Capítulo 20: "El chico de la motocicleta"
—Cuando llegaste ayer no me quisiste decir nada—dijo Nicholas conduciendo mientras ambos se dirigían a la escuela.
—Me enteré de algo que no me incumbe, así que si te lo digo sería chisme—respondió mientras revisaba las funciones de su nueva tableta gráfica por internet, se sorprendió al ver su precio.
—¿Por qué revisas eso? —Hanny notó el interés de su hermano, sonrió.
—Los chicos me regalaron una tableta gráfica, estoy viendo cómo se usa, pero vi el precio y me siento culpable.
—¿Chicos? ¿Te refieres a Black Mist? —Hanny asintió—. Sigues con eso—susurró, la chica no le tomó atención.
—Iré a verlos hoy, para agradecerles—dio aviso tranquilamente. Nicholas parecía frustrado, bajó un poco la velocidad del coche al ver un peatón imprudente cruzar la calle.
—Hanny, estás castigada, ¿se te olvida? —la muchacha gruñó cansada.
—¿Acaso no puedo salir?
Nicholas sonrió sin poder creerlo.
—No. Un castigo es un castigo, no puedes salir, de eso se trata, que escarmientes—Hanny puso los ojos en blanco—. Hanny, hablo en serio.
—Ay, disculpa pero como nunca he estado castigada no sé cómo funciona, perdón por haberme comportado bien toda mi vida y que eso no haya valido absolutamente nada a la hora de darme un escarmiento—dijo con ironía.
—¿Qué te pasa? Solo trato de que hagas lo correcto. Hermana, no es fácil para mí esto, lo sabes.
—Pareciera que lo disfrutas. Y creo que olvidas que soy tu hermana, no tu hija.
—Eres mi responsabilidad.
—No, Nico, no lo soy, no debería serlo—suspiró—. No quiero hablar de esto, por favor.
—Hablé con papá, quedamos de acurdo que vuelves a Florida después de los exámenes. Pensé que tu actitud iba a cambiar, pero veo que no. Lo siento, pero no te expondré más a lo que te estás haciendo—Hanny quedó en silencio, Nicholas la miraba de reojo, esperando una reacción—. Hanny.
—No quiero mentir más, Nico. Ya sea aquí o en Florida, no me rendiré—respondió segura—. Puedes enviarme a China, pero no me rendiré—le dio una pequeña sonrisa y volvió a poner toda su atención al celular.
Nicholas frunció el ceño, ¿cómo es que había cambiado tanto? ¿Qué le habían hecho a su hermana? La conversación quedó allí, Hanny comentaba de vez en cuando con emoción las funciones de la tableta, como si lo que él le había dicho no significara nada, eso lo molestó, pero no sabía qué hacer.
Estaba más concentrado en el comportamiento de su hermana que en el camino, tanto así que no vio la motocicleta roja que se había cruzado en su camino, solo el grito de su hermana lo hizo reaccionar para esquivarla. Si no fuera por que frenó a tiempo hubieran chocado de lleno con el semáforo.
Ambos quedaron jadeando. La motocicleta se puso al frente se dio media vuelta y se fue rápidamente. Hanny quedó temblando, por poco más hubieran tenido un grave accidente. Se escucharon las bocinas de los conductores para que avanzaran. Nicholas vio el espejo retrovisor para ver la larga fila que había detrás de ellos.
— ¿Qué demonios le pasa a ese loco? Es como si lo hubiera hecho a propósito, malditos desquiciados—suspiró—¿Estás bien Hanny?
A propósito?, Hanny se estremeció. Ellos iban con luz verde, y en la manera que manejaba se notaba que el tipo de la moto sabía lo que hacía, la cara de Hans Reeds se le pasó por la cabeza. Suspiró, tal vez estaba exagerando.
—Sí—miró a su hermano aun con el corazón a mil por hora. Él asintió y puso en marcha el auto nuevamente.
***
Lo sucedido en la mañana la había rondado todo el día. Aun pensaba que si eso fue un accidente, o realmente había sido intencional, y si era lo último, era obvio que había sido una advertencia. ¿De qué era capaz ese hombre? Quería saberlo, a pesar que fuera peligroso, maldito viejo loco.
—¿Qué está tramando esa cabecita?—preguntó de pronto Lizzy, sacándola de sus pensamientos. Hanny le sonrió, ojalá tuviera respuesta para aquello—Te tengo noticias importantes, ¿lista?
