Capítulo 7: "Algo más"

Ethan se levantó apenas de su cama, no había podido dormir bien desde que Hanny se había ido a Nueva York, la extrañaba y su ausencia se notaba. Escuchó un toque en su puerta y se detuvo al ver a su madre asomándose por detrás de esta, con una gran sonrisa.

Lo único que tenía de su madre eran los ojos, unos hipnotizantes de color azules, lo demás lo había sacado de su padre, el pelo rubio y la piel blanca, en su interior le hubiese gustado tener el cabello marrón de su madre.

— ¿Estás despierto? —preguntó entrando. Ethan asintió y se puso de pie.

—Sí, desde anoche—dijo mientras su madre caminaba hacia las ventanas y abría las cortinas de su habitación.

—Las extrañas, ¿verdad? — continuó con un tono más triste. Ethan suspiró.

—Sí, no sabes cuánto... no solo perdí a Renee si no que también a Hanny—afirmó con un poco de amargura. Su madre se acercó y negó con la cabeza.

—Hanny volverá, y Renee siempre estará con nosotros—trató de calmarlo.

—Nunca me gustó esa frase "con nosotros", es mejor "en nuestra memoria" ¿no crees?—le preguntó mirándola a los ojos.

—Me expresé mal. Ve a lavarte y baja a desayunar, tienes escuela—lo apuró golpeándole el trasero.

—Yo también te quiero—bromeó Ethan sonriendo mientras iba al baño. La madre de éste esbozó una sonrisa y salió de la habitación.

Ethan al terminar de ducharse, bajó rápidamente la escalera de la gran casa donde vivía junto a su madre y su padre. Este último era como si no viviera ahí, ya que sus negocios y dinero eran más importantes, por lo menos así lo pensaba él. Ethan tenía un hermano mayor, Andrew quien estudiaba su último año de leyes en Harvard y claro que lo extrañaba, su relación era muy buena. Cuando se dirigía a la cocina, Sofy, la nana de toda la vida de Andrew y Ethan lo detiene.

—Buenos días, mi niño—lo saludó.

—Buenas Nana Sofy, ¿dormiste bien? —la abrazó cariñosamente.

—Como siempre... tienes visitas.

— ¿Yo, a esta hora? —preguntó extrañado.

—Sí, una señorita muy linda y carismática, te está esperando en el living, ve— Ethan asintió y fue al living sorprendiéndose de la persona que lo estaba esperando. Piel blanca, pelo ondulado y revuelto de un marrón claro y ojos color avellana.

—Mary, ¿qué se supone que estás haciendo aquí? —le preguntó molesto. Mary se levantó del sofá nerviosa saludándolo.

—Vine a buscarte para que vayamos a la escuela juntos, como quedamos—respondió feliz. Ethan se cruzó de brazos anonadado.

—¿Estás loca? Jamás quedé en ir a la escuela contigo—Mary lo miró sin entender, estaba comenzando a enrojecerse—. Deberías ir a la escuela, so-la—dijo Ethan realmente molesto.

—L-lo siento, pero el mensaje...

—¿Qué mensaje?—ella sacó torpemente su celular y le mostró una conversación, de un número que claramente no era el suyo, pero que tenía una foto de perfil de él. Gruñó.

—Te hicieron una broma, boba. ¿Acaso no te diste cuenta? Ni en mil años te hubiera hablado— Mary se puso roja de vergüenza, bajó la mirada, no podía creer que había caído en algo así. Ethan suspiró hastiado, ¿qué tan tonta podía llegar a ser? No pudo negar que le produjo algo de lastima—. Mira, averiguaré quién fue y yo mismo lo golpeo, ¿te parece? —Mary asintió sin levantar la cabeza—. Ahora, es mejor que te vayas, la puerta está por allá—apuntó la puerta. Mary caminó a la salida, mientras Ethan la dirigía a ella. Cuando iba abrir, su madre hizo presencia extrañándose por la situación.

—¿Ethan, que sucede? —preguntó mirando la cara entristecida de Mary y la enojada de su hijo—. ¿Quién es la señorita?

—Nadie, ya se va.

—Ethan—le advirtió—, esa no es forma de presentar a alguien.

—Mary Carter, mucho gusto, no se enoje con Ethan todo es mi culpa, señora—aclaró tímidamente. La madre de Ethan bajó las escaleras y fue donde ambos estaban.

— ¿Eres la novia de mi hijo? —preguntó.

—Ojalá—respondió Mary sin pensar. Se quedó en silencio, quería que a tierra la tragara. La madre de Ethan comenzó a reír a carcajadas.

Ethan negó con la cabeza.

