EL BAILE

Seiya, Shiryu y Saori estaban reunidos en el antiguo despacho del Señor Kido, ahora heredado por su nieta. Saori escuchaba el discurso de Shiryu mientras observaba por la ventana, Seiya estaba sentado frente a su amigo en las sillas previstas para visitas situadas delante del escritorio principal.

- Lo siento Saori no veo razón alguna para que vayas a esa gala ¿acaso no ves lo que pretende? – La joven no se inmutó ante el reclamo de su amigo.- Seamos coherentes, sabemos desde hace tiempo que Julián ha estado teniendo reuniones con el resto de miembros de la Junta de la empresa de tu abuelo, busca su apoyo para solicitar tu incapacitación y quedarse con el control operativo de la empresa como segundo accionista mayoritario.

- Lo sé Shiryu.

- ¿Entonces? – la inquirió desesperado su fiel amigo. – Saori – su tono se suavizo – si tuvieras una "crisis" en esa cena, rodeada de los miembros de la Junta, sería como si tú misma firmaras tu internamiento en un psiquiátrico. – La joven asintió con un suspiro mientras tomaba asiento en la silla del escritorio que antaño ocupada por su abuelo, su mirada seguía concentrada en cualquier cosa al otro lado de la ventana.

- Seiya por favor dí algo – Shiryu se levantó de su silla y comenzó a dar vueltas alrededor de la estancia, buscaba desesperado el apoyo de su amigo – al fin y al cabo tú eres el experto aquí. – Seiya demoró su respuesta.

- Shiryu tienes toda la razón esa cena es un riesgo; sin embargo, si ella quiere ir yo no puedo evitarlo. – La sentencia del muchacho hizo que Shiryu se desplomara nuevamente en su silla. – Pero no nos desesperemos, podemos prepararnos para la ocasión.

- ¿A qué te refieres? – ese comentario había atraído la atención de Saori nuevamente al interior de la estancia.

- Te pondremos a prueba – Seiya tenía la total atención de ambos. – Tus avances en los últimos meses han sido increíbles Saori, creo que es buen momento para dar un paso más, saldremos de la mansión y te enfrentarás al mundo, sólo así sabremos si podrás superar el evento en el que tiene tanto interés nuestro "amigo" Julián. Mañana haremos una visita a los niños del orfanato.

Saori le miró ojiplática, le aterraba la idea, pero al mismo tiempo reconocía que no era del todo descabellada.

Esa noche Seiya tuvo un extraño sueño.

Se encontraba en un mundo ruinoso rodeado de una extraña oscuridad, sentía todo su cuerpo dolorido y la angustia le ahogaba, algo malo estaba sucediendo. Llevaba una extraña armadura destrozada por alguna batalla anterior, un campo de fuerza le impedía moverse. Miró a su alrededor. Sus amigos de la infancia se encontraban a su lado, llevaban también extrañas armaduras, la de Shiryu recordaba a un dragón, la de Hyoga a un cisne, estaban también Shun, con una armadura de la que colgaban cadenas y su hermano Ikki, su armadura recordaba a un ave, aunque no supo distinguir cual. Todos ellos se mostraban igualmente exhaustos y heridos, bloqueados por idéntico campo de fuerza. Al fondo de la instancia dos guerreros se enfrentaban en una pelea, uno era una mujer... ¡era Saori! Ella también llevaba una extraña armadura, mucho más brillante que las de ellos y con alas, sostenía un báculo y un escudo. La joven desprendía una fuerte luz, su calor parecía tocarles, protegerles. Peleaba contra un guerrero mucho más corpulento que ella, e incluso que él, que portaba una armadura oscura con tres pares de alas y una espada. Seiya tuvo miedo, veía que el susodicho desprendía un aura oscura de fuerte poder, iba a vencer a Saori, tenía que evitarlo. Reunió todas las fuerzas que le quedaban y consiguió romper el campo de fuerza que le retenía, corrió hacia Saori, tenía que salvarla

"Athena" – gritó.

Todo sucedió muy rápido, intentó golpearle y proteger a su Diosa, a Saori, pero el guerrero siempre terminaba levantándose, golpeándole y lanzándole lejos. Entonces vió como el monstruo empuñaba su espada hacia Saori, iba a matarla, tenía que evitarlo.

Seiya se interpuso entre la espada y el cuerpo de la joven. Todo se volvió oscuro.

