8. Dante
Estaba tratando de asimilar lo que había pasado.
Pero no podía simplemente estaba en shock. Alina me había besado.
Me pasé la mano por el cabello y negué con la cabeza, cuando mi celular sonó.
Circe:
Disculpa lo de tu espejo, en cuanto reciba mi paga te conseguiré uno igual.
Suspiré pesado y me recargue en la pared.
Le había puesto Circe en honor a la diosa griega de la magia y la hechicería ya que desde el primer momento en que la había visto había puesto mi mundo de cabeza.
Me había hechando una maldición. Suspiré pesado y negué.
Sabía que tenerla cerca era lo peor que podía hacer, pero ya era muy tarde para alejarme de ella el mal ya estaba hecho.
Camine al lavabo y al abrir el grifo me heche agua en la cara.
Al levantar la mirada observé aquel orificio que tenía justo por la mitad y no pude evitar sonreír.
Salí del baño para caminar nuevamente junto a mis invitados, pero mi cabeza no hacía otra cosa más que recordar aquel beso.
Cristina estaba sentada junto a mi madre y Adam estaba en la cocina abriendo unas bolsas.
—¿La corriste?—dijo y negué con la cabeza.
—Se sentía mal y se fue.—Adam frunció el ceño pero siguió a lo suyo y en ese momento mi celular volvió a sonar.
"Circe"
Espero que nuestra relación no se vea afectada con esto que paso, bueno sé que no tenemos una relación, me refiero a la laboral, la de Jefe y empleada, no es que pensara que teníamos una relación. Rayos, mejor olvida todo.
Sonreí nuevamente y dejé el celular nuevamente en la bolsa
—¿Estás bien?—dijo Adam a lo cual negué con la cabeza. La mayor parte del tiempo estaba serio y no porqué no me gustará sonreír, era porqué tenía que manejar una empresa con más de 400 empleados. Tenía que recordarles que nuestro trabajo era serio que no podíamos comer errores porqué uno nos podía costar muy caro.
Así que por ello mis sonrisas o muestras de afecto eran limitadas.
Di la vuelta y camine a la alacena en busca de un vaso de repente la garganta se me comenzó a secar.
Una vez que tome agua camine nuevamente a la sala y me senté al lado de Cristina, al verme ella sonrió y me tomo la mano. Mi madre parecía complacida con el hecho de tener a Cristina como nuera, ella era divertida, alegre, muy guapa lo que ella no sabía era su orientación sexual.
A Cristina nunca le habían gustado los hombres, pero al ser modelo tenía miedo de revelar al mundo que era lesbiana ya que el mundo del modelaje era mucho más complicado de lo que se veía.
—¿Entonces ya pusieron fecha para la boda?—dijo mi madre sacándome de mis pensamientos.
—No, aún no queremos vivir un tiempo juntos y después vendrá la boda. Así con conoceremos un poco más.—dije y mi madre negó con la cabeza.
—Se conocen de toda la vida, es más podría jurar que Cristina sabe incluso tu horario de baño.—sonrió y negó con la cabeza.
—De hecho no, llevo mucho tiempo lejos así que es verdad lo que dice Dante, viviré un tiempo con él y después hablaremos de los preparativos. —mi madre se levantó del sillón y tomo su bolsa.
—Tienen dos meses para vivir juntos y en tres comenzamos hablar de la boda o yo misma traigo a Stella con vestido y las invitaciones de boda.
Cristina se levantó del sillón rápidamente y me hizo un gesto para que interviniera así que también me levanté.
—Madre es muy poco tiempo. En dos meses no conoces a una personas.
—Ni en toda una vida juntos terminas de conocerla.
Solo ve a tu padre y a mi, llevamos 20 años de casados y aún no sé porqué carajos tarda tanto con la comida.
Dio la vuelta y salió del departamento.
—Mierda. —dijo Cristina y se aventó al sofá.
