Capítulo 1: "Renee"
—Quiero irme—se quejó Renee apoyando sus delgados brazos sobre la mesa, haciendo pucheros, como si eso la ayudara a adelantar el tiempo.
—Solo quedan quince minutos de clases, no exageres—le respondió Ethan con media sonrisa en sus labios, también ansioso de que al fin terminara la jornada escolar.
Hanny no dijo nada, solo se quedó mirando a sus dos amigos con algo de nostalgia, trayendo a ella recuerdos dulces de su larga amistad. Se podría decir que los tres se conocían desde antes de poder hablar, y en todo ese tiempo, cada uno mantenía su esencia humana intacta, según Hanny, aun no cambiaban, seguían siendo los mismos, y eso lo agradecía. Sentía la necesidad de aprovecharlos, aprovechar cada momento ya que pronto se separarían, cada uno elegía su camino, por lo mismo, para ella cualquier momento con ellos era un acontecimiento precioso, que debía guarda en su memoria por mucho tiempo más.
—¿Y qué haremos después? Tengo ganas de ir a comer, ¿qué opinan? —propuso Hanny acomodando su negra cabellera por sobre su hombro, sus amigos asintieron ante la propuesta.
—¡Sí!, suena bien, ¿trabajas hoy Ren?—preguntó Ethan. Ella negó con la cabeza.
—No, hoy tengo libre, así que aprovéchenme—bromeó. Los tres comenzaron a reír animadamente, mientras sus risas se mezclaban con el bullicio de la clase.
Camino a los casilleros los tres hablaban con normalidad. Ethan se quejaba de la poca presencia de su padre, lo cual estaba acostumbrado, la desaparición de su hermano y el constante hostigamiento de su madre; Hanny, por su parte se lamentaba porque extrañaba a su hermano y Renee saltaba al hablar de los Black Mist, una nueva banda de Rock que se había formado en Florida, donde ellos vivían.
Desde que esa extraña banda se formó, Renee formó parte del VIP de las locas fanáticas. Para Ethan y Hanny era otra tonta banda de chicos guapos que sabían tocar instrumentos, y con una voz melodiosa, nada fuera de lo normal, había muchas de esas hoy en día.
Una canción bastante conocida se escuchó desde el bolso de Renee. La muchacha con emoción lo tomó y al ver la pantalla, esa hermosa sonrisa de felicidad se desvaneció. Miró a sus amigos, se notaba nerviosa. Pegó un pequeño quejido, que para ella era una risa, y contestó. En silencio, solo asentía.
—Bien, estoy ahí tan pronto como pueda. Sí. Adiós —colgó y guardó su teléfono sonriendo nuevamente. Sus ojos comenzaron a brillar. Más de lo normal.
— ¿Qué pasa Ren? —preguntó Ethan.
—Lo siento chicos, pero me pidieron que reemplazara a alguien en el trabajo, me pagarán el doble así que no me pude negar. Será para la próxima—se encogió de hombros, y se acercó a ambos para darle un beso en la mejilla a cada uno. Se dio media vuelta y corrió hacia la salida sin esperar alguna queja o comentario de sus amigos.
Los dos se quedaron de pie sin poder decir nada. Solo vieron como esa rubia cabellera salía de su vista.
—Bien, seremos los dos... de nuevo —afirmó Ethan haciendo como si no tuviera ánimos de pasar una agradable tarde con su amiga. Hanny le dio un pequeño golpe en el estómago y sonrió de medio lado.
—¿Qué? ¿Tanto te desagrado?
—Sabes que te amo—respondió guiñándole un ojo.
Hanny rodeó los ojos y lo empujó para que la dejara pasar. Esa frase era algo que no creía, algo que para Hanny decía sin sentir, su amigo era muy coqueto. Ethan sin dudar se definía como buena persona, pero era un Don Juan, una máquina de testosterona que ninguna chica podía resistir, un cliché con pies, encantador por naturaleza. Alto de cabello rubio, ojos azules y sonrisa angelical, volvía loca o loco a cualquiera dentro y fuera de la escuela.