—Noticias buenas, supongo.
—Claro que son buenas. Primero, ¿qué harás este fin de semana? —preguntó animada.
—Nada.
—¡Genial! Abrieron una librería enorme cerca de Central Park y he tenido unas ganas de ir, ¿te parece bien si me acompañas? —juntó sus manos—Di que sí.
—Está bien. Pero todo dependerá de mi hermano, ya sabes, estoy castigada—dijo la última frase con burla. Lizzy se sentó a su lado, en el puesto de Tiara, apoyando su codo sobre la mesa y su cabeza sobre la mano, mirando fijamente a su amiga.
—Ahí va mi segunda noticia, Don Milk quiere hablar contigo después de clases, al parecer te quiere en el taller. Él te dará una segunda oportunidad, además, tiene muchas ganas de conocerte—se enderezó y posó su mano sobre su pecho—. "Solo una mente creativa es capaz de hacer lo que tu amiga hizo", me dijo cuándo le hablé de ti. Si vuelves, tal vez el profesor te levante el castigo, o por lo menos, te deje salir conmigo mañana.
Hanny hizo una mueca indecisa, ¿valía la pena? Sobre todo porque los exámenes se acercaban, y con eso su "regreso a Florida", aún tenía esperanzas de que su hermano recapacitara y no involucrara a su padre, pero algo le decía que no sería fácil de convencer. Suspiró, tenía que aprovechar el tiempo que le quedaba, no quería arrepentirse de no haber aprovechado una oportunidad como esa, tendría tiempo para planear lo que haría en el futuro respecto a todo el conflicto con Renee y Hans Reeds.
—Hablaré con Don Milk y si me acepta, tomaré el taller—esa noticia alegró a su nueva amiga, ganándose un gran abrazo de ella—. Pero Lizzy, hay algo que debes saber, lo más probable es que mi hermano me envíe devuelta a Florida, después de los exámenes...
—¡¿Qué?¡ Acabas de llegar, ¿acaso se puede hacer eso a esta altura del año? —expresó sorprendida, chasqueó la lengua—Creo que hay algo que no me estás contando.
—Prepárate, que esto da para largo.
***
Le contó todo a Lizzy, exceptuando lo de Hans Reeds. Su nueva amiga estuvo muy atenta a los hechos ocurridos, no dijo mucho, pero entendía un poco la preocupación con su hermano, aun así, no le gustó la idea de que Hanny volviera a Florida. Por lo mismo, mostró bastante interés en ayudarla a volver al "buen" camino, por lo menos, para que Nicholas pensara una vez más si dejarla ir o no.
Al finalizar las clases, fue junto a Lizzy a hablar con Don Milk, quien aceptó la reincorporación de Hanny a su taller sin mayores problemas, pero que pedía asistencia perfecta, no le gustaba la irresponsabilidad. Empezaría el lunes.
Después de una larga charla se dirigió al hotel, tenía que hablar con los chicos.
No estaba muy animada para hacerlo, aun así, era consiente que lo que había hecho los pasó a llevar y, al haber ganado su simpatía, su supuesta traición les había dolido y eso ella lo entendía. Pasó a una pastelería y pidió un pastel de frutos rojos que no tuviera fresas, sabiendo que a ellos les gustaría, llegando al hotel con los nervios manifestándose en su estómago.
Al entrar pensó que se encontraría con Hans Reeds o Sheena, pero ninguno de ellos estaba allí, eso la alivió un poco. Subió por el elevador y apenas salió, vio a los de seguridad en la puerta.
—Hola—les dijo—, tengo una invitación, ¿debo mostrarla?
—No estás autorizada para entrar—respondió uno de ellos.
—Si lo está—interrumpió Gael, con la puerta semi abierta. El hombre lo miró, pero no se hizo a un lado—. Es mi novia, imbécil, déjala pasar—lo regañó. No tuvo más remedio que cederle el paso.
—Gracias, Cosa 1—dijo Hanny entrando con el pastel entre sus manos y una sonrisa de triunfo sobre su rostro.
Gael la saludó con un gesto de cabeza, y al estar ya dentro de la suite, se ganó las miradas de todos los chicos, se formó un silencio incómodo.
—Hanny, ¿qué haces aquí? —preguntó Bernard, que estaba en el balcón fumando. Los demás chicos estaban sentados en los sofás, Richie frente a ella, Luke y Dylan estaban sentados dándole la espalda, pero se habían dado vuelta para verla. Eso la puso más nerviosa que nunca.