—Dante no me.quiero casa. Adam llegó a nuestro lado con una cubeta de palomitas y otros bocadillos.
—Pueden no registrar la boda.—ambos nos quedamos viendo.
—Eso sería un delito además es capas de traer a un juez de confianza para que nada salga mal.
—Por otro lado puedes buscarte una esposa de verdad. —negué con la cabeza.
—Aún me queda mucho camino por andar sólo. —Adam y Cristina se vieron y rieron al mismo tiempo.
—Podemos casarnos enserio y después de dos meses divorciarnos decimos que no funcionó y que por ello necesitábamos más tiempo para vivir juntos, es la mejor opción hasta el momento.—asentí y me senté junto a Cristina.
—Será una mierda. —dije y la puerta
se abrió dejando entrar a mis padres.
El resto de la sema fue más agradable. Hablamos de la familia, de cuando éramos pequeños y de como fuimos cambiando. Mi padre hablo sobre sus negocios y de que quería abrir una empresa de préstamos.
Adam y yo intentamos persuadirlo de no hacerlo, pero al parecer la idea lo tenía fascinado, después de un rato mamá papá y Adam se fueron dejando a Cristina y a mi solos.
—¿Y bien cuál es el plan?—pregunto mientras se quitaba los zapatos. Y ponía sus pies en mi regazo.
—No lo sé dije mientras me iba quitando la camisa. Ella cambio de postura y se sentó encima de mi rodeando mi cuello con sus manos.
Suspiré pesado.
—No, Cris porfavor, tuve un trabajo duro y lo que menos necesito en este momento es que la polla se me quedé dura.—dije y ella comenzó a bajar su mano por mi pecho, llegando a la orilla de mi cinturón.
—Que no me gusten los hombres no quiere decir que no me guste el sexo, además no sería la primera vez que lo hacemos. —dijo al mismo tiempo que comenzó a quitarme el cinturón y desabotonar mi pantalón.
Arquee la cabeza y cerré los ojos.
Mi respiración comenzó agitarse cada vez un poco más al sentir sus manos sobre mi erección, trague saliva y mis manos involuntariamente comenzaron a sobar su trasero.
Cristina y yo teníamos una relación bastante extraña para los ojos de otras personas, pero para los nuestros muy placentera.
De vez en cuando y teníamos sexo,
todo era casual y sin compromisos era un acuerdo bastante ventajoso para ambos.
—Puedes pensar que soy ella.—dijo en un susurro cuando logro sacar mi miembro finalmente.
—Yo.—trataba de defenderme, pero no podía el beso que me había dado Alina me había puesto tieso y pensar si quiera en ella hacia que la sangre me hirviera.
—Sé que te gusta y que probablemente nunca lo aceptes.—repetia mientras pasaba su mano de arriba a bajo haciendo movimientos lentos y torturadores, pronunciando palabras que me hacían imaginar situaciones que no tenían que pasar.
Me soltó y cambio de posición. Se arrodilló frente a mi y comenzó a pasar su lengua por mi polla haciendo que cada parte de mi cuerpo se tensara.
Que cada que embestida suya liberará un poco de presión.
—Mas rápido.—logre decir entre jadeos a lo cuál ella intensificó los movimientos y yo solo quería explotar.
Quería pensar en que era aquella rubia que hacía que mi vida fuera una mierda, que hacía que olvidará todo lo racional y quisiera tirarla sobre mi escritorio y hacerla mía para de una vez por todo librarme del embrujo que me había hecho.
Cuando estaba a punto de terminar Cristina paro.
Abrí los ojos y se levantó del suelo.
—Lo siento.—dijo y al mirar al frente vi a Stella parada frente a nosotros. Trague saliva y me levanté rápidamente. Tratando de colocar nuevamente mis pantalones.
—Yo.— quise hablar pero ella me soltó una bofetada.
—Eres un hijo de puta. —después de eso salió del apartamento.
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