¿Acaso había muerto?

Era imposible, nadie puede morir en un sueño.

Entonces la oyó, era ella, Saori. Lloraba como nunca antes había oído llorar a nadie, era desgarrador. Lloraba por él, maldecía su muerte y su entrega. Le pedía que se quedara con los que amaba. Quería abrazarla, besarla, decirla que no se preocupara que no había muerto, pero no podía, su cuerpo no reaccionaba.

Seiya se despertó con un sobresalto empapado en sudor. ¿Qué había sido eso? ¿Acaso había empatizado tanto con su paciente que comenzaba a tener sueños sobre su mundo de caballeros y dioses? Necesitaba beber agua y tomar algo de aire. Hizo amago de levantarse y entonces lo notó. Un fuerte dolor en su pecho, justo en el punto en el que la espada de aquel horrible caballero había impactado. El dolor le ahogaba. Levantó su camiseta, tenía amoratada la zona. ¿Qué diablos había sucedido...?

Los tres amigos se encontraban parados frente a la puerta de orfanato. – "¿Preparada?" - Seiya sujetaba a Saori por un brazo y Shiryu por el otro. La joven asintió, su nerviosismo era evidente. Los tres comenzaron a andar hacia el interior. Al fondo se veía a los niños jugar en el patio de recreo, sus gritos les alcanzaba. De entre la multitud de chavales se distinguía la figura de una mujer, Seiya frenó en seco.

- No me lo puedo creer – acertó a decir el joven – Shiryu, dime que no es verdad... aquella... aquella... - un brillo de emoción se despertó en los ojos del joven – Esto no puede ser verdad ¡Miho! – Seiya se soltó de Saori y comenzó a correr hacía la joven.

La joven en cuestión, se giró mostrando idéntica expresión de asombro y alegría.

- Seiya, ¿eres tú? - corrió hacia él.

Ambos se fundieron en un abrazo, el joven la aupó y comenzó a dar vueltas con ella en brazos. Reían y se veían muy felices por reencontrarse. Miho había sido una gran amiga de Seiya en su niñez, incluso los niños del orfanato se burlaban de su relación. Se podía decir que era su novia de la infancia.

Una desagradable sensación se alojó en el estómago de Saori al verlos, eras celos, unos celos infantiles, pero profundos y dolorosos... No pudo evitar compararse con Miho. La niña de coletas añiles se había convertido en una hermosa mujer. Dulce, bella y, lo más importante, "sana". Una enorme tristeza y nerviosismo la invadieron. ¿Cómo no se había dado cuenta antes? Visitar el orfanato implicaba que los viejos enamorados se reencontrarían... Pero para su desgracia no era lo único que iba a poner a prueba su entereza ese día.

Los gritos de Seiya alertaron a los niños que hasta el momento jugaban ajenos a la visita que acababa de llegar. Al ver a Saori con Shiryu el patio se alborotó. ¡Era la Señorita Saori! Por fin había vuelto a visitarles. Los niños corrieron hacia la joven, la rodeaban y gritaban demandando su atención. Saori empezó a ponerse nerviosa, muy nerviosa, su vista se nublaba... se estaba perdiendo en su abismo particular, no podría conseguirlo... no podría mantenerse en la realidad. Shiryu se dio cuenta de que la situación empezaba a superar a su amiga. La zarandeó, intentaba en vano que reaccionara.

- ¡Seiya! – grito desesperado – Es Saori, no sé qué la pasa.

El joven de ojos castaños se alertó ante el grito de su amigo. ¡Qué había hecho? La emoción de ver a su amiga le había hecho olvidar por un momento el motivo de su visita. La había abandonado cuando más necesitaba de su apoyo, la culpabilidad le invadió y corrió hacia Saori.

- ¡Saori!¡Saori!Despierta! – la gritaba desesperado. No funcionaba. Notaba como cada vez las fuerzas de la joven parecían abandonarla. Tenía que tranquilizarse... tenía que lograr que volviera. Cogió su cara entre sus manos forzando que la joven le mirara a los ojos. – ¡Llévate a los niños Shiryu! – le grito a su amigo, que al momento se puso manos a la obra alejando a la algarabía infantil – Saori, mírame – le suplicaba. Sus ojos estaban perdidos, apagados. – Saori, por favor, vuelve conmigo. Estoy aquí a tu lado, siempre estaré a tu lado. – Su ruego era desesperado. Apoyó su frente en la de la chica – Reacciona por favor. – Era rabia y desesperación lo que invadía en ese momento. Era su culpa, él la había forzado. – Saori... - le susurró – no me dejes ahora por favor.

