Capítulo VII: Hija del creador.

"Pamela"

El poco tiempo que llevo conociendo a Cristian, tengo que admitir que no parece una mala persona. Además de que tampoco es un chico excepcionalmente... Horrible, digo... Muchas chicas sueñan con que las rescate un príncipe de ojos azules, además anda cargando una varita con un poder extraño, de cualquier forma, estoy segura de que junto a él podré obtener las respuestas que quiero, necesito saber quién es mi verdadero padre. Es el creador del virus, pero ¿Cuál es su nombre?

Llegamos a Kalastia, veo a mi alrededor y no es exactamente como me imaginaba, es una ciudad llena de edificios, autos voladores pasan por sobre nosotros, el piso tiene una especie de luces a cada paso que damos, un cartel gigante que dice: "Kalastia, ¡Donde tus sueños se hacen realidad!". Pero lo que llama mí atención es...

—¿Acaso está ciudad está vacía?—Cristian se percata de lo mismo que yo, vemos una gran ciudad y autos pasando por sobre nosotros, pero no hay ninguna persona caminando por las calles... Tal vez... ¿Estaré alucinando? Puede que no me haya librado de todo el poder que me introdujo Esmeralda—Mira, busquemos un lugar de residencia, ¿Quién sabe cuánto tiempo estemos aquí?

—Tienes razón, ¡mira!—Le apunto en dirección a un edificio algo pequeño, este tiene un cartel que dice "motel". Puede ser un lugar para quedarnos, después de todo...

—Esta bien, pero tampoco viviremos aquí, ¿entiendes? Tengo que saber a dónde se encuentra mi hermano, no podemos perder el tiempo de turistas.

—Veamos, Cristian Castillo—Le digo apretando la mano con fuerza—Entiendo que quieras rescatarlo y todo eso, pero yo estuve toda mi maldita vida encerrada con una bruja, lo único que quiero es un día normal... Un día en el que pueda ser yo misma.

Se que soy algo impulsiva«¿Pero qué esperan? Apenas me di cuenta de quién soy hace menos de un día»El sol comienza a bajar, comienzo a sentir más frío, y parece ser que Cristian siente lo mismo.

—Está por hacerse de noche, ambos hemos tenido mucho por hoy ¿No crees?—Tiene un buen punto—Mira... Apenas se controlar la situación ahora, solo tengo quince años... Normalmente espero a que mi madre de alguna instrucción, pero ahora soy yo el que debe tomar las decisiones... Iremos a dormir ahora, tenemos que meditar bien la situación, y créeme que quiero saber bien cómo funciona esta maldita varita... Pero para saber todo eso tenemos que informarnos, tal vez el dueño de ese motel sepa algo... No quiero quedarme sin saber, Pamela.

—Esta bien, tienes razón... Además, estoy cansada... Necesito meditar todo esto al igual que tú... Es solo... Que me gustaría hacer todo lo que quiero a partir de ahora, pero siempre existe alguien que me manda... Si no es Esmeralda, eres tú.

—No te estoy mandando, solo quiero protegerte... No seas testaruda, por Dios. ¿Crees que yo disfruto hacer esto?

—Yo tampoco disfruto esto...

—Mira, ni siquiera sabes qué edad tienes... No quiero dejarte sola tampoco con todo ese dinero...—«Es... Adorable, en cierto punto»

***

Al entrar al motel, hay un viejo arrugado en la entrada, se le ve dormido.

—¿Disculpe?—Pregunta Cristian con miedo, pero logra despertar al viejo—¿Cuánto cuesta una habitación en este lugar? Somos... Eh... Nuevos en Kalastia.

—Dios mío... ¿Ustedes no son muy jóvenes para venir a...?—El anciano comienza a toser, se le nota muy enfermo— Mierda... Mi garganta... Esto no puede ser.— En viejo me ve con una mirada que me pone bastante incómoda.

—¿Está bien?—Pregunto inquieta.

—Tú...—El anciano se me queda viendo, me ve de arriba a abajo, no puedo evitar ocultarme tras Cristian— ¡Eres la hija de Alexander Dankwort!

—¿¡Que!?—Grita Cristian alejándose de mí, estoy impactada—Esto no... No puede ser.

—¿Cómo? ¡¿Usted conoció a mi padre?! ¿¡Sabe dónde está!?—No se que me sorprende más... Ahora conozco el nombre de mi padre... ¿Será él?

—Pues claro que no... Ese imbécil arruinó este mundo por hacer un trato con Las brujas del Mundo... ¿No conocen la leyenda?—El viejo se agacha y vuelve a subir con un libro viejo, lleno de telarañas y polvo.

—Espere... Espere... ¿Tiene que ver algo con esto?—Cristian muestra la varita turquesa—Esta es la varita de la bruja Esmeralda... ¿Qué sabe usted de ella?