Por supuesto, siempre había excepciones, y estas eran Renee y Hanny. Lo conocían tan bien que para ellas no podían verlo de otra forma que no fuera como un hermano. Solo se preocupaban de que no se metiera en problemas de faldas, respecto a eso, lo protegían sumamente bien
—Adelántate —le ordenó de pronto a Hanny cuando Mary paso al lado de él. Vio la cara de molestia en su amigo, la que siempre ponía cuando algo desagradable lo rodeaba, o simplemente Mary lo buscaba. Ella era la única chica que Ethan rechazaba rotundamente, la muchacha era un caso sin remedio. Rara era una palabra que podría definirla, pero se quedaba muy corta. Siempre trataba de hablar con Ethan, pero éste la despreciaba y no le gustaba que estuviera alrededor de Hanny y Renee, no era de su agrado, aunque a sus amigas no les molestara la presencia de Mary.
Hanny asintió y siguió su camino. No le gustaba la forma en la que Ethan trataba a esa pobre chica, no podía comprender como ella podía seguir insistiendo con alguien que a simple vista la odiaba.
Hanny nunca tuvo un novio o algo parecido, así que no entendía mucho sobre sentimentalismo, solo lo que veía en películas o lo que leía en libros. Pero claro, su vida no era como una de esas cosas. Estaba segura que si hicieran una película de su crecimiento, familia y todo lo relacionado con ella, sería un desastre. No tenía nada interesante, llevaba una agradable vida monótona. No le daba problemas eso, más bien, estaba bastante satisfecha con todo.
Se dirigió a la salida, despidiéndose de los compañeros que le hablaban o la detenían para abrazarla, la chica era muy querida dentro de la comunidad escolar, nadie desconocía la existencia de ella dentro del colegio.
Cuando llego a la entrada principal vio a Renee de pie dando pequeños saltitos ansiosos en su lugar. Hanny se extrañó que aún no se fuera a su trabajo. Un pequeño restaurante, donde el dueño era amigo del hermano mayor de Ethan. Frunció el ceño y se dirigió donde ella a paso lento, cuando iba a gritar su nombre, para llamar su atención, un auto negro lujoso se estacionó delante de su amiga, ésta se subió alegremente dejando a Hanny un poco sorprendida.
El auto partió y la muchacha no alcanzó a analizar la situación, ¿desde cuándo iban a buscarla? No era común... más bien era extraño. ¿En qué estaba metida Renee? Hace un tiempo se sentía preocupada por su amiga, su ánimo había cambiado, ya no se veía tan alegre o energética. Cada vez que le preguntaba si le sucedía algo, Renee se excusaba con el cansancio del trabajo, pero aun así, para Hanny esos comportamientos tan raros en su amiga la alarmaban, ahora con lo que veía, más dudas le producía.
Un pequeño grito en su oído la hizo saltar del susto, y las manos de Ethan se posicionaron en la cintura de la muchacha que se tocó el corazón para calmarse.
—¿Qué te pasa? Parece que viste un fantasma—bromeó riéndose. Ella lo miró de reojo y lo empujó para que quitaras sus manos de ella, esbozó media sonrisa.
—No, peor, estoy viendo a un pervertido —se dio media vuelta y comenzó a caminar delante de él, viendo a la dirección en donde su amiga se había ido.
(***)
Al fin estaba comiendo la gran hamburguesa que Ethan le había comprado. A pesar de haber conseguido lo que quería, sus pensamientos no estaban precisamente en la comida, sino en Renee, Ethan observaba a Hanny y suspiró, no había ni siquiera comido una papa, tosió y se acercó a unos centímetros de la cara de su amiga.
—Tierra llamando a Hanny, ¿por qué estás tan distraída?—se alejó y nuevamente volvió a su asiento. Hanny se congeló por un momento, pestañeó varias veces hasta volver al mundo real. Suspiró y negó con la cabeza.
