EPÍLOGO
"Gabriel"
Año 2030.
Es nuestro cumpleaños número veinte.
Yo y Cristian salimos hasta la sima de una montaña, llevamos dos latas de cerveza y nos sentamos a ver el atardecer, es increíble la cantidad de aventuras que pasamos hace cinco años, pensar que todo quedó en el olvido, en una ciudad nueva, ambos logramos hacer nuestras vidas nuevamente, quedando todo como un mal sueño. Tomo la lata de cerveza y Cristian hace lo mismo, hacemos un brindis.
—¿Por los nuevos comienzos?
—¡Salud, hermanito!—Chocamos las latas de cerveza y comienzo a agitarla sin parar.—¡Esto tiene que hacerse bien, carajo!
—Estas loco, Gabriel.
—Vamos, no seas una gallina, ¡Dame eso—Le quito la lata de las manos y comienzo a agitarla—¡Eres un Castillo, maldita sea!
—¡Mierda!—Luego de agitar la lata de la entrego en la mano—Pensar que somos hijos de un loco psicópata.
—Hablamos ese tema cuando teníamos quince, hermanito. Vamos a darle un nuevo sentido a nuestro apellido, ahora que cumplimos veinte años... Tenemos que demostrar que somos realmente capaces. Ahora... a las tres.
—Uno...
—Dos...
—¡Tres!—Decimos ambos a la vez y le damos un mordisco a la lata, la cual comienza a sacar la cerveza a máxima velocidad.
Yo por mi parte alcanzo a tomarme toda la lata, pero por el lado de Cristian, solo llega hasta la mitad y luego deja caer la lata al suelo.«Dios, acaba de desperdiciar una gran cerveza»Trato de sujetar la lata de Cristian, pero es imposible, termina por caer hasta el fondo del ver cerro.
—¡Acabas de desperdiciar una lata!
—Mierda, lo siento. A mi no me gusta mucho el alcohol y lo sabes, prefiero mantener mis neuronas intactas.
—Claro, señor agua fiestas...
—Bueno, ¿Qué piensas estudiar? Yo me enfocaré en es "personal trainer" ¿Te imaginas ahí? Viendo cientos de cuerpos sudados, delicioso... Puramente... Una obra maestra, imagina esos paquetes marcados y...
—Está bien, no me interesa—Me interrumpe.— Yo creo que me dedicaré a la "Criminología". Aún hay gente malvada allá afuera, quiero darle justicia a esas personas que no pueden defenderse.
—Enserio, Cristian. Me imaginaba que luego de lo que pasó hace años no querías...
—Eso fue mi inspiración, Gabriel... Mi cerebro... Quiero darle un buen uso, usarlo para el bien. Aún siento qué hay sectores de mi cabeza que no he explorado con tranquilidad, en estos cinco años me dediqué plenamente a desarrollar la mente humana, me di el trabajo de explorarla... Y realmente tiene mucho potencia... Tu deberías hacer lo mismo con la tuya.
—Lo siento, hermanito. Prefiero quedarme con los sexis cuerpos sudorosos... Es mejor que entrenar la cabeza, usaré mi "potencial escondido" cuando sea necesario, admite que soy más inteligente que tú.
—Lo admito, Gabriel. Si hablamos en números, yo soy un diez y tú un once... Lo que te hace más inteligente es que no utilizas tus habilidades todo el tiempo, el descanso constante hace que tu cerebro a la hora de usarlo esté más fresco y listo para trabajar... Si no, nunca habríamos derrotado a León Castillo.
—Me la suda todo lo que tenga que ver con ese sujeto, está enterrado y bien muerto. Ahora será mejor que nos vayamos... Mamá organizó una fiesta sorpresa, será mejor ir y fingir nuestros rostros.
—¿Ella sabe que estamos en la sima de un cerro tomando cerveza?
—Le dije que iría a comprarme una camiseta nueva, pero vamos... Recuerda que tengo un auto nuevo, llegaremos antes de lo esperado—Digo mientras me levanto y me pongo de pie. Le extiendo la mano a mi hermano—Vamos gemelo Castillo.
—Aquí vamos, hermanito.
***
Llegamos a la entrada del departamento, ambos nos quedamos viendo con rostros rojos, sabemos que tenemos una fiesta, mamá se descuidó y dejó el teléfono sobre la mesa, Cristian vio que había un grupo en una sala de chat, llamado "Cumpleaños Castillo" pero a pesar de todo, valoramos que se preocupe y se de el tiempo de darnos una fiesta. En este momento están todos nuestros familiares de parte de nuestra madre, la familia Díaz...«Lo bueno es que tomaremos un descanso del apellido Castillo»Me acerco y me dispongo a tocar la perilla de la puerta, ahí es donde Cristian me detiene.
—¿Lista tu cara de sorpresa, brother?—Me guiña el ojo.
—Listo, hermanito.
Abro la puerta y enciendo las luces, un montón de familiares y amigos de la familia gritan al son de la música.
—¡SORPRESA!
—¡Dios mío!—Decimos ambos a la vez.
—¡Mis bebés están tan grandes!—Dice nuestra madre con lágrimas en los ojos.