—Gael me invitó—respondió.
—Yo no hice eso—se defendió Gael. Hanny suspiró frustrada, esperaba más apoyo de él. No le hizo caso.
—Vine a disculparme con ustedes, y como ofrenda de paz...les traje pastel—levantó la caja. Ninguno de ellos reaccionó—. No sé cómo hacer esto y tampoco mentiré que me arrepiento de haberlo hecho, pero sé que no fue correcto. Los pasé a llevar y tal vez eso los hizo sentir mal, supongo que fue así. Lo siento por todo lo que hice que les haya afectado.
Miró a cada uno de ellos, parecían indecisos, Richie bajó la mirada, desviando su atención a Bernard, que había apagado su cigarrillo y entrado.
—Confiamos en ti—informó Bernard—. No sé si podamos hacerlo de nuevo.
—Pero lo hizo por una buena causa—le respondió Dylan, ganándose un golpe de Luke—. ¿Qué? Es cierto, y Gael no parece enojado.
—Gael no importa—dijo Hanny, sorprendiendo al muchacho—, me estoy disculpando con ustedes. No oculté nada sobre mí, solo mis intenciones, se los juro. Jamás quise dañarlos solo saber si alguno había tenido un amorío con mi mejor amiga, nada más—tragó saliva—. Pensé que esa podría ser una respuesta a su suicidio, eso me hizo creer por lo menos su carta.
Richie se puso de pie y caminó hasta Hanny, no quitó su mirada de ella. Tomó lentamente el pastel que había traído.
—¿De qué es? —preguntó calmado.
—Fru-frutos rojos—le sonrió a la muchacha, una sonrisa bastante encantadora.
—Me rindo—informó en voz alta, haciendo que los demás chicos dijeran lo mismo, sonrieron. Hanny no entendía lo que estaba pasando—. Gael nos contó todo, no te preocupes, antes que dijeras algo, nosotros ya te habíamos perdonado—a Hanny se le detuvo un momento el corazón y no pudo negar que se puso feliz de saber que ellos la perdonaban—. Solo queríamos asustarte un poco.
Todos rieron y Richie dejó el pastel sobre la mesa, Hanny se sentía algo extraña, actuaban como si nada hubiera pasado. Dylan ayudó a su amigo a partir el pastel y peleaban por que Richie no sabía cortarlo. Luke se acercó a ella y le dio su pésame por la muerte de su amiga y que, al leer la carta, en verdad sintió el dolor de Renee. Bernard hizo lo mismo, también lo sentía.
Gael se quedó en silencio a su lado, con los brazos cruzados, viendo hacia la nada. Dylan comenzó a repartir platos con trozos de pastel. Hanny se sentó en el sofá al lado de Richie, sin dejar de ver la cara de su falso novio, sonrió.
Richie se acercó a su oído, tomándola desprevenida.
—Yo también lo siento—susurró con una mueca de culpa en sus labios—. Te traté mal.
—Solo defendías a tu amigo, yo también lo hubiera hecho, ¿estamos bien? —empuñó la mano y la levantó haciendo que él la golpeara con su puño, asintió.
—¿Qué harás ahora, Hanny? Ya que no estamos en tu radar de sospechosos—preguntó Bernard, comiendo del pastel. La muchacha suspiró.
—Por el momento no le diré nada a Ethan, pero debo buscar la forma de saber quién fue el novio de mi amiga, tal vez él sepa algo más. Quiero entender que la orilló al suicidio y qué hizo él para ayudarla, que hizo exactamente Hans Reeds con ella. No me puedo creer que Renee lo haya extorsionado, ¿por qué lo haría? Mi amiga no haría eso, no dañaría a nadie a propósito, era entrometida, sí, pero no de esa manera—concluyó, sacando todas sus dudas hacia ellos, eso le quitó algo de peso de encima.
—¿Por qué ella ocultaría a su novio? —preguntó Gael—Si lo hizo, fue por algo. Esa persona debe representar algo en tu amiga.
Hanny quedó en silencio, pensativa. Exacto, ¿por qué ocultarlo? Renee no era precisamente la mujer más discreta si se trataba de relaciones u ocultar que alguien le gustaba, ella no perdía el tiempo, si se lo había ocultado a ellos debía ser por algo muy importante.
