Capítulo 26: Fashionista
El latido de su corazón era tan fuerte que retumbaba en sus oídos por encima del sonido de la música y los murmullos de la gente que iban in crescendo. Correteaba de un lado para otro, asegurándose de que todo estuviera en orden, mientras Mylènè se encargaba de la peluquería y Sabrina del maquillaje. Que esas dos hicieran piña y fundaran su propia empresa había sido una sorpresa para todo el mundo, pero hacían un equipo increíble y todoterreno. Mientras que Mylènè era innovadora y trepidante, Sabrina era muy elegante y tenaz. Estaban haciendo un trabajo maravilloso y agradecía muchísimo no tener que preocuparse por eso.
—Salimos en cinco minutos —explicó Michelle, la jefa de producción, cuando pasó a su lado aunque lo estaba comunicando a través del micro de diadema—, todos los modelos preparados.
Marinette dio el visto bueno a Karina, la modelo número nueve, y fue hacia la mesa donde estaban terminando de preparar a Adrien y a Juleka.
—Hola Marinette —la saludó Isla, el modelo número ocho, mientras tomaba un trago de agua a través de una pajita de papel—. Adiós Marinette —se despidió con una risita baja al verse ignorado.
Nadie se lo tomó a mal, Marinette estaba haciendo el esfuerzo de estar en todos lados a la vez. A Juleka aún le faltaban los toques finales, pero permanecía inmóvil y serena, dejando que Mylènè terminara de trabajar con su recogido, pero Adrien ya estaba listo.
—¡Ey! —la saludó Adrien, levantándose cuando Sabrina le dio permiso—. Esto es bastante impresionante, ¿verdad?
—Sí —suspiró Marinette, aquello había cogido mucha más magnitud de la esperada—. Creo que me va a dar un ataque de nervios en cualquier momento.
—Nada de eso —dijo Adrien, tomándole de las manos. Era extraño lo fácil que se les hacía ahora ese contacto y, aún así, lo torpes que se sentían—. ¿Ves a tu alrededor? Todo esto es increíble y es obra tuya.
Marinette dio un vistazo rápido a su alrededor tomando una respiración profunda antes de clavar la mirada en los ojos verdes y brillantes de Adrien.
—¡Un minuto para empezar! —avisó Michelle a través del micro con fuerza, la voz le taladró el oído y cerró un ojo ante la sorpresa—. ¡Todos los modelos preparados!
—Vamos —ordenó Marinette con una sonrisa nerviosa—, esto ya va a empezar.
Soltó el agarre de sus manos y le dio un empujón amistoso hacia la fila donde los modelos se estaban colocando bajo las directrices de Michelle. Adrien no se movió.
—¡Venga! —le pidió Marinette.
—Voy, voy —contestó Adrien, riendo ante la presión de Marinette en su espalda, empujándolo. Se giró sobre sus pies y se inclinó para susurrarle al oído—. Y estás preciosa esta noche.
Adrien dejó de resistirse y se fue con los demás, cumpliendo a rajatabla lo que Michelle les ordenaba. Marinette se esforzó por volver a concentrarse y ponerse manos a la obra, pero el sonrojo no se fue de sus mejillas.
La sala estaba llena y la expectación inundaba cada bocanada de aire. Los murmullos de los presentes se sobreponían a la música instrumental que salía por los altavoces. O así fue hasta que las luces se apagaron y la música se detuvo, llevando la tensión de la habitación hasta el techo.
La sala estalló. Las pantallas led dieron un impacto de color y la música empezó a sonar de nuevo con los pasos de la primera modelo. Mélanie desfiló con un precioso vestido gris y blanco de encaje. Una capa de tul caía desde la cintura hasta medio muslo, otorgándole un aire etéreo. Otra capa de tul caía desde el principio del escote hasta la cintura, en forma de eme continua, protegiendo las mangas de tul gris. Su piel oscura y sus enormes ojos castaños hacían vibrar los colores de la tela, pareciendo una ensoñación.
