Capítulo 35

Florence se quedó en silencio por un momento, procesando la noticia que acababa de recibir. Sus ojos se llenaron de asombro y temor, mientras consideraba las implicaciones de lo que Adeline acababa de revelar.

—¿Un niño?—susurró Florence.

—Sí, un niño. Las señales son claras, estoy segura de que debe tener un poco más de dos meses. Su cuerpo está experimentando cambios debido a este maravilloso acontecimiento —dijo Adeline con una sonrisa cálida. —Ahora, necesitará cuidarse más que nunca y tomar precauciones para asegurarse de que tanto usted como el bebé estén sanos y protegidos.

Florence se levanta de la silla y comienza a caminar de manera nerviosa de un lado hacia otro.

—Pero, eso es imposible. Soy estéril.

—Le aseguro que no lo es. —Sonreía Adeline, comprendiendo la sorpresa que sería para su señora aquella noticia.

—Fueron cuatro médicos que me diagnosticaron, todos digiero lo mismo; para mí era imposible concebir, porque mis órganos son pequeños y torcidos. —refutaba Florence —Usted está equivocada, yo no puedo estar encinta.

—Sus órganos son completamente normales y están dando vida. —Adeline habla con un tono tranquilizador, pero a su vez, con sabiduría —No crea los diagnósticos que le dieron aquellos médicos. Por temor, ellos habitúan culpar de la infertilidad a la mujer, ya que si el diagnóstico va en contra del varón, no se los toma a bien y si son poderosos como lo era el marqués, podrían sufrir repercusiones.

—Quiere decir que, ¿Alphonse era el estéril? —pregunta asombrada Florence.

—Podría asegurar que así es. Piénselo, el señor marqués era conocido por sus andanzas, pero a pesar de eso, no dejo ningún hijo ilegítimo en todos estos años, ¿No le hace eso sospechar?.

Florence estaba preocupada, anteriormente aquella noticia sería su máxima felicidad, pero ahora la llenaba de contradicciones.

—No. Lo que yo tengo es un dolor de estómago, ya el médico me lo dijo ayer, solo debo descansar y se me pasará.

Adeline estaba acostumbrada a las distintas reacciones de las mujeres al recibir esta noticia, y su señora, no era distinta que cualquier otra mujer.

—Mi señora, si no cree en mi diagnóstico, está en su derecho de hacerlo, y volver a preguntar a otro médico. Pero, usted sabe que está embarazada, y por eso ha solicitado mi opinión.

Hacía mucho tiempo que Florence no mordía sus uñas, pero ahora, de manera involuntaria, comenzó a hacerlo, sumiéndose en sus pensamientos de forma perdida.

—¿Qué debo hacer? —preguntó, buscando respuestas en los ojos comprensivos de la partera.

—Le proporcionaré algunas hierbas para preparar en infusión. Ayudarán con esos molestos síntomas. Si me permite, sería un honor cuidar de su salud y la de su hijo...

Florence la interrumpió, con evidente angustia.

—No me refiero a eso. ¿Qué debo hacer en mi situación? No estoy casada.

Adeline volvió a sonreír con ternura.

—Debe hablar con el padre, para que asuma su responsabilidad. En la mayoría de los casos, saber que serán padres llena a los hombres de alegría y suelen comprometerse. Estoy segura de que actuará de manera responsable.

Las lágrimas llenaron los ojos de Florence, derramándose por sus mejillas. Adeline notó el cambio en su expresión y su tono se suavizó.

—Mi señora, si este bebé llega en un momento inconveniente, hay opciones que podríamos considerar.

Florence bajó la mirada, sintiéndose insegura, pero finalmente asintió con la cabeza.

—No se preocupe, mi señora. Todo tiene solución. Prepararé un tónico en forma de infusión y se lo llevaré.

Adeline se dispuso a salir, pero antes de hacerlo, fue detenida por Florence.

—Por favor, entregue la preparación al señor Arnaud. Pídale que lo coloque en mi despacho, sin revelarle el contenido. Le ruego que mantenga la mayor discreción en este asunto.

La partera asintió con solemnidad.

—No necesita preocuparse, mi señora. Su confianza está bien depositada en mí. — Adeline da una pequeña sonrisa y salió de la habitación.

