UNA LLAMADA, UNA PROMESA Y UN REENCUENTRO.
(capítulo narrado desde la perspectiva de SEIYA)
Desde que empecé a recorrer la ciudad en taxi miles de recuerdos regresaron a mi mente. Es curioso como a pesar de ser un niño hay imágenes que se quedan grabadas en tu memoria como si el tiempo no fuera una constante a tener en cuenta. La ciudad había cambiado muchísimo fruto de la era de modernidad que le era propia, pero su esencia se dejaba ver en sus calles.
Me preocupaba el misterio que guardaba Shiryu con toda esta historia. A pesar de los años y la distancia siempre mantuvimos el contacto; supe que dejó atrás el orfanato y se formó en la Universidad donde conoció a su actual mujer, Shunrei, hija de su director del Doctorado. Supe que había tenido un accidente que produjo una ceguera temporal y lo dejó hundido, pero que finalmente había recuperado la vista, retomó su ilusión por vivir y quería tener familia con Shunrei
Sin embargo desde... desde lo sucedido, me alejé de él, me alejé de todos. Él estuvo a mi lado siempre, incluso vino un tiempo a Grecia a estar conmigo, pero después de aquello, cuando retomé mi vida...nuestro contacto se ha limitado a escasas llamadas cordiales dos o tres veces al año. A pesar de ello, seguía siendo Shiryu.
Y de repente llegó esa llamada, no era la habitual llamada cordial. Él me necesitaba, no como su amigo fiel, sino como psicólogo y coach. Tenía un caso que necesitaba de mis conocimientos en Japón. Alguien muy importante para él necesitaba un especialista en mi campo, y no cualquiera, me necesitaba a mí, había investigado y sabía que el tratamiento que había desarrollado era único y había conseguido importantes éxitos en Europa en pacientes con TPT (trastornos post traumáticos) anómalos.
La noticia me llegó por sorpresa y reconozco que al principio me mostré reticente, era un viaje largo y suponía volver a un pasado que había dejado atrás hace mucho tiempo. Pero insistió en que al menos fuera allí y lo valorara personalmente, obviamente su "cliente" correría con todos los gastos. No sin meditarlo antes, accedí. Quizás ese caso era el que necesitaba para conseguir la financiación que tanto me estaba costando obtener, finalmente cumpliría la promesa que le hice a Seika.
Shiryu estaba esperándome en la puerta del hotel. Era un 5 estrellas, sin lugar a dudas se trataba de un "cliente" importante. Algo se me removió en el estómago, tanto secretismo....
-También tomaré agua con la cena, muchas gracias – concluyó Shiryu mientras el camarero se alejaba con la comanda, al ser tarde decidimos tener nuestro encuentro en el propio restaurante del Hotel – Bueno creo que ya podemos ir al grano con el asunto por el que te he hecho venir hasta aquí, me apena que no haya sido por otros motivos más gratificantes, pero me alegra verte de nuevo Seiya. –Asentí con una sonrisa. – Antes de comentarte nada he de decirte que no puedo darte datos personales de mi cliente todavía, pero los tendrás, primero debes conocer su caso. Mi cliente es una persona muy importante aquí en Japón, por lo que espero que lo entiendas. – nuevamente asentí, si bien, con un semblante más serio.- Hace casi dos años sufrió un accidente de coche, personalmente sufrió la fractura de un brazo y una fuerte conmoción, eso sí, estuvo casi dos semanas en coma, se recuperó sin secuelas físicas, pero un familiar murió en la colisión. Cuando despertó, le comunicamos lo ocurrido, al principio todo estaba dentro de lo normal, pero de repente una noche... comenzó a tener delirios, episodios que inicialmente creíamos de sonambulismo, pero que comenzaron a repetirse durante el día incluso cuando estaba despertaba, lo peor es que cuando vuelve a la normalidad asegura que esta, nuestra realidad, es un castigo divino y que debe regresar a su mundo. Después de la visita de muchos especialistas, de todas las partes del mundo, tratamientos y pruebas de todo tipo se descartó que fuera algo físico, todos llegaron a una similar conclusión, poco alentadora eso si, era algo raro y novedoso: sufría de un trastorno post traumático disociativo con desrealización y confusión de la identidad. – hizo un silencio esperando una reacción en su amigo. - No sabemos qué más probar, cada vez está más lejos de la realidad que nos es propia. Ha desarrollado un mundo alternativo, cree que es otra persona con una misión que está empezando a poner en riesgo su vida. - su amigo permanecía callado atendiendo a su relato - Se lo que pasaste con Seika Seiya, pero también sé que ello te motivó a hacer lo que haces. Te juro Seiya que no hubiera acudido a ti si no tuviera más opciones, sé lo que te supone regresar a Japón.
