Especial de Navidad
27 años atrás
24 de diciembre 1997, Ciudad de Villarrica
El calor del verano se mete bajo mi piel, el viento alocado hace que las hebras rubias se me peguen a la cara, por lo que termino haciéndome un rodete en la cabeza.
Me siento en la pequeña muralla que delimita la entrada de nuestra casa, y observo al horizonte, hacia los cerros en dónde el sol comienza a ocultarse y pinta de naranja la silueta de los gigantes de rocas.
La emoción llena mi estómago con golpeteos de electricidad cual mariposas en primavera, cada vez que recuerdo que en minutos llegará la familia Jakury.
Siento un piquete en la nuca y volteo a ver porque ya sé cual es la razón.
—¡Basta, Orko!
De entre las plantas sale mi hermano que lleva una cervatana muy casera. Por su puesto, ama hacer esos artilugios.
—¡Qué nena! —dice mientras se acomoda y sacude la ropa— ¿En serio estás así de emocionada por Cariem?
—Sí —respondo.
—Sabes que es mucho mayor que tú...
—Por 2 años, Orkias... eres pesado ¿Cómo sería en el caso de ver a Solei llegar por aquí?
—¿Qué dices? A mi me da igual Solei.
—¡Ja! —repito la risa, porque tampoco es que quiera burlarme de mi hermano, sin embargo si me lo pone así en bandeja de plata.
Orkias me despeina con la mano, para luego sentarse a mi lado, a pesar de que odie que me deje impresentable, me gusta pasar tiempo con mi hermano mayor.
Hace 2 años el pasó al panal y no compartimos tanto, pero, este año al fin yo también pasaré al bloque de los grandes.
Se supone que debería ser una sorpresa que yo no tengo que saber lo que pasará cuando esté en el pabellón, pero por destino y capricho de la vida tengo el don de la visión, herencia de mi antepasado Eirú.
Así que por tocar objetos puedo ver en dónde estuvieron, para que sirven y escenas de lo que haya pasado al rededor de él.
Bastó con tocar la mochila de Orkias una vez para saber que cosas pasan en el internado.
—¿Por qué los Merlis rechazaron la invitación a nuestra cena de Kuarahy pyta?
Orkias suelta un suspiro y deja su cervatana a lado de mi, para cambiar su expresión divertida a una de frustración.
—Van a la casa Gianti... —susurra apenas.
Yo no estoy muy segura de cómo va la movida amorosa entre Solei y mi hermano, porque lo que viven en el internado es casi un secreto y desde que descubrió mi poder oculta muy bien sus pertenencias para que yo no hurgue en su vida. Cosa que no está mal, el problema es que él tampoco habla o confía en mi para contarme sus problemas.
—Debe ser horrible —le digo—, Guardar todo el dolor en un rincón de ti y no ser capaz de compartirlo con la única persona que te soporta.
—¿Hablas de mi reflejo en el espejo? —responde sarcástico—. No pasa nada. Si Merlis quiere estar con él Mortadelo... que esté, me da igual.
—No parece —le digo y él salta de la muralla al ver que el auto de los Jakury pasa por la entrada, de nuevo siento mi estómago ser invadido por cientos de mariposas—. Pero ya tu sabrás.
—¡Chicos! Vayan entrando a la casa —escucho la melodiosa voz de mamá gritar desde la casa.
Me arrojo sobre la espalda de Orkias y no duda en agarrame las piernas y llevarme de corridas hasta la entrada de la casa.
Cuando estamos en la puerta me baja, y yo me sacudo la ropa, miro por la ventana y arreglo mi coleta. Veo a Orkias quien me hace un gesto poniendo los ojos en blanco mientras abre la puerta.
—¡Mamá! Tu hija se porta raro —acusa y yo no dudo en levantar mi dedo del medio, el me saca la lengua y va directo junto a su amigo a quien lo saluda con emoción.
El aura en el ambiente comienza a cambiar, lo veo todo en matices rosa, lila y azul, todo me da paz cuando veo a Cariem, y quizás sea porque estoy perdidamente enamorada de él desde hace un buen tiempo, o porque de verdad cada vez es un hechicero más poderoso.
Los Jakury son descendientes de los grandes Payes que cuentan lideraban las aldeas de los Tupi junto con los mburuvicha y los caciques.
La gente habla se saluda, yo respondo, pero no dejo de ver a Cariem quien sigue allí, concentrado hablando con Orkias de algún concurso o algo así que ganaron.
Me acerco de a poco a la escena, escucho que nombras a una tal Carina, y los Celos me invaden, hasta que me doy cuenta que solo la mencionan porque al parecer haberle derotado en un entrenamiento es todo un suceso.
Tiene las 7 marcas y al parecer es una prometedora guerrera.
—Y ahora que pasamos al tercer año —dice el hechicero —¿Piensas postularte para entrar a la choza de los poras? Digo voluntariamente a ver si consigues dominarlos?