Las manos de la joven se posaron sobre las de él que aún sujetaban su cara.

- Seiya – su voz era un débil susurro - ¿qué ha pasado?

El chico buscó su mirada emocionado, sus ojos volvían a tener brillo, era ella, estaba ahí. Rió.

- Nada... te perdí por un momento. Pero lo conseguiste Saori, volviste a mí. – la joven le sonrió.

- No me dejes nunca, no voy a poder – le suplicó ella.

- No lo haré – la abrazó.

Seiya se peleaba con su pajarita frente al espejo cuando Shiryu entró.

- Sigo pensando que no es buena idea. Estamos a tiempo, llamamos y decimos que está indispuesta.

- No podemos Shiryu... ¿puedes ayúdame con esto? Tu amigo Hyoga podría tener una pajarita de clip, es mucho más cómoda – Shiryu resopló y comenzó a hacerle un nudo, "sigue siendo un desastre" pensó. – Si no vamos, si ponemos una excusa, Julián ganará, le estaremos dando motivos para seguir con su plan. Si vamos allí y triunfamos, ya no podrá hacer nada. – Shiryu frunció el ceño. – Vamos Shiryu... Sé que la primera visita al orfanato fue dramática, pero el resto de días ha ido bien, ella ha sido fuerte, podrá hacerlo. Si veo que algo le pudiera pasar te prometo sacarla de allí volando.

- No es eso. Ya está. – Seiya comprobó en el espejo la destreza de su amigo. – No me fío de ese tipo Seiya. – Estaba realmente preocupado- Tened cuidado, sólo eso, seguro guarda un as en la manga.

La joven se retrasaba, Seiya estaba nervioso, no paraba de jugar con las figuritas de cristal que adornaban la mesa del hall. Casi se le cae una, la cogió justo antes de que tocara el suelo. Shiryu le miraba divertido. "Ejem" Tatsumi carraspeó desde lo alto de la escalera, Saori se sujetaba de su brazo y de la barandilla para bajar.

Llevaba un vestido de seda de un tono morado muy claro, casi blanquecino pero con cierto brillo satinado. Era de tirantes finos y escote en pico, se ajustaba perfectamente a su cuerpo hasta la cadera donde la falda ganaba vuelo. Era un vestido hermoso que acentuaba su feminidad y la elevaba a la categoría de diva, pues cuando andaba la seguía, la acompañaba dando una suntuosa fluidez a sus movimientos. Llevaba el pelo recogido en un moño despeinado, lo que dejaba ver su espalda, abierta hasta la altura de la cintura y únicamente cubierta por los dos finos tirantes en cruz. Apenas llevaba joyas, unos discretos pendientes de brillantes y una pulsera a juego.

Seiya no era capaz de articular palabra ¿estaba viendo un ángel?, era una auténtica aparición divina. Estaba más hermosa que nunca. La miraba embobado, no fue hasta que su amigo le despertó con un codazo cuando acertó a cerrar la boca que parecía contemplarla llena de asombro.

Saori ya se encontraba a su altura, y él no acertaba a reaccionar.

- ¿Nos vamos? - le dijo ella algo nerviosa al sentirse observada.

- Por su... por su... por su puesto, si... si, vamos. – Seiya no atendía a acertar con sus movimientos. Finalmente le ofreció su brazo. Ella lo aceptó con una ligera sonrisa.

- Chicos, se me olvidaba – Shiryu rompió la magia – me ha llamado Shun – ambos le miraron sorprendidos – él también está invitado a la cena de gala. – Sonrió, eso era una buena noticia, tendrían un apoyo adicional esa noche con el que no contaban.

Cuando se habían alejado de las miradas curiosas de su amigo y el sirviente, Seiya se acercó al oído de Saori.

- Si me hubieran dicho que tenía que acompañar a la mujer más bella del mundo a la fiesta, no me hubiera hecho tanto de rogar. Estás preciosa Saori – deposito un suave beso en su mejilla.