-Shiryu...- le interrumpí – porqué tanto interés por tu parte. He escuchado tu relato y lo que más me sorprende es que parece algo más personal que profesional...
-Todo lo que tengo se lo debo. Mis estudios, mi Doctorado, que me permitió conocer a Shunrei, incluso nuestros actuales trabajos. Pero lo más importante, mi vista. Fue su apoyo personal y económico lo que me devolvió la vista. Tengo una deuda moral y personal. No soy el único al que ha ayudado, Shun, Hyoga e incluso Ikki, aunque le cuesta reconocerlo ya sabes cómo es, han sido protegidos y cuidados igual que yo lo fui.
-¡Qué dices! ¡Los chicos están aquí?. – me invadió una extraña alegría, no era consciente de lo que les había echado de menos, al fin y al cabo eran la única familia que tuve en Japón. Analicé su expresión de preocupación y finalmente le dije. – De acuerdo Shiryu, si es tan importante para ti, lo valoraré. No sé hasta qué punto podré aportar algo nuevo, pero por lo que me cuentas... mis métodos son poco convencionales, no sé si es lo que buscáis. Tendré que verle en persona.
-Sé muy bien cuál es tu método, lo he investigado, eres una eminencia en tu campo - si él supiera que los premios no dan para comer tanto como cree...- Así que perfecto, mañana vendrán al hotel, pero Seiya, prométeme una cosa: le darás una oportunidad. – asentí, se lo debía, nunca tuve otro amigo como él.
Me dejó confundido tanto secretismo, algo no me daba buena espina en todo esto, pero era Shiryu y estaba preocupado, nunca lo había visto así. Además- me intenté convencer a mí mismo- puede que sea la oportunidad que necesito para cumplir la promesa que le hice a Seika.
Me levanté temprano para salir a correr, me ayudaba a pensar y tenía muchas cosas en que pensar esa mañana. No me quitaba a Seika de la cabeza. Cuando regresé a Grecia tardé mucho tiempo en encontrarla. Nunca se me borrará de la piel la sensación que tuve al entrar en ese horrible lugar, verla junto a la ventana con la mirada perdida, mi pequeña muñeca rota. Ahora sé que hice todo lo que pude en ese momento...pero si al menos hubiera tenido más tiempo... quizás... Cuando regresé al hotel Shiryu me esperaba nuevamente en el puerta, no pensaba que fuera tan tarde.
-Perdona Shiryu, se me ha ido el santo al cielo.
-Veo que sigues siendo todo un deportista.
-Siempre, cultivar el cuerpo es muy importante, si me has investigado sabrás que es parte de mi método. – sonrió. – Me doy una ducha rápida, no más de 5 minutos, prometido.
-No te preocupes, esperaremos en la terraza del restaurante del Hotel, no hay prisa, están desayunando algo.
-Así que el misterioso cliente ya está aquí... Voy a echar un vistazo rápido antes entonces.
Seguía siendo más rápido que él, le oí de lejos gritare que no fuera, pero me daba igual, él sabía perfectamente que no era habitual en mí seguir las reglas marcadas.
