El comienzo.
Dicen que cada cien años un séptimo hijo varón nace y se convierte en bestia, también dicen que pasado un siglo una séptima hija nace para convertirse en bruja, ¿qué sucedería si cada cien años especies diferentes se cruzaran? Y, ¿qué sucedería aún si de ese cruce nace una especie prohibida para este mundo? Una especie que debe ser extinta, una inmortal que heredaría los dones de sus padres condenando así a los miembros de cada clan.
Pasaron meses antes de que las familias de los cinco continentes se unieran en una fiesta. La música comenzó a sonar y los príncipes deberían abrir el baile pero, en el instante que sus miradas se encontraron y sus destinos se enlazaron, sus familias se enemistaron condenándolos a huir.
El cruel invierno había llegado y con él una multitud despiadada. La leyenda de la profecía se había extendido por el reino y los continentes cercanos; aquellos que esperaban una rendición serían los mismos que caerían en batalla. Dispuestos a todo arremetieron contra el cerco de aquel terreno, pese a las advertencias de los carteles siguieron su rumbo adentrándose aún más en el sombrío bosque, más allá de la Arboleda, cruzando el lago, se encontraba una cabaña que aún con tanta tormenta seguía en pie. Una tenue luz amarillenta dejaba ver dos siluetas dentro del hogar; antorchas se encendieron con la furia humana y una roca se estrelló en aquella pequeña ventana, inmediatamente un llanto desconsolado reino en el lugar.
Hombres comandados por la ignorancia e inseguridad humana hicieron frente de batalla, la nieve blanca rápidamente comenzó a teñirse de un color carmesí, la sangre ya comenzaba a tocar el suelo pero, no era la sangre enemiga; su sangre comenzó a derramarse en el mismo instante que ellos salieron de su cabaña.
Allí se encontraba él, por una oscuridad que lo envolvía por completo, debatiendo con su bestia lo que era o no correcto, cuestionando su cordura pero defendiendo lo suyo; la pesada neblina en su alrededor no dejaban ver más que su cabello blanco despeinado, espalda erguida lista para su transformación y las manos, pálidas y fuertes con sus largas garras filosas perfectas para desgarrar, las que solo tenían el aroma más preciado para él, ahora olerían puramente a sangre.
Y allí, a su lado, se encontraba ella; envuelta por la misma oscuridad. Poderosa e inalcanzable, sus ojos puestos en su compañero y alternándolos contra sus enemigos. La neblina se hacia más espesa cuando sus ojos achinaba, la brisa furiosa movió su largo cabello rojizo hacia atrás y la comisura de su labio tomó una forma perversa y divertida en el momento que su amado se transformó, sabia con exactitud que la verdadera batalla comenzaba cuando varios de sus enemigos extendieron la huida por el bosque, pocos quedaron luego de los primeros desafortunados atacantes. Sin embargo, no estaban solos; los ojos dorados de la bestia buscaban con desesperación los de su compañera, un grito agudo y desgarrador salió de la garganta de la pelirroja, en ese mismo instante la bestia perdió el control, batallando para encontrar a su amada, desgarró cada hombre que se ponía en su camino y no permitía que llegue hacia ella; su olor incomparable lo llevó a la entrada de su hogar donde un hombre desmembrado yacía sobre la nieve, un metro más adelante su compañera se encontraba de rodillas sosteniendo lo más preciado para ellos, una manta rosa se encontraba bañada en sangre, tal parecía que su inmortalidad no le fue heredada.
Rápidamente la bestia blanca volvió a su forma humana para arrodillarse junto a ella, sus ojos dorados se encontraron con unos azules llenos de desesperación, aquellos ojos que una vez brillaron ahora se encontraban opacos, en un inmenso y profundo lago donde no había más que oscuridad. Aún así, ellos no podían dejar que eso sucediera, no mientras ellos vivieran.
Sus pensamientos se conectaron y la bestia volvió a transformarse, la pelirroja sostuvo firmemente lo que la manta cubría con calidez y subió sobre el lomo de su compañero, aquel lobo blanco de dos metros de altura comenzó a correr deprisa hacia la montaña vecina, la tormenta de nieve parecía ser más despiadada conforme avanzaban por el vasto bosque; minutos más tardes se encontraban frente a una cabaña parecida a la suya, un hombre calvo y de edad avanzada los observó con incertidumbre al observar el panorama, sin mediar palabras entraron a su vivienda colocando el cuerpo sin vida de su primogénita sobre una extensa mesa de madera. El hombre observó con resignación. Aún así, después de tantos años de amistad no pudo negarse tras semejante petición.
—¿Están seguros de esto? —Preguntó con inquietud.
—Lo estamos. —la voz de la bestia sonó más ronca de lo habitual —Aún así, debes prometernos que te harás cargo de ella, serás su mentor y la cuidarás, cueste lo que cueste. No puedes faltar a tu palabra.
La bruja y el lobo conectaron por última vez cuando el hechicero comenzó el ritual, ellos darían la vida por su pequeña; la inmortalidad le sería traspasada aún sabiendo que llegado el momento debería pagar un precio por ella. Pero, cuando el caos llegue ella podrá dominarlo, estará preparada.
Sangre de su sangre, dos almas encontradas y unidas por un propósito se plasman en su primogénita para dar paso a una nueva vida, una nueva Hera, un nuevo comienzo. Un destello blanco ilumina el lugar recorriendo los alrededores; la iluminación se desvanece y ellos ya no están, un llanto se hace presente y el pequeño iris da lugar a un color dorado que solo por un instante se logró ver, dejando un profundo color azul, tan azul como la piedra de lapislázuli de aquel collar que con sutileza fue dejado en su pecho por su madre en símbolo de protección.
—Aradia, ese es su nombre. —susurros repetidos golpearon la mente del hechicero dejando conocer su nombre, aquel nombre portador del caos que por años sería quien debía proteger hasta que su momento llegue.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top