—No es nada. Cosas mías—nuevamente suspiró—. No vuelvas a hacer eso, me pone nerviosa—dijo de pronto comiendo su papa. Ethan subió una ceja y la miró coquetamente.
—¿Te pongo nerviosa?
—Ni en tus sueños—advirtió sin ánimos, desinflando a su amigo, que hizo una mueca de dolor fingido.
—Bueno, bueno, ¿en qué estás pensando entonces?—continuó cambiando su semblante a uno más serio. Hanny no se atrevía a decirle algo respecto a Renee, era una promesa que tenían, los secretos que ambas compartían no se les podía decir a nadie, aunque ese alguien, fuera Ethan. No era que no tuvieran confianza en él, pero había unas cosas que los chicos no entenderían. Además, no podía decirle sin hablar con su amiga antes que todo.
—Quiero cortarme el cabello, ¿Cómo me vería si me rapo al cero?—respondió para desviar el tema. Ethan se quedó callado por un segundo. Después negó con la cabeza.
—¿Estás loca?, tu cabello es demasiado hermoso para ser cortado. Si Renee te escucha decir eso te mata, además, ¿Al cero? Eres linda, pero no abuses de eso—se persignó haciéndola reír.
Hanny sabía que su cabello era llamativo. No lo decía por ser creída o petulante, su pelo realmente era lindo y Renee siempre se lo decía. Su amiga no entendía por qué constantemente, Hanny, lo amarraba en una cola de caballo. Para la chica era más cómodo así que tener que batallar con la extra, extra larga cabellera negra todas las mañanas, era cansador. Hubo un tiempo que lo usaba suelto, pero después se hartó y comenzó a amarrarlo. Renee e Ethan siempre la convencían de no cortarse el cabello, cada vez que iba al salón de belleza ellos la acompañaban para vigilar que no cortaran más de lo debido. Con el tiempo su cabello le llegaba más allá de la cintura.
—Bien, lo haré solo porque los hace enojar—contestó sacando la lengua. Él comenzó a reír.
Ethan sabía que ese no era el problema, era obvio que ella no estaba preocupada por eso, la conocía muy bien. Su cabello era una de las innumerables bellezas que Hanny poseía. Su belleza exterior e interior lo habían cautivado desde que era un niño. La amaba y cuando se lo decía ella lo tomaba como si fuera una broma. Él era el culpable de qué pensará así, se había convertido en un mujeriego a los ojos de Hanny y de Renee, ya no podía remediarlo.
Sabía que Hanny estaba preocupada por Renee, él también lo estaba, se notaba distinta estos últimos días. Él sabía que ambas tenían secretos que a él no le contaban, pero eso no le molestaba, al contrario, estar involucrado en temas de sus amigas lo incomodaba.
Miró a Hanny que ahora comía más felizmente su hamburguesa. La simple y hermosa Hanny, cada vez que pensaba así era un manojo de nervios. Sus ojos azules eran demasiado hipnotizantes, y su cabello negro era indescriptible, su piel bronceada por el sol hacía que su corazón palpitara de emoción.
Una mano en su hombro lo sacó de sus pensamientos y al alzar la mirada vio a un ser desagradable de pie al lado de él.
—Es bueno encontrarnos aquí Ethan. Hola Hanny—saludó la muchacha mirando con una sonrisa entusiasta a Hanny. Ésta se enderezó, miró a ambos y sonrió.
—Hola Mary, ¿por qué no te sientas?—preguntó amablemente.
— ¿Puedo?, ¡genial!—miró a Ethan esperando su aprobación. Él sonrió cínicamente y asintió. Mary se sentó al lado de él felizmente y comenzó a parlotear como siempre lo hacía.
Hanny reía, e Ethan miraba hacia otro lugar tratando de no explotar.
(***)
La hora pasó rápidamente. A Hanny le agradaba Mary, siempre fue fácil hablar con ella, era simple y alegre. La chica vio la cara seria de Ethan. De seguro estaba enojado. Tal vez quería que Mary no estuviera ahí con ellos, pero Hanny era incapaz de decirle que se fuera. Admiraba la insistencia de la muchacha, pensó que era buena idea que compartiera un poco con Ethan.
