Querido Benjamín.

Estábamos en el parque, tú no dejabas de reírte de mi porque un pato me había empezado a perseguir, al principio me enojé a tal grado de que te tiré un sándwich en la cara y salí de allí sin importarme que tú estuvieras detrás llamándome.

Logré alejarme de ti unos cuantos metros más y entonces, tú dejaste de venir tras de mí. No se que fue más estúpido, que yo me hubiera enojado tanto, o que tú hubieras renunciado.

Creo que la culpa fue mía, y por eso te pido perdón, perdón Ben, fui una estúpida esa tarde.

No debí haberme ido, pero es que la rabia me cegó, estaba tan enojada contigo que no supe que más hacer. Como me hubiera gustado hacer las cosas diferente.

Atte: Tamara Norwood.