Le siguió Myrna, una joven altísima con la piel tan pálida que casi era translúcida y un largo cabello oscuro. Llevaba una camisa blanca con bordados, una chaqueta negra de corte desigual y unos pantalones de tela del mismo color. El abrigo llevaba un cinturón oscuro con una hebilla de hojas de laurel plateadas. Sobre sus hombros, un pesado y elegante abrigo negro que la hacía parecer una sombra poderosa.
Salió Elvira, con uno de los vestidos más cucos que Marinette había hecho alguna vez. Un vestido azul de escote redondo y fruncido, que se adhería suavemente hasta su cintura y luego caía en forma de campana. Estaba cubierto por una capa de tul azul marino degradada en transparente con constelaciones bordadas a mano con hilo plateado como si fuera un campo de flores. Bajo el vestido, una blusa brocada y de mangas tres cuartos que se abrían en campana a partir de los codos. Su cabello pelirrojo hacía relucir preciosamente cada ángulo del vestido y parecía una gracia de Rubens sonriendo con dulzura.
La pasarela era una ensoñación de fantasía tras otra, que era lo que Marinette más deseaba comunicar. Incluso con estilos y materiales distintos, cada modelo presentaba un sueño distinto, y para disfrute de Marinette, lo sentían en cada uno de sus poros y pasos por la pasarela.
Siguieron Carlos, Jenna, Blanca, Ivonne e Isla. Cuando regresó el octavo modelo fue directamente hasta ella para darle una palmada enérgica en el hombro antes de volver a su puesto con el resto de modelos. Realmente era un chico que tenía adrenalina en lugar de sangre en el cuerpo, haciendo que su conjunto tuviera una energía muy particular. Llevaba un traje muy elegante de dos piezas, de un profundo azul marino, y una camisa de un índigo tan oscuro que parecía negro. Llevaba un lazo de múltiples capas cerrado con un broche diseñado y hecho a mano por ella misma. La plata, moldeada en pequeñas flores, custodiaba un enorme cristal azul. En otra persona esa imagen quizás parecería demasiado seria, pero con esa sonrisa carismática, su piel color caramelo y los diminutos rizos moviéndose con cada uno de sus pasos era rompedor. Encima tenía un adorable ojuelo en la mejilla izquierda, un príncipe azul que había arrancado muchos suspiros en su sala.
No es como si Karina, que fue la siguiente, no fuera una rompecorazones. Con sus labios en forma de corazón y su cara redonda, parecía una mujer adorable, pero su mirada gris era la de una mujer indomable e indómita. Llevaba una camisa de lino con mangas obispo con un fino bordado herbal dorado en los puños. El pantalón de tiro alto se ajustaba perfectamente a su cintura, dándole mayor amplitud a la camisa, y los tirantes de cuero con broche dorado le daban fuerza a sus hombros. El pelo corto y ondulado, a la altura del mentón, se le movía con cada uno de sus pasos, haciéndola parecer una caballero de brillante armadura de rasgos nobles.
Todo un contraste con Ji Woo que parecía un diente de león que sobrevolaba la pasarela con sus ligeros pasos. Sus ojos almendrados y castaños eran muy dulces y claros, así como su porte elegante al andar. El vestido era blanco con diminutos lunares negros. La parte alta, hasta la cintura, era un ceñido corsé con botones en forma de diminutas rosas negras Sus hombros eran custodiados por un par de mangas japonesas cortas. Luego caía hasta las rodillas en decenas de capas de tul que flotaban con cada uno de sus movimientos. Una cinta negra servía de transición entre el corsé y la falda.
Y entonces, llegó el momento. Adrien salió y Marinette sintió a la fangirl que había sido chillar un poco en su interior. No quería decírselo porque sabía su historia, pero le había echado de menos en las pasarelas y al acceder participar en su colección había cumplido uno de sus sueños como modista. Adrien era un contraste andante con su cabello dorado y su ropa oscura. Llevaba una camisa negra, bien adherida al cuerpo que menos mal no había tenido que alterar con el cambio de modelo. El pantalón de tiro alto y recto daba presencia a cada uno de sus pasos. Una cadena de plata se abrochaba en el cinturón y se perdía entre las capas del enorme abrigo, con capa sobre los hombros, mangas holgadas y que llegaba hasta casi sus pies. La corbata negra empezaba fina, pero terminaba en un triángulo el triple de ancho. Una placa de plata encerraba el nudo de la corbata y, un par de centímetros más abajo, a modo de broche llevaba un cristal verde rodeado de hojas de laurel de plata. Adrien se comía la pasarela como una aparición fantasmagórica y letal, un vampiro de la fantasía y el ensueño, y estuvo segura de que varios de su equipo suspiraron al verlo.
