Un viaje de ensueño

Termine por cubrir mi rostro con mis manos mientras tosía un poco, esperando no contagiar a la gente de mi alrededor, haciendo que Kyojuro quien se encontraba a mi izquierda dejara de comer para poner el dorso de su mano sobre mi frente.

– No tienes fiebre, aun así, viniste. – Un tono de culpa se oyó en sus palabras, mientras que yo tomaba su mano entre las mías, besándola con dulzura para tratar de aliviar su pesar.

– Estoy bien, no debes de preocupar. – Dije mientras tosía internamente, invalidando completamente lo que acababa de decir. – Yo no.... no te dejare solo. – Fueron mis palabras mientras volvía a besar sus manos, sintiendo como la mirada que posaba en mí se suavizaba aún más.

No dijimos nada más, y el siguió comiendo la décima caja de bento que había comprado, ahora que se la capacidad estomagal de mi marido me preocupa que se haya estado quedando con hambre por mi culpa.

– Kyo, ¿Te quedas con hambre cuando cocino? – Termine de preguntar mientras veía como la comida no paraba de bajar y bajar a un ritmo alarmante.

– A veces, pero no te preocupes, puedo cocinarme a mí mismo si tengo mucha hambre, esto es gula más que nada, UMAI. – Dijo tras finalizar su oración, ahora me preguntaba si realmente había estado manteniendo bien alimentado a mi marido, con todo el ejercicio físico que hace no me sorprende que sea capaz de comer comida para un batallón completo el solo. – No tienes por qué poner esa cara. Estoy bien. –

– Me esforzaré más por ser una buena esposa. – Dije decidida mientras cerraba los puños, con ojos brillantes mientras pensaba en que platillos con mucha proteína podía cocinarle una vez que volvamos a casa.

Kyojuro bajo los brazos que sostenían su cena, bajando su cabeza también hasta estar en mi altura, chocando su frente con la mía mientras cerraba los ojos y respiraba con profundidad. – Ya eres una esposa extraordinaria. – Y tras esas dulce palabras me dio un dulce y casto beso en la frente, uno que me hizo sonrojar mientras que tomaba uno de sus brazos para ocultar mi rostro avergonzado en este, escuchando una ligera risa por parte de mi marido.

Volviendo a comer, pero ahora conmigo colgada a uno de sus costados comenzó a decir su típico "Umai" mientras tenía la comida en la boca, ganándose la mirada de varios viajeros curiosos por el ruido estridente de mi marido comiendo.

Alguien se nos acercó por la derecha de mi marido, pensé que era alguien quejándose por el ruido que el hacía al comer, pero nada más lejos de la realidad.

– Eh, disculpe. – Dijo el joven de haori de cuadro negros y verdes.

– ¡Umai! – Exclamo mi marido girándose sobre sí mismo para ver al trio de niños que estaban parados a mitad del pasillo, con catanas mal escondidas en sus ropajes.

– ¿Kamado Tanjiro? – Fue lo primero que dije mientras veía como el chico posaba sus ojos rojizos sobre mí, un tanto desconcertado por la forma en que mi esposo estaba comiendo mientras que yo simplemente comencé a hablarle. – Hasta que no termine de comer no creo que puedas tener una charla con el ¿Por qué no te sientas en frente de nosotros y esperas? Tus amigos pueden sentarse cerca también. –

– Eh ¡Muchas gracias, señora! – El joven se quitó la caja de la espalda y se sentó enfrente nuestro un tanto rígido mientras que el de amarillo trataba de jalar a su compañero con cabeza de jabalí de la ventana, ya que parecía querer saltar por esta. – Eh, disculpe mi atrevimiento, pero, ¿Podría decirme quien es usted? –

– Mi nombre es ____(Yuna) Rengoku. Soy la esposa de Kyojuro. – Sentí un ligero calor en mi pecho al decir esas palabras. Ahora que sabía mis sentimientos por Kyojuro, no me molestaba saber que era suya de todas las maneras posibles. – Y si te lo preguntas, no, no soy parte de la cofradía de cazadores de demonios. –