— ¿En verdad? ¿Te gusta mi hijo? —preguntó aun riendo—. Es muy difícil amar a un Reeds, te lo digo yo, que tengo tres de ellos—suspiró—. ¿Te quedas a desayunar? —Mary quedó sorprendida y observó a Ethan que con la mirada le decía que la rechazara.

—E-eh...esto...

—Ella se tiene que ir—interrumpió Ethan aún molesto por la situación.

—Que lástima, hace tanto tiempo que no hemos compartido con alguien más la mesa. Hans que está ocupado, tu hermano en la universidad, Hanny y Renee—suspiró—. Los desayunos se sienten tan solitarios—miró a su hijo.

"Mujer manipuladora".

—¿Por qué no te quedas? —preguntó a regañadientes a la muchacha. Mary asintió.

—¡Qué bien! Le diré a Sofy que prepare un puesto más.

Y se fue al comedor feliz, dejando a los dos jóvenes muy incomodos.

***

Mary e Ethan iban rumbo a la escuela en el auto de este. A pesar de todo, su madre amó a Mary, tanto como a Hanny y a Renee, él no entendía cómo, era muy difícil ganarse ese aprecio, ya que su madre era muy desconfiada cuando se trataba de chicas que se acercaban a sus hijos. Mary estaba jugando con la radio del automóvil, pasando de una estación a otra, cabreando a Ethan.

— ¿Te puedes decidir por una? —le preguntó molesto.

—Pero, es que no hay nada bueno.

—Entonces apágala.

—No puedo, el ambiente se puede cortar con un cuchillo, y tengo miedo a que me mates —afirmó cambiando nuevamente la estación de radio. Ethan detuvo el auto de un frenazo haciendo que Mary se fuera hacia el frente.

— ¿Matarte? ¿Esa es la imagen que tienes de mí? —preguntó sorprendido—. Solo soy directo—trató de defenderse.

—Lo siento—susurró la muchacha.

—¿Hace cuánto has hablado con esa persona que se hace pasar por mí? —Mary suspiró.

—Desde que se fue Hanny.

—¡¿Qué?! —sonrió—Hanny se fue hace semanas, ¿cómo es posible que no me hayas dicho nada en la escuela?

—Porque me pediste que no le dijera a nadie, por el que dirán.

Ethan se puso serio, ya no le estaba gustando esa situación, ¿tan canalla era que ella aceptó esa condición? ¿Eso proyectaba a los demás?

—Debiste haberlo rechazado, ¿cómo no tienes un poco de autoestima? No puedo creerlo.

Mary apretó los nudillos con fuerza, se esforzaba por no llorar.

—Soy una estúpida, lo sé. Por eso todos se alejan de mí. Pero es tan difícil hablar con los demás, es tan difícil poder saludar y que no me miren mal—afirmó con las lágrimas a punto de caer.

El chico se estaba incomodando, no sabía que ella podía sentir esa ansiedad social, él también había contribuido a eso. Cada vez que se burlaba, o se reía de ella, Mary proyectaba la necesidad de ser molestada. Nunca se defendía, sonreía torpemente cuando le hacían una broma, o no decía nada. Siempre desaparecía en los recesos, y de vez en cuando hablaba con Hanny y Renee, pero jamás llegó a ser cercanas a ellas, aunque ambas siempre la tenían en cuenta. Tampoco hicieron mucho.

—Entonces no saludes a quién no lo merezca—chasqueó la lengua—. Mary, solo a tres pelagatos le caes mal, y para el resto de la escuela le eres totalmente indiferente—las lágrimas bajaron. Ethan gruñó, no era la manera que quería decirlo—. No llores, déjame terminar—suspiró—. Hanny y Renee, jamás dijeron algo malo de ti, siempre decían que eras lindamente extraña, que les gustaba eso de ti. No lo entiendo, no sé si algún día lo entienda, pero jamás he visto eso de ti. Tal vez, tu verdadera tú la muestras con muy poca gente por miedo a que te rechacen, siendo que esa puede ser la solución para que esos tres pelagatos dejen de molestarte y que el resto note tu existencia.

—¿Qué quieres decir? —preguntó secándose las lágrimas.

—Deja de tratar de encajar en donde no te quieren como eres. Deja de fingir ser algo que jamás en la vida podrás ser.

—¿Crees que funcione? —Ethan se encogió de hombros.

—No tienes nada que perder—asintió y sonrió más animada.

—Gracias, por ser de nuevo amable conmigo—¿de nuevo? Se preguntó extrañado.

—¿De nada? —logró responder.

—Ethan—se limpió la nariz—. Te dejaré de molestar. Ya no me gustarás más, lo juro—Ethan se quedó en silencio, parecía ir en serio. Le sonrió de medio lado.

—Tal vez debamos ser amigos—Mary se alejó un poco sorprendida.

