"Lo que fue el final" (FINAL 1)

–¿Cómo? –. No le entendí.
–¡No estoy bromeando! Mira –. Abrió la rebeca que llevaba puesta mostrando un enorme ojo de cerradura sobre su pecho–. Una vez que decidas abrir la puerta, todo esto acabará. Mis sueños se destruirán... –. Miró al suelo con tristeza.

Debía hacerlo, sino nos quedaríamos encerrados para siempre allí, en sus sueños, o, mejor dicho, sus pesadillas. Acerqué la llave hasta su pecho, y esta desapareció. El cuerpo de Emily se iluminó, y de pronto el suelo tembló.

–Ya está, lo hiciste, este mundo será destruido –dijo una voz a mis espaldas. Era la adolescente Emily. Extendió su mano esperando a que se la tomase–. Ahora decide entre las dos.

¿Decidir? ¿Tenía que elegir a una de las dos si eran la misma persona? O la pequeña Emily o la crecida Emily... Quise pensarlo más tiempo cuando el suelo se empezó a quebrar. Yo...

Abracé a la niña que sufrió y no fue capaz de crecer como era debido. En ese mismo instante, me hice una promesa a mí mismo. Iba a protegerla de todos los peligros, no permitiría que nadie le hiciera más daño, yo le daría la felicidad que una vez le faltó. Jamás conocí a alguien tan valiente y fuerte como ella.

–¡Sparty! –. Parecía asustada. Le cubrí toda con mis brazos, sin querer soltarle.
–No te voy a dejar, Emily, vamos a despertar juntos y empezarás una nueva vida. Te lo prometo.
–¿De verdad? –. Nuestros ojos chocaron de aquella emoción, y no pudimos evitar soltar unas lágrimas.
–De verdad, quiero protegerte, quiero que vuelvas a creer en el mundo real.

El terreno no soportó nuestro peso y comenzamos a caer al vacío. Los dos seguíamos abrazados, y no quería que ese apretón se acabase nunca. Ella me gritó, sin poder entender sus palabras.

–De...s...pier...ta...

Abrí los ojos. Sentía como si hubiese dormido una larga siesta. Me dolía un poco la cabeza y el cuello de la silla. Encima de mí tenía a Emily agarrada a mi chaqueta. Parecía que me había estado sacudiendo.

–¡Sparty! Por fin despiertas... Creía que no lo harías nunca... 

–¿Cómo? –. No le entendí.
–¡No estoy bromeando! Mira –. Abrió la rebeca que llevaba puesta mostrando un enorme ojo de cerradura sobre su pecho–. Una vez que decidas abrir la puerta, todo esto acabará. Mis sueños se destruirán... –. Miró al suelo con tristeza.

Debía hacerlo, sino nos quedaríamos encerrados para siempre allí, en sus sueños, o, mejor dicho, sus pesadillas. Acerqué la llave hasta su pecho, y esta desapareció. El cuerpo de Emily se iluminó, y de pronto el suelo tembló.

–Ya está, lo hiciste, este mundo será destruido –dijo una voz a mis espaldas. Era la adolescente Emily. Extendió su mano esperando a que se la tomase–. Ahora decide entre las dos.

¿Decidir? ¿Tenía que elegir a una de las dos si eran la misma persona? O la pequeña Emily o la crecida Emily... Quise pensarlo más tiempo cuando el suelo se empezó a quebrar. Yo...

Abracé a la niña que sufrió y no fue capaz de crecer como era debido. En ese mismo instante, me hice una promesa a mí mismo. Iba a protegerla de todos los peligros, no permitiría que nadie le hiciera más daño, yo le daría la felicidad que una vez le faltó. Jamás conocí a alguien tan valiente y fuerte como ella.

–¡Sparty! –. Parecía asustada. Le cubrí toda con mis brazos, sin querer soltarle.
–No te voy a dejar, Emily, vamos a despertar juntos y empezarás una nueva vida. Te lo prometo.
–¿De verdad? –. Nuestros ojos chocaron de aquella emoción, y no pudimos evitar soltar unas lágrimas.
–De verdad, quiero protegerte, quiero que vuelvas a creer en el mundo real.

El terreno no soportó nuestro peso y comenzamos a caer al vacío. Los dos seguíamos abrazados, y no quería que ese apretón se acabase nunca. Ella me gritó, sin poder entender sus palabras.

