela nada.

-¿Me darás una pista de alguna de ellas?-pregunto. Niega con la cabeza. Resoplo.

Aun me cuesta acostumbrarme a que manejan del otro lado, por eso la mitad del tiempo estoy nerviosa pensando que Tom va contra el tránsito. Diviso las calles limpias y concurridas de Londres. La ciudad es preciosa, tiene edificaciones modernas pero algunas veces te topas con las edificaciones antiguas. Sin previo aviso entramos al subterráneo de un edificio, y Tom estaciona. Lo miro sin entender. Se estaciona y me mira.

-Vamos-me dice con una sonrisa. Se baja del auto y me abre la puerta.

-¿No vas a taparme los ojos?-le pregunto, y veo que saca del bolsillo de su chaqueta un pañuelo rojo, ruedo los ojos.

-Créeme, te va a gustar-me dice con una sonrisa.

Se coloca detrás de mí y me venda delicadamente los ojos, luego pasa su brazo izquierdo por mi cintura y comenzamos a caminar. Nos detenemos y esperamos unos minutos.

-Espero que con las otras sorpresas no me vendes los ojos, porque te aseguro que me voy a caer en algún momento-le digo, él se ríe.

Un timbre suena, y volvemos a caminar. Estamos en un ascensor. Escucho como las puertas se cierran y luego siento como sube. Y sigue subiendo. ¿A qué piso vamos a llegar? Ya hemos estado acá como cinco minutos. De pronto se detiene, y escucho las puertas abrirse. Escucho el bullicio de la gente, escucho que corre agua, y me llega el olor a café. Caminamos un poco y luego volvemos a detenernos. Tom suelta mi cintura y desenreda el nudo para destapar mis ojos.

Frente a mí, una estructura hecha prácticamente de metal y vidrio se yergue, bajando unas escaleras hay mesas y una cafetería, y a los lados puedo ver un jardín, un precioso jardín dentro de un edificio. Por los vidrios se divisa todo Londres. Me quedo boquiabierta mirando. Las manos de Tom se enredan en mi cintura por detrás, y se pega a mi espalda. Apoya su mentón en mi hombro y me susurra al oído.

-He pensado que lo mejor para conocer Londres, es primero echarle un vistazo a todo.

Me volteo y coloco mis manos en su pecho.

-Es precioso-le digo sonriendo de oreja a oreja.

Lo miro, lleva un sombrero estilo inglés y unas gafas de sol. Debe pasar desapercibido. Aunque no sé cómo alguien no podría reconocerlo. Lleva jeans azules, zapatos negros, una camisa color crema y encima una chaqueta de cuero café. Al menos pensarías que es un modelo.

Me acerco y le doy un corto beso en sus labios. Luego nos separamos, y se queda a mi lado cogiendo mi mano.

-¿Qué es este lugar?-le pregunto. Me sonríe.

-Sky Garden-me dice. Asiento con la cabeza, aunque no tengo idea que es.- Es un edificio famoso, desde aquí puedes ver todo Londres.

-Es precioso-le digo.

Bajamos las cortas escaleras y nos acercamos a los vidrios. Recorremos la planta completa, Tom me va a mostrando algunas cosas. Por ejemplo, la Torre de Londres, el famoso puente, me indica la cúpula de la catedral de Saint Paul, entre otras cosas. Luego nos dedicamos a ver el precioso jardín interior. Nos sacamos unas cuantas fotos. Para mi asombro, nadie le prestaba demasiada atención a Tom. Por el otro lado, contrario a la cafetería, había un restaurante. Tom comenzó a contarme la historia de Londres. Estaba fascinada.

-¿Quieres comer algo?-me pregunta.

-Creo que tomare un café-le digo. Nos dirigimos a la cafetería, y cuando estoy por pagar el me lo impide y le pasa un billete al cajero.

-Te dije que no ibas a pagar nada en este viaje-me dice.- Excepto por los pasajes.

Ruedo los ojos. Nos sentamos con nuestros cafés (él también se ha pedido uno) y lo bebemos rápidamente. No puedo esperar a conocer toda la ciudad.

-¿Lista?-me pregunta. Le sonrío y asiento con la cabeza.

Nos levantamos y nos encaminamos al ascensor. Nuevamente bajamos, esta vez tomados de las manos, y luego nos encaminamos al auto.

-Si no me vas a decir a donde vamos, ¿puedo al menos adivinarlo?-le pregunto, él se ríe mientras salimos del subterráneo.

-Está bien-me dice.

-¿Iremos a Torre de Londres?-le pregunto, niega con la cabeza.- ¿Al palacio de Buckingham?