—No lo sé, yo creí que era uno de ustedes y que no había hablado porque son famosos o algo así, pero estoy segura que Renee no hubiera aguantado las ganas de decirme a mí que salía con alguien del grupo, sabiendo lo fan que era.
—Tal vez Reeds lo sepa, has un trato ahora que no es demasiado tarde—continuó Gael, los chicos asintieron.
¿Hacer un trato? ¿Acaso eso le daría seguridad? No lo creía, como tampoco creía que ese hombre la ayudaría. En el fondo, quería saber de qué era capaz ese hombre y si eso, justificaba que Renee haya decidido suicidarse.
—¿Tú tienes un trato con él? —Gael la miró sin entender—Porque supongo que Cosa 1 y Cosa 2 no están aquí para protegerlos—observó a los chicos—. Con gente así no se trata, una vez que aceptas se acaba todo. Él no es estúpido y, a pesar de todo, me conoce. Sabe que tarde o temprano hablaré y no importa las amenazas o lo que me ofrezca, yo no me quedaré tranquila. Alguien debería detenerlo.
—¿Tú? —dijo Gael con algo de burla. Hanny asintió.
—¿Por qué no?
—Es una locura.
—Solo debo buscar personas que quieran ayudarme. La unión hace la fuerza, Gael. Además, ¿no están cansados de hacer todo al modo de Reeds? Escuché muy bien que están aquí en este hotel porque él los obligó a venir, ¿no se dan cuenta que él teme de todos nosotros? Deberíamos usar eso a nuestro favor.
Gael sonrió.
—No iremos contra Hans Reeds, no dimensionas lo que es capaz de hacer, ¿crees que no he buscado la manera? Es imposible, solo te estas exponiendo a que te pasen cosas malas.
—Es injusto.
—Claro que lo es. Es putamente injusto que tengamos que estar aquí, ¿crees que no me siento mal por ellos? —apuntó a sus amigos—Deben aguantar todo esto por mí, toda la mierda de mi vida está sobre sus hombros y no lo merecen, tú tampoco—todos bajaron la mirada, Hanny quedó sorprendida con sus palabras, estaban llenas de sinceridad, tanto que dolían.
Era obvio que no podía hacer nada, eso la frustraba, pero no podía dejarse llevar por todo lo malo que podría llegar a pasar, debía haber una forma, solo necesitaba una.
¿Cómo era posible que Hans Reeds no tuviera un enemigo? Al ver su forma de ser, se le hacía imposible que no hubiera alguien en el mundo que lo quisiera ver destruido. Había muchas cosas que no entendía del comportamiento del hombre y presentía que había algo más que tenía que descubrir de Renee.
Trató de cambiar el tema y disfrutar del pastel, no quería que ese momento se arruinara con una conversación desagradable, porque en eso se había transformado Hans Reeds, en un ser desagradable para todos, sobre todo para ellos.
Los observó detenidamente y se veían algo diferentes. No descifraba que era, pero le gustaba y se sentía más agradable el tenerlos cerca.
Después de largos minutos, vieron abrirse la puerta y con sorpresa recibieron a Hans Reeds, que había entrado sin decir nada, todos se pusieron de pie sin entender el porque estaba allí.
Hanny cruzó miradas con él y este le sonrió.
—Supuse que estabas aquí, ¿cómo has estado?
—¿Qué quieres? —preguntó Gael molesto.
Se acercó a Hanny y se interpuso entre ella y su padre. Hans Reeds miró detenidamente el departamento, notando el pastel sobre la mesa, esbozó una sonrisa. Fue totalmente indiferente a las miradas de odio de los demás chicos.
—Veo que interrumpo algo, está claro que tu hermano no sabe que estás aquí—concluyó, poniendo toda su atención en Hanny—. Yo que tú iría al lobby a hablar con él.
¿De qué hablaba? Gael estaba tenso, todos allí lo estaban y ese hombre lo disfrutaba, eso la hizo enojar.
—¿Mi hermano está aquí?
—Sí. Lo llamé para hablar, le comenté mi preocupación por ti y lo mal influenciada que estás por estas personas.
La muchacha frunció el ceño, ¿se había atrevido a hacer eso? Negó con la cabeza y se acercó a él, a pesar de la negativa de Gael de hacerse a un lado.
—No tiene derecho meterse en mi vida.
—¿Y tú si en la mía? Que irónico, ¿no lo creen?
