Capítulo 11: Universo Alterno (AU)
Esta historia empieza como muchas historias que ya conoces y que han formado parte de tus sueños, fantasías y esperanzas, con Érase una vez...
... existía un reino helado donde las flores parecían lágrimas de agua que creaban sus propios arcoíris al recibir la luz del sol; los caminos eran senderos de plata donde la nieve jamás se amontonaba y el hielo nunca bloqueaba el paso; el sol jamás quemaba la piel. Un lugar cuyas fronteras permanecían inexploradas de lo extenso que era, en el que sus maravillas estaban sin descubrir y sus secretos seguían escondidos bajo densas capas de hielo.
Fue entonces cuando una unidad de académicos del palacio real, especializados en ruinas antiguas, descubrieron un castillo escondido bajo la presa del Pico de la Nieve. No había registros de aquel palacio en sus informes ni libros de historia, ni siquiera en sus pergaminos más antiguos, aquellos que hablaban del origen del imperio. La única forma de encontrar respuestas estaba en abrir la presa y liberar el palacio de su prisión helada.
No debieron hacerlo. El fuego, que permanecía consumido en las paredes de agua y hielo, encontró el oxígeno del exterior y pudo salir de su prisión. Como una maldición, el cielo se cubrió de densas nubes negras y el demonio de sangre caliente y aliento de fuego escapó, liberando su maldición por todo aquello que tenía la desdicha de ocultarse bajo su sombra.
El calor del demonio alado había derretido los caminos, derruido las construcciones y matado a las desdichada flora que era incapaz de soportar su calor. Apenas los árboles más antiguos habían logrado resistir, aunque no les quedaba mucho tiempo. Y los animales y los seres humanos no tenían mucho más.
Fue por eso que la princesa Marinette, parte de una familia real caída en la desgracia que poco podía hacer por su gente, había emprendido el camino para dar muerte al demonio. Sus padres habían llorado su decisión y ausencia, pero todos eran conscientes de que su pueblo, consumido por el hambre y el calor, no sobreviviría mucho más si el yugo de aquel ser del averno perduraba. Alguien tenía que tomar la espada.
Marinette se había puesto su armadura de vidrio tejido por la triada de brujas que protegía a la familia real y que, aunque pesaba tanto que a veces se le hacía difícil respirar, era el único material que tenían resistente al fuego abrasador. Había visto a caballeros pelear con espadas de hierro y plata, pero habían sido inútiles, y Alya, que peleó antes que ella en la batalla con su armadura de oro, cayó en combate con el mero disparo de una escama ardiente contra su cuerpo. El oro, que se amoldaba fácilmente al calor, no la protegió del impacto. Todo lo contrario, se deformó y facilitó su entrada y la rotura de su hombro. Quizás porque el demonio, en un inútil acto de bondad o porque realmente creyó que ya estaba muerta aunque a su corazón le quedaran latidos, que la dejó allí, desfalleciéndose en la tierra calcinada. Había sido un milagro que tuviera la fuerza suficiente para regresar con ello, la única que lo había conseguido, que les había hablado del demonio, un temible y gigantesco dragón de filosas escamas negras que brillaban como ascuas y tres filas de dientes puntiagudos. No podía ver, pero no le hacía falta. Podía oler y sentir el pulso de sus contrincantes a través del suelo. Era una pesadilla hecha de fuego y terror.
Adrien, su leal amigo y escudero, fue el único que cogió el arco y no admitió un no por respuesta. Viajó con ella.
Marinette había contemplado como su reino, antes conocido por ser tan enorme que no había libro que registrara su inmensidad, se había visto reducido a páramos desérticos y muertos, a cadáveres en los caminos y a pozos sin agua. Caminaban de noche porque, aunque era más peligroso ya que podían ser atacados por animales salvajes, era el único momento en que la temperatura volvía al frescor de antaño.