—¿Hablas en serio? ¿No me rechazarás? ¿En verdad podemos ser amigos? ¡Eso sería genial! —su estado de ánimo cambió radicalmente, Ethan rio sin poder creerlo.

—Mientras prometas no tener otras intenciones, intentaré ser tu amigo—aclaró. Mary sonrió.

—Lo prometo, dejarás de gustarme de esa forma, lo haré aunque me cueste. Me buscaré un chico mega sexy que me ame incondicionalmente—dijo pensando en voz alta—. ¿Conoces a alguien?

—Al único mega sexy que conozco en esta ciudad soy yo, así que no—ella comenzó a reír.

—Claro que lo eres, pero mi novio será mejor, espera y verás—miró su celular de reojo y enmudeció—. Ethan, ya deberíamos estar en clases.

— ¡Mierda! —gritó, las clases ya habían empezado y les quedaba aun camino por recorrer.

***

Miraba su celular esperando algún mensaje de Hanny, pero nada. Se sentía ansioso por cómo le iba a ir ese día, si los iba a ver de nuevo, ese plan lo estaba poniendo de los nervios. Mientras Hanny sacrificaba mucho, él no estaba haciendo nada que la pudiese ayudar. Lo único que hacía constantemente era revisar los foros de los fans de la banda, pero nada más. De vez en cuando iba a la casa de Renee y se quedaba un largo rato platicando con su madre. Revisó su celular, computadora, cosas que le dieran pistas, pero nada, Renee se había convertido en un misterio.

—Maldito celular, y la maldita memoria—se quejó Daniel, nervioso. Carl se burló de él y le quitó su celular de las manos.

—Veamos que tienes—Daniel se quejó y se lo quitó de inmediato—. Perdón, ¿qué escondes? —preguntó pícaro.

—¿Tú que crees? —alzó las cejas coquetamente, haciendo que se rieran.

—¿Sincronizaste con la nube? —preguntó Ethan. Daniel y Carl lo miraron sin entender

—Es broma que no saben. Dame el celular—él se lo entregó a regañadientes—. Se sincroniza con la nube para liberar espacio de almacenamiento en la memoria de tu celular—empezó a decir mientras lo manipulaba—. Es lo mismo que le pasó Renee, se había comprado un celular nuevo y no sabía porque su memoria se había llenado tan rápido...—se quedó en silencio.

—¿Ethan? —preguntaron al unísono sus amigos.

—Ella era igual de torpe que ustedes, si no le hubiera dicho sobre la nube...

La nube de Renee, ella no sabía cómo lo había hecho. Él había sido el encargado de crearle hasta la contraseña, Renee no era tan lista como para borrar las copias que estaban en la nube de su celular. ¿Podría ser esa información relevante? Solo debía acceder a ella. No había dudas, allí podría haber algo, algo que no pudo encontrar ni en su computador y celular, ¿cómo no había pensado en eso antes?

Se levantó de su asiento, se le había quitado el apetito. Dejó su bandeja con comida y a sus amigos, que no entendían nada de la situación. Iba a dirigirse a casa, pero en el pasillo divisó a Mary, que traía su portátil en las manos, mientras guardaba algunos cuadernos en su casillero. Se acercó.

—¿Me prestas tu laptop? —preguntó sorprendiéndola.

—No es una laptop...—lo miró, y miró a su alrededor, asintió. Se la entregó e Ethan salió disparado hacia los estacionamientos.

Mary cerró su casillero y lo siguió, corriendo detrás de él.

El muchacho se dirigió hacia su auto, y se subió en él. Necesitaba corroborar que Renee no había entrado a su nube, estaba muy emocionado. Escuchó un golpe en el vidrio del copiloto. Era Mary.

—Ethan, la contraseña—le dijo jadeante. Le abrió la puerta y le indicó que se subiera. Ethan abrió el portátil y tecleó la contraseña que Mary le dijo. Comenzó a buscar y entro a la cuenta de su amiga.

Solo debió esperar unos segundos para darse cuenta que no había nada, Renee se dio el tiempo de borrar todo. Quedó extrañado, no podía creer que eso fuera posible.

El día que la ayudó, utilizó una contraseña que Renee jamás le pidió o preguntó, era mala recordando, así que no le importaba. Se quedó un momento pensando, ¿cómo es que Renee pudo borrar absolutamente todo? Conversaciones en sus redes sociales, su historial de búsqueda, su correo, eran cosas que Renee no podía hacer sin ayuda, no dejó ningún rastro, ¿alguien más lo pudo haber hecho? Su estómago comenzó a dolerle, ¿era eso?

—No hay nada—susurró.

—¿Te encuentras bien? Te ves pálido, bueno, más de lo normal. Me estás asustando.

