Capítulo I: La promesa.

"Cristian"

—Dios, como te amo— Le digo a Diana mientras acarició cada centímetro de su cuerpo —Me gustaría estar contigo así, bien pegaditos... Para siempre.

—A mi también, amor—Me da un beso con esos hermosos labios que tanto me encantan— Pero ya tengo que irme, mi madre me quiere en la casa temprano.

—Solo un poco más—Roso mi aparato reproductor con el suyo— Además estás tan calentita...Podemos hacer muchas cosas aquí— Le suplico sin despegar mi cuerpo del suyo.

—Bebe... Ya sabes que...—El sonar de mi teléfono interrumpe nuestra conversación, lo que me obliga a despegarme.

—Seguramente será mamá... Preguntando cómo estoy y esas cosas—Tomo mi teléfono y me percato de que es un número desconocido, prefiero no calentarme la cabeza y solo corto la llamada.

—¿Por qué hiciste eso?— Pregunta extrañada mientras se lleva el cobertor a su pecho.

—No estoy para llamadas ahora, solo quiero que estemos juntos un segundo más—Me lanzo sobre su cuerpo y vuelvo a besarla, acomodando sus piernas sobre mí cintura. Ella me sigue el juego hasta que el teléfono vuelve a sonar, teniendo que alejarme de ella otra vez—Mierda, si insiste tanto, debe ser importante.

—Mejor contesta, tal vez sea tu mamá, o quizás quien...nunca sabrás hasta que contestes—Tiene razón.

Contesto la llamada.

— ¿Hola?—Se escucha una respiración agitada desde el otro lado, ¿Será una especie de broma?—¿Hola, con quién hablo?

— ¿Cri...Cristian, eres tú?— La voz se escucha nerviosa y apagada, como si estuviera hablando escondido en algún lugar.

—Eh... Si soy Cristian, ¿Con quién estoy hablando?—Diana me observa con duda, parece preocupada.

—Soy yo, hermano—Mi cuerpo se paraliza—Soy yo Cristian, soy Gabriel.

¿Es mi hermano? ¿Es Gabriel? Mierda, ¿De verdad será él?

—Si eres quien dices ser, ¿No te molestaría probarlo, verdad?—Nadie me hace tonto ahora, ya estoy bastante entrenado.

— ¿Quién es, amor?—Diana frunce el señor y me ve con algo de rabia— ¿Con quién estás hablando?

—Shh.... Te explico en un segundo— Le digo mientras tapo el teléfono para que mi supuesto hermano no sepa con quién estoy hablando, luego vuelvo al teléfono—¿Y bien? Explícame quién eres.

—Soy Gabriel, ¿Recuerdas que me fui por la pelea que tuvimos con mamá?—Como olvidarlo, fueron sin duda los peores años de mi vida—Me escapé por tres años pero ahora volveré a la casa... Eh... Mierda... Te explicaré todo como te lo prometí, hermanito.

—Mierda, Gabriel... Más vale que seas tú, y si eres... Espero que vengas a casa y expliques todo con lujo de detalles—Corto la llamada.

¿Será verdad? ¿Realmente hablé con mi hermano gemelo? Mierda, había logrado desligarme completamente de él con el pasar de los años.

—Entonces, tu hermano gemelo, ¿Me equivoco?

—No lo haces, o tal vez sí.... Estoy igual de confundido que tú, Diana.

—Mierda, me encantaría estar contigo. Pero mi mamá...

—No te preocupes, te contaré todo cuando sepa bien si esto es verdad, sabes que con mi hermano cualquier cosa puede pasar.

—Lo sé, tú me lo contaste—Se levanta de la cama y comienza a vestirse—Sea como sea, me cuentas... No quiero verte triste de nuevo por culpa de ese idiota.

—Tranquila.

Ayude a Diana vestirse y yo me puse un bóxer para tapar mis partes, la encaminé a la salida y le di un beso de despedida.