– Ya veo. – Dijo el preadolescente mientras se tocaba la barbilla pensando para sí mismo. – Aun así, tiene una catana con usted. – Solo sonreí ante su comentario, algo que lo hizo sonrojar ligeramente mientras repetía que esperaba no haberme ofendido por su atrevimiento, algo que me recordó un poco a Senjuro, llenándome de ternura. – Pero sabe que hay demonios en este tren ¿Por qué ingreso estando embarazada? –

– Kamado Tanjiro. – La voz de mi esposo nos sorprendió tanto a mi como al joven que se sobre salto al escuchar su nombre, parecía que Kyojuro finalmente había terminado con las cajas de bento por lo que podía ver. – Mi esposa no tiene nada que ver con la cofradía, y me gustaría que siga siendo así, no tienes por qué preocuparte por ella de ninguna manera, yo la protegeré de cualquier peligro. –

– También puedo defenderme sola, tonto. – Exclame con un ligero sonrojo mientras golpeaba su costado levemente, haciéndolo reír con fuerza, para que luego llamara a las empleadas del tren para tirar las cajas de bento que había comprado. – Supongo que la caja que llevas ahí es donde está tu hermana ¿No es así, Tanjiro? – Termine por preguntar mientras me recargaba en el hombro de Kyojuro, un poco cansada, a decir verdad.

– Así es, ella es Nezuko ¿Su esposo le conto sobre nosotros? – Pregunto mientras acariciaba la caja con amor.

– Algo así. – Respondí de vuelta.

– Si, ese demonio demostró algo que fue aprobado por el Señor, así que no lo cuestionare. – Esta era la primera vez que escuchaba hablar a Kyojuro de su señor, la cabeza de los cazadores de demonios, quien regia sobre todos ellos. No puedo imaginar cómo será la relación que tiene con Kyojuro, el pilar de la Llama. – Aun así ¿Por qué están en este tren? ¿Tienen alguna misión? – Pregunto mi marido con firmeza.

– Eh, bueno. Se nos indicó acompañarlo Rengoku-san, además que quería hacerle una pregunta. – Hablo el joven Kamado mientras que mi esposo le daba la oportunidad de explayarse más abiertamente. – Vera, mi padre era un hombre enfermizo, sin embargo, el llevaba a cabo su Kagura en la nieve que congelaba los pulmones. . . . Y entonces ¡La danza del Dios del Fuego! ¿Conoce algo sobre ella? –

– ¡No tengo idea de lo que estás hablando! – Aquella respuesta por parte de mi marido descoloco tanto al joven Kamado como a mí, ya que lo decía tan seguramente de sí mismo como siempre que era hasta gracioso. – Una danza que también se puede usar en combate, una herencia que te dejo tu padre, debes de sentirte afortunado. Bueno, parece que este tema quedo resuelto.

– Pe-pero- El niño, sin saber muy bien cómo reaccionar ante la flamante personalidad de mi marido se quedó con la boca abierta mientras que Kyojuro seguía con su perorata.

– ¡Se mi aprendiz! ¡Te cuidare muy bien! – La cara de confusión nadie se la podía quitar al joven Tanjiro, girándome sobre mi misma, comencé a reír mientras que estos dos comenzaban una función en el medio del tren.

De pronto vi como el conductor venia pasando con una cara demacrada por el cansancio, vino pidiendo el ticket de abordo, el cual le entregué con algo de sospecha mientras los demás hacían lo mismo. Las luces tintinaron, apagándose de golpe, para luego volverse a prender, llevándose consigo la risa de mi marido, solo dejando una estela seria en su bello rostro.

Levantándose de su asiento, tomo su catana entre sus manos con una firmeza practicada, y con una sonrisa en el rostro comenzó a hablar. – Señor conductor, lleve a los civiles a otro vagón, por favor evacue el área. Es peligroso permanecer aquí. – Se giró sobre sí mismo, para verme a mí, levantada y con mi catana lista para pelear. – No te separes de mí, ___(Yuna), y trata de no usar tu catana, solo si es extremadamente necesario. – Asentí con la cabeza mientras caminaba hacia él, decidida a seguirle el ritmo.