—No, no es nada—cerró las pestañas y el portátil—. Gracias—se lo devolvió—. ¿Vas a casa? —le preguntó distraído.

—Aún no terminan las clases—avisó mirando hacia el colegio.

—Mejor—encendió el motor e hizo partir el automóvil, necesitaba salir de allí.

***

Sentarse frente al mar, sobre la arena tibia, lo calmaba. Siempre lo hacía. Últimamente sentía presión de hacer algo y frustración al no poder conseguir lo que quería, ¿por qué todos parecían hacer algo importante en su vida y él no? ¿Tenía derecho de decir que se sentía cansado? No, no lo tenía, nunca lo tuvo. No acostumbraba a quejarse, la única manera de liberarse era hablando con sus amigas, pero ellas no estaban con él, y eso lo estaba haciendo explotar. No sabía cómo controlar o manejar esas emociones, la rabia, la pena y por sobre todo, la frustración, no se permitía rendirse o derrumbarse, se sentía solo sin ellas, pero por ellas tenía que ser firme.

Habían pasado muchas cosas en tan poco tiempo que se sentía abrumado, ¿Hanny se sentía igual que él? No alcanzaron a conversarlo. ¿Sería mucho para ellos dos solos? No habían conseguido mucho. Renee los estaba colapsando.

—Siempre quise fugarme de la escuela un día—dijo Mary sentándose a su lado, entregándole un helado que Ethan aceptó cabizbajo—. Nunca pensé que sería hoy—observó a su alrededor—. Es un día tan lindo, que me dan ganas de zambullirme en el mar, eso sería genial si no fuera porque no sé nadar. Mi tío una vez me quiso enseñar y me tiró en el lado más profundo de una piscina, pensando que por arte de magia aprendería, no resultó bien. Ese día tragué mucha agua. ¿Sabes que duele cuando te entra agua en la nariz? Arde como un demonio, y si lloras es peor, es como si te ahogaras de nuevo.

Ethan sonrió.

—Gracias por el helado—interrumpió con media sonrisa.

—De nada, es mi favorito, espero te guste. Si no te gusta me lo das a mí, me puedo comer diez si pudiera—mordió su helado—. Además ayuda para la pena, no digo que lo como cuando tengo pena, pero si cuando necesito sentirme mejor.

—¿Crees que tengo pena? —Mary se quedó en silencio—No tengo pena, ¿por qué tendría pena?

—No lo sé, o sea, sí lo sé, pero no creo que deba decirlo—se aclaró la garganta—. Me es difícil guardar silencio, pero lo haré, me callaré y no diré nada más. Creo que entiendes a lo que me refiero, yo en tu lugar estaría muy triste, o sea, es lo lógico en estos casos, sentirse así, ¿no?

—No para mí—la miró a los ojos y se encogió de hombros—. Solo soy yo—y volvió su vista al mar, mientras Mary lo observa si entender lo que realmente le pasaba a él. Era difícil descifrarlo.

Quería entenderlo, quería preguntar, pero no se atrevía. Era obvio para ella que él le lanzaría un comentario sarcástico o algo que la hiciera sentir mal. Aunque él había dicho que podrían ser amigos, en unas cuantas horas, no se puede forjar una amistad.

—Ethan...tú dijiste que podíamos ser amigos—se atrevió a decir—. Así que, como tu nueva amiga, puedes decirme lo que quieras—Ethan suspiró—. Espera...lo que trato de decir es que, te puedes quejar de lo que quieras o de quien quieras. No me tienes que decir quién es o que es lo que te molesta, no contextualices, solo di lo que quieras y como quieras. Si eso te ayuda...

—¿Estás segura? —ella asintió—. Si te lo digo...si te digo lo que pasa, ¿se lo dirás a alguien? —preguntó preocupado.

—Tal vez a mis Barbies...¡no es que tenga Barbies! Bueno, si tengo, pero son de cuando era niña—se golpeó la pierna—. Esto es serio y yo hablando estupideces. Mírame no tengo amigos, y si lo dijera nadie me creería, "Loca Mary" ¿recuerdas? —él asintió.

Confiar o no en ella. Se sentía ahogado, necesitaba decirlo, a alguien que le diera una pequeña seguridad. Lo había pensado, en comentarle todo lo sucedido a alguien, pero se dio cuenta que nadie podía enterarse. Sus dos amigos no lo entenderían, los demás, solo lo tomarían como un chisme, su madre se asustaría, no tenía a nadie más. Además, Hanny confiaba en Mary, él también podía hacerlo.

—Es sobre Renee, Hanny y...Black Mist.

Mary abrió los ojos sorprendida, sin esperar lo que Ethan tenía que contar.

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