***

Es momento de ordenar un poco la casa, si no mamá me dará un tirón de orejas. ¿Tendré que decirle a que acabo de hablar con mi hermano? Mejor que no, no quiero preocuparla más.... Maldita sea, siempre termino mintiendo por su culpa, en lugar de contarme todo como debió ser desde el inicio. Bueno, no importa... Solo haré las cosas de la casa como si la llamada no hubiera sucedido. Hago mi cama y tiro un poco de colonia, ya que con Diana nos excedimos un poco con la libertad de que la casa estaba sin mi madre. En eso algo llama mi curiosidad, el cajón que está junto a mi cama, lo abro y busco en lo más profundo y encuentro lo que buscaba: El viejo teléfono que mi hermano dijo que escondiera, mamá simplemente pensó que Gabriel se había escapado con él, pero solo fue una mentira para que no se pusiera a registrar mis cosas. De alguna manera pude tener una vida normal, bueno, hasta ahora. Trato de prender el teléfono una vez más, pero es inútil, el aparato ya no tiene batería, todo lo que tengo que hacer es simplemente esperar a que mi hermano llegue y de las sinceras explicaciones que tanto espero.

El día continúa y dan las seis de la tarde, mamá llega del trabajo y camina a la cocina, se dispone a preparar la cena ¿Le cuento que me acaba de llamar mi hermano? Tal vez no sea buena idea, o tal vez sí. Debo dejar de dudar tanto de mis opciones... Ya sé, no le diré nada y solo esperaré a que mi hermano aparezca por esa puerta... No, tengo que actuar yo también, no puedo quedarme de brazos cruzados y seguir fingiendo una falsa felicidad. Estoy harto de las mentiras y estoy harto de seguir cubriendo a mi hermano por sus malditas locuras.

Me acerco a mi madre, ella continúa preparando la cena, no sé qué tipo de platillo puede estar haciendo.

— ¿Sucede algo?—Dice mucho antes de que pueda decir una palabra—Si vas a decirme que estuviste con Diana, eso ya me lo imaginaba hijo—Cree que le hablaré de lo que pasó con Diana...Es lo más obvio dejando de lado la llamada de Gabriel—Me gusta esa chica para ti, Cristian, es una niña buena y se llevan bien... Si quieres saber mi opinión, no tengo problema en que estén juntos... Pero debes estar claro que ambos son jóvenes...

—Bueno, eh... Bueno saber que te agrada la idea. Es decir... Nos conocemos desde hace...

—No me importa su historia, solo sé que ella te hace bien, es todo lo que me importa como madre—Y vuelve a lo mismo, no le interesa nada de mí vida...Solo se preocupa de lo básico como siempre lo hace... Tal vez no tenga que contarle nada.

—Veras... Yo...

— ¿Qué, hay algo más?—Deja de hacer lo que está haciendo y me queda viendo los ojos con los brazos cruzados. Me da un vistazo de arriba a abajo—No me vas a decir que Diana está embarazada, ¿Verdad?

— ¡Demonios, no mamá!—Digo llevando las manos a mi cabeza. Creo que es mejor que lo diga antes de que se siga inventando teorías al azar—Me acaba de llamar Gabriel.

Un silencio llena la habitación, tanto yo como mi madre no decimos ni una palabra por un par de segundos que a mí parecer parecieron horas y horas.

—Ga.... ¿Gabriel?—Pregunta mamá llevando las manos a su boca, la voz se le escucha quebrada. Otra vez mamá está triste por culpa de mi hermano—¿Cómo?¿¡TIENES SU NUMERO!?

Mamá se me acerca y me aprieta con sus manos con mucha fuerza. Trato de mantener la calma pero me cuesta demasiado.

— ¡Mamá, cálmate!

— ¡ME ACABAS DE DECIR QUE TE LLAMÓ TU HERMANO!, ¿¡QUE MIERDA TE DIJO!?— Sus ojos estaban rojos, ese temor que sentí hace años estaba volviendo... Otra vez volvió a estar mi mundo de cabeza— ¡RESPONDE MALDITA SEA!

—Mamá.... Eh... Yo...—El sonar del timbre hace que yo y mi madre volteemos a ver la puerta.

— ¿Escuchaste lo mismo que yo?

—Si— ¿Será él? ¿Después de tres años.... Será él?—Déjame a mi abrir la puerta.

Mamá solo asiente y yo camino a pasos lentos a la puerta.

Tengo un nudo en el estómago, como si estuviera a punto de abrirle la puerta a un monstruo, al villano de mi historia... Tal vez estoy exagerando, pero creo que nunca había sentido tanto miedo.

Me pongo justo enfrente de la puerta de entrada y apoyo mi mano en la manija, es el momento de la verdad.