—Dios... ¡Tienes una de las varitas! ¡Esto es increíble!—El señor trata de quitársela, pero Cristian se lo impide— ¡Dios, no tienes idea de el poder que tienes en tus manos, maldito mocoso!

—Cuéntenos... Por favor, de verdad no quiero problemas ahora—Dice Cristian dando un paso atrás, yo me trató de acercar pero...—Tú no te acerques... Espera Pamela, de verdad necesito saber... No es personal, enserio.

—¿¡Crees que yo recuerdo algo de ese tal Alexander Dankwort!? Apenas me enteré hoy de que es mi padre y...

—Esta bien... Supongo que ustedes dos no saben nada de este mundo, no tengo problema en contárselos... Pero...—El viejo preciona un botón el cual activa una especie de mecanismo, el cual cierra la puerta de escape, mierda... ¿Enserio otra vez estamos atrapados? ¡No pienso vivir torturada de nuevo!

—Esto tiene que ser una broma, ¡¿Acaso esto es legal?!—Dice Cristian alterado— ¿¡Existen policías en este maldito mundo!?

—Cuando se trata de las varitas, todo lo es muchacho... Verás... Hace mucho tiempo, en el momento que el virus mutó... Muchas personas murieron, de varios países... Incluyendo este, cuando todo parecía perdido, un meteorito cayó en el medio de la Tierra, de este salieron cinco brujas... Las llamamos así porque... Así se proclamaron, no sabemos bien de que planeta venían... Pero estas fueron las fundadoras principales de este mundo, son las dueñas de los cinco sectores que ahora existen... Estamos en Kalastia, se dice que la bruja de este lugar se llama Esmeralda...

—Espere... ¿Entonces son...?—Pregunto tratando de confirmar mi teoría, recuerdo que Esmeralda me habló de que tenía hermanas... Pero cuando quería averiguar más allá, utilizaba su magia para apartarme del tema, nunca pude investigar más.

—Sí, son cinco brujas, las brujas del Mundo... Son cinco en total, como ya dije, al igual que el mundo en el cual están... Hay una en Keptomia, otra en Kiotoria, otra en Koentenia y otra en Kuonastia... Esa es la más complicada de encontrar, cuando estás llegaron se pelearon entre sí... Así que decidieron fundar un pueblo con sus respectivos alcaldes... Uno de estos fue Alexánder Dankwort, el creador del maldito Coronavirus... Habló con una de ellas para detenerlo... Pero estás buscaron una idea mejor, las brujas son mentirosas, viles y hacen todo para tenerlos dominados como ratas... No sé muy bien cuál fue el trato del que hablaron, pero de alguna forma lograron que este tal Alexander Dankwort desapareciera del mapa... Así que Félix Deneguer tomó su lugar... Pero yo me imaginaba que tenía una especie de contacto con la bruja Esmeralda... Digo... Yo pensaba que lo de las brujas era solo una leyenda... Pero si esa varita que tienes en tu mano, es realmente la varita de Esmeralda.... ¡Tienes que probarlo!

—Esto es... No puede ser—Todavía no logro superar que Alexander Dankwort sea mi padre... Bueno... Tiene sentido, sabía que mi padre era el creador del virus pero...¿Entonces mi apellido es Dankwort?

—¡¿Pero como se supone que debo activar esta cosa?!—Grita Cristian con lágrimas en sus ojos, se le ve eufórico—¡Ya estoy harto de esta maldita magia!

—Se dice que la varita de Esmeralda tiene el poder de crear ilusiones, imágenes que parecen reales a simple vista... Puede crear ilusiones en las personas que quiera... Así domina a su alrededor... Así puede hacer lo que quiere... En si, muchas de las varitas tienen poderes relacionados con el control mental, por eso tener una de estas representan un grave peligro para esta ciudad...

—¿Nos tiene miedo?—Pregunta Cristian confundido—Es decir... Veamos si funciona tan así... Tal vez solo tengo que concentrarme—Cristian cierra los ojos y la varita comienza a resplandecer con una luz turquesa... Me da miedo lo que pueda suceder—Tu puedes, tú puedes...

De pronto una persona idéntica a Cristian aparece desde la entrada del pasillo... Este entrega junto a un señor un poco más grande, cabello negro, un ojo color azul y otro ojo color verde, al igual que yo... Este hombre lleva vestimentas negras que combinan con su estilo, me da una sensación familiar... Como si fuera...

—¿Pamela?—Dice el hombre mientras tiene del brazo al clon de Cristian—Hija mía eres tú...

—Esto no puede ser... ¿Gabriel?—Cristian comienza a llorar.