-No, así que ríndete-me dice. Resoplo frustrada.

-Por ahora-le advierto, y vuelve a reírse.

Nos alejamos del edificio, pasamos por el famoso puente y nos adentramos en la zona más residencial. Espero que igual visitemos los lugares que le he dicho. Pero por ahora me conformare con esperar la segunda sorpresa del día. Son las doce treinta y cuatro, y recuerdo que a las tres nos juntaremos con los demás. Espero que pronto podamos ir a almorzar. Nos detenemos y estacionamos en la calle. Frunzo el ceño. Tom se baja y camina para abrir mi puerta. Lo miro curiosa, intentando descifrar a donde iremos. Caminamos unas dos cuadras en silencio. Algunos lo miran al caminar, y pronto siendo un gran bullicio. Entonces lo veo, el London Eye.

-¿Iremos al London Eye?-le pregunto.

-Me encantaría, pero la verdad es que desde Sky Garden se ve mejor Londres, del London Eye solo puedes ver bien el Big Ben, y como esta en reparaciones creo que no vale la pena-me dice algo avergonzado. Le sonrío.

-Tranquilo, solo preguntaba. Martin me dijo que no valía mucho la pena.

-Es caro y no se ve mucho-dice Tom encogiéndose de hombros.

Caminamos con su brazo sobre mis hombros, se ha subido la bufanda para cubrir su boca, supongo que ahora hay más riesgo de que lo vean. Pasamos al lado de la gran fila que hay al London Eye y caminamos por la edificación contigua. Estamos al lado del rio, muchísima gente, familias enteras, están caminando por el lugar. Hay gaviotas en los sucios barandales que impiden pasar al rio.

-¿Qué hay acá?-le pregunto.

Se ríe por lo bajo, nos detenemos frente a una de las puertas dobles y levanta su brazo para mostrarle una pulsera plástica en su muñeca derecha. Nos dejan pasar antes que todo el resto de la gente. Es el acuario. Me muerdo el labio viendo el lugar, y luego, solo nosotros dos, bajamos por un ascensor.

-¡Es el acuario!-le digo pegando un grito, mientras estamos en el ascensor. Se ríe.

-Esperaba que te gustara-me dice, bajándose la bufanda y sacándose las gafas.

-Me encanta-le digo mirándolo. Luego mi sonrisa se desvanece y lo miro preocupada.- Tom, te pueden descubrir.

-Digamos que este tour es más privado-me dice. Frunzo el ceño y luego suspiro.

-Espero que no hayas gastado mucho dinero-le digo reprochándolo, se ríe más fuerte.

-¿Puedes dejar de pensar en eso y pasarlo bien?-me dice. Ruedo los ojos, pero le sonrío.

El ascensor se abre, avanzamos por un pasillo, rodeado por gruesos vidrios que permiten ver a los peces. Incluso hay vidrio en el suelo. Llegamos a la primera sala, está vacía. Hay pequeños acuarios con peces, langostas, anemonas, etc. Nos detenemos en cada una, y saco algunas fotos (he encontrado un pez igual a Dori de "buscando a nemo"), al igual que nos sacamos fotos nosotros. Avanzamos nuevamente por el pasillo y llegamos a una sala más grande, en que hay una especie de piscina con mantarrayas, anguilas y rodaballos (peces que se camuflan escondiéndose en el suelo marino). Frente a ellos hay un podio donde un hombre alto de cabello negro nos da la bienvenida y nos cuenta algunas cosas de estos peces. Algunas mantarrayas dan vuelta sobre su eje, y observo embobada. Luego el chico nos indica que lo sigamos y llegamos una pequeña fuente con construcción rocosa que tiene estrellas de mar. Nos indica que nos levantemos las mangas y metemos la mano al agua para tocarlas son un solo dedo. Luego nos indica un lavabo para lavarnos las manos y nos dice que debemos seguir por el pasillo, nuevamente rodeado de vidrio, y vemos como pasan los peces. Me detengo a mitad del pasillo y Tom me mira.

-¿Pasa algo?-me pregunta. Le sonrío y niego con la cabeza.

-Todo está perfecto-le explico.

Me acerco a él, me pongo de puntillas y pongo mis manos en su cuello. Me inclino y lo beso, y él me responde colocando sus manos en mi cintura. Movemos nuestros labios lentamente, disfrutando el momento. Nos separamos y le doy un beso en la punta de su nariz.

-Sigamos-le digo, se ríe y vuelve a pasar su brazo sobre mis hombros para continuar.