Abro la puerta con fuerza.

Una mujer de lo más hermosa está ahí. Cabello rojo rizado, ojos color miel y complexión un poco gruesa. Lleva un vestido negro, y zapatos combinados, sin duda, la mujer más hermosa del mundo; Diana.

—Mierda, bebé... ¡Volviste!—Le doy un abrazo como si no la hubiera visto en muchos años— ¿Qué haces aquí?

—Luego de lo de "la llamada" preferí estar contigo, no quiero dejarte solo en esto—Me dice con una mirada que logra calmar todos mis impulsos—Bueno, ¿puedo pasar?

—Claro, ¿Cómo no?—La invito a pasar a la casa.

Mi madre trata de mantener la calma, pero aún la voz se le ve quebrada. Diana me pregunta al oído que es lo que sucede, le susurro y le explico todo lo que sucedió.

—Ya veo, ¿Cómo está señora Castillo? Supongo que Cristian le contó lo de Gabriel... Ese inútil que les tiene la vida de cabeza a ambos.

—No llames inútil a mi hijo, por favor—Dice mi madre entre lágrimas—Él solo... Yo...—Lleva las manos a su rostro y nos da la espalda... Creo que es momento de dejarla sola.

Rodeo con mi brazo a Diana y subimos las escaleras hasta llegar a mi cuarto, es momento de tratar de tomar las cartas en el asunto... Pero me complica bastante.

—¿Qué harás, amor?—Pregunta Diana confundida —Sea la decisión que tomes, siempre voy a estar ahí para apoyarte y lo sabes bien.

—Y te amo por eso, pero esto es complicado.... Lo único que sé es que odio a mi hermano.

—Es comprensible... Se ha metido en cada una de tus decisiones, y cada vez que logras rehacer tu vida.... Él aparece y termina arruinando tu felicidad... Tal vez deberías dejar de actuar conforme a él, y empezar a ser tú. Vamos... Eres Cristian Castillo, eres mucho más que un simple peón.

Diana tiene razón, la mayor parte de mi vida me he centrado en solo saber qué es lo que hace y no hace mi hermano... Me negué a muchas cosas por su culpa... En lugar de solo vivir mi tiempo presente... Tal vez debería...

—Eh, amor.... ¡Amor!—Dice Diana despertando mis sentidos—Están tocando el timbre... Y tu mamá no abre la puerta.

— ¿Qué dices?—Me asomo por la entrada de mi cuarto viendo en dirección a la puerta de entrada, está mi madre enfrente de ella, pero no mueve ningún músculo del cuerpo.

¿Será Gabriel? Está bien... Ya estoy harto. Bajo las escaleras con velocidad y empujo a mi madre a un costado, se molesta conmigo y me dice algo que no alcanzo a escuchar, estoy cegado por la rabia. Este maldito ha dejado la escoba demasiado tiempo, y es momento de que traiga las malditas respuestas que tanto he estado esperando. Apoyo mi mano en la perilla y un fuerte dolor brota por todo mi cuerpo... Tengo miedo... Quizá esté exagerando, pero ya solo me interesa saber la maldita verdad.

Abro la puerta con fuerza dejando ver la figura externa que está en la puerta.

Contextura delgada y de piel blanca, ojos azules. Idéntico a mí, con la diferencia que su cabello es de color negro, resaltando más el color de sus ojos. Lleva una chaqueta de cuero negra y camiseta roja, pantalones rasgados y botas negras. Cargando una maleta combinada con su vestimenta. Un estilo gótico... Pero es él... Mi hermano, Gabriel Castillo.

—Hola hermanito, te dije que cumpliría mi promesa—Dice Gabriel con una exuberante sonrisa— ¿Puedo pasar?

— ¡Gabriel!— Grita mamá corriéndome a un costado, dándole un fuerte abrazo a mi hermano—¡Hijo mío, por fin estás en casa.

—Si... Mamá, te juro que les explicaré todo....

—Más vale que lo hagas, ya estoy harto de tanta mentira—Digo cruzando mis brazos.

Es momento, mi hermano ha llegado a la casa y por ahora todo está de cabeza, pero me mantendré alerta... Llegó con un estilo diferente, pero no dejaré que algo tan simple me distraiga de mi objetivo... Espero que Gabriel venga con toda la disposición de contar la verdad.

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