Las luces parpadearon nuevamente, cerré mis ojos tratando de concentrarme para encontrar la energía maligna del demonio, y en cuanto los abrí, ahí estaba el. Un cuerpo masculino y fornido, con cuernos en su cabeza desfigurada, con bocas que salían de sus costados y ojos que parecían bailar por su expresión. Me impresionaba habérmelo encontrado tan de golpe, era muy diferente al demonio niño que había conocido la vez anterior, pero sin duda tenía la misma energía.

– Así que escondías ese enorme cuerpo con una Técnica de Sangre. – Exclamo mi esposo mientras se ponía en una posición de batalla. Aquel demonio gruño con intensidad, lanzándose al ataque contra mi amado Kyojuro, que sin pensarlo ni un solo segundo desenvaino su espada cortándole la cabeza en ese mismo instante. Rompiendo la puerta del siguiente vagón, Kyojuro miro más adelante percatándose de algo que yo ignoraba por mi falta de experiencia. – Hay otro más adelante. – Exclamo para comenzar a ir hacia los vagones más cerca de la locomotora, siendo seguido tanto por los niños como por mí.

La criatura se cernía con sus largas extremidades sobre los asientos, asustando a todos los pasajeros, que, rápidos como el viento, huyeron lo más veloz que podían permitirle sus pies. La criatura nos miraba desde su altura, con largos colmillos saliendo de su boca, salivando un poco por la comisura de sus labios. Al mirar un poco más haya me di cuenta que había un hombre atrapado entre las piernas del monstruo, demasiado asustado como para moverse.

– ¡Vamos! ¡Tenemos que matarlo! – El cabeza de jabalí salto al combate sin siquiera pensar en salvar al pasajero, golpeando y cortando con éxito algunas partes de las extremidades del demonio, pero su ataque fue frenado por el brazo de este, quien se disponía a atacar si no fuera por la velocidad de Kyojuro al reaccionar.

Tomo entre sus brazos al joven Hashibira, logrando ponerlo en un lugar a salvo de los golpes del demonio, para luego girar sobre su propio eje con velocidad, corriendo hacia el hombre que se escondía entre los asientos del tren, tomando su cuerpo entre sus brazos para llevarlo al otro extremo del vagón.

Con el demonio siguiéndolo por detrás, tome la decisión de desvainar mi catana, cortando con un claro tajo todo el torso expuesto a mí que el demonio había puesto a mi disposición por haberse concentrado solamente en Kyojuro. – Segunda postura: Danza del aguijón de abeja, Aleteo. – El demonio sorprendido por mi silenciosa presencia utilizo sus largos brazos para tratar de atacarme, pero ya era demasiado tarde para él. El veneno había entrado en su sistema, con ese corte tan profundo y en un área tan grande y vulnerable como era el pecho, no me sorprendía que muriera tan rápido. – Este es el segundo demonio que asesino. – Dije mientras llevaba mi mano a mi pecho, sintiendo el rápido palpitar de mi corazón.

– ¡____(Yuna)! ¡¿Estas bien?! – pregunto Kyojuro mientras ambos veíamos como el demonio perdia su forma corpórea para volverse simple polvo en el ambiente. Kyojuro me miro con una sonrisa mientras acariciaba mi cabeza con dulzura. – Haz hecho un buen trabajo. – Cerré los ojos mientras sentía como sus dedos callosos se enredaban en la suavidad de mi cabello, gozando de la suave caricia.

– ¡Eso ha sido increíble! – Exclamo con energía el joven Kamado mientras se acercaba a nosotros dos. – ¡También quiero aprender las posturas de la llama! – No solo él quería ser entrenado por mi marido, sino que los otros dos niños también parecían ansiosos por serlo. Casi revoloteando a su alrededor como mariposas en una flor mientras reían a la par que mi marido, quien encantado los acepto a todos como sus discípulos.

Finalmente terminamos por sentarnos en nuestros respectivos lugares, acomodándonos para el largo viajes que se nos presentaba, sin saber muy bien dónde es que pararíamos. Cerré los ojos por un cansancio abrumador que calo en lo más profundo de mis huesos, acostando mi cabeza en el hombro de Kyojuro mientras que el recostaba su cabeza sobre la mía, entrelazando nuestros dedos, apretando mi mano con dulzura mientras el sueño se apoderaba de nosotros dos.