—Son cosas distintas.
—No mucho, Hanny. Es mejor que te despidas de tu novio y tus nuevos amigos, lo más probable es que no te dejen venir más, es una verdadera lástima—suspiró—. Has pasado por tantas cosas, que es comprensible que tu cabecita no esté muy bien, nos preocupas. Por lo mismo, le recomendé a Nicholas uno de los mejores psiquiatras de Nueva York—sonrió satisfecho.
Hanny quería golpearlo, matarlo, deseando que algo malo le pasara y eso la hizo sentir terrible, porque jamás en su vida le había deseado el mal a alguien, pero Hans Reeds no le dejaba muchas opciones. No entendía como él podía estar allí, sonriendo como si nada, sin sentir todo el odio que emanaba de todos allí, al parecer le gustaba, le gustaba sentir la impotencia y la frustración de que ellos no podían hacer nada para defenderse. Sobre todo Gael, que no podía decir o hacer algo para ayudarla.
Hanny asintió, no iba a permitir que ese hombre ganara.
—Gracias, creo que visitar a un psiquiatra me hará muy bien. Sería bueno contarle a un desconocido todo lo que sé, pero claro está que si voy a uno, no será el que usted me recomiende—se cruzó de brazos—. Iré al peor calificado, alguien que en las comidas familiares cuente todos los problemas de sus pacientes, quizás le sorprenda por todo lo que he pasado y créame que el nombre de Hans Reeds no pasará desapercibido—se acercó más a él—. Yo decidiré si digo mucho o nada, yo veré que es lo mejor para mí y yo pensaré si acepto un trato con usted o no. No se siga metiendo en mi vida, porque no soy fácil de manipular.
—Y pensar que siempre creí que eras una chica inteligente, pero realmente eres estúpida.
—¡Cuida tus palabras Reeds! —lo increpó Gael—Podrá ser tu hotel, pero esta sigue siendo nuestra habitación, lárgate de una vez.
Reeds sonrió nuevamente y se fue de allí sin decir nada más. Los dejó en silencio, un silencio incómodo. ¿Cómo una sola persona podía provocar eso?
—Es mejor que me vaya—informó—. Gracias por defenderme—dijo a Gael—. Adiós, chicos.
Se despidió bajando al lobby, esperando un reclamo de su hermano, pero cuando lo vio hablando con Sheena, él no dijo nada.
Emprendieron camino a casa, ya allí Nicholas abrió la boca, deteniendo a su hermana que se dirigía a su habitación.
—Hablé con papá, en unos días llega. Ya están las fechas de los exámenes, solo te queda una semana, te vendrá a buscar.
Ella no respondió y entró a su cuarto. No iría a Florida, no quería hacerlo. Se recostó en su cama y suspiró, ¿cómo todo se había tornado tan difícil?
****
Se arregló y se puso de acuerdo con Lizzy donde debían juntarse, después de la librería irían a algún lugar o restaurante a comer, estaba ansiosa, lo único que quería era distraerse un poco.
Nicholas estaba callado, sigiloso, observando todo lo que su hermana hacía desde lejos, ni si quiera hizo un escándalo porque iba a salir con Lizzy, simplemente la dejó ir.
Hanny había llegado cinco minutos antes a la librería donde le había indicado su amiga, rogaba que no se hubiera equivocado en la dirección, a pesar de llevar un buen tiempo en la ciudad, aun se perdía. La librería era inmensa por fuera, se preguntaba si por dentro era igual, o el doble.
— ¡Hanny! ¿Te hice esperar? —llegó Lizzy corriendo al lado de Hanny.
Traía unos jeans negros ajustados y una remera blanca con un leopardo dorado estampado y un suéter rosa pálido, con su cabello suelto, realmente se veía linda. Hanny no se había esforzado mucho, aún tenía muchas faldas y vestidos, pero para esa época del año en Nueva York, no era conveniente usarlas sin medias o algunas botas que pudiesen protegerla del frío. Estaba con su vestido preferido y una chaqueta de mezclilla que la cubriera, aun así ella y el aire helado no se estaba llevando nada de bien.
—Estaba a punto de irme—bromeó.
—Pero no lo hiciste. ¿Entramos? Hace mucho tiempo he querido comprar un libro ilustrado sobre la mitología griega. No lo había encontrado en ninguna parte, pero aquí lo tienen—dijo emocionada.