Comienzan a cantar el cumpleaños feliz, se acerca nuestra abuela Gloria, sosteniendo una torta con dos velas que simbolizan el número veinte. Ve con esa sonrisa radiante que tanto la caracteriza y se acerca lentamente, mostrando una torta de chocolate y frutilla.
—Para mis nietos favoritos, que Dios les bendiga y los cuide siempre.
—Gracias abuela—Decimos ambos a la vez y nos disponemos a soplar las velas, seguido, todos aplauden.
—¡FELICIDADES, PAR DE BASTARDOS!—Grita nuestro primo Tomás, a lo lejos. Maldito gusano, algún día le daré una golpiza.—El deportista y Albert Einstein cumpliendo veinte años, eso sí que es una noticia.
—¿Que tal, primo?—Dice Gabriel dándole los cinco—No me extraña que sigas con tu "divertido" sentido del humor.
—Ya me conoces, Cristian.
La música comienza a sonar y todos comenzamos a compartir entre todos. Tomás nos presentó a su exótica novia venezolana, al parecer llevan ya seis meses juntos, es extraño, siempre vimos a Tomás como un adicto a los juegos de computadora y sacó una novia bastante guapa, piel blanca y cabello negro largo. Hablamos con la abuela Gloria, que se encuentra jubilada pero de igual forma se mantiene con su característica forma de ser nerviosa ante las situaciones. Hablamos con el tío Héctor, que nos enseñó su llamativa colección de figuritas en miniatura, y nuestra madre como siempre, contando chistes cada dos por tres. Todos estamos contentos, realmente felices y reunidos a pesar de que apenas haya espacio. Comenzamos a cantar karaoke, yo y Cristian cantamos las clásicas canciones de la serie que veíamos de pequeños, las canciones de Dragón Ball Z. Una serie que marcó nuestra infancia, pasábamos tardes enteras viendo capítulos de la serie y nos reíamos recordando todas las muertes de Krilin. Cristian se puso a hablar de su fanatismo por Sherlock Holmes y yo me puse a hablar de mi fanatismo por los jugadores de fútbol de mi país, todo es perfecto, todo esta genial en nuestra nueva vida.
—¡¡Es la hora de los regalos¡¡
—¡Denle condones a los gemelos Castillo!
—¡Tomás!—Gritan todos.
—Déjenme darle un golpe en la nuca—Grito y todos comienzan a reír.
—Hazlo, tal vez ordenes las tres neuronas que le quedan.
—¡Oye!—Grita Tomás, indignado.
—Yo, su tía Ashly... Su tía bailarina profesional, seré la encargada de entregar los regalos—Grita la hermana de nuestra madre, la tía Ashly. Cabello rizado y rubio, lleva gafas, piel blanca y ojos marrones. Una tía exótica adicta a los bailes de coreanos, aunque tanto yo como Cristian, la molestamos diciendo que son chinos cualquiera—Vamos, démonos prisa. ¡Quiero que vean el regalo que les tengo, gemelos Castillo!
—Tranquila, tía... Aquí venimos—Dice Cristian tomándome del brazo—Vamos, que me duele el cuerpo como para ponerme a bailar.
—Buen punto, hermanito.
Nuestra tía nos dio dos mascarillas, con el símbolo de "BTS". Y como es costumbre, yo fingí sorpresa y Cristian lo ve como una forma de experimentar con su cerebro, tratar de pensar en nuevas clases de baile, pero claro, sin hacer actividad física.
—¡Oigan, tengo un regalo yo también!—Dice nuestra prima victoria, quien trae un libro verde en su mano izquierda y una botella sofisticada en la mano izquierda—Para que Cristian sacie sus pensamientos y para que Gabriel tenga agua fresca en sus rutinas.
—¡Dios, Gracias Vicky!—Dice Cristian, seguido de darle un abrazo apretado. Ellos siempre han sido cercanos, se la pasaban tardes enteras hablando por video chat.
—Gracias, Vicky. Como siempre, le das en el clavo con los regalos—Estiro mi mano y ella me da loa cinco.
—Que bueno que vinieras, Vicky—Dice mi madre saliendo tras nosotros—Sabes que eres bienvenida a venir cuando quieras a ver a mis polluelos.
—Feliz de ayudar, señorita Elizabeth.
Se van familiares y entras amigos de la escuela, vuelvo a ver a mi ex novia Andrea la cual sigue insistiendo en volver conmigo, aunque mi cambio de gustos no lo pienso frenar, tengo que aceptar que Andrea no es mi tipo de persona. Por otro lado, Cristian comienza de a poco a conocer a chicas nuevas, aunque sigue diciendo que la única mujer de su vida es Diana. Trato de hacerle cambiar de pagina, pero ya saben como es, terco. No piensa abrir su corazón, tal vez se quede solo toda la vida. Pero bueno, Cristian sabe cómo guiará su vida. Yo por otro lado, estoy dispuesto a abrir mi corazón a quien sea que quiera ganárselo, quiero ser feliz sin importar con quien tenga que estar, me enfocaré en sus sentimientos y que me den todo el amor del mundo.