Hanny miró la hora en su celular y se puso de pie rápidamente, ya había oscurecido y quería ir a casa de Renee antes de ir a la suya. Ethan al ver que se iba se puso de pie.
—¿Ya te vas?—preguntó preocupado.
—Sí, quiero ir a ver a Renee—tomó su bolso.
—Te llevo—tomó sus llaves y su mochila. Hanny miró la cara de decepción de Mary y negó con la cabeza.
— ¿Estás loco? No quiero que me vean contigo. Quédate aquí, puedo ir sola, papá—bromeó despidiéndose con un beso en la mejilla —. De igual forma, gracias.
—Si fuera tu padre, no saldrías de casa—respondió de la misma manera, mientras Hanny se dirigía a la salida.
—¿Si?, suerte que no lo eres. Adiós—salió del local dejando a Ethan y a Mary solos.
Ethan dio un gran suspiro. Él también quería ir a ver a Renee, pero sabía que saldría sobrando en esa conversación. Aun así, sentía que debió ir. Mary lo miró de reojo y se quedó, por primera vez en toda la noche, en silencio, preguntándose si algún día Ethan le pondría aunque sea un poquito de la atención que le ponía a sus amigas.
—Hanny es genial—susurró sin darse cuenta. Siempre lo creyó.
—Más que genial, es perfecta—respondió Ethan sin quitar la vista de la puerta.
(***)
La muchacha se dirigió lentamente a la casa de Renee. La noche estaba agradable y quería sentir el viento en su rostro, era una de las muchas cosas que le gustaba hacer. Vivir cerca de la costa lo encontraba un privilegio, la serenaba, calmaba y en los días de flaqueza, le daba apoyo.
Cuando iba tocar el timbre de la casa, su celular empezó a sonar. Al ver el nombre en la pantalla se sorprendió.
— ¿Tía?—respondió al llamado de la madre de Renee.
—Hola Hanny, cariño, ¿me puedes pasar a Renee?, no me contesta su celular, así que te llamé a ti, lo siento si te molesto, pero como me dijo que iba estar contigo y con Ethan —Hanny se alejó rápidamente de la casa y se escondió detrás de un árbol.
—E-eh, sí, pero emmmm—hizo una pausa para ver que se inventaba. ¿En qué estaba metida su amiga? Se estaba molestando un poco—...ahora ella está comprando. Cuando regrese, le digo que llame—dijo finalmente con mucho nerviosismo.
Sintió el suspiro de alivio de la madre de Renee.
—Muy bien. Espero el llamado, adiós—Hanny se despidió y miró al cielo con extrañeza. No entendía por qué Renee le había mentido a su madre, era obvio que antes de cancelar con ellos, ella nunca había llamado a su madre para avisarle que salía.
Se quedó sentada en la vereda en una distancia segura para que la madre de Renee no la descubriera.
Esperó media hora. Ya iban a ser las ocho de la noche. El turno de Renee terminaba regularmente a las siete, y no tomaba más de quince minutos caminando del local donde trabajaba a su casa. Miró en todas direcciones pero no la veía llegar, la llamó pero no contestaba. Cuando se iba a rendir vio como lentamente la silueta de su amiga se acercaba.
Venía tambaleándose de un lado para el otro con la cabeza gacha. Hanny se puso de pie y fue caminando a su encuentro.
—Ren, ¿qué pasa?—preguntó preocupada. Renee la miró sorprendida y rápidamente sonrió.
—¡Hanny!, ¿qué haces aquí?, es muy tarde—se cruzó de brazos.
—¿Por qué vienes llegando a esta hora? —preguntó enojada.
—¿Qué?, ¿me estas controlando?—contestó mirándola a los ojos graciosa. Al no ver ninguna reacción en ella se enderezó y se mordió el labio —El turno resultó más largo que el mío, por eso llegue a esta hora, ¿feliz? —dijo haciendo pucheros.
