UN PEQUEÑO ACERCAMIENTO
Ese día el clima se tornó gris y una gran tormenta cubrió la ciudad. Era sábado y no tenía sesión. Saori, como era habitual, se encontraba en un pequeño salón de la segunda planta revisando sus libros de mitología. Estaba acostumbrada a esa soledad, todos la trataron como una loca cuando les intentó explicar lo que sucedía... al final optó por asumir su papel de loca. Tampoco los culpaba, en sus "viajes" todo era confuso, mezclar ambas realidades la consumía, pero tenía que hacerlo si quería volver. No podía abandonar a la gente del Santuario.
Alguna de esas leyendas tenía que tener la clave que necesitaba para salir de esa pesadilla, aunque ahora le estaba costando mucho concentrarse, su cabeza viajaba una y otra vez a sus encuentros con Seiya.
No entendía nada, se supone que él tendría que estar a salvo y vivir una vida normal, ¿por qué el destino los había juntado? ¿Quizás sería una prueba? Ella sólo le traía problemas y dolor. Además, el hecho de que no la recordara era tan doloroso... esa semana había sido como un sueño... nuevamente acompañada de su caballero, pero al mismo tiempo era todo tan difícil... sólo quería abrazarle, pero eso era algo que estaba lejos de su alcance.
Estaba sorprendida con él, era un buen profesional, la forma en la que hacía las cosas y desarrollaba las sesiones no era nada común en comparación con todos los otros que habían pasado por allí. Creaba un contexto de tranquilidad en la que ella se sentía confiada... y siempre terminaba respondiendo todas sus preguntas.
Luego estaba lo de caminar... pobre iluso... sin su poder de Diosa no podría recuperar sus piernas, su padre la ató en esa silla de ruedas como castigo. Cuando Seiya quedó postrado malherido tras su última batalla con Hades y sumido en un estado de inconsciencia comatoso esa silla era su medio para que no perdiera su contacto con al mundo. Aquellos recuerdos la removían por dentro, cuando acabó la guerra con Hades creyó que su corazón no lo soportaría, ese daño lo había causado ella, por su egoísmo, por forzarlo a luchar por su causa. Él siempre decía que no luchaba por la Diosa que lo hacía por ella. Ella siempre lo había sabido, y aunque las estrictas normas del Santuario no les permitían estar juntos, aprovechaba cualquier ocasión para hacerle ver que su amor sería correspondido si algún día se atreviera a romper esas reglas. Alentaba su esperanza, porque al fin y al cabo era la de ella y su egoísmo casi lleva a Seiya al borde de la muerte. Cuando pidió a su padre que perdonara a sus caballeros y les permitiera vivir una vida normal a cambio de su condición de Diosa de la tierra sólo buscaba su perdón, quería salvarle por encima de todo, por encima de todos, lo amaba demasiado, y si ello significaba renunciar a él lo asumiría. Nunca imaginó que en castigo a su osadía su padre le obligaría a soportar idéntica parálisis a la de su caballero, al menos Seiya no fue consciente durante su convalecencia, ella, desgraciadamente, era consciente de todo.
Tocaron a la puerta del salón... era Seiya, una emoción la embargó por dentro aunque quiso disimularlo.
- ¿Qué tal está princesa? – su cabeza se asomaba por el marco de la puerta con una enorme sonrisa mientras levantaba una bolsa de palomitas igual de enorme. – He venido a ver cómo vas con los deberes que te he puesto: tienes la obligación de hacer algo ordinario pero divertido esta semana. Recuerda que mi reto es hacer que este mundo o "realidad" no te parezca tan malo. – "Que tonto... si supiera que sólo estando él en él ya era maravilloso" pensó la chica.
- Y que tienes pensado – preguntó ella siguiéndole el juego - ¿acudir a la charla sobre la "Teoría de cuerdas en el origen del universo" que imparten en la universidad? Creo que será un evento muy concurrido... dudo que encontremos sitio a estas horas... pero si insistes.
- Que graciosilla ella,.. no pensaba yo que la bien educada Señorita Kido osara burlarse de un joven inocente que está muy lejos de su hogar perdido y en una ciudad nueva para él - la contestó con muecas de burla mientras se sentaba a su lado en el sofá – ¿Qué quieres ver? – metió un puñado de palomitas en su boca - Avisogr, no pienso grrr tragarme ningún tostón de esos tipo – tragó - "El diario de Noa". – Saori le miró seria y comprensiva.
- Seiya... no tienes que hacer esto, estoy bien... me he acostumbrado a estar sola. – el se reclinó hacia atrás con una mano detrás de su cabeza mientras lanzaba otro pñado de palomitas en su boca.
- No creas que lo hago por usted Señorita. Shiryu y Shunrei salieron con un matrimonio amigos del trabajo de Shunrei, y como comprenderás no me apetecía acompañarles, hablar de cocinas y cortinas... no es lo mío. Tatsumi tampoco es que me apetezca mucho... ¿sabes? Creo que no le caigo muy bien – la guiñó un ojo al decir esto último.
- Entiendo... entonces soy tu última opción...
- Básicamente.
- Ya veo... claro, como no puedo huir...
Él se giró y la miró directamente a los ojos, Saori odiaba cuando hacía eso porque no podía evitar ponerse nerviosa, esa mirada... sus grandes ojos color avellana eran su debilidad, finalmente dijo:
- Señorita, si quiere evitar pasar la tarde conmigo sólo tiene que levantarse y abandonar la habitación, ambos sabemos que puede hacerlo – sonrió pícaro mientras la retaba con su mirada. Saori apartó rápidamente su mirada, notó como el calor subía hacía sus mejillas.