El evento tendría lugar en uno de los hoteles más lujosos de la ciudad. Un imponente rascacielos de los más altos del skyline, lasparedes de espejo se retorcían a lo largo de su estructura, un inmenso pilar de cristal que parecía extenderse hacia el cielo. La sala elegida para la recepción tampoco decepcionaba. Una mezcla de estructuras modernas que evocaban el juego de espejos del exterior conseguía un efecto mágico al combinarse con las fuentes de agua repartidas por la estacia, era como estar bajo el mismísimo océano.

Cuando Seiya y Saori entraron en la gran sala, donde camareros ataviados con elegantes esmóquines azules ya habían comenzado a servir el cocktel, un murmullo generalizado recorrió el lugar. Saori, que agarraba el brazo de Seiya, le clavó un poco sus uñas por la tensión del momento. "Dios mío... ¿dónde me he metido? La loca de la nieta Kido ya llego...".

Seiya apoyó su mano sobre la de ella para relajarla añadiendo – Vamos a buscar a Shun y demos a esta gente el gusto comentar también la espalda de tu vestido, no te pongas nerviosa, simplemente acabas de convertirte en la mujer más bella de la sala – la guiñó un ojo. Aunque el comentario la incomodó un poco, ya que no era su intención llamar la atención de la gente con su vestido, sonrió por dentro, porque sabía que había llamado claramente la de él.

Pasearon entre los invitados, Saori no soltaba el brazo de Seiya, le daba seguridad tenerle a su lado. Le sorprendió la capacidad de Seiya para aguantar el tipo entre tanta personalidad del mundo de los negocios, de tanto snob, incluso a ella le sobrepasaba, prefería mil veces antes la compañía de sus amigos. Pero bueno, al fin y al cabo ella estaba acostumbrada desde que nació a ese mundo, pero Seiya... quizás en Europa tuvo que acudir a algún que otro evento de ese tipo para presentar su investigación, pensó.

Llevaban aproximadamente una hora allí cuando, mientras hablaban con un viejo conocido de su abuelo e importante miembro de la Junta en la empresa, Mr. Chang, Julián les abordó.

- Estás preciosa querida. – Cogió su mano y la besó galante. Su educación y su porte conseguía engañar a la mayoría, pero no a Saori. – Hola Seiya, encantado de verte de nuevo. – Ambos limitaron su saludo a un gesto con la cabeza. - No sabía que dentro de tus servicios estaba el de acudir como "partenair" de tus pacientes a este tipo de eventos.

- Seiya no viene en calidad de profesional – Saori le interrumpió, odiaba su actitud, hasta al pobre Sr. Chang se le notaba incómodo – le invité a venir como mi acompañante de esta noche. Podría decirse que es una cita. – Le sorprendió la impasibilidad de Seiya ante la situación hasta ella se había sonrojado con su comentario.

- Sabes Sr. Chang – Julián se dirigió a su interlocutor, estaba claro que no iba a cesar en su intento de humillarles – Seiya ha vivido en Grecia hasta hace poco. Era uno de los huérfanos "Kido" – esa expresión le punzó el orgullo al Seiya, pero no se dejaría amedrentar por ese chico - escapó del orfanato de joven y huyó a Grecia. Era todo un rebelde nuestro invitado. Y ahora ya ves... el pequeño hijo pródigo vuelve a visitar a la "joven" nieta de su ... ¿cómo lo denominarías Seiya? – la mala intención de sus palabras desprendía hasta mal olor, aun así Seiya se mostraba tranquilo.

- Lo cierto es que nunca me he planteado esa pregunta Julián. – Seiya preparaba su ataque. – En cualquier caso le debo mucho a la familia Kido – miró a Saori y sonrió.

- Entiendo – contestó el aludido con ademanes de desinterés.

- Lo dudo – añadió el joven castaño serio y desafiante. En ese momento se acercó a decir algo al oído de Saori, ella rió como si el chico le hubiera dicho algo muy gracioso.

- Sr. Chang, si nos disculpa retomaremos la búsqueda de nuestro amigo Shun, ha sido un placer hablar con usted, mi abuelo siempre le tuvo mucho cariño y respeto. - Saori, hizo un gesto a Julián a modo de despedida, al menos de momento, ya que sabía que la noche les depararía más encuentros aunque se esforzaran en evitarle.

