9. Alina
Caminaba de un lado a otro sin poder dormir ya que pensaba en la estupidez que había cometido.
En primer lugar había roto el espejo de Dante y en segundo lo había besado.
Me lance a la cama y tome una almohada para poder gritar y descargar un poco de lo que sentía.
Mi psicóloga decía que era una buena manera de descargar las emociones.
Una vez que termine suspire hondo, había recobrado un poco de tranquilidad, sin embargo pensaba en las consecuencias que tendría al día siguiente.
Lance la almohada al otro lado de la habitación y me senté nuevamente.
Llevaba un día siendo su secretaria y ya había metido la pata.
Ahora entendía por qué mi mamá siempre decía que yo primero actuaba y después pensaba.
Me quite la pijama dispuesta a tratar de dormir un poco ya que mañana tenía que rogar por no ser despedida.
Conociendo a Satanás y su estúpido intento por controlar todo me daría un discurso del porqué no debía irrumpir en casa ajena sobre todo si es la de mi jefe, termine de quitarme el pijama y me metí a la cama cuando mi celular comenzó a sonar y al ver la llamada sonreí y respondí rápidamente.
—¿Te diviertes?—dije a lo que se escuchó una risita del otro lado.
—La vida de casada es muy difícil.—negué con la cabeza.
—Estas en la luna de miel, debe de ser la parte divertida. —Heder suspiro del otro lado.
—Si, pero siento que pasó una eternidad desde el último día en que hablamos ¿Has estado bien?¿Has tomado la medicina?—sonreí y asentí con la cabeza.
—Si mamá.—Heder era la mejor amiga que alguien podía tener. Haber conocido a Cris después de haber estado con Dante era lo mejor que le pudo haber pasado.
—Cualquier cosa que necesites me avisas, te amo.—dijo y sonreí.
—También te amo. — finalicé la llamada.
Me sentía un poco mal por aún no haberle contado lo del acuerdo con B&K, pero conociendo la cancelaría la luna de miel para regresar y detenerme.
Así que había preferido esperar a que regresará para ponerla al tanto.
Aventé el teléfono y me acomode para finalmente dormir.
*****
La alarma sonó causando que me levantará rápidamente, me estire un poco antes de apagarla.
Bostece y al fin pude levantarme, camine al baño y al mirarme en el espejo hice una mueca, ya que se me habían formado unas pequeñas ojeras bajo mis ojos gracias a la horrible noche que había pasado.
Me lave la cara, los dientes y me amarré el cabello. Después de eso regrese a la habitación y elegí un pants azul.
Una vez lista tome el celular, audífonos y llaves para poder ir al gimnasio hacer ejercicio siempre me ponía de buen humor.
Al salir del apartamento Dante se encontraba recargado en su pórtico.
—¿Buenos días? —dije el el asintió con la cabeza.
—Necesito hablar contigo antes de llegar a la oficina. —me dijo y me tomo de la mano para guiarme al final del pasillo.
—¿No podemos hablar aquí? —decía mientras era arrastrada.
— Lo de ayer no puede volver a repetirse. Eres mi secretaria no una amiga de la familia.
No puedes volver a mi apartamento a menos que sea por trabajo y no puedes relacionarte con mi familia es parte del contrato que firmaste, está vez lo pasaré por alto, pero si se repite serás despedida inmediatamente. —trague saliva y asentí con la cabeza, la verdad es que me imaginaba algo peor.
—De acuerdo y nuevamente lo siento, no se volverá a repetir. —dije y gire sobre mis pies para regresar a mi apartamento. Pero Dante me tomo de la mano.
—Espera.— dijo y cuando logro tenerme frente a mi se comenzó acercar cada vez más. Por inercia yo comencé a retroceder hasta que quede inmovilizada.
—S---si.—dije tartamudeando y el me tomo de la cintura. Las manos me comenzaron a sudar y mi corazón comenzó acelerarse. Trague saliva y cuando él comenzó acercar su cara a la mía cuando estaba a unos centímetros de mi cara mis piernas comenzaron a temblar como si fueran hechas de gelatina.
Sus manos subieron poco a poco por mi espalda y cerré los ojos cuando creí que me iba a dar un beso se alejo.
—Tenga buen día señorita Heder. —al escucharlo abrí los ojos y el ya había entrado al elevador.
Me quedé parada tocando la pared para evitar caerme.
—¿Que mierda había pasado?—me decía más para mí que para otra persona. ¿A caso estaba loco? Hablaba primero de principios, de espacio personal después invadía el mío y se iba.
O quizás simplemente me había puesto aprueba, lo peor era que la había fallado.
Después de recobrar mi estabilidad regrese por el pasillo y camine rumbo a mi apartamento las ganas de hacer ejercicio se habían esfumado.
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