Pasamos por diversas salas, una con mantarrayas y tiburones, otras con pequeños acuarios llenos de erizos marinos, un pez león, caballitos de mar, etc. Después llegamos a una sala con tortugas marinas muy grandes, otra con medusas y otra con caimanes. Luego llegamos a una sala con ambientación tropical, que tiene hormigas, unos pequeños peces que lanzan un chorro de agua para botar a los insectos, tortugas marinas pequeñas, arañas, entre otras cosas. Y finalmente llegamos a una sala con pingüinos. Saco fotos a lo que puedo, ya que los lugares son bastante oscuros.

Salimos y encontramos la tienda de regalos, tiene poca gente, pero igual Tom se coloca los lentes y la bufanda. Está llena de peluches de tortuga, tiburón y variados peces. También hay tazas, platos, llaveros, poleras/camisetas. Esta, al igual que el acuario, distribuido en zonas. Me dirijo a la zona polar, observando los peluches de oso polar y pingüinos. Estoy tentada a comprarme uno de pingüino, pero me arrepiento ya que Tom insistirá en comprármelo.

-¿Quieres algo?-me pregunta. Niego con la cabeza.- ¿Segura?

-¿Me dejas pagarlo yo?-le pregunto. Niega con la cabeza- Entonces sí, estoy segura.

-______...-me dice con tono reprobatorio.

-Tom-le respondo seriamente, sonríe de lado y sacude la cabeza.

-Vamos a almorzar ¿te parece?-me pregunta. Asiento con la cabeza.

Salimos y caminamos en dirección al London Eye, pero poco antes de llegar, entramos a un restaurante de comida china. No está lleno, pero igualmente hay mucha gente. Tom habla con el anfitrión, un hombre de tez oscura, bien vestido con traje. Solo de ver lugar sé que es caro. Me quedo mirando la porcelana china que hay en algunas repisas. Tom coge mi mano y me jala suavemente. El anfitrión nos encamina hasta un lugar más apartado, sin gente alrededor. Nos sentamos y nos entrega la carta.

-Un pajarito me dijo que también te gusta la comida china-me dice Tom sacándose los lentes, la bufanda y el gorro. Ruedo los ojos.

-Creo que ese pajarito tiene una boca muy grande-le digo, Tom se ríe.

Leo la carta, y no puedo creer los precios. Hago mentalmente la conversión de las libras y creo que jamás había venido a un restaurante tan caro, tomando en cuenta el de comida italiana al que fui con Tom.

-Olvídate del precio-me dice sin mirarme, pero me conoce tanto que ya sabe que estaba pendiente de eso.

-Pero Tom-empiezo, y me mira fijamente.

-Antes de venir me lo prometiste, todo lo que tú quieras, lo pago yo-me dice. Ruedo los ojos.

-Bien-digo en tono cansino.

El mozo llega a tomarnos la orden, de entrada pido una sopa y Tom un dim sum. Y de plato principal pido carne sazonada con miel y pimienta, mientras que Tom pide robalo en una salsa agridulce. Pedimos unos jugos para beber, y se va.

-¿Te gusto el acuario?-me pregunta. Le sonrío.

-Es precioso, aunque me da pena que estén atrapados-le digo con una mueca.

-Sí, es verdad-dice Tom concordando conmigo.- Pero tienen un gran programa que busca salvar la vida marina.

-Cierto-digo asintiendo con la cabeza. Me muerdo el labio.- ¿Iremos a Torre de Londres?-le pregunto. Se ríe.

-Si mujer-me dice y yo me rio.- Eres demasiado ansiosa.

-Si yo te invitara a mi ciudad y no te dijera nada de lo que veremos, también lo estarías-le digo, él se encoge de hombros.

-Supongo-me dice. Se ríe.- Pero Londres es muy grande, hay demasiadas cosas por ver.

-Lo sé-le digo asintiendo.- ¿Crees que podamos ver el cambio de guardia?-pregunto avergonzada. Se ríe y sacude la cabeza.

-¿Si sabes que eso es solo por los turistas, verdad?-me pregunta. Asiento con la cabeza.- Además que en invierno no utilizan el uniforme rojo, sino uno gris.

-¿Y?-le pregunto esperanzada. Rueda los ojos.

-Lo tomare en cuenta-me dice, y nos reímos.

-¿Y los museos?-pregunto.

-Tenemos bastante tiempo, cálmate-me dice riendo.

Le sonrío. Tiene razón, tenemos mucho tiempo. Pero lo que más me entusiasma no son las sorpresas, sino estar con él.

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Hola queridas lectoras! Espero que les guste este largo capitulo, todo lo que digo es real, hace un tiempo tuve la suerte (muchísima suerte) de visitar Londres asi que pude escribir lo que realmente se ve, ya que me gusta darle ese toque.

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