—Son alucinaciones chicos, ellos realmente no están aquí... Tienen que pensar que son alucinaciones... Si no... Serán esclavos de ellas, ¡No se dejen engañar!

—Hermano aquí estoy, vámonos a casa... Yo... Tengo miedo de este hombre—Gabriel se acerca hasta Cristian y posa su mano sobre su hombro—Vámonos de aquí... Tienes que despertar, hermano... Esto no es real, tienes un exceso de drogas horrible... Para de hablar de varitas mágicas porque eso no es real... Por favor, vuelve... Yo y mamá estamos preocupados por ti—Los ojos de Cristian se cristalizan, parece que lo está logrando... O quizás...

—Pamela... Vámonos de aquí, vamos a casa hija... Estás teniendo un ataque de pánico, vámonos—El hombre que a primera vista es mi padre, se me acerca para darme un profundo abrazo... Un abrazo que siento de una forma vacío... Él no es mi padre... Es solo producto de mi imaginación—Despierta querida, tú... Debiste escucharme cuando te dije que no te fueras, te estás volviendo loca y no quiero eso... Quiero que estés conmigo, hija, juntos acabaremos con los pobres de este país....

—Yo también te extraño... Pero quiero hablar con mi verdadero padre, ¡no con una ilusión!

—Pero yo soy tu pa...

—No, ¡Eres una ilusión producto de la magia de Esmeralda!—Al gritar esas palabras, el hombre cambia su forma a la de una gelatina negra, esta comienza a evaporarse como humo. Esto fue extraño, de verdad.

—Cristian créeme, yo soy Ga...

—No eres mi hermano, eres una ilusión por la magia de Esmeralda... ¡Vete de aquí, mierda!—La figura desaparece de la misma forma que mi supuesto padre...

Esta magia va más allá de lo que nosotros pensábamos.

***

—Esto fue demasiado fuerte—Digo tomando aire con agitación—No usemos esta varita hasta que sepamos usarla, Cristian.

—Tienes razón...

Luego de las fuertes alucinaciones que vimos Cristian y yo, logramos convencer al viejo de que nos rentara una habitación«Esto se volvió algo aún más complicado»Creí que al salir de las manos de Esmeralda sería todo normal, pero veo que mi vida está lejos de ser la misma que tenía antes. El viejo nos recomendó que no utilizarlos la varita a menos que estemos completamente seguros, no se ve una mala persona, ya que si no habría intentado quitárnosla, nos explicó que está feliz con la vida que está... Pero si alguien logra reunir las varitas y salvar a este mundo, estaría muy agradecido, pero por ahora su única preocupación es cuidar a su esposa.

Luego de darnos las llaves Cristian y yo caminamos hasta la habitación, lo bueno es que con el dinero de Esmeralda, nos daba como para una habitación por un día, bueno... Hasta nos sobra dinero para poder comer, «Pero hasta que no encuentre a mi padre, se que no puedo estar tranquila»Entramos a la habitación, está tiene una cama de dos plazas, solo una... Un baño y un sofá a la izquierda con una televisión, lo que me preocupa de esto es que solo hay...

—Tu duerme en la cama, yo duermo en el sofá... Eh... ¿Esta bien?—Lo dice con su mano sobre la nuca—Me gustaría simplemente dormir... Verás... El ver a Gabriel... Producto por una especie de varita mágica... Es digamos, demasiado que procesar... Yo...

—Entiendo, yo también me siento extraña... Pero tú sabes...

—El viejo dijo que si obtenemos todas las varitas obtendríamos un poder impresionante... Tal vez eso es lo que tu padre quiere... Si recolectamos todas las varitas, podré rescatar a Gabriel y usar ese mismo poder para volver a casa.

—Es complicado... Tu tienes todo planeado, en cambio... ¿Quién sabe si mi papá es bueno o malo ahora? Seguramente el quiere que hagamos esto... Tal vez solo somos sus malditos peones... No creo que debamos buscar las varitas... Y si quieres hacerlo... No dejaré que se las entregues a mi padre, digo... Hasta estar segura de que es una buena persona...

—Tal vez hay un villano más grande, que tenga secuestrados tanto a Gabriel cómo a Alexander... ¿Quién sabe? Bueno... No lo sabremos hasta que hablemos con el Alcalde de aquí... Ve a dormir, Pamela...

—Bueno eh... Gracias por todo, Cristian—No puedo evitar el impulso de acercarme a él y darle un fuerte abrazo.

—Dios... Eh...—Siento sus mejillas ruborizarse, sus brazos están tiesos... ¿Desde cuándo que no recibe un abrazo?—Eh... Yo...—Me sujeta y me aleja de él—Ve a dormir, Pamela—Se aleja caminando a pasos rápidos al cuarto... Lo cual logra sacarme unas risas«Este chico es tan peculiar».