Ambas entraron y Hanny quedó con la boca abierta, la librería era el doble de grande de lo que se veía. Parecía el paraíso de los libros. La luz era perfecta, había unos sofás al lado de un gran ventanal donde podían leer libremente. Mesitas pequeñas y plantas que hacían el ambiente más grato. Lizzy se fue al fondo de la librería, mientras que Hanny comenzó a revisar los estantes del segundo piso, ahí llegaba perfectamente la luz del gran ventanal, comenzó a buscar libros, embobada no se percató de las miradas que estaban encima de ella, solo hasta que fue muy obvio que la observaban, revisó con la vista por todas partes, pero no encontraba nada sospechoso.
Se le ocurrió mirar fuera del ventanal y divisó una motocicleta roja, una que tenía la sensación de ya haber visto. Había un hombre apoyado en ella, tenía el pelo totalmente oscuro y una mirada acechadora. Hanny se sintió amenazada.
Se fue de la vista de él y caminó hacia otro extremo de la librería, un lugar que no podría ser vista desde fuera. Lizzy, llegó a su lado con un libro en la mano
—¡Lo encontré! —chilló emocionada—Habían muy pocas copias, y los chicos de allí—apuntó hacia la primera planta a un grupo de chicos y chicas que revisaban libros—, querían llevarse todas, que fortuna que soy más rápida—miró los estantes—¿Qué haces en la sección de personas desesperadas por amor? —tomó uno de los libros de los estantes, rio—. Este tiene nombre de película romántica barata, "cómo conquistar a la chica o chico de tus sueños", que ternura—se burló.
Hanny le quitó el libro y lo revisó.
—Tiene consejos bastante prácticos—trató de defenderlo, pero lo que decía dentro no ayudaba mucho. Su amiga se rio.
—Lo que tú digas. Estaré en los thrillers, donde las historias de amor terminan mal—dijo alejándose, yendo al primer piso donde se encontraba esa sección.
Hanny devolvió el libro a su lugar y se acercó un poco al barandal, para ver si aún seguía el hombre de la motocicleta. Ahí lo vio, de brazos cruzados, mirando a la dirección de la muchacha, no podían ser alucinaciones suyas, debía salir de allí.
Sintió una mano en su hombro que la hizo saltar del susto, se volteó y vio a tres chicos con amplias sonrisas.
—¿Eres tú la novia del vocalista de Black Mist? —preguntó uno de ellos, el más alto y fornido, Hanny se sintió encerrada, tenía a ese chico en frente y a los otros dos a sus costados— ¿Nos conocemos de algún lado?
—No lo creo—respondió Hanny nerviosa, ya que estaban invadiendo su espacio personal. No sabía que la iban a reconocer en algún lado por ser la "novia" de Gael. Además, la entrevista que habían hecho nunca salió a luz, así que era difícil que alguien todavía recordara aquello.
—Yo creo que sí, jamás me olvidaría de una chica tan linda—expresó de manera coqueta, levantando su mano para acariciar su mejilla, Hanny le dio un golpe para que no la tocara.
Él rio y sus amigos sacaron sus celulares y comenzaron a grabar.
— ¿Qué hacen? —los enfrentó. El chico comenzó a reír.
—Nada, no te preocupes. Si quieres podemos ir a otro lado, ¿qué te parece?—le guiñó el ojo, haciendo que retrocediera y chocara su espalda contra el barandal, encerrándola entre sus dos brazos.
Hanny gruñó, era una trampa, si lo golpeaba y quedaba grabado lo viralizarían y si no hacía nada, daba pie a que se especulara cosas, salía perdiendo, prefería quedar como una violenta que una pone cuernos. Empuñó su mano para darle su merecido, pero antes de hacer algo vio a alguien muy conocido para ella tomando el brazo del chico, volteándolo para que lo mirada y encerrándolo de la misma forma que había hecho él con Hanny.
Acercó su cara a él, sonrojándolo por completo. Los amigos bajaron sus cámaras y corrieron de allí.
—¿Te sientes cómodo en esta situación?—preguntó Gael calmado, mirando fijamente a los ojos del chico. Él negó con la cabeza—Ella tampoco, así que mueve el culo y lárgate de aquí—le ordenó amenazante.
El chico torpemente trató de zafarse del agarre de Gael. Él al ver como no se atrevía a empujarlo, se separó del muchacho y lo dejó ir. Hanny quedó impresionada.