El joven millonario les observaba rabioso, aunque era un artista ocultando sus pensamientos, ella lo sabía. Hubiera sido divertido leer su mente en ese momento intentando descifrar cuál había sido el secreto que Seiya le había contado y que tanta gracia le había hecho. Aun recordaba las palabras de Seiya en su oído "Este es el momento ideal para que le muestres tu mejor sonrisa y nos vayamos de aquí con un educado silencio". Cuando se alejaban Seiya le dijo divertido.

- Creí haberte dicho "sonrisa", pero el golpe de efecto de la risa desatada me ha parecido espectacular. – la joven rió de nuevo, esta vez de verdad.

Llevaban dos o tres conversaciones, unos cuantos canapés y alguna copa de champang cuando una voz amiga les reclamó.

- ¡Saori, Seiya! Por fin os encuentro ¡qué alegría! – el joven abrazó a Seiya con fuerza. – Cuánto tiempo sin verte, que ilusión tan grande, no lo podía creer cuando Shiryu me contó. – Shun estaba hecho todo un gentleman, el joven tímido del orfanato siempre a la sombra de su hermano se había convertido en todo un hombre.

Los tres jóvenes se alejaron un poco de la multitud para ponerse al día. Ambos amigos destacaron cuánto habían cambiado con los años y recordaron alguna aventura de su infancia. Shun le preguntó a Seiya por su vida en Grecia y el castaño se interesó por su carrera profesional.

- Shun – preguntó curioso Seiya - ¿cómo puede ser que un afamado neurólogo haya acabado en un evento patrocinado por un personaje como nuestro "amigo" Julián? Me cuesta relacionaros.

- ¡Oh! – rió – mi querido amigo, no soy más que uno de sus particulares "fenómenos asombrosos" que desfilaremos hoy para contar las bondades que la Fundación Sorrento ha aportado a nuestra humanidad.

Seiya se alertó al escuchar el nombre de esa fundación, lo había oído antes. Percibió que Saori también se había mostrado incómoda con la revelación de su amigo. De que le sonaba ese nombre.... Entonces lo recordó. El psiquiátrico en el que encontró a su hermana estaba financiado por esa fundación... no entendía nada.

Shun, advertido por el efecto de sus palabras intentó suavizar la tensión que se había instalado en el ambiente, era obvio que Seiya no tenía una buena consideración sobre su patrocinador.

- Bueno... reconozco que Julián no es mi persona favorita del mundo, pero la labor de la fundación es notable, aunque para él sólo sea una forma de limpiar su imagen ¿verdad Saori? - La joven tragó saliva consciente de que más adelante tendría que dar unas explicaciones que preferiría evitar.

Un responsable de la organización se acercó al trío demandando a Shun, permitiéndoles poner punto y aparte a la conversación al menos de momento.

- Chicos he de irme, parece que comienza el espectáculo y he de reparar mi discurso, me toca ser el telonero del resto de eminencias. Nos vemos luego.

A pesar de que su amigo ya hacía un rato que les había dejado solos, ninguno de los dos se atrevió a hablar. Seiya había analizado todo. En ese momento en su cabeza daba vueltas a una idea que empezaba a tomar forma. Shiryu le había insistido mucho en que Saori les había ayudado a todos y se había preocupado por ellos, inicialmente pensó que él era la excepción, al fin y al cabo se había desentendido de su pasado, pero después de lo vivido... todo parecía encajar.

- Saori – rompió el silencio – la fundación Sorrento financiaba el psiquiátrico de mi hermana ¿lo sabías? – ella bajó la mirada y dejó escapar un suspiro.

- ¿Qué tal si vamos a otro sitio a hablar? – Le miró suplicante. Él asintió, ante lo cual le agarró del brazo invitándole a que la acompañara.

Saori guió a Seiya por los pasillos y estancias del hotel hasta lo que parecía ser la terraza de un comedor. Era una enorme terraza totalmente acristalada lo que permitía que, a pesar de la altura, la sensación fuera idéntica a una terraza a pie de calle, sólo que las vistas aquí eran espectaculares. A diferencia del anterior salón la decoración de esa sala recordaba a una estampa típica del Paris romántico con un halo de modernidad.

Los jóvenes observaban las vistas de la ciudad desde la falsa terraza, todavía podían oírse, aunque algo lejanos, los discursos y presentaciones que habían comenzado en el salón principal.