Como si fuera su opuesto y a la vez su equivalente, Juleka hizo su aparición estelar. Su largo vestido crujía musicalmente según se acercaba al final de la tarima. Tan alta como era, la seda y el tul acariciaban el suelo como si ella perteneciera a la tierra, a la vida y a la luz. El escote en uve era delicado, lleno de flores blancas, rojas y azules bordadas a mano. Las mangas obispo de tul transparente y con bordados dejaban los hombros al descubierto. La cinta de raso roja a su cintura era el broche final, a juego con el adorno del semirecogido alto y ondulado de su cabello. Estaba maravillosa y Marinette sintió las lágrimas pinchándole los ojos, luchando por salir.
—Todo el mundo, ¡preparados para el final! —dirigió Michelle, asegurándose de que todos en el backstage estuvieran organizados.
—¿Preparada? —le susurró Adrien con una sonrisa cómplice.
—Más me vale estarlo.
En ese momento Juleka se puso a su lado y, aún con su altura innata y el plus de los tacones, se las arregló para mirarla con dulzura y no hacerla sentirse pequeña. Tomó su mano y la apretó con energía antes de levantarla suavemente como si la estuviera escoltando.
—¡Todo el mundo fuera, vamos! —ordenó Michelle, haciendo que los primeros modelos salieran en fila.
Adrien le guiño un ojo antes de seguir él el mismo camino. Marinette y Juleka esperaron unos segundos más, dándoles tiempo a los demás de organizarse en los laterales de la tarima sin aglomeraciones.
—Venga, adelante —les dijo Michelle, aún en tensión. Esa mujer no estaría relajada hasta que todo el mundo hubiera salido del lugar y fueran problema de otro.
Juleka y Marinette salieron y fueron recibidas por la ola de aplausos. Marinette reconoció muchos rostros de los que estaban allí y a punto estuvo de llorar de la emoción. Necesitó de todo su autocontrol para no hacerlo, pero no pudo evitar la enorme sonrisa en sus labios pintados de rojo.
Para diferenciarse de los diseños de fantasía en claroscuro que había llevado a los ojos de los presentes, Marinette llevaba un traje que, aunque también era diseño suyo, se distinguía mucho. Una camisa blanca y un chal cruzado gris con bordes en cuero que se anudaba en su espalda. Llevaba un par de collares de perlas y otro de cristales negros.
Los modelos la recibieron en el final de la tarima y vio al público levantarse de sus asientos. En ese momento no fue consciente de la prensa, de los fotógrafos ni del molesto calor de los focos. Solo estaba la enorme y embriagadora ola de amor que le llegaba de todas las personas que estaban allí con ella, viendo uno de sus más grandes sueños cumplirse por fin. Tenía miles de cosas que decir, todas atascadas en la garganta e incomprensibles en la lengua, al final solo se vio capaz observarlos con una sonrisa radiante.
Viernes, 26 de marzo de 2021
¡Hola a todos, lindas flores!
Espero no haberlos apabullado con todos los diseños. Tengo guardados los diseños de los doce modelos, pero me di cuenta de que podía ser demasiado pesado así que solo describí la mitad. Que este era el capítulo más indicado para darle rienda suelta a la moda de Marinette, pero tampoco era cuestión de que se les hiciera pesado jajajajaja. Eso sí, este capítulo es material para fanart, por si alguien se anima jajajajaja.
Bueno, pues ya nos quedan unos cinco días de reto. Como diría Michelle, ¿todo el mundo preparado?
En fin, con esto y un bizcocho, ¡nos leemos mañana!
Referencias, benditas referencias
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