Epílogo: Heroína del día a día
El otoño hacía acto de presencia al fin. Era un poco extraño para Marinette contemplar lo que había sucedido en aquellos meses, lo que el calendario le calculaba como semanas, ella lo había sentido como días. Pero el calendario no mentía, como tampoco lo hacía el frescor otoñal y las hojas caídas.
Marinette se sentó en el diván que había instalado delante de su coqueto y enano balcón. Tenía las ventanas cerradas por el viento que hacía en el exterior, pero aún así podía oler el perfume del otoño. Quizás fuera cosa del café con dulce de leche que tenía entre sus manos, calentándole gentilmente la piel...
Durante ese tiempo Marinette se había visto con un Adrien accidentado, una reconexión con Alya y su yo más infantil gracias a su estadía en aquella cabaña, una disculpa inesperada de Chloé, el lanzamiento de la colección, el encontronazo con Adrien por partida doble, el despegue inesperado de su marca, el comienzo de su relación con Adrien... Aunque eso último había sido un pequeño secreto durante un tiempo, mientras ellos tanteaban el terreno y veían cómo les iba. Y tenían que reconocer que eran muy buenos escondiéndose, nadie se había dado cuenta de nada, ni siquiera Alya que era como un sabueso para esas cosas.
Luego había sido la maravillosa boda de Juleka y Rose, en la que había derramado algunas lágrimas, ¿pero cómo no hacerlo? Las dos estaban preciosas y radiantes y cuando se vieron la una a la otra con sus vestidos de novia empezaron a llorar de la felicidad y el orgullo. Estaban tan lindas, tan tiernas, que fue imposible para Marinette guardarse las lágrimas. ¡Y estaba en una boda! ¿Por qué iba a guardarse las lágrimas para sí misma? Si la mitad de los presentes tenían también los ojos llorosos. Había visto a Luka limpiarse disimuladamente con el dorso de la mano y le entraron ganas de reír.
Le habían pedido que participara en una película liderando el equipo de vestuario en el que todavía estaba trabajando. No empezarían a rodar hasta febrero, pero Marinette ya tenía las manos llenas con toda la preproducción.
También tenido su primera pelea oficial como pareja con Adrien, aunque había sido de lo más estúpido del mundo. Tom y Sabine habían ido a visitarla a casa con una bolsa llena de croissants tentadores y calentitos. Adrien estaba en el apartamento, pero habían podido disimular bien. Ayudaba que sus padres se hubieran acostumbrado a verles juntos con más y más frecuencia. Adrien recibió una llamada de teléfono del trabajo y la contestó estando sus padres ahí.
—Tengo que irme, lo siento, así tan de repente —se despidió Adrien poniéndose en pie y tomando su chaqueta.
—¿Ha pasado algo? —preguntó Marinette.
—Al parecer están montando un numerito en la oficina y tengo que ir sí o sí —suspiró Adrien—, Angelo es un diseñador maravilloso, pero hay que ver cómo se pone cuando se atasca...
—Tienes que tenerle un poco de paciencia —se rio Marinette—, ya sabes que es muy intenso.
—Sí, lo sé, para bien o para mal. Ojalá trabajáramos juntos, las cosas serían mil veces más fáciles —suspiró Adrien de nuevo—, en fin, te veo luego.
En un gesto instintivo, Adrien se inclinó y la besó. Fue un mero roce, suave y rápido, un tierno gesto de despedida. Se observaron con cariño antes de escuchar un carraspeo incómodo. Adrien y Marinette se congelaron en el asiento y entonces recordaron que tenían compañía. Adrien, el muy cobarde, la abandonó con el drama de explicarles todo a sus padres después de su metida de pata cuando ella había planificado muy bien cómo quería que se enteraran. Luego había vuelto con comida de su restaurante japonés favorito y esa mirada de corderito degollado, lo que había suavizado las cosas. Un poquito.
Pero agua había corrido desde ese momento, así como chismes, porque era lo que había tardado su padre en soltarle a todo el mundo de que su niña tenía al novio más encantador del mundo. Había tenido que aguantar el acoso de Alya y las preguntas indiscretas de Rose durante una buena temporada. Aunque estaba segura de que Nino y Chloé también habían intentado sonsacarle información a Adrien, Chloé con muchas intenciones de incordiarle, así que habían zanjado el tema pacíficamente allí.
La noche anterior habían ido a un concierto mega especial y ultra único de Jagged Stone. Y definitivamente lo había sido después de ser ella la responsable de vestuario y conseguir que cantara su canción más icónica con un vestido que habría encandilado a medio Versalles en el siglo XVIII. Tenía el bello recuerdo de Adrien susurrándole te quiero al oído mientras la abrazaba por la espalda, siguiendo el suave ritmo de una de las escasas baladas de Jagged.
Y la abrazó igual en ese momento, al sentarse detrás de ella en el diván.