Frené en seco... esa melena morada...no podía ser cierto....
-No, no, no y mil veces no – le grité desde la ducha. Había preferido entrar a ducharme, el agua fría calmaría mis nervios. Shiryu me siguió a la habitación, casi le cierro la puerta en la cara del cabreo. – No quiero saber nada de esa familia, no merecen ningún tipo de consideración por mi parte y sabes perfectamente porqué.
-Eres injusto Seiya – la voz de Shiryu denotaba que él también necesitaba una ducha de agua fría – Ella no te hizo nada, fue su abuelo.
-Me da igual. Y sí me hizo algo... la vida imposible. Aún recuerdo la niña consentida, caprichosa y déspota que era con nosotros. Se reía superior y no le importaba lo más mínimo nuestro sufrimiento... Recuerda al pobre Jabu... ni siquiera se preocupó cuando se descarnó las rodillas por montarla a caballito, y el muy imbécil, la seguía como un perrito faldero...
-Por Dios Seiya, teníamos 13 años supéralo –mi asomé por el baño y le miré con rabia, pero no le importó, sus ojos echaban chispas también, aúna sí, calmó el tono – Seiya esa niña que conociste hace tiempo que cambió. Al poco de irte cambió de actitud y según se fue haciendo mayor resultó ser una persona extraordinaria. Nos buscó a todos – "a mi no" pensé, aunque tampoco la habría atendido si lo hubiera hecho – nos ayudó con la Universidad, trabajo, cualquier cosa que necesitáramos estaba dispuesta a dárnosla, quería compensar cualquier daño que ella o su abuelo nos hubiera ocasionado. Seiya, recuperó el cuerpo de la madre de Hyoga para que pudiera darla digna sepultura. – "vale, eso es impresionante, prácticamente acompañaba los restos del Titanic"– Incluso ha montado una asociación vinculada al orfanato, está ayudando a muchos niños perdidos a encontrar a su familia, es la asociación de El Santuario en la que yo trabajo como Director. Además... sabes lo que tiene... es obvio que poco queda de esa niña mimada ¿no? – me miró e hizo una pausa... mierda... - Me prometiste darle una oportunidad.
Miraba al horizonte desde la balconada de la terraza en la que desayunaban cuando me acerqué y me senté a su lado, Dios... esa mirada perdida me recordaba tanto a ella.
- Hola Saori, soy Seiya, nos conocimos cuando éramos niños. – Lentamente giró su mirada hacia mí. Era una chica increíblemente bella, con mirada azul profunda, pero esa mirada... Algo la despertó de su ensoñación. Acarició mi rostro, lo que me alertó. Aunque su mirada recuperó un brillo natural de intriga, seguía perdida, velada, no estaba conmigo.
- Pegaso... ¿Cuándo regresaste? – sus expresión era de alegría – Estaba tan preocupada por ti. – inmediatamente cambió a preocupación - Sabes que no puedes estar aquí. Si alguien se enterara, podría pasarte algo muy malo. – sus ojos denotaban preocupación "¿qué hay dentro de esa cabecita...?" – No puedo permitirlo, este mundo no tendría sentido sin ti... ¿lo entiendes? – Un leve brillo acuoso inundó su mirada.
- Tranquila – acertó a decir Seiya – sólo quería que supieras que regresé y que estoy bien. – Dios... me recuerda tanto a ella...- No dejaré que te pase nada Saori. – me sorprendí diciendo esas palabras, pero en el fondo sabía que eran sinceras.
- Eres un tonto... sabes que no soy yo quien me preocupa... – y en ese momento... volvió a perderse en el horizonte.
Me acerco a Shiryu, le noto nervioso y preocupado. No dijo nada, no hacía falta, ambos sabíamos que la decisión había sido tomada, sólo quedaba aclarar los términos.
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