Era un día lluvioso, casi torrencial en lo que a mi respectaba. Con el cielo recubierto por un enorme manto grisáceo, miraba por la puerta shoji abierta el caer de las gotas mientras cargaba en mis brazos a un pequeño bebe que dormía pacíficamente en mis brazos.

Ame, mi pequeña hijita se encontraba durmiendo en mis brazos, con sus pequeñas manos estirándose en un sueño incomprendido. A mi lado se encontraba una hermosa mujer de cabello negro y ojos rojizos, mirándome con una sonrisa mientras me pedía cargar a mi hija.

– "Por supuesto." – Dije mientras le entregaba mi pequeño tesoro a la mujer que se encontraba dentro de un futon, sonriendo a la carita de mi querida hija mientras le acomodaba con sumo cuidado su pequeño cabello idéntico al de su padre.

– "Sabes." – Dijo la susodicha mientras comenzaba a mecer a Ame, quien se había despertado, seguramente por el cambio repentino de quien la cargaba. – "No le he dicho esto a Kyojuro aun, pero estoy muy orgullosa de ustedes dos." – Había lágrimas en sus ojos carmesí, no sabía si eran de orgullo o de dolor por algo desconocido para mí, pero aquella mujer comenzó a llorar en silencio mientras abrazaba con amor a mi pequeña hija.

Lo único que supe hacer es rodear a esa señora con mis brazos, sintiendo que de alguna manera era mi responsabilidad esas lagrimas que caían por su rostro, aunque no la conocía de nada.

– "Estoy agradecida que seas la esposa de mi Kyojuro." – Dijo la señora entre mis brazos mientras yo le acariciaba la cabeza, mirándonos a los ojos una vez que nos separamos, finalmente dándome cuenta de quien se trataba esta mujer al ver esa sonrisa tan tranquila y dulce que mi esposo solía dedicarme en sus tiempos de tranquilidad.

Ella era Ruka, la madre de Kyojuro.

Sentí unos brazos rodeándome por detrás. Eran delgados, pero se notaba la fuerza en ellos, capaces de cargar con una catana y cortar las cabezas de los demonios. Tenía el típico uniforme de los cazadores de demonios, con una falda realmente larga y un enorme tajo en una de sus piernas. La mujer que me estaba abrazando tenía un haori que recordaba a las olas del mar, y sentí como las lágrimas comenzaron a fluir de mis ojos al darme cuenta de que quien me abrazaba era mi propia madre.

– "Tienes que escapar de esta prisión." – Solamente podía llorar más al escuchar su voz, una que pensé que había olvidado hace tanto tiempo, pero que sin duda logré recordar en el momento que mi madre dijo esas palabras. – "Hay un demonio que está ejerciendo su poder para hacerlos dormir, tienes que despertar, hija mía." –

– "¿___(Yuna)? ¿Estás bien?" – La voz de Kyojuro me hizo abrir mis ojos llorosos mientras sentía como posaba su brazo sobre mí.

Mire la escena que tenía enfrente de mi nariz, Shinjuro se encontraba sentado en la mesa con sus dos hijos, disfrutando de una comida familiar sencilla mientras que Kyojuro sostenía en brazos a nuestra hija, la cual estaba tan dormida como lo estaba antes.

¿Esto es un sueño? Parecía demasiado real como para serlo, pero no podía ignorar las palabras de mi madre, ya que ella estaba muerta y sería imposible que realmente me pudiera abrazar. Me levante de la mesa, sintiendo como todos los ojos eran depositados en mí, necesitaba encontrar una manera de despertarme, pero no sabía cómo hacerlo.

De pronto una idea apareció en mi cabeza, cuando mueres en un sueño sueles despertarte por el susto de tu propia muerte.

Camine hacia la cocina y tome un cuchillo de cocina, sin saber si lo que estaba a punto de hacer realmente era lo correcto. – "¿Cuñada?" – Pregunto la voz de Senjuro, un poco inseguro de lo que iba a hacer con el objeto afilado que tenía en mis manos.