- Yo también tengo mis preferencias, me niego a ver una película de peleas. – Seiya sonrió ante su respuesta.
- Entonces veremos ... creo que tengo la opción perfecta...
- ¿En qué estás pensando? – le preguntó ella curiosa mientras le miraba de reojo sonriendo en actitud juguetona. En esta ocasión fue Seiya quien se puso algo nervioso, cosa que le sorprendió, la actitud de la chica le había resultado... ¿sexy? "Bueno... - pensó - ¿de qué se sorprendía?, en el fondo era una chica muy guapa, inteligente... y, aunque no quisiera reconocerlo, no era tan pija y mimada como recordaba. Maldito Shiryu... odiaba cuando tenía razón."
- ¿Qué te parece si vemos una película de humor? Pero que sea un clásico... no se... La vida de Brian?
- No la he visto nunca – dijo ella.
- ¿Cómo? Entonces decidido. – el joven se levantó, cogió el mando de la tele, buscó en internet la película y la dejó en pausa. Fue a la cocina y trajo un bol para echar las palomitas, cogió un reposapiés y lo acercó al sofá en el que se encontraban. Saori le miraba extrañada por la naturalidad con la que se desenvolvía. De repente el joven se acercó demasiado a ella. Casi podía notar su calor.
- ¿Me permite Señorita? – Saori no supo contestar sólo se ruborizó, él cogió sus piernas y las colocó sobre el reposapiés, era la primera vez que la tocaba. – Así estará más cómoda. – Sonrió y se sentó muy cerca de ella, con el bol sobre las piernas de ambos. – Saori no se creía lo que estaba viviendo... ¿era eso lo que uno siente con una vida normal?
Aunque al principio se mostró algo tímida no tardó en soltarse. La estuvo contemplando durante toda la película, le maravillaban sus reacciones tan naturales e inocentes, realmente estaba disfrutando. No paraba de reír y de hacer comentarios y bromas, parecía una niña emocionada con un juguete nuevo. Seiya estaba contento con cómo había ido la semana. Miraba a esa chica tan divertida y llena de vida y no podía evitar sonreír. Sin embargo... algo le hizo entristecer... recordó algún episodio de esa semana en el que ella se había "ido". En aquellos momentos le recordaba muchísimo a su hermana... estaban ahí ... pero en su cabeza... nadie estaba conduciendo. No era justo que alguien tan joven y con tanta vida por delante pasara por eso.
Cuando acabó la película ella le miró con tristeza. Seiya sabía que ella no quería que se fuera, que se estaba divirtiendo, y aunque supo que era tarde le propuso ver otra película. La chica asintió con una enorme sonrisa.
Pusieron otro clásico, esta vez una película dramática pero hermosa, La vida es bella. Ella le dijo que era de sus favoritas.
Estaba totalmente concentrada en la película, todavía conservaba una sombra de las últimas lágrimas que le había provocado la escena en la que el padre convencía a su hijo para quedarse en el campo de concentración, y ni siquiera se inmutó al oír la puerta de la habitación de Tatsumi cerrarse. El viejo sirviente no había parado de vigilarles en toda la tarde.
Antes de acabar la película Seiya se dio cuenta de que Saori se había quedado dormida. La miró con ternura – "Pobre chica... ha acabado agotada" pensó- La cogió en brazos para llevarla a su habitación. De repente ella se movió y casi instintivamente rodeó su cuello con sus brazos y se abrazó a él. Seiya se sorprendió con la naturalidad de ese movimiento y con su olor, olía a una mezcla de flores y dulce, su cuerpo desprendía un calor que le resultó familiar, como si no fuera la primera vez que la cogía así.
La llevó a su habitación y la dejó en su cama. Sin embargo, no pudo evitar sentarse a su lado y quedarse mirándola mientras dormía. ¿Qué estaría pasando por esa cabecita? Era una chica muy bonita... sonrió... Seiya se levantó sobresaltado, no estaba bien, tenía que irse... eso no era nada profesional.
- Cuando se aproximaba a las escaleras que daban al gran hall de salida la oyó gritar. – ¡NOOO! ¡CORRED! ¡ERES UN ASESINO! ¡NO TE PERMITIRÉ QUE LES HAGAS DAÑO! – Seiya corrió de regreso, cruzándose con Tatsumi que corría igualmente hacia la habitación de Saori, llevaba un frasco de pastillas en la mano.
- Señorita Saori, es un sueño, despierte – Ella estaba de pie frente a la puerta del balcón, Tatsumi la cogía por los hombros mientras acercaba el bote de pastillas a su boca.
- Espera Tatsumi- le frenó Seiya apartándole y ocupando su lugar frente a la joven. Tenía los ojos abiertos pero la mirada perdida.- Saori soy yo Seiya... - Ella le miró con sus ojos vacios.
- Seiya... mi Caballero de Pegaso... tenéis que iros de aquí Shiryu está herido. No puedo permitir que os haga algo al resto– Seiya reaccionó rápido.
- No te preocupes está todo controlado. Shun se encargará, yo debo ponerte a salvo. Nos iremos de aquí. – la abrazó y la cogió en brazos dejándola nuevamente en la cama.
- Ellos volverán Seiya... no parará hasta que haya acabado conmigo. – la chica acarició su mejilla, su tacto era tan suave.
- No se lo permitiremos - le dijo el joven. – Ahora descansa, mañana pensaremos en un plan.
Saori volvió a dormirse. Seiya miró a Tatsumi preocupado, el sirviente le agradeció su intervención con un gesto. La puerta del balcón estaba abierta... ¿A dónde se dirigía?
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