Me acerco hasta el sofá, y observo mi vestimenta, debo buscar un estilo único... Algo que me guste a mí y solo a mí... Esta vestimenta me recuerda a las torturas que viví con Esmeralda, es momento de ser quién soy... Mi nombre es Pamela Dankwort, si mi padre es bueno o malo, lo descubriré por mí misma, pero... En el fondo yo quiero que el cambie, ¿Y si es así? Puede que exista un mal mucho peor, las brujas tal vez modificaron la historia hasta el margen de hacerme creer que mi padre es malo... Tengo que confiar en él, quiero confiar en Alexander Dankwort.

***

"Gabriel"

Despierto tirado en una cama, estoy desnudo otra vez«¿Me acosté con este psicópata de nuevo?» Veo a mi alrededor y noto de que Alexander está durmiendo a un costado, reviso bajo las sábanas y efectivamente, está desnudo al igual que yo. Dios mío... Desde que supe la existencia de estas varitas, nunca debí venir aquí en primer lugar, si al menos le hubiera contado a Cristian en que lío está nuestro padre, tal vez las cosas hubieran salido bien para mí como lo es para él, al menos, por la ayuda de Alexander, se que Cristian está en buenas manos... Digo... Esa chica es bastante guapa, pero lo que me llama la curiosidad es que tiene los mismos ojos que tiene este tipo, pero a simple vista este tiene la misma edad que yo, tal vez son hermanos o algo parecido.

Alexander da un pequeño movimiento y siento caer algo al suelo, ¿Será posible? Sí, se le acaba de caer la varita roja,

Alexander obtuvo está varita, pero si todas las brujas la tienen, significa que esta bruja tiene que estar por alguna parte, ¿Dónde la tendrá secuestrada?

—Despertaste guapo—Mi piel se eriza al darme vuelta y darme cuenta de que Alexander despertó.—Eso estuvo muy bueno, hermano... Oh... Esa es mi varita, entrégamela, cariño.

—No, ya no más... Ahora tengo la varita del deseo, ¡Ahora tú me obedecerás!—Apunto la varita en su dirección, pero esta no parece funcionar... ¿Acaso solo funciona con él? Alexander comienza a reír—No lo entiendo, ¡¿Por qué no funciona conmigo?!

—Veras... Gabriel, a la varita le puse un hechizo de candado, ¿Crees que no pensé en que podrías llegar a utilizarla?

—¿Hechizo de candado? Pero... Es imposible, ¿No que las varitas solo funcionan porque sí? Yo tenía entendido que solo las brujas podían utilizar todo su poder...

—La verdad no... Una vez aprendes a utilizarlas, puedes sacar mucho sobre ellas, se mucho más que tú, querido—Alexander chasquea los dedos y la varita vuela desde mi mano hasta la de él—¿Te cuento otro secreto? La varita funciona para que sientas deseo hacia mí, si me ves como un hombre atractivo, eso significa que realmente eres Gay... Tienes que salir de ese maldito clóset.

—¡¿Como?! No... ¡Esto no puede ser, a mi siempre me han gustado las mujeres!

—Dios, eres tan sexy, Gabriel... Pero tan estúpido... Si fuera así, me verías como una mujer candente... No como un hombre dominante...

—Esto no... No puede ser, solo me siento atraído por qué estamos en tu territorio, nada más que eso...

—No conoces ni tus propios secretos, ahora... Ven a la cama—Quita el cubre cama dejando ver su candente cuerpo desnudo, cada molécula de mi cuerpo lo desea, esto no puede ser... No... No tiene sentido—Yo te...

—¿Tu qué?, Dímelo—Levanta la varita y comienza a iluminar, aquí es donde caigo rendido, esto no puede estarme pasando—¿Tu qué?, Dímelo... Dímelo por... Favor—Comienza a tomar aire y luego a botar... Lo admito, se ve realmente atractivo...

—¿Quién eres... Tú...? ¡¿Qué eres de Pamela?!—Camino lentamente hasta él, quiero su cuerpo, quiero sus brazos, quiero todo de él en este momento.

—En la cama te cuento, cariño—Me lanzo en su cama y comienzo a besar su cuello, tocar sus partes... Cada parte de mí, lo quiere, cada rincón de mi cuerpo, este chico es... Genial... Lo deseo, lo quiero, lo necesito... Estoy completamente loco por él, y es lo que más odio. ¿Cómo le explico esto a Cristian? ¿Cómo le digo que de quién me está intentando salvar realmente es mi amante? Mi compañero de sexo... El hombre que hace que mis problemas desaparezcan... ¿Por qué mierda tuve que venir aquí? Ahora y más que nunca, tengo miedo de lo que pueda pasar más adelante.

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