Remolino


Sentía el calor de sus manos en mi mejilla y mi mano, sentía el calor de sus labios en los míos. Solo junto nuestros labios. Se alejó un poco para mirarme, su mirada pedía permiso. Su beso me había dejado aturdida. Espere a que las ganas de correr y de saltar a sus brazos llegaran a mi mente, pero no, nada, mi mente estaba en blanco.

Con su pulgar acaricio mi mejilla. Mis labios sintieron un hormigueo, deseaban más, y yo también. ¿Era lo correcto? Espere pacientemente que la respuesta llegara pero no, nada, mi mente seguía en blanco.

A la mierda si no termina bien pensé, y me acerque lentamente, para que me alcanzara en el camino y volviera a juntar sus labios con los míos. El calor de su toque con mis labios comenzó a expandirse, primero por mi cara, luego bajo por mi columna, haciéndome retorcer un poco, haciendo que Tom se alejara y me mirara.

-¿Estas bien?-me pregunta. No puedo despegar mis ojos de los suyos.

-Si-susurro.

Me acerco nuevamente, sin esperarlo, y lo beso. Muevo lentamente mis labios mientras él responde. Mi columna vuelve a retorcerse un poco, pero coloco mi mano libre en su pecho para que esta vez Tom no se aleje.

El calor llega a mis manos y a mi pecho, siento como me ahogo un poco, pero lo ignoro, el calor llega a mi estómago, revolviéndolo, siento un hormigueo por todo mi abdomen. Nuestros labios se mueven un poco más rápido que antes. Tom suelta mi mano y coloca la suya en mi cintura. El calor baja hacia mis caderas y mis piernas, y tengo que contenerme para no desesperarme.

El teléfono suena, me ha llegado un mensaje y es de mi madre. Demonios pienso, mientras nos alejamos con la respiración un tanto entrecortada. Mis mejillas se sonrojan, y evito mirarlo mientras saco el teléfono de mi bolsillo.

-Es mi madre-le explico a Tom.

-Está bien, igual creo que sería prudente entrar, hace frio acá-me dice. Asiento con la cabeza sin mirarlo, mientras le respondo a mi madre. Tom se levanta del suelo.

Tom me tiende la mano, lo miro de reojo y veo que intenta disimular una risa, mientras yo tomo su mano y me levanto. Entramos por el ventanal, los demás aún juegan. Veo un vaso de jugo en la mesa y lo tomo para beber, a pesar de que hacia frio afuera, tengo calor. Que extraño digo sarcásticamente en mi cabeza, y me rio por lo bajo, me estoy auto molestando ya que la vocecilla ha desaparecido.

-Eh chicos, veo que volvieron-dice Harrison. Dejo el vaso en la mesa y giro la cabeza mientras le sonrió.

-Sí, ya llego la hora de que te patee el trasero en Just Dance-le digo, y nos reímos. Martin y Zendaya están compitiendo, y ella le lleva gran ventaja.

-Demonios-dice Martin cuando el juego termina y da por ganadora a Zendaya.

-No te sientas mal, soy muy talentosa-dice Zendaya burlándose, ella se ríe, y Martin le toma la mano.

-¿Qué tal si comenzamos a beber algo más fuerte?-pregunta Harrison.

-No creo que sea buena idea, hadita de los dientes-dice Tom riéndose de su amigo, recordando cómo le tendí una trampa hace unos días, todos nos reímos y Harrison pone cara de pocos amigos.

-Juro que el tequila está prohibido-dice levantando la mano.

-Y el vodka-dice Tom mirándome.

-¿Por qué?-pregunto, me levanta una ceja y ruedo los ojos.- Ni mis padres han logrado que deje de tomar vodka en alguna ocasión, ¿Qué te hace pensar que tú si?

Los demás se ríen y yo le guiño un ojo a Tom, me dirijo a la cocina para sacar vasos, mientras Harrison se acerca con Martin para buscar las botellas de alcohol. No, no es necesario beber, pero debo admitir que me encanta ver a Harrison ebrio.

Luego de una hora y algo más mientras comemos, jugamos Just Dance y bebemos (juro que solo he tomado un vaso de vodka naranja, el resto ha sido solo jugo), el timbre suena, Martin se levanta a abrir la puerta.

-Debe ser la pizza-dice Zendaya mientras intenta sentarse, se cae y todos nos reímos.

-¿Qué haces aquí?-pregunta Martin en español a alguien en la puerta.

Oh no, por favor, no. Me levanto rápidamente y corro hacia la puerta. Mi peor pesadilla está en el portal de la casa de Martin. Bueno ya, estoy exagerando, no es mi peor pesadilla, pero son solo malas noticias.

-Hola-dice Claudio.

Mierda.    

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