Florence tenía un torbellino de pensamientos y emociones en su cabeza. Se sentía nerviosa, insegura y abrumada por la situación que enfrentaba. Lo que tenía claro es que Alphonse, incluso después de su muerte, seguía torturando su vida. Durante mucho tiempo, había creído que ella era la infértil, llevando consigo la pesada carga de ese estigma ante la sociedad. Pero ahora, esa creencia se había desmoronado. Había descubierto que los médicos que la habían diagnosticado como estéril habían mentido por miedo a enfrentar a su poderoso esposo. Ahora, un ser estaba creciendo dentro de ella, y Florence se encontraba en un mar de incertidumbre y dudas sobre cómo enfrentar esta realidad.

En ese momento, lo que más anhelaba era el apoyo de Arnaud. Sabía que él era la persona en la que podía confiar, y deseaba compartir con él la noticia de su embarazo y recibir su respaldo en este momento. Pero la reacción de Arnaud era una incógnita, y eso la hacía sentir aún más nerviosa.

Intentando distraerse, Florence se refugió en su despacho y contempló los jardines fríos, siendo azotados por el viento, desde la ventana. Fue entonces cuando escuchó un suave golpe en la puerta, invitándolo a pasar.

—He traído su medicina, mi señora —informó Arnaud, llevando consigo una taza de té con un agradable aroma a vainilla.

—Gracias, señor Arnaud. Puede dejarlo en el escritorio —respondió Florence con voz serena, aunque su mirada reflejaba su preocupación y nerviosismo.

Con cuidado, Arnaud depositó la taza sobre el escritorio, pero su atención estaba claramente centrada en Florence, cuyos ojos mostraban una mezcla de emociones. Con pasos suaves, se acercó y sus ojos se encontraron con los de ella, preocupados y llenos de ternura.

—¿Estás bien, mi señora? —preguntó Arnaud con suavidad, notando la tensión en la expresión de Florence. —Ha regresado más pronto de la catedral. Me preguntó si está mejor, de lo contrario, le ruego que regrese a la habitación para que pueda descansar, hasta que esté bien.

Ella suspiró, tratando de calmar los latidos acelerados de su corazón.

—Señor Arnaud, ¿Sabe cuál es el propósito del té que ha dejado en mi escritorio? —pregunta Florence.

—Supongo que es un medicamento para aliviar sus síntomas gástricos —responde Arnaud, como si fuera algo obvio.

—Eso es un brebaje abortivo —dice Florence, mirando fijamente a su amante, quien permanece estático, sin comprender completamente lo que le acaban de decir. Luego, concluye —Estoy embarazada.

La mirada siempre tranquila de Arnaud se transforma en sorpresa, sus ojos azules se abren ampliamente, reflejando la impresión al recibir esa noticia.

—Pero, ¿cómo? —balbucea Arnaud.

—Nunca fui estéril. Los médicos mintieron para ocultar la infertilidad de Alphonse, culpándome a mí. Ahora estoy en esta situación porque mi cuerpo nunca falló —responde Florence con tristeza.

—¿Está segura de su condición? Puedo contactar a un médico discreto para que la evalúe —dice Arnaud, comprendiendo la preocupación de Florence, que también crece en su interior.

—Cuando comenzaron los síntomas, tuve sospechas. Por eso llamé a Adeline, y ella lo confirmó.

Ambos bajan la vista, sin saber realmente cómo enfrentar esta situación, mientras el aroma a vainilla del té llena el aire.

—Asumiré la responsabilidad de todo, sea cual sea la decisión que tome. Me comprometo a seguir cualquier indicación que me dé —dice Arnaud, rompiendo el silencio en el despacho.

—Deseo saber qué piensa sobre esto. ¿Debo tomar el té y terminar con esto? ¿Debo dar a luz a este niño? Necesito que me ayude a decidir —comenta Florence, con lágrimas en los ojos.

—No puedo tomar una decisión que la afectará por completo. La decisión que tome, la apoyaré. Incluso me inculparé ante la ley si es necesario, para proteger su reputación. No tema, elija con tranquilidad —responde Arnaud, expresando resignación.

—Nunca haría algo para inculparlo, nunca podría lastimarlo —dice Florence, dirigiendo su mirada hacia la taza de té, sintiendo una opresión en el pecho. —Entonces, ¿está bien para usted si tomo ese brebaje?

Arnaud baja la mirada y responde con sumisión

—Si eso es lo que desea, está bien.

Con frustración, Florence mira a Arnaud y toma su rostro entre sus manos para que la mire.

—No quiero la respuesta formal de un sirviente. Necesito la opinión del hombre con el que compartí noches y que ahora es el padre de mi hijo. Esto afecta mi vida, pero también la suya. Necesito que responda con sinceridad y quiero saber lo que piensa.