—No lo sé —responde mi hermano—. Va a depender de que tan loco esté a mitad de año.
—Apostemos —dice el moreno y algo en su gesto me tiene loca.
—Va... —responde mi hermano—. Dejemos en 50mil que lo hago a mitad de año.
—100mil a que lo haces en cualquier momento del año solo porque Solei formalice una relación con Mortadelo?
—¡Uh! Golpe bajo —,digo en voz alta y ambos se giran a verme, me tapo la boca con ambas manos y quedan mirándome en silencio—. Lo siento.
—Sí escuchas una apuesta —Cariem habla serio—. Debes entrar en ella, es Ley de La Colmena.
—¿De verdad? —pregunto sorprendida.
—No —responde Orkias mientras comienza a alejarse—. Pero lo será, cuando yo sea maestro lo pondré de reglamento.
—Apoyo —dice Cariem en lo alto porque mi hermano acaba de dejarnos solos en la ante sala.
Estoy nerviosa, no sé como sentirme, ¿debería huir? Estoy por girarme pero Cariem me detiene agarrando mi muñeca.
—Mirena... te tengo un regalo por la fiesta de kuarahy pyta.
Uff su voz en un susurro es tan potente, que estoy hecha un manojo de emociones, no sé si estoy nerviosa, emocionada, austada, enamorada, enojada con Orkias porque me dejó de la nada.
—En el Kuarahy pyta no se acostumbra dar regalos —digo intentando no temblar.
—Pero en Navidad sí —dice y saca de su bolsillo una caja.
Miro con asombro el azul intenso del moño y quedo quita sin animarme a agarrarlo. Él toma mi mano y me derrito.
—Este va a ser tu primer año, y vas a recibir una marca, estoy seguro que el 7mo te bendecirá —mira a mis ojos mientras habla y yo no sé a donde mirar ni como reaccionar —. Es un anillo de protección y con él puedes detectar espíritus.
>>Yo estoy seguro que tú, como tu antepasados Eirú, vas a ser poderosa y te vas a inclinar a la magia ancestral.
—No mientras —digo cortando su discurso —. Sabes algo, tuviste alguna premonición.
Cariem me da una sonrisa de lado, así me puede mentir todo lo que quiera, yo se lo voy a creer.
No puedo creerlo, anamorada del mejor amigo de ni hermano, soy un cliché andante.
—Ves, eres inteligente, poderosa, Mirena Arikú... y muy, muy hermosa —acomoda mi cabellos tras mi oreja y me derrito—. Si tuve una visión, pero fue muy breve. Sin embargo te vi con el sello de las brujas, las verdaderas. Las que son capaces de hablar con el mismo señor muerte.
>>Te vi vestida de blanco, con el cabello suelto y al rededor tuyo el símbolo del mismo Jasuká. Mirena, irradiabas la magia de la Bruja Auris.
Parpadeo con rapidez, yo no tengo idea de qué es eso pero supongo que debe ser especial y poderoso.
Dejo que me coloque el anillo, el cual me queda enorme, pero al tocar mi piel se adapta de forma mágica a mi dedo. Ya no debería sorprenderme nada, sin embargo lo hace.
—¿Y el anillo me va a servir para?
Cierro mi ojos por inercia y veo a un grupo de brujas guardando cosas en el cristal del anillo, cosas de valor, un ritual de sangre y de nuevo el anillo en el dedo de Cariem.
El vacío invade ni estómago, lo que vi fue una mezcla entre el pasado y el futuro, eso sí es nuevo .
—No hace falta que digas más —respondo — ya lo vi, Gracias en verdad.
—Ves, cuando digo que eres poderosa, no miento.
—¡Chicos! Ya está la cena —anuncia mamá, y nos miramos de manera cómplice.
—Debemos ir a cenar —digo nerviosa y temblando—. Cariem, lo siento, yo no tengo regalos para ti.
Se que estoy roja, porque siento mi mejilla arder, Cariem solo se encoge de hombros, y cuando me vuelvo a disponer a irme, siento que me detiene otra vez.
—Mirena... lo que siento que hay entre nosotros es real? —pregunta y yo me congelo.
—¿El qué? —Pregunto temblorosa.
—La atracción
—¿Lo dices en serio? ¿Soy tan evidente? O sea, sí, ay ¡Por Eirú!
Cuando digo eso, él me estira hacia su cuerpo de manera suave y me da un beso tierno, largo y fuerte en el labio.
Nos separamos y quedo muda, feliz, pero sin saber que hacer, o decir.
—Feliz día de celebración Mirena, gracias por el regalo —susurra cerca mio, ¡Qué los 7 me lleven!
—¿Ese fue tu regalo? —pregunto mientras lo vuelvo a agarrar—. No puedes conformarte con uno solo —digo rodeando su cuello.
—¿Quién dice que lo haré? La noche es larga... Mirena Arikú.
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