- Lo siento mucho Seiya – comenzó a disculparse al joven con la mirada sumisa – nunca quise ocultártelo te lo prometo, sólo no supe encontrar el momento. Cuando llegaste parecía que no quisieras saber nada de mi abuelo o de mí más allá que lo puramente profesional...y con él tiempo... con el tiempo simplemente tuve miedo.

- ¿Miedo? – la interrumpió el joven intrigado.

- Miedo a tu reacción – la joven se armó de valor y buscó su mirada, sorprendiéndose a encontrar ternura en aquellos ojos castaños que tanto la fascinaban. Continuó. – No quería que nada cambiara entre nosotros, no quería que pensaras mal de mí Seiya. Mi abuelo siempre se preocupó por vosotros, más de lo que crees. Sé que le odias, pero él a ti te tenía mucho aprecio. Nunca se perdonó haberte alejado de tu hermana, intentó buscarla y juntaros de nuevo, pero ya fue demasiado tarde. Cuando la localizó su estado no permitía traerla a Japón, así que llegó a un acuerdo con el padre de Julián para que la fundación se ocupara de su tratamiento. El resto ya lo sabes. – Una lágrima cayó por su mejilla, no era de pena ni miedo, si no de desahogo, por fin había sacado de dentro algo que la atormentaba desde que se reencontraron y, sobre todo, desde aquella noche que Seiya se sinceró con ella sobre su hermana.

El joven guardaba silencio tras su confesión, la miraba. Acarició su mejilla para limpiar el rastro de aquella lágrima de liberación. Entonces hizo algo que pilló por sorpresa a Saori. La abrazó contra su pecho.

- Mi Señora – le dijo casi en un susurro – nunca podría enfadarme contigo si es eso lo que temes. Es cierto que tengo sentimientos encontrados con todo lo que me cuentas, pero las decisiones de tu abuelo fueron de él, y ahora sé que mi, nuestro, pasado solo es eso, pasado. Lo que me importa ahora es nuestro presente y el futuro que está por venir. – La joven se separó lentamente de su abrazo para mirarle a los ojos. Un brillo especial rezumaba de sus azules cristalinos.

- Seiya... - nada más acertó a decir, sólo podía mirarle, hablarle con su mirada, decirle lo feliz que la hacían sus palabras, su comprensión y su cariño.

Desde la otra sala una canción hecha a medida se coló en su pequeño refugio. Era una balada: "Say You Won't Let Go" de James Arthur (Nota de autor: para contextualizar watch?v=sRNVDFfB2z0 –).

- ¿Me concedes este baile princesa? – Seiya hizo una cómica reverencia. Ya no le importaba nada, su profesión, su pasado ¿al fin y al cabo qué más daban las reglas estúpidas cuando el corazón puede a la razón?

La joven asintió con una sonrisa y procedió a colocár su perfecta postura de valls aprendida en las mejores escuelas de Japón. El joven se rió de sus ademanes tan correctos. Cogió sus manos y las colocó suavemente alrededor de su cuello, al tiempo deslizó sus manos por su silueta hasta parar a la altura de su cintura.

Bailaron sin decirse una sola palabra, no hacía falta, sus ojos hablaban por ellos sin descanso.

- Moriría porque este momento no acabara nunca - le susurró el muchacho al oído.

En ese momento sus rostros estaban muy cerca, no quería romper esa lejanía. Su respiración acompasada escondía un deseo a gritos, un deseo común que no se atrevían a confesar con palabras. Sus cuerpos reaccionaron sólo y bajo esa atmosfera creada sólo para ellos sus labios se rozaron lentamente, como pidiéndose permiso para no separarse jamás. Fue un beso dulce, prometido en mil miradas anteriores, acompañado de mil palabras sin sonido, esperado en esa vida y en mil vidas anteriores. Revelación definitiva de su profundo amor, un amor que había superado mil batallas impertérrito y que superaría mil más.

La música cambió, pero los amantes continuaban abrazados manteniendo su propio balanceo, ella apoyaba la cabeza en su pecho.

- Disculpad la interrupción – Seiya no podía creer lo quién acababa de interrumpirles, su molesto anfitrión, quien ni siquiera se dignó a dirigirse a él. – Saori los miembros de la Junta demanda tu presencia – entonces sí miró al joven, desafiante – sola.

Seiya se dirigió a Saori que lentamente deshacía su abrazo - "¿estarás bien?" - ella asintió. Mientras la observaba irse junto con su, oficialmente, peor enemigo, una sensación de angustia le invadió. Fue en busca de Shun.