Florence empieza a llorar sin contenerse, secando rápidamente sus lágrimas. Pero, a medida que las limpiaba con sus manos, estas siguen fluyendo. De repente, Arnaud la abraza con firmeza, brindándole consuelo en el calor de sus brazos.

—Por favor, le pido que no se deshaga de él.

—¿Arnaud?...

—Sé que es una petición egoísta, pero le ruego que se quede con ese niño, ya que es un regalo del cielo que no puedo permitir que sea abandonado.

—Señor Arnaud, ¿por qué su determinación es tan firme?

—Porque la amo. Aunque sé que es incorrecto tener estos sentimientos, no puedo evitar sentirme orgulloso de que la mujer que me ha cautivado lleve a mi hijo. Es por eso que, no importa lo que me suceda, seré feliz al saber que ese niño está bien y le tendrá a usted como madre.

Como si fuera un remedio milagroso, las preocupaciones y malestares de Florence desaparecieron por completo. Alzó la vista para encontrarse con los ojos de Arnaud, sin soltar el abrazo.

—Por favor, dígamelo de nuevo. Necesito escuchar su declaración de amor. —dice Florence sin poder contener su emoción.

—La amo con todo mi ser. Me he vuelto adicto a su tierna mirada, que todos los días me dice que esa es mi felicidad.

—¿Desde cuándo siente esto por mí? —preguntó Florence, con el corazón latiendo aceleradamente.

—No puedo precisarlo exactamente. Empecé a quererla desde nuestros juegos de ajedrez, pero mis emociones se desbordaron con la pasión de nuestro primer beso.

—¿Por qué no me lo había dicho antes?

—No quería incomodarla con sentimentalismos que pudieran poner en peligro nuestros encuentros y la relación de confianza que hemos construido.

—Parece que ambos estábamos asustados por la misma razón, porque yo también la amo profundamente y no quería presionarlo con mis sentimientos...

De repente, Arnaud la calló con un beso eufórico y lleno de deseo, ya que no podía contener la emoción que agitaba sus corazones.

Por un momento, sus preocupaciones quedaron atrás, sintiendo que todo era más sencillo al no ocultar su amor.

Cuando recuperaron el aliento después de ese apasionado beso, Florence desvió su mirada hacia la taza de té humeante.

—Señor Arnaud, puede hacer lo que desee con ese brebaje —indicó Florence.

Inmediatamente, el mayordomo la llevó hasta un rincón del despacho y la sentó con delicadeza en el sofá.

—No quiero que esté cerca de aquella taza, y que respire los vapores que emana.

Arnaud se encaminó hacia el escritorio, tomó la taza y la llevó hasta la ventana, abriéndola para arrojar el líquido al exterior.

Un ligero rubor tiñó las mejillas de Florence, mientras su pecho se llenaba de alegría al presenciar la determinación de Arnaud. Comprendió que debía ser valiente por su nueva familia y protegerla.

—He tomado una decisión —anunció Florence mientras Arnaud colocaba la taza de nuevo en el escritorio y volvía a su lado. —Este niño tendrá a sus padres junto a él, pero para lograrlo, necesitaré su total apoyo.

—Lo tiene. Le aseguro que mi devoción está con usted y con nuestro hijo. —respondió Arnaud con una mirada llena de cariño.

—Necesito que me prometa que, nunca ocultará sus sentimientos. Ahora seremos cómplices en este nuevo secreto y necesito la absoluta honestidad de mi compañero —expresó Florence.

—Lo prometo —respondió Arnaud, reflejando ternura.

Florence tomó las manos de Arnaud, depositó un beso en ellas y lo miró con dulzura.

—No volveré a dudar jamás, porque lo amo. La fuerza que me brinda su amor hace que ya no sienta miedo.

Arnaud, complacido, dejó atrás el temor a ser descubiertos en aquel despacho. Abrazó a su amada y respiró el suave aroma de su cuello.

Esa tarde, juntos idearon un plan meticuloso con el propósito de asegurar que su hijo pudiera nacer en un ambiente tranquilo, feliz y seguro.

***

AVISO

Queridos y fieles lectores.

En este último tiempo, me encuentro con dificultades para mantener el rito de actualización diaria, es por eso, que me daré un pequeño descanso para continuar escribiendo
Las actualizaciones volverán el día Lunes.

Lindo fin de semana para todos.

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