–De...s...pier...ta...

Abrí los ojos. Sentía como si hubiese dormido una larga siesta. Me dolía un poco la cabeza y el cuello de la silla. Encima de mí tenía a Emily agarrada a mi chaqueta. Parecía que me había estado sacudiendo.

–¡Sparty! Por fin despiertas... Creía que no lo harías nunca...
–Emily... –. Acaricié su rostro sin creerme que habíamos vuelto al mundo real. Estaba tan emocionado que le abracé con mucha fuerza.

Nos separamos al escuchar la voz del doctor con dos adultos.

–Están aquí... Sparty...

Mi mirada se desvió al televisor que había colgado en la pared dio una noticia que me impactó.

"Hoy ya hacen varios meses desde desaparecieron las dos hermanas Dream, cuyos padres fueron asesinados por salvarlas. Sus abuelos paternos piden que, si se saben algo de ellas, llamen a este teléfono".

Marqué el número para tenerlo guardado antes de ejecutar mi plan. Fui a la ventana, la abrí y vi que solo estábamos en la planta baja. Cada vez la conversación se oía más cerca. Emily se asustó, escondiéndose en mis piernas.

–Sparty, no dejes que me lleven con los monstruos...
–Tengo un plan, mantente en silencio.

Ella asintió. Le sostuve entre brazos y saltamos por la ventana, saliendo del hospital. Íbamos a escapar de ese lugar. Le pedí que se subiese a mi espalda y corrí. Debía alejarle de allí, escondernos y llamar a su verdadera familia.

–Emily, escúchame. Vamos a ir a mi coche y vas a darle al botón verde del móvil. Después, marcarás el 112 por si nos persiguen. ¿Entendido?
–Sí, pero... ¿Ellos no son mis padres de verdad?
–No, por desgracia se deshicieron de los tuyos y os secuestraron a ti y a tu hermana. Bueno...
–Lily ya no está.
–Ya. Vamos a apresurarnos antes de que se den cuenta de que te has pirado –. Arranqué el coche y conducí lo más rápido posible. Emily tocó el móvil y sonaron varios tonos hasta que cogieron la llamada.
–¿Familia Dream, dígame? –contestó una mujer.
–Hola, aquí Sparty, tengo a una de sus nietas, recién salida del hospital. Vi su número en la televisión y quiero quedar para que vuelva con su verdadera familia.
–¿De verdad? ¡Cariño! ¿Quién está contigo, Sparty?
–Después lo verá. Dígame su dirección, por favor. Quiénes la secuestraron creo que nos están siguiendo y pronto nos pisarán los talones –dije asustado al ver por uno de los retrovisores un coche negro donde iban esos monstruos.

Nos dijo la calle y el número.

–Está a unos diez minutos de dónde estamos, nos veremos allí.
–Tengan cuidado.
–No se preocupe, le llevaré a su nieta sana y salva –. Colgué. Miré a Emily, que estaba observando con miedo la ventana. Apoyé mi mano en su hombro para calmarle–. Tranquila, ya casi estamos.

Por primera vez, me salté las normas de circulación. Seguro que me quitarían el carné de conducir y me caía una buena multa. No sabía qué hacer, solo pisar fuerte al acelerador e intentar ir con la familia Dream. Al llegar, tres coches policía se interponían. Uno de ellos sacó un pedazo de arma (desconocía que era), y derribó haciendo explotar el auto que nos perseguía. Di un freno brusco casi a punto de que mi coche diera un vuelco. Los agentes nos hicieron una señal y salimos cogidos de la mano.

–¿Sparty? ¿Eres quién trae a la niña Dream?
–Sí, soy yo.

Agarraron a la pequeña de la mano y se la llevaron a la casa. Ella se resistió.

–¡No! ¡Quiero ir con Sparty!
–¿No les importaría si voy? Quería decirles unas cosas a sus abuelos, se lo pido.

Los policías se miraron no muy convencidos.

–Está bien, chico. Ya nos contarás tus infracciones y cómo la has traído.

Miedo me dio. Juntos, ella y yo, entramos en la casa de los Dream, su hogar. Nos abrió su abuela, una mujer de unos sesenta años, vestía con un camisón y parecía haber llorado mucho por sus ojos enrojecidos.

