Cpítulo 66. Súbditos


Iracema está en el salón de entrenamiento, destruyendo objetos con lo que acaba de aprender, en el suelo hay un gran dibujo de ñandití, según lo que aprendí en clases de Irama, la estructura hace referencia a puntos de protección y ataque, cada cuerda de hilos brillantes hechos por su energía se dispersan en el suelo de madera, y cada que ella toca uno de ellos estos hacen un sonido como los de la alta tensión. 

La princesa guerrera alza una mano y hace explotar una botella de vidrio, los fragmentos vuelan por los aires, pero antes de llegar a ella se hacen polvo debido a que el ñandití genera como una especie de muro  hecho de luz que la proteje. 

Sus cabellos están en una lata coleta y su traje de combate le queda a la perfección. Se supone que yo estoy aquí para ayudarla, para anotar los puntos que creo que necesita mejorar, pero me es imposible no fijarme en lo absolutamente perfecta que es. 

Intento concentrarme, centrarme, sin embargo su ser entero me hace sentir como si mi interior ardiera, y en estos momentos no puedo entender como Luriel la dejó, como la abandonó en el lado de los lobos. A estas alturas creo que la mayoría sabemos que el justiciero no mentía, pero a la vez queremos creer que Asturia tiene motivos, o en mi caso, mi lealtad es para Iracema. 

Los bandos son del lado malo o del lado malísimo. Es más que obvio.

Ndusú está con su celular, viendo quien sabe qué, otro idiota que solo babea por Iracema, pero tampoco la ayuda, a veces creo que está con ella solo para ver si tiene una oportunidad y me da asco. 

—¡Ey, ey ey! —grita Ndusú y hace que le prestemos atensión. 

Iracema voltea con el rostro serio, con esa expresión que espera que lo que diga el chico más vale sea importante o va a sufrir las consecuencias. 

—Tengo una noticia —sonríe 

—Habla de una vez, que estás deteniendo mi entrenamiento —se queja Ira

—Te acuerdad que Nain encontró que te pusieron un chip? y que decidimos que no te lo quites. 

—Al grano, no me digas cosas obvias —dice impaciente la princesa

—Bien, con el sistema que cree pude infiltrarme a su red —Iracema ahora parece más interesada, hace desaparecer el ñanditi del suelo, se quita los guantes negros y se acerca a nosotros, los nervios me invaden cuando la tengo a mi lado—. Y encontré una conversación en curso. El problema es que no se guradan los mensajes y solo dan 5 sg para... —Ndusú hace silencio, levanta una mano y luego hace un gesto de frustración —¡Carajo! no leí lo último. 

—Al grano Ndusú —repite Iracema con un tono autoritario. 

—Vega se quedó en la tribu, Luriel volvió solo con Juanjo, Zunú fue asignado no sé a dónde porque la conversación desapareció...

—¿Entonces Crux se alejó de la pandilla? —susurra Iracema y veo una sonrisa cargada de maldad. Eso me genera una terrible sensación de celo, pero respiro y me tranquilizo, 

—Mierda, escriben muy rápido, no les puedo hablar y contar... —se queja Ndusú.

Iracema le arrebata el celular, y cuando lo empieza a leer su expresión cambia a enojo. 

—Son cientos —dice—. Como 470 miembros... ¿Cómo mierda hay tantos estudiantes a favor de ellos? 

—Lo peor es que son amigos —digo, eso hace que Ira mi mire con enojo, así que retrocedo un paso.

—Hay más gente que no están con ellos —aclara Ndusú.

—Luriel está en la discoteca que compró... —Iracema respira profundo— ¿Creen que es momento de atacar? —pregunta

Yo me quedo en blanco, no tengo idea, ella nunca nos pide nuestra opinión ¿Qué e supone que deba decir?

—No si tu padre no nos da la orden —Ndusú responde 

—No quiero que se meta... —Iracema se queja. Sus ojos se abren más al leer algo, su expresión cambia de serio a enojo, de enojo a sorpresa y de sorpresa a rabia —. ¡Luriel se hizo una protección bajo la diosa Luna! ¿Cómo, mierda? ¡No puede ser que ese imbécil tenga una marca como esa! ¿Por qué él tiene más acceso a magia que yo? ¿Cómo?

—Es evidente que tiene algo que nosotros no... 

Iracema aprieta su mano, respira profundo y le pasa el telefono a Ndusú quien vuelve a leer atentamente los mensajes que van llegando.

—Necesito detenerlo —dice Iracema iracunda.

—Iracema —digo con timidez—. Princesa... —ella levanta los ojos hacia mi —. No, hoy no

—¿Por?

—Hoy es la fiesta de bienvenida de los que llegaron fuera del internado, no, no deberiamos, en absoluta. Habrá prensa, tu padre te necesitará y si no estás solo harás que ellos sean más. Tú tambien necesitas amigos, necesitas mostrarte ante ellos, ante el resto de las personas. Tu figura debe cambiar. 

—Yo no necesito amigos, Nain —me responde con una sonrisa en el rostro, y he de admitir que me enloquece el gesto—. Yo necesito súbidos, subditos que sean capaces de poner su cuerpo en el suelo cuando yo se los diga, que estés dispuestos a morir por mi, que cuando yo les diga que me pongan mi corona, no les importe que esté manchada con sangre.