Coloqué el cuchillo en mi cuello, tratando de cortar la suave piel lo más pronto posible, pero fui detenida, no solo por el fuerte brazo de mi marido mientras cargaba a nuestra hija con el otro, y los aun poderosamente fuertes brazos de mi suegro quien me sostenía para evitar que me hiciera algún daño.

– "¡____(Yuna)! ¡¿Qué demonios?!" – Pregunto Shinjuro mientras retiraba el cuchillo de mis manos.

– "____(Yuna) . . ." – La voz de incredibilidad en el tono de Kyojuro había logrado romper mi corazón mientras me miraba con un rostro que solo reflejaba espanto. – "¿Qué es lo que pasa ____(Yuna)? ¿Por qué hiciste eso?" – Su voz casi se rompe en llanto mientras hablaba.

– "Kyojuro ¿Recuerdas cuando te confesé mi habilidad para ver el futuro?" – Dije yo sin poder levantar el rostro y mirarlo, sin poder ver los ojos de desesperación con los que me miraba. – "Necesito que confíes en mi otra vez." – Necesito que confíes, para poder salvar al verdadero Kyojuro.

– "Eso es diferente a esto." –

– "Créeme, es exactamente igual." –

Kyojuro cerro la mano con frustración mientras que Shinjuro y Senjuro no entendían nada de nuestra conversación. Rápidamente tome el cuchillo de las manos de mi suegro distraído, quien rápidamente intento atraparme si no fuera por su hijo mayor que se lo impidió, dejándome la oportunidad perfecta para escapar.

Corrí y corrí por las calles de la ciudad sin mirar atrás, tratando de ignorar los gritos de mis familiares a mis espaldas, escondiéndome en los rincones más oscuros del pueblo mientras trataba de controlar mi agitada respiración.

Finalmente me había detenido en una arboleda de bambú, tratando de calmar mi corazón mientras miraba el filoso objeto de acero entre mis manos. Tragando saliva, coloque la parte filosa en mi cuello, sintiendo como todo mi cuerpo comenzaba a temblar mientras que el sudor caía por mi frente y rostro, pero, aun así, corte.

Me desperté con un grito en el asiento del tren, viendo como este estaba recubierto por una especie de material carnoso. Unos tentáculos del mismo material se estaban acercando a mí con intenciones no muy buenas seguramente, así que tome mi catana y comencé a dar pequeñas estocadas en cada uno de los tentáculos, viendo de manera desalentadora que el tamaño del demonio era demasiado grande como para que el veneno le haga algún daño significativo.

No veía a Kyojuro por ningún lado, más la niña demonio y el joven de amarillo se encontraban en el mismo vagón que yo. – ¿Están bien? – Termine preguntando mientras me acercaba a ellos dos, viendo cómo podían encargase fácilmente de lo que a mí me costaba horrores.

– Rengoku-san nos pidió que la cuidáramos. – Respondió con los ojos cerrados el joven de nombre Zenitsu, si no mal recordaba.

– ¿Dónde se encuentra el? – Pero antes de que pudieran contestar, el tren decidió volcarse, haciendo que todos en su interior termináramos golpeados. Yo hubiera terminado mucho más herida si no fuera por la niña demonio que me cubrió con su cuerpo, evitando que recibiera algún daño yo o mi bebe. – Muchas gracias Nezuko. – Dije mientras acariciaba su cabeza, tras eso, me ayudo a salir por una ventana rota que se encontraba cerca de nosotras.

Esta escena se me hacía familiar, sin duda era el escenario de la muerte de Kyojuro, y no tardaría en llegar el demonio que acabaría con su vida.

Agradeciendo su ayuda, corrí lo más rápido que mis piernas daban hacia la locomotora, donde recordaba que sería el punto más cercano al enfrentamiento.

Y allí se encontraba, con su cabello rosado y ojos amarillos, con esas pestañas azuladas que resaltaban su tés pálida, Akaza, el demonio que hoy acabaría con la vida de mi marido.

O no si podía evitarlo.

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