—¿Estás bien? —le preguntó, ella asintió, mirando hacia la escalera, donde estaban los tres chicos, que al ser observados, salieron del lugar.
—Sí, ¿puedes creer que me reconocieron? No lo entiendo, la entrevista que hicimos no ha salido—frunció el ceño—¿Por qué no?
—¿No es obvio? Alguien no quiere que salga, es mejor así, menos problemas—suspiró más tranquila.
—Gracias por eso, pero ¿qué haces aquí?
Gael aclaró su garganta.
—Dylan quería un libro.
—Cerca del hotel hay dos librerías—Gael se quedó un momento en silencio, asintió.
—Sí, pero siempre venimos a esta—Hanny frunció el ceño y se cruzó de brazos.
—¿Desde cuándo?
—Desde que vivimos en Nueva York—aclaró tranquilo, Hanny esbozó una sonrisa, era obvio que mentía.
— ¿Los demás están acá?
—No, no quisieron salir.
Algo en ella sabía que él ocultaba algo más. No entendía que hacía allí, lo único que se le ocurría era que sabía que algo le pasaría, pero esa idea era absurda, eso haría que Gael demostrara preocupación por ella, aunque había demostrado un poco, todo era debido al temor de que ella lo perjudicara a él o a los chicos de Black Mist. No iba a indagar más.
—Quiero mostrarte algo—dijo finalmente, se acercó un poco más al centro del segundo piso y miró fuera del ventanal—. El tipo que está sentado en la motocicleta roja, estoy segura que me está siguiendo. Ayer con mi hermano casi chocamos porque un imbécil con moto se nos cruzó.
Gael vio hacia la dirección y asintió algo molesto.
—Es un mono de Reeds.
—¿Lo conoces?
—Sí, debes tener cuidado con él, es peligroso y una rata tramposa—Hanny se paralizó, entonces sus sospechas eran ciertas, Reeds estaba detrás del casi accidente que iban a tener su hermano y ella—. Esto es una advertencia de ese viejo. Te lo dije, ya no podrás andar tranquila, lo mejor será que regreses a casa.
Hanny se cruzó de brazos, observó nuevamente al ventanal y vio como el hombre se ponía su casco y se subía a la motocicleta yéndose del lugar rápidamente, sin antes de saludar a los chicos con un gesto con su mano. La muchacha bufó, se estaba burlando en sus caras.
—No me puedo ir. Vine con mi amiga, tenemos el día planeado—Gael parecía preocupado, trataba de no llamar la atención, lo lograba a ratos, peros las miradas se posaban en él sospechando de su identidad. Traía una sudadera negra, una bufanda del mismo color y unos jeans oscuros que lo hacían camuflarse—. Si quieres nos acompañas, así me sentiré más segura, ¿qué te parece?
Eso no lo esperaba, aclaró su garganta.
—No creo que sea...conveniente.
—No seas tímido, a ella no le importará, la llamaré, espera aquí.
Hanny lo dejó allí y bajó en busca de su amiga, cuando la encontró la arrastró a un lugar donde nadie las estuviera escuchando. Lizzy quedó extrañada.
—¿Qué pasa?
—Gael está aquí, disimula, tú no sabes más de lo que todos saben. ¿No te importa si nos acompaña?
—¿Hablas en serio? Oh mi Dios, no lo puedo creer, ¿en serio saldrá con nosotras? —preguntó emocionada—A mí no me importa, Gael Stevens puede hacer lo que quiera y qué mejor que nosotras para dárselo—le guiñó el ojo—. Quiero una foto para Instagram, oportunidades así no se dejan pasar. Pagaré esto y nos vamos—Hanny asintió, Lizzy parecía divertirse con la situación.
Hanny volvió donde Gael y esperaron a Lizzy. Él parecía algo distraído y Hanny no ayudaba mucho para que dejara sus pensamientos de lado, sabía que estaba ansioso por lo que pudiera pasar. Comenzó a bromear a costillas de él, pero Gael no se defendía. Luego de un rato insistiendo, él pudo bajar la guardia y responderle las bromas de la manera que solo él sabía hacer.
Después de un rato Lizzy llegó con ellos y no disimuló su emoción de conocerlo, Gael fue completamente amable con ella, no de una forma cínica, sino real.