Hanny vio en su cara que mentía, la conocía bien para saber que algo malo pasaba. Negó con la cabeza y la miró más seria que nunca.
—¡Mentirosa!, hoy no trabajaste, ¿verdad?—la encaró. Renee la miró sorprendida y le dio una sonrisa nerviosa. No podía mentirle a Hanny. Se resignó.
—¿Cómo supiste?
—Después de la escuela te subiste a un auto. Y antes de tocar el timbre de tu casa, tu mamá me llamó para preguntarme por ti, ya que no le contestabas el celular. Ella me dijo que estabas Ethan y conmigo, pero eso nunca pasó —observó los ojos enrojecidos e hinchados de su amiga —. ¿Estuviste llorando?—Renee frunció y comenzó a reír.
—En verdad eres tan melodramática Hanny —suspiró —. Sí, me atrapaste, me escapé con unos amigos y fumamos un poco de, tú ya sabes. Nada fuera de lo común —aclaró sonriendo a su amiga. Hanny asintió con ironía. Renee sabía que a ella no le gustaba que anduviera fumando esas cosas, pero Hanny no podía hacer nada contra eso, era decisión de ella no suya, aun así, no le creía pero no iba a comenzar una pelea por eso.
—Si sigues así te quedaras sin neuronas. Y no te ayudaré a aprobar ningún curso—afirmó esbozando una sonrisa.
—¡Mentirosa!, aunque yo no te lo pida lo harás, ¿verdad? —la abrazó—. ¿Te quedas a cenar?, claro si es que no tienes problemas —le guiñó un ojo.
—Está bien, mi papá aun anda en su viaje de negocios. Además no creo que ponga problemas por estar contigo—respondió sonriendo. Renee le devolvió la sonrisa y ambas entraron a la casa.
(***)
Después de la cena Renee le insistió que fueran a su habitación antes que se marchara, Hanny aceptó y subieron a ella.
Se sentó en su cama y vio el sin fin de poster de Black Mist. A Hanny siempre le causó gracia la obsesión que tenía Renee por ellos. Era común que la hiciera escuchar su música cuando estaban solas, aunque a Hanny no le gustaba, nunca se negaba. A Renee y a ella, generalmente les gustaba el mismo estilo de música, pero con Black Mist discrepaban.
Renee se sentó al lado de ella y le pasó algo. Hanny extrañada recibió una cadenita de plata. Miró a su amiga y luego volvió a ver la cadena. En ella colgaba una pequeña llave.
— ¿Y esto?—preguntó intrigada.
—Es la llave de mi diario —dijo sonriendo. Hanny no entendía por qué se la daba —. Hanny... eres mi mejor amiga, y odio que creas que te guardo secretos. Con esto quiero demostrarte que confío en ti más que nadie en este mundo —. Hanny le sonrió.
—Ren, sabes... en todo este tiempo he estado pensado, que está bien tener algunas cosas para nosotros mismos. Si hay algo que realmente no puedes y no quieres contar, está bien. Yo jamás te reprocharé por eso, pero a veces es necesario apoyarnos en alguien, sabes que puedes contar conmigo para lo que sea.
—Lo sé, y sé qué harías cualquier cosa por mí, por eso te la doy. ¿Sabes que eres la mejor persona que he conocido en mi vida?, no sé qué hice para merecerte como amiga. En verdad le agradezco a Dios por haberte tenido en mi camino Hanny —dijo con sus ojos llorosos—. A veces pienso que me dieron más de lo que merecía, un ejemplo eres tú—Hanny le sonrió y la tomó de la mano.
—¿Desde cuándo eres tan sentimental?, la llorona soy yo, no tú —aclaró con una lágrima cayendo por su mejilla. Renee la miró y negó con la cabeza.