—¡Ey! —se quejó Marinette cuando le robó la taza de café—. No seas goloso.
—Deberías ser un poco más altruista, Mari, ¿qué será de una superheroína que no puede ni compartir un sorbito de café? —bromeó Adrien.
—No es solo un sorbito, siempre me robas media taza y te llevas toda la espuma.
—¡Ay, ay! ¡Exagerada! Solo algún sorbito por aquí y por allá —se justificó Adrien—. Y nunca cuando te preparas café solo.
—Claro, porque eres un gato bebé que solo quiere su cuenquito de leche.
Adrien le manchó la nariz de espuma a modo de represalia. Los kwamis, más que acostumbrados a sus habituales riñas y carantoñas, siguieron con lo suyo sobrevolando la habitación, disfrutando de las galletas de chocolate que Marinette les había servido en la mesa de la cocina o jugando a la consola. Plagg y Tikki estaban compitiendo a un videojuego de carreras y, por las protestas de Plagg, Tikki le estaba haciendo morder el polvo.
—¡Adrien! —se quejó Marinette.
Adrien le dio un beso pequeño en la nariz, haciéndola sonrojar.
—Eres un gato coqueto y tramposo—murmuró Marinette, enfurruñada.
—Me honras con tales palabras, princesa mía.
—Creído —murmuró Marinette con un mohín en los labios que intentaba con todas sus fuerzas que no se convirtiera en una sonrisa.
—Me adoras así y yo te adoro tal cual eres, la heroína de mi vida.
Marinette le besó la mejilla en un movimiento fugaz antes de recuperar su taza de café y tomar un sorbo. Adrien se rió de su actitud.
Las tardes así eran dulces. Marinette intentaba cada día ser un poco mejor, una mejor versión de sí misma en todas sus facetas. Aunque Ladybug y Chat Noir no tenían tanta presencia en un París que finalmente parecía estar recuperando la calma, se mantenían atentos, siempre prevenidos de lo que pudiera pasar ante un futuro tan incontrolable y lleno de misterios. Mientras, se esforzaban día a día para ayudar en la medida en que pudieran, porque cada uno, con prodigio o sin él, podía ser un superhéroe si lo intentaba.
Adrien apoyó el mentón sobre su cabeza y suspiró.
—¿Y ese suspiro tan profundo?
—Nada, estaba yo pensando...
—¿Cuando pensando yo estaba? —bromeó Marinette. Adrien hizo mala cara ante su broma, lo que consiguió que Marinette se riera aún más.
—Y luego el que cuenta chistes malos soy yo, claro... —comentó Adrien—. No, era más bien que estaba recordando algo. Desde que te conozco siempre pensé que eras una persona muy enigmática, me costaba entenderte, y eso me pasaba tanto con Marinette como con Ladybug.
—Lo dices como si tú no hubieras estado plagado de secretos.
—¿Piensas que te sigo guardando secretos?
—Estoy segura de que sí.
—Ajá... Pues hagamos una cosa, intercambiemos secretos.
—¿Intercambiar secretos?
—Sí, tú dices uno y luego yo digo otro, como un juego.
—Uno peligroso...
—Dudo que puedas esconderme algo aún mayor que "Hola, soy Ladybug", ¿sabes?
Marinette se rio entredientes.
—Te has reído, eso es que te ha gustado, así que te toca.
—¿Y por qué yo voy primero?
—Yo sugerí la idea.
—Precisamente, deberías empezar tú primero.
—De eso nada, te toca a ti. Además, me muero de curiosidad por saber si guardas algo aún más grande que tu identidad.
Marinette bufó, pero finalmente cedió.
—Está bien, está bien... Déjame pensar...
—¿Cuáles serán los secretos de Marinette? —comentó Adrien y pudo sentir el aliento de su risa acariciando su oreja.
Marinette sonrió como si estuviera a punto de atrapar a un gatito confiado y burlón.
—¿Te he dicho alguna vez que estuve casada?
—Pues la verdad es que... ¡Espera, ¿QUÉ?!
FIN
Miércoles, 31 de marzo de 2021
¡Hola a todos, lindas flores!
Pues después de 31 días, 37 013 palabras y más de 2000 lecturas, ¡Los Secretos de Marinette ha llegado a su fin! Muchísimas gracias a todos por acompañarme en este MarinetteMarch, ha sido una experiencia maravillosa que he disfrutado muchísimo y su compañía lo ha hecho todo aún más satisfactorio y divertido. Para los que no me conocían, pues en mi perfil tienen un montón de historias de este fandom más que listas para ser devoradas y, quienes están para quedarse, ¡tendremos nuevas aventuras pronto! Les recuerdo que suelo escribir micro historias de este par en mi Twitter ( @ MeimiCaro), por si alguien se quiere dejar ver por ahí jajajajajaja
Bueno, pues con esto y un bizcocho, ¡nos leemos pronto!
#LaFickerMalvada contemplando su obra
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