Elemental

La cama de una plaza tiene un edredón rojo y dorado, encima tiene un sombrero negro y un cajón lleno de papeles. Avanzo hasta llegar al famoso despacho donde Holmes y Watson resolvían los misterios.

Las murallas tapizadas de rojo, la chimenea que encima tiene un estante con varios objetos que no conozco, los sitiales de madera acolchados, tal como uno se los imagina. Una estantería llena de gruesos libros y carpetas, de los casos que han tenido. Me hubiese gustado venir antes, porque siento que no estoy disfrutando como debo el museo.

-¿Lista para subir?-me pregunta Tom a mi lado. Me volteo a mirarlo y le sonrío sin muchas ganas.

-Vamos.

Hemos venido aquí con la esperanza de que me distraiga, y hasta ahora no ha resultado. En una hora o menos, saldrá a la luz el artículo que nos delatara ante el mundo. No hay nada que hacer, solo resignarse. Después de todo, sabía que ocurriría eventualmente, solo que pensaba que no tan pronto, y tan de improviso. Tenía la idea de que Tom conociera a mis padres, que estos se dieran cuenta de la increíble persona que es, pero...

Subimos las estrechas escaleras que tienen una alfombra roja con blanco, hasta llegar al segundo piso donde lo primero que se ve es un largo sillón tapizado de un fuerte rojo carmesí, las murallas con el mismo tapiz rojo de abajo, muchos cuadros y relojes colgados en las paredes. Hay una pequeña mesa con candelabros y platos de plata, lista para que alguien llegue y se siente. Entramos, a la izquierda hay una chimenea cuyo fuego esta encendido, y a su lado, sitiales de madera tapizados con una delicada tela color crema. Entre ellos, una pequeña mesita redonda que tiene una lupa, un sombrero negro y un sombrero café encima. Junto a la puerta hay un escritorio de madera antiguo, repleto de libros, adornos de plata y otras cosas cuyo nombre no sé.

-Esta se supone que es la sala donde vive Watson y la señora Hudson-me dice Tom a mi lado.

-Parece como si fuesen a llegar en cualquier momento-le digo, observando la chimenea.

-Es la idea-me dice con una media sonrisa.

Coge mis manos y las acerca a su boca, para darle un beso a mis dedos. Le sonrío, miro a los lados, y me coloco de puntillas para darle un corto beso en los labios.

-¿Qué hay arriba?-pregunto.

-Objetos de los casos más famosos.

-Vamos-digo, jalándolo.

Subimos otras escaleras, y entramos a una habitación con varios estantes que tienen dentro objetos de los casos de Sherlock Holmes. También hay una silla, una especie de baúl que a un lado tiene un agujero cubierto por cerámica blanca, una mesita de noche con algo similar a una lámpara encima, una pequeña chimenea recubierta de color verde con puntitos negros, un escritorio, una mesa que en su interior tiene un cuaderno y una lupa, cubiertas por una vitrina, un espejo... hay muchas vitrinas con objetos peculiares. Pasamos a otra sala con figuras de cera de los personajes y casos más importantes de Sherlock Holmes.

Cuando finalmente salimos del museo, me siento algo mejor, nos subimos al auto antes de que nos empapemos con la lluvia.

-¿Te ha gustado?-me pregunta.

-Sí, ha sido bueno para distraerse un poco-le digo. apoyo mi cabeza en su hombro mientras seguimos avanzando por las calles.- ¿A dónde vamos a ir ahora?

-¿Qué te parece conocer finalmente Ciudad de Londres?-me pregunta.

Minutos después, vamos caminando por las calles, que no están muy concurridas debido a la lluvia, mirando los grandes edificios que Tom me muestra. Llevo un paraguas en mi mano derecha, y la otra la llevo cogida de Tom. Vemos el banco, que tiene grandes riquezas y lingotes de oro, la casa donde vive el alcalde de Ciudad de Londres, el centro comercial más caro del mundo, hasta llegar a unos pequeños bancos de piedra que tienen inscripciones sobre un incendio ocurrido hace muchos años.

Una gran edificación de piedra con una inscripción que no logro entender se encuentra junto a los bancos, y luego un gran pilar hacia arriba se extiende. Tras los bancos, el edificio, completamente de vidrio, tiene encima de estos unas estructuras metálicas que van en espiral hacia arriba.

-Cuando encienden la luz, parece fuego-me explica Tom, viendo como observo el edificio.

-¿Esa no es torre de Londres?-le pregunto, cuando diviso a lo lejos la cúpula.

-Sí, recuerda que fue un fuerte construido justo al lado para vigilar a los habitantes de ciudad de Londres-me explica.

-Me cuesta imaginarme esto como un lugar construido únicamente de madera.

-En ese sentido, Londres es increíble-dice Tom.- Hay lugares completamente antiguos, como torre de Londres, justo al lado de lugares modernos como lo es el centro comercial.

-Es muy lindo-digo, mirando hacia el puente.

-¿Tienes hambre?-me pregunta.

-Algo-digo. Frunzo el ceño. No me he dado cuenta del tiempo que ha pasado.- ¿Qué hora es?

-Las dos-responde.

-Ah-digo, ignorando lo obvio.

-Aun no sale el artículo.

Lo miro de a poco, nerviosa de que se moleste de mis preocupaciones. Tom me sonríe con amabilidad. Pasa una mano por mi cabello, acariciando mi nuca, y cierro los ojos automáticamente.

-Si no quieres que me quede dormida de pie, debes detenerte-musito, disfrutando de sus caricias. Tom se ríe.

-Vamos a casa-me dice. Toma mi cara entre sus manos y me besa.

Por un instante, quiero alejarme, porque estamos en público. Pero luego, no me importa en lo más mínimo, dejo caer el paraguas y agarro el cuello de su chaqueta para acercarlo más a mí. Sus labios se mueven lento sobre los míos, y su lengua roza la mía con delicadeza. Si ya todo se descubrirá, que más da.

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