¿Debería darme miedo escuchar lo que dice? Sí, pero muy por el contrario, me encanta. 

—Pues para conseguirlos, debes mostrar tu bello rostro —digo—. No se consiguen seguidores si estás  en las sombras...

—¿No es lo que hizo Luriel? —pregunta levantando una ceja y cruzandose de brazos.

—A ver —me aclaro la garganta y creo que voy a sacar todo lo que aprendí de las clases de política y de Organizaciones y Sectas, hay que admitir que Cariem da muy bien esta clase—. Luriel hizo un culto, hacia una figura, la cuál es el justiciero, dejó rastros, y ahora esta su frase... "Resistir y persistir" o como sea, les dio una identidad, les dio una voz, les dio una razón para potenciar su enojo... usar el Lema de Igualdad y respeto a su favor... tú usa el del Honor y privilegio, Iracema.

>>¿No te das cuenta? Él no estuvo en las sombras, él se puso una máscara, pero nunca dejó de estás ¿Lo entiendes?

—Y mientras hacía eso, yo me creía su papel de buen novio —dice mirando a la nada, como si conectara cabos—. Puta madre... ahora entiendo lo que dijo Gerardo...

—¿El qué? —pregunto 

—Por que él ganaba con ese escandalo, con castigo o sin castigo... si Mi padre lo sancionaba le daba un propósito a los rebelde, y si no lo hacia, lo dejaba como un inútil. Ellos saben lo que hacen... ellos saben lo que hacen... —mira a Ndusú quien sigue en el celular— Pero aún no saben que estamos viendo sus mensajes... ¡Sal de esa red! ¡YA, YA, YA! —grita la guerrera a Ndusú y este echa el celular por los nervios.

Cuando lo intenta recoger el telefono comienza a dar pequeños brincos, los tres retrocedemos. El celular se parte en dos y de este comienzan a salir como lianas negras que intentan agarrarnos los pies, yo salto cuando se acercan a mi, Ndusú invoca su arma e intenta cortarlas pero cada que lo hace se multiplican. 

Iracema extiende su mano, pronuncia unas palabras en guaraní para invocar al fuego, y este sale en forma de llamarada de su palma logrande que todo el celular y las lianas se achicharren. 

—Hijos de puta —digo— ¡Cuando damos un paso adelante ya fueron y volvieron! ¿Qué de lo que leimos es real? 

—Todo —responde Iracema—. Es justo lo que quieren que sepamos. Luriel es bueno jugando al ajedrez, yo también lo soy, pero no sabía que estabamos jugando. Y ahora que lo sé... voy a ir tras su dama.

—Iracema... ¿Piensas atacar a Vega?  —intervengo de inmediato cuando sus oscuros ojos canen en mi.

—¿Quién te hizo creer que su dama es Vega? 

La sorpresa se adueña de mi expresión, al igual que a Ndusú, ambos quedamos atentos en lo que ella se suelta el cabello. Mi corazón da brincos gigantes cuando el aroma de su perfume llega a mis fosas nasales y todo lo que quedaba de cordura en mi se esfumó. 

—¿No me digan que no se han dado cuenta que todo el circulo de los rebeldes protege a una Gianti? Hisa, Pato... es la perdición de su hermano.

—¿De verdad? —pregunta Ndusú—. Pensé que le daba igual, ¿Por qué no la ha sacado del colegio?

—Por que fuera es una guerra —Iracema se sienta en las gradas y mira fijamente hacia una de las paredes—. Hisa Gianti es la niña de los ojos de Luriel. No tienen idea de cuánto ama a su hermanita.

—¿La vas a matar? —pregunto asustada

—¡Que va! muerta no me sirve... la necesito viva para atraer a su hermanito, y ahí ZAZ 

—¿Zaz, qué? —pregunta Ndusú

—Secuestro al Cario y derrumbo su reputación... —sonríe

—¿Crees que lo vas a lograr así de fácil? tiene un sello de la diosa Luna —digo

—Y yo tengo un arma secreta, Nain, no te preocupes —mira la palma de su mano—. Es lo unico que necesito para que toda esta mierda acabe de una vez. Tú me lo enseñaste... es presencia, es politica es imagen. Si yo logro que nos vuelvan a abrir las puertas del Aregua una vez que lo aprisione... es más que obvio la balanza se va a ir a mi favor. 

—Querrás decir a tu padre —corrige Ndusú

Iracema solo guarda silencio y mira al chico por el rabillo del ojo, se pone de pie, da un saltito de emoción y sonríe, como hace tanto tiempo no lo hace. ¡Por los Dioses del Tapekue! Es tan hermosa. 

—Bien, voy a prepararme... ¿Me acompañas Nain? quiero que me ayudes a elegir la ropa con la que voy a empezar a conquistar a mis subditos. 

—Por supuesto, princesa —respondo suspiro y camino tras ella.

Ndusú patea lo que queda de su celular y se encoge de hombros. Yo sigo a Iracema y observo su espalda, a la altura del su hombro izquierdo veo una mancha negra. El chip

—Princesa... —hablo acercandome a ella y tocando con verguenza y delicadeza su piel

—¿Qué? —pregunta y gira de manera brusca, por lo que quedamos frente a frente. Su rostro está muy