–Emily... Eres tú...
–¿Abuela? ¡Abuela!

Se abrazaron. Fue muy emocionante ese encuentro, me sentía contento de haber hecho algo por ellos.

–Sparty, ¿te importaría si hablamos un momento? Dejaremos a Emily con mi marido.
–Claro –. Entramos. Esa casa tan solo era un humilde hogar de dos ancianos, parecida a la que tenían mis abuelos. Muy pequeña y con un olor a jabón agradable. Nos sentamos en el sofá mientras Emily disfrutaba del reencuentro con su abuelo.
–Sé lo que le hicieron a mi Lily... En realidad, las dos nacieron sanas, pero esos dos patanes las unieron y dieron el cuerpo de una de mis pequeñas para forrarse. También se aprovecharon de mi hijo y cuendo se dio cuenta... –. Se tapó el rostro soltando algunas lágrimas.
–Lo lamento mucho, tan solo quiero que ella sea feliz y nadie más le haga daño. Si no me hubiese quedado dormido y atropellado, jamás hubiera sabido qué ocurrió.
–¿Estuviste en sus sueños, verdad? –dijo de repente.
–¿Cómo sabe usted eso?
–Todos los Dream nacemos con un poder especial, los sueños. Nuestros antepasados los usaban para hacer sus sueños realidad. Otros guardaban sus tesoros más preciados mediante puertas.
–Ella ocultó su pasado...

Se secó la cara con los dedos y sonrió.

–Jamás creí que uno ajeno a la familia podría acceder al poder de un Dream. Eres especial, Sparty. Te agradezco mucho que la hayas traído a su familia, no me importa de la forma que lo hayas hecho. Por cierto, yo llamé a la policía porque sabía que ellos dos os harían algo, pero ya no lo contarán más.
–Ahora Emily vivirá contenta. Bueno, será mejor que me vaya –. Me levanté y fui a la puerta.
–¿Estás seguro? No creo que a mi niña no le guste que te vayas. ¿Por qué no te quedas con nosotros? Ya eres uno de los nuestros.
–Tengo un trabajo, una vida... Me estaría metiendo en lo que no me llama.
–Has salvado a mi nieta, quiero recompensártelo así. Y también pedirte que sigas cuidando de Emily, Sparty. No necesitarás trabajar tantas horas por un sueldo pobre y vivirás bien.

Me pareció extraño su manera de agradecer. Por una parte, quería quedarme, pero...

–Dejaré que ella decida –respondí –. Si acepta, me quedaré. Si no, me iré.
–Como tú quieras –. Volvió a sonreír sabiendo la respuesta.

~~~
Ya hace un año tras ese accidente, unir a una familia y unirme a ella. Emily quiso que me quedase con ella, diciendo "quiero que estés conmigo para siempre", y así será. Dejé mi trabajo, mi vida aburrida. Por suerte, no me multaron por pasarme ya que fue una emergencia. El rescate de la pequeña Dream salió por todos los canales, incluso les hicieron entrevistas a sus abuelos, quiénes fueron los que pidieron ayuda. Por muy reducida que estuviese la familia, era encantadora. La abuela y cabeza de familia, Cristina Dream, me enseñó los secretos sobre los sueños y nos dimos cuenta que Emily y yo formábamos parte de las versiones alternativas del bien y mal, cosa que no entendí.

–Emily, me gustaría que fueras a un sitio conmigo –le dije.
–¿Es una sorpresa?
–Quién sabe, me gustaría que lo vieses con tus propios ojos –. Le cogí de la mano y viajamos durante unas horas en coche. Le puse una cinta tapándole la cara y le guíe por el lugar. Después, le quité los zapatos, sintiendo la arena cálida y mucho más adelante, el mar frío.
–¿Esto es?
–Sí –. Le quité la venda–.
–Sparty... Es el mar... –dijo emocionada apretando fuerte mi mano.
–Es lo que más deseabas, ¿no?

Si decir nada, me dio un apretón tan fuerte que nos caímos al suelo y nos mojamos. Nos reímos y acaricié su pelo revuelto.

–¿Qué te parece si nos damos un baño?
–¡Sí!

Al final, los sueños de Emily dejaron de ser pesadillas y lo más deseaba se hizo realidad.

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