Salieron los tres de la librería y tomaron un taxi hacia un restaurante que Lizzy hace mucho quería mostrarle a Hanny. Cuando llegaron, la muchacha quedó sorprendida del lugar, era bastante rustico y alejado del ruido de la ciudad. Al parecer no era muy conocido, por lo tanto, quedaba como anillo al dedo para Gael, que no quería ser reconocido por nadie.
Pidieron y los tres comenzaron a hablar, Lizzy jamás preguntó más allá de lo que debía, y eso Hanny lo agradeció. Le contaron anécdotas del colegio a Gael y no pudieron aguantar las risas cuando su amiga comentó las peleas que había tenido con todas sus compañeras antes que Hanny llegara a la escuela.
Las horas pasaron muy rápido, y sin darse cuenta ya había anochecido. Decidieron caminar un poco, antes de partir a casa, al estar oscuro, se sintieron seguros de que no reconocerían a Gael.
Llegaron a Central Park y Lizzy decidió irse, se despidió de ambos y tomó un taxi a su casa. A pesar de que ambos insistieron en ir a dejarla, ella se negó.
Quedaron solos.
Caminaron un poco más, hasta llegar a una banca, Hanny decidió sentarse.
—Nueva York es agradable de noche, pero no se compara a Florida—dijo mientras Gael se sentaba a su lado. Él esbozó una sonrisa—¿Cómo la pasaste?
—Bien, fue bueno salir un poco de la rutina.
—Me imagino, ¿te puedo hacer una pregunta? —él asintió—¿cómo supiste que estaba en la librería? Y no me digas que fue coincidencia, porque esa librería es nueva. Ahora, dime porque mentiste sobre eso, ¿qué me estás ocultando?
Gael se aclaró la garganta, sin saber que responder. Hanny insistió, pero no hubo respuesta de él. No quería más secretos, esos secretos la llevaron a donde estaba ahora y no era agradable, era una pregunta fácil, que para él, al parecer, era difícil de responder. Miró la hora en su celular y se puso de pie, no perdería más tiempo, ya estaba cansada.
—¿Dónde vas? —preguntó levantándose también.
—A casa, ya es tarde.
—Te llevaré.
—No hace falta, puedo irme sola. Si me pasa algo, lo sabrás, ¿o me equivoco? —lo encaró, el frunció la nariz.
—Bien, ganas. Alphonse me lo dijo—confesó.
—¿Cómo? ¿Por qué él sabía? Alphonse es raro, Sheena también. Algo traman, ¿deberíamos confiar? —se sentía algo abrumada.
—A pesar de todo, yo diría que sí, que podemos confiar en ellos. Hanny, no pienses mucho en esto, en cómo y por qué. A veces no necesitamos esas respuestas, confórmate con lo que ya dije y eso es mucho. Lo de hoy con Kevin solo fue una advertencia, ni que decir lo de ayer, si él hubiera querido los mataba.
Eso no la consolaba, pero sabía que él tenía razón.
—No dejaré de hacer mi vida por miedo—respondió—. Maldito Kevin, que se joda—Gael sonrió—. ¿Nos estará espiando? —miró a su alrededor—¿Me habrá escuchado?
—Probablemente—se burló. Hanny chasqueó la lengua—. No te preocupes, no te pasará nada, no mientras pueda impedirlo.
Hanny esbozó una sonrisa, esas palabras de alguna manera la hacían sentir segura, las creía completamente. Unas ganas repentinas de abrazarlo se apoderaron de ella, pero se resistió, no quería incomodarlo con ese tipo de muestra de afecto, no eran nada, ni siquiera podía decir que eran amigos. No iba a complicarse la vida por ello.
Tomaron un taxi y Gael la dejó frente a su departamento, se bajó del vehículo junto con ella, haciendo que el taxista lo esperara.
—Si pasa algo de nuevo, me avisas, ¿sí? Ten cuidado.
Hanny se estremeció un poco, había tanta sinceridad en su mirada que la hizo enmudecer. Solo asintió con una sonrisa nerviosa. Gael se acercó a ella para darle un beso en la mejilla, la muchacha se quedó quieta y no pudo despegar la vista de su rostro. El chico se quedó viéndola de la misma manera. Ella tragó saliva y en un impulso desvió sus labios a los suyos. Le plantó un beso inesperado a Gael.
Retrocedió un paso y se despidió entrando a su edificio, no había sido el mejor beso de su vida, pero se sentía satisfecha. No podía engañarse, hace mucho que quería besar a Gael Stevens.
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