Vencieron a mercenarias, brujos malvados y traficantes de esclavos. Evadieron los monstruos que cuidaban de los bosques y se enfrentaron a aquellos que planeaban destruirlos. Sin darse cuenta, la armadura y las protecciones de vidrio habían dejado de ser pesadas para sus músculos habituados al viaje y las flechas de Adrien volaban como una extensión de su mirada. Habían recorrido un largo camino y en nada se parecían a los jóvenes que habían salido de sus hogares con un destino que no sabían definir. Pero nada les había preparado para lo que tenían delante, para su última batalla.
El dragón plantó sus ocho patas en el suelo, provocando que la tierra ardiera en llamas, y se estiró cuan largo era. Era enorme, su cuerpo era una larga cordillera de músculos, escamas ígneas y garras afiladas. Como les había dicho Chloé, el dragón estaba ciego, tenía cicatrices en los ojos, y sus iris habían adquirido un extraño color helado en aquel cuerpo llameante. Pero eso no importaba porque parecía saber donde estaban en todo momento.
El dragón abrió sus fauces, mostrando los enormes dientes manchados de hollín y restos y expulsó su aliento llameante de golpe. Marinette y Adrien apenas tuvieron tiempo de esquivarle. Marinette tomó su arma, su larga espada que era incluso más alta que ella, y corrió hacia el dragón mientras Adrien la cubría con sus flechas.
Marinette sorteó los dientes del dragón y saltó sobre su cuello, alzó la espada y, con un giro, el cristal impactó contra las escamas del animal produciéndole un corte profundo y una lluvia de chispas. El dragón rugió y se retorció para quitársela de encima. La tiró al suelo y con sus garras golpeó la espalda de Marinette sin parar. Destrozó la armadura y alcanzó la piel, desgarrándola y llenándola de ampollas. Marinette gritó y Adrien disparó a los ojos del dragón. Le dio a uno, haciéndole sangrar. Marinette, con un resuello agotado, tomó su espada de nuevo y le cortó una de las patas, pero no pudo ver a tiempo el coletazo del dragón. La golpeó con tanta fuerza que se dio contra la pared montañosa y se desplomó. Adrien intentó atinarle al otro ojo, pero antes de que la flecha le impactara, el aliento de fuego del dragón lo consumió.
GAME OVER
—¡Oh, no! —se quejó Adrien, que le había dado un tirón en la mano al intentar vencer al boss final—. ¡Otra vez, no!
—Nos ha achicharrado otra vez —suspiró Marinette—, aunque al menos esta vez logramos quitarle la mitad de la vida. Al parecer hay que atacar a los ojos.
—Pues no es fácil, los ojos son enanos y ese bicho es enorme. Odio los bichos enormes de Max, son todos súper difíciles de vencer y la cámara hace lo que le da la gana... —murmuró Adrien, hundiéndose en la almohada.
—Venga ya, Max nos ha elegido para que testeemos su nuevo juego, es obvio que van a salir fallos, precisamente para eso nos quiere —rió Marinette—, y me vas a decir que no es divertido.
Adrien intentó contener la sonrisa, pero no le salió nada bien. A Marinette le alegraba verle así. Seguía postrado en su cama de hospital, pero sus mejillas habían recobrado su color y ya había empezado a comer relativamente normal. Al menos, teniendo en cuenta que la comida no tenía sal y aún no era muy sólida, pero era algo.
¿Quieres intentarlo de nuevo?
5
4
—¿Vamos? —lo animó Marinette, levantando los mandos de la switch. Alzó varias veces las cejas en un gesto divertido.
3
2
—Vamos allá —aceptó Adrien con una mueca decidida—, ¡prepárate dragón que voy a por ti!
Jueves, 11 de marzo de 2021
¡Hola a todos, lindas flores!
Vale, voy a ser sincera. Cuando me puse a estudiar el calendario del reto el primer día y me topé con que iba a necesitar un AU, este fic por poco se hace cuadritos porque no sabía cómo narices meter este capítulo jajajajaja Pero mira, teniendo en cuenta que solo tenía un día para escribirlo y tenía que encajarlo ahí dentro, no ha quedado tan mal.
Max después de dejarles el juego a Marinette y a Adrien sin decirles que los protagonistas están basados en ellos
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