Al final de la junta nuestra madre coloca una película en Netflix, "La dama y el vagabundo" pero en la versión realista, una película romántica que algunos nos quedamos observado. De hecho Cristian la ve con detenimiento junto a la prima Vicky, yo me voy a dar unos pasos de baile con la tía Ashly.«Mejor eso a ver una película cursi» El día avanza con normalidad, hasta que dan las siete de la tarde, al parecer es momento de entrar a la casa, es ahí donde mi teléfono empieza a sonar.
—Mira, es sencillo, Gabriel. Solo debes flexional las piernas y...
—Dame un segundo, me están llamando.
—Está bien, pero date prisa... Elizabeth quiere que tomemos la cena todos juntos.
—Adelántate, enseguida los alcanzo.
Observo la pantalla del teléfono y veo que es un número desconocido, ¿Será acaso la persona en la que estoy pensando? Han pasado ya cuatro años desde que se este secreto, se supone que hicimos un acuerdo en no saber más de él... Espero que no lo sea, lo que menos quiero es problemas en mi vida perfecta. No doy más estribos y contesto la llamada.
—¿Hola?
—¿Gabriel Castillo?—La voz se escucha como de esos sintetizadores, o voz artificiales.—¿Estoy hablando, con Gabriel Castillo?
—Sí, Em... ¿Con quien tengo el gusto?
—Te espero en la calle Aníbal Pinto, te recomiendo que vengas solo. De lo contrario explotaré la bomba que escondí en un sector de tu humilde hogar—No puede estar hablando enserio, por favor... Ya tengo veinte años, ya no caigo en tontos juegos de niños.
—¿Esto es una broma? Te advierto que no sabes con quien mierda te estas metiendo—Digo con confianza.
—Pruébame, ¿Piensas arriesgarte?—Seguramente una broma de un pobre puberto.
—¿Qué es este bulto que se encuentra bajo la alfombra? ¿¡GABRIEL?!—Escucho de mi madre desde la casa.
—¿Necesitas más prueba que eso?—No puede estar pasando.
—¿Quién mierda eres, hijo de puta?—Comienzo a perder la respiración, esto no puede... No puede estar pasando de nuevo... No otra vez.
—Ya lo sabes, date prisa o toda tu familia muere. El tiempo corre, tic... Tac... Tic... Tac...—Se corta la llamada.
—Oye, Gabriel... Hay un dispositivo raro bajo la alfombra, Cristian dice que tienes algo que ver y...
—No lo toques mamá, es un regalo de un amigo... Me dice que vaya a encontrarlo, ¡Vengo enseguida!
—¡Oye pero espera...!—No alcanzo a escuchar y me dispongo a bajar las escaleras con rapidez, tengo que encontrar a ese bastardo y pagarle lo que le debo, es lo único que me queda para vivir con mi dignidad intacta.
Debí decirle a Cristian, se supone que no escondería más secretos, pero no puedo contar esto, puede cambiarlo todo. Me prometí, todos nos prometimos dejar el caso de León Castillo atrás, de saber que el maldito bastardo andaba repartiendo esperma... Nada de esto estaría pasando, soy un idiota... Pero es solo esto, le entrego el dinero y comienza realmente mi nueva vida, tengo que hacerlo... No hay vuelta atrás a partir de ahora, tengo que dar lo mejor de mí.
Luego de correr sin parar, logro llegar a la calle Aníbal Pinto. Una calle que se encuentra cerca de un local de sushi. Acomodo mi suéter, tapo mi rostro con la mascarilla que me dio mi tía y acomido mi espalda en una pared, mis manos en los bolsillos y me digno a esperar.«Vamos... Tengo el dinero, aparece de una vez» Del local de comida, sale un chico de cabello negro y ojos azules, en su mano lleva un hand rolo, lo lleva a su boca y le da un mordisco, se percata de mi presencia y camina hasta a mí. Acomoda su suéter para tapar su rostro, se pone a mi lado y comienza a reír, maldito hijo de puta, no puedo creer que después de tantos años aun siga metido en nuestras vidas.
—¿Tienes mi dinero, Gabriel?—Dice sosteniendo su teléfono, usando un sintetizador de voz.—Me das la mitad del testamento de León Castillo, y te prometo que no sabes más de mí, o eso es lo que crees, hermanito menor.
—Aquí tienes la tarjeta, la clave está por el costado. Cinco millones y te vas de aquí, ese es el trato.
—Lo siento, pero no creo que sea la última vez que escuches de mí, al menos... Por un tiempo. Con este dinero me da para cambiar de identidad, ser una nueva persona. Regresaré en diez años, espero me den una buena bienvenida.
—¿Por qué? ¿Por qué seguir con nosotros? León Castillo está muerto y con ese dinero te da para cambiar tu apellido.
—Ustedes malditos gemelos han matado a mi héroe, no me iré sin venganza. Pero mientras disfruten de sus vidas de plástico, tienen tiempo... Sean felices, yo me encargo del resto.
—Nos iremos lejos, no podrás encontrarnos.
—Gabriel... Tan tierno que eres, tienes que saber algo. Jeremy Castillo siempre encuentra a sus hermanitos.
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