—Eso no es verdad Hanny, de los tres... tú eres la más fuerte. Siempre he envidiado eso de ti, me gustaría ser la mitad de valiente que tú. Lamentablemente no lo soy, y no lo seré—aclaró tristemente. Hanny solo la miró sin entender por qué ahora decía eso, pero sus palabras le llegaron, y la preocuparon más de lo que estaba. Renee suspiró y sonrió. Saltando en su cama —. ¡Bien! deja colocarte la cadena —. Hanny asintió aun confusa.
Renee la dejó en la entrada de su casa. Le sonrió y abrazó fuertemente a Hanny, ella le correspondió el abrazo.
—Nos vemos mañana, por favor, no llegues tarde—la apuntó con el dedo. Renee rio.
—Adiós Hanny, llega con cuidado a casa, ¿sí? —se despidió dulcemente. Hanny sonrió y asintió, sentía algo extraño en su corazón, pero por alguna razón estaba más tranquila.
(***)
No llevaban ni dos semanas de clases de su último año y ya estaba cansada. El día anterior, después de llegar de la casa de Renee, se quedó viendo Kick Ass, por octava vez.
Se levantó apenas y escuchó su celular. Lo tomó y vio en la pantalla el nombre de Ethan, aún eran las siete de la mañana. Somnolienta lo contestó.
—Invítame un café —dijo Ethan antes de que Hanny pudiera responder.
—Odias el café—se quejó levantándose de su cama y yendo al escritorio.
—Bueno no importa, estoy afuera de tu casa así que abre—aclaró colgando. Hanny se despertó en un segundo y fue a su ventana, y ahí estaba él saludándola. La chica suspiró y bajó con rapidez. Abrió la puerta y lo miró divertida.
—Es la segunda vez que me haces esto, esta semana—lo encaró cruzándose de brazos. Ethan sonrió y vio él pequeño pijama que llevaba, el cabello suelto y desordenado. Se puso nervioso y la miró desafiante.
—¿Me dejarás aquí esperando para siempre o qué?
—Bien, pasa, pero prepara el desayuno, ya sabes dónde está todo—le ordenó mientras subía las escaleras.
—¡Sí, mi amor! —gritó cerrando la puerta detrás de él —. No sabes cuánto deseo serlo —susurró esbozando una sonrisa y dirigiéndose a la cocina.
Ya cuando Hanny estuvo lista, ambos se sentaron a desayunar. Ethan molestó a su amiga por seguir viendo la misma película cuando estaba aburrida. Ella no podía hacer nada si le gustaba, era hasta el momento su favorita. Comenzaron a hablar lo de siempre. Recuerdos graciosos de la infancia de los tres y de lo que sucedió después de que Hanny se fuera. Ethan se quejaba sobre eso y como tuvo que deshacerse de Mary, Hanny lo regañó. De pronto Ethan vio la cadena que colgaba en el cuello de Hanny, se puso tenso.
—¿Y esa cadena? ¿quién te la dio? —Hanny la miró de reojo y sonrió feliz. Miró la cara preocupada de Ethan y sonrió con maldad.
—Un chico —respondió con un tono de orgullo. Ethan se puso más serio que antes.
— ¿Quién? ¿Es de la escuela?
— ¿Qué? ¿Por qué quieres saberlo?
—Para matarlo, que más. Y advertirle que no se meta con lo que es de uno —afirmó acercándose a ella.
— ¿Desde cuándo soy tuya?—preguntó intrigada.
—Desde que naciste, lo escribimos en el árbol, ¿Lo recuerdas?—dijo conforme. Hanny sonrío y lo miró a los ojos.
—Eso fue cuando teníamos ocho, ya supéralo. Además, ¿qué es eso de "lo que es mío"? por favor, las personas no son propiedad de nadie, soy tu amiga, nada más. Sabes que odio que hables de esa manera, te hace ver mal—aclaró apuntándolo con la cuchara.
—Para mí aun vale Hanny, y perdón a veces se me sale lo Hans Reeds—se excusó sacando a su padre a colación. Le guiñó el ojo y le dio un sorbo a su té. Hanny suspiró, si Renee estaba extraña, Ethan no se quedaba atrás. Después de unos momentos de silencio, decidió hablar.