Saori no podía creer lo que estaba viendo, Shiryu tenía razón no tenían que haberse fiado de Julián, parecía que iba siempre un paso por delante. La había engañado, no había ninguna reunión improvisada de la Junta, por el contrario se encontró con un dossier con fotos robadas de todos sus amigos, Hyoga, Shun, Shiryu, Shunrei, Tatsumi, los niños del orfanato,... Seiya Todas estaban tomadas en momentos de intimidad, incluso había una de ella y Seiya, de la noche que pasaron en las butacas del jardín.

Todas las fotos tenían algo en común, algo que la aterraba. Las cabezas de sus amigos mostraban un punto rojo en el centro de su frente. No había sido superpuesto a la foto, pertenecía a ella. Un marca letal que advertía que alguien les observaba al otro lado de un punto de mira.

- Sabes que no me temblará el pulso.

- Lo sé – ella lloraba.

- Entonces el trato está cerrado. Anda, sécate esas lágrimas, te esperaré en el salón para dar la noticia. – Antes de cerrar la puerta añadió. – Pobre Seiya, parecía buen chico. – Se marchó.

- La rabia invadió a Saori que no pudo evitar soltar un grito de desesperación. Rápidamente buscó su teléfono móvil en su bolso. Alguien descolgó al otro lado.

- Hola, soy yo Saori. Esto se ha descontrolado, necesito tu ayuda.

Seiya y Shun miraban intrigados a Saori que había subido al escenario acompañando a Julián. Un mal presentimiento se alojó en el estómago de Seiya.

- Queridos amigos – Julián concentró la atención de los asistentes. – Es un honor para mí que me acompañéis en una noche tan especial como esta. – Se giró hacia Saori. – ¿Querida me harías el honor de acercarte? – Saori complació su demanda, con la mirada baja y sumisa, no quería mirar hacía el público y verle a él entre los asistentes. – Como os decía – continuó el millonario – hoy es una noche muy especial para mí, después de un largo tiempo "compareciente", – su tono resultó insultante, era casi como si hubiera señalado con el índice su sien y lo hubiera girado – la hermosa Señorita que me acompaña ha decidido reanudar nuestro compromiso oficialmente esta noche. Antes de que acabe el año seremos marido y mujer. – Los aplausos invadieron en auditorio.

"¡Cómo!" un grito ahogado resonó en el interior de Seiya que quedó paralizado. Buscaba la mirada de Saori, esa mirada que le dijera que aquello era una broma, un mal sueño. Ella no levantaba su vista del suelo.

En ese momento Julián acercó a Saori hacia sí con intención de besarla en los labios, la joven reaccionó rápido poniendo su mejilla.

- Ruego disculpen a mi prometida – nuevamente el anfitrión hablaba a su público – sus exquisitos modales nunca han convivido bien con las muestras públicas de cariño. Creo que es parte del encanto que me tiene cautivado. – Hubo risas en la sala.

- ¿Puedo irme ya? – le susurró Saori.

- ¿Qué prisa tienes querida?

- Por Dios Julián, ya has conseguido lo que querías, simplemente olvídalo.

- De acuerdo, vete, total ya no te necesito para nada... de momento. – Su mirada era terroríficamente amenazadora.

Saori se hizo paso entre la multitud hasta llegar a donde se encontraban Seiya y Shun. Sin levantar la cabeza y con un tono de derrota en su voz dijo: "Podemos irnos ya, ¿por favor?" Sin ni siquiera esperar una reacción en sus interlocutores comenzó a dirigirse hacia la puerta de salida. Seiya permanecía paralizado, sus ojos estaban a punto de romper en lágrimas.

Shun, que había sido testigo de las miradas de sus amigos al principio de la noche, de la química que desprendían, zarandeó a su amigo buscando su reacción.

- Seiya escúchame, seguramente esto no sea lo que parece, créeme que me enteraré, pero por favor lleva a Saori a casa puede ser peligroso. - Shun conocía demasiado bien de lo que era capaz Julián.

- Seiya miró a los ojos de su amigo buscando su comprensión, lo que le pedía era...

- Lo sé Seiya... pero créeme por favor...

El joven asintió y fue en busca de la chica que acababa de romperle el corazón.

mosadentra/$

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top