Salí del edificio lo más rápido que pude y una vez que logré llegar a mi automóvil suspiré pesado y di un golpe en el volante, estaba enojada, estresada y tenia un poco de miedo.

Sabía que  era casi imposible obtener el trabajo, pero al menos lo había intentado, me gustaría decir que había hecho mi mejor esfuerzo, pero mi relación con Dante era mucho más que complicada.

Suspire  y maldije en voz baja apesar de encontrarme sola en el estacionamiento, cerré los ojos y comencé a pensar en que al día siguiente que no me hablarán iría a la oficina de Alissa a entregar las llaves tanto del auto como del apartamento y probablemente mi carta de renuncia.

Mi oportunidad de tener una vida desente se había esfumado y es que desde que leí el nombre sabía que no iba a ser fácil, pero aún así quise intertanlo para no verme como una cobarde.

Dante y yo nos odiábamos, él a mí por destruir su auto, y yo a él por romperle el corazón a mi mejor amiga,  abrí los ojos  y cuando iba a  encender el auto  alguien tocó la ventanilla haciendo que pegará un brinco.

Al bajarla Alexander se encontraba parado frente a ella.

—¿Si? —dije y me tendió una hoja de papel, la tomé y en seguida me dio un gafete.

—La lista de los atuendos que debes traer ya que al señor Casares le gusta combinar con su secretaria y el pase.

Por ahora usarás uno de visitante, una vez que firmes el contrato se te asignará uno personalizado.

Te esperamos mañana a las 7:00 am para recibir indicaciones.

Bienvenida a Casares y Asociados. —dicho eso giro sobre sus pies y desapareció en el estacionamiento.

Estaba un poco confundida.

Me habían dado el empleo, sin tener que presentarme a una segunda cita, a pesar de que le había dicho a Dante que no me arrepentía de haber destruido su auto.

Tome mi celular y le marqué a Alissa.

—¿Bueno?—contesto al otro lado de la línea mis manos me temblaban y mi corazón me latía a mil por hora, trague saliva antes de responder.

—Estoy dentro. —dije y colgué el teléfono, había entrado a Casares y Asociados.

Trabajaría para Dante, suspire pesado y negué con la cabeza, si algún día me hubieran dicho que esto pasaría, me hubiera reído de aquella persona por lo estúpida que sonaba la idea, pero lamentablemente no era una mentira. me coloque el cinturón de seguridad y arranque el auto, necesitaba salir de aquel lugar para poder respirar con normalidad.

Veinte minutos después me encontraba en el estacionamiento de mi nuevo hogar.

El edificio era grande, tenía aproximadamente 100 apartamentos, una piscina, gimnasio y una cafetería.

Era como si yo hubiera elegido el lugar, era simplemente perfecto.

Baje del auto y camine a la entrada.

La sensación de tener una casa decente era increíble, no tenia que preocuparme por qué cenar ya que habían hecho el súper por mi, además era un lugar seguro.

Mi familia nunca había sido alguien que contará con un ingreso económico estable.

Ya que mi padre nos abandono a mi madre y a mi cuando era pequeña, así que ella tuvo que trabajar para salir adelante, cuando entre a la secundaria mi madre se volvió a casar con Rogelio, él era una persona maravillosa y siempre hacia que mamá se viera feliz, pero aún así el dinero no era suficiente.

Ambos trabajaban y luchaban por tener un mejor ingreso, pero lamentablemente en México los sueldos son muy bajos.

Es por eso que yo soñaba con estudiar y tener un buen trabajo, creía que al entrar a la universidad mis problemas habrían terminado, pero mi realidad era otra.

Trabajaba medio tiempo en un restaurante de comida rápida para poder completar mis gastos a pesar de tener beca completa de la escuela.

Y fue en el último grado de universidad que pude aplicar para una beca en el extranjero.

Mi sueño siempre había sido vivir en España es por ello que me había animado hacerlo en primer lugar.

Una vez que llegue aquí compartí apartamento con Heder una chica bastante peculiar, que se volvió mi mejor amiga. Ambas éramos extranjeras y estábamos solas en España, así que rápidamente nos acoplamos.

El apartamento donde vivíamos era de sus padres, así que había meses en donde no me cobraba renta, pero yo me sentía mal por no compartir gastos y decidí buscar uno que pudiera pagar.

Ya que mi trabajo como mesera no me daba para tener ciertos lujos.

Heder era una de las personas más amables que había conocido en la vida, era como esa chicas de los k-drama que todo le sale bien con el siempre hecho de parpadear.

Es por ello que merecía lo mejor del mundo.

Pero tenía que salir con Dante.

Él estaba estudiando derecho y había rumores de que salía incluso con maestras de la facultad con tal de pasar la materias, si reputación no era nada buena.

Incluso había rumores de que su familia se dedicaba hacer negocios con gente mala.

Pero Heder al estar tan enamorada de él ignoraba todas la señales que se le ponían de frente, hasta que un día lo descubrió con Mia.

Un día el la invitó a cenar a su apartamento cuando ella llego Mía estaba desnuda en recostada en el sillón de la sala.

Heder al verla en ese estado salió corriendo a toda prisa al llegar a mi casa está a hecha un lío. No paraba de llorar y decir lo estúpida que era, intenté consolarla y decirle que debía saber cuál era la verdad, podría tratarse de un mal entendido.

Así que fuimos a enfrentar a Mía quien nos confirmó que tenía una relación con el dueño del apartamento desde hace varios meses.

Harper entro en depresión, no quería comer, salir, el brillo se le estaba apagando y yo no me podía quedar con los brazos cruzados  fui a justar cuentas con él muy al estilo mexicano, pero el negó todo, aún habiendo pruebas en su contra así que hice lo mejor que se me ocurrió, pinte los vidrios, pinche las llantas y metí un zorrillo apestoso en el auto del idiota, necesitaba venganza y después de acosarlo por unos días descubrí que lo más valioso para el era su auto.

Entonces lo supe, ojo por ojo o mejor dicho corazón roto por auto destruido.

Una vez que le conté a mi mejor amiga lo que había hecho ella se sintió mucho mejor y ambas continuamos con nuestra vida.

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Al Llegar  al apartamento, me quite los zapatos y deje el bolso en la mesita que estaba junto a la puerta.

Necesitaba descansar antes de asimilar todo lo que estaba por venir.