—Me la dio Renee, así que no mates a nadie aun—Ethan comenzó a reír. Cuando iba a decir algo sonó una sirena de una ambulancia que pasaba afuera de la casa. El muchacho se levantó y vio a través de la ventana.
—¿Otro accidente? ¿Tan temprano? —miró su reloj extrañado—. Se dirigen hacia el barrio donde vive Ren. ¿Qué habrá pasado?—cerró la cortina y se fue a sentar nuevamente—. Deberíamos llamarla, ¿no crees? De seguro la anciana de al lado hizo de las suyas—continuó hablando mientras Hanny se perdía en sus pensamientos.
Un fuerte dolor en el pecho la alarmó, hacía mucho que no sentía algo así de pesado y fuerte. Le empezaron a picar los ojos y su respiración se agitó. Se levantó de su asiento y subió a su habitación a buscar su celular. Ethan al ver la cara de miedo de su amiga, la siguió. Ella marcó a Renee, pero no contestaba, maldijo. Volvió a llamarla repetidas veces pero era el mismo resultado. Ethan la miró.
— ¿A quién llamas?
—A Renee. No me contesta.
—Debe estar dormida aun.
—¡No!—gritó nerviosa. Ethan se paralizó por un momento —. Lo siento, pero, pero... vamos a su casa—dijo bajando las escaleras seguida de Ethan. Salieron de casa de Hanny y se dirigieron al auto del chico, el cual no tardó en hacerlo andar. Veía la cara de miedo en Hanny, solo una vez en la vida la había visto así, el día cuando la madre de la chica murió. Se sentía nervioso. No le gustaba que ella sintiera esas cosas, porque acertaba en lo que presentía, así que no pudo no alarmarse también.
Se apresuró en manejar, agradeciendo que el transito estaba expedito. Doblaron por la calle que daba a la casa de Renee y vieron la ambulancia en frente de ésta. Ethan se estacionó en un lugar donde no molestara el paso. Apenas se detuvo Hanny salió corriendo del auto. Ethan maldijo para sus adentros y la siguió. Al llegar a la entrada sintieron los gritos desesperados de la madre de Renee.
Hanny se detuvo de golpe. Ethan la tomó de la mano y vieron como dos paramédicos bajaban con una camilla. En ella había un cuerpo cubierto de pies a cabeza, ambos chicos se congelaron al ver la escena. Sus corazones comenzaron a latir con una rapidez y el sudor en las palmas de sus manos hacían que, al sostenerlas entre sí, se resbalaran, por lo mismo, el muchacho agarró más fuerte aun la mano de su amiga. Ninguno quería despegarse por miedo.
Sabían quién era, pero no podían creer que fuera ella. Los paramédicos los divisaron y agacharon la mirada. Hanny e Ethan temblaban, éste la abrazó. Hizo que su cara se quedara en su pecho para que no siguiera viendo como subían el cuerpo a la ambulancia, pero Hanny insistía en ver, sus lágrimas caían, las de Ethan caían esperando que no fuera lo que creyeran. De pronto salió el padrastro de Renee. Miró a ambos chicos y comenzó a llorar. Ethan comprendió en ese momento todo. Renee estaba muerta.
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Hola, ya estamos en el 2019 y no puedo creer que haya pasado tanto tiempo. Pensé en subir nuevamente esta historia el día de mi aniversario (cumplo 5 años en la plataforma), creo que es un bonito gesto, algo significativo no solo para mí, sino para ustedes.
Muchas gracias por el apoyo y el cariño que me han entregado a mi y a esta historia, por lo mismo esta edición está mucho más pulida. La esencia del libro sigue siendo la misma, así que no se preocupen.
Espero que sigan apoyándome y disfruten de nuevo el libro, y si eres nuevo/a, bienvenido/a.
Les dejo mis redes sociales para que me sigan, se vienen sorpresas a largo plazo, besos y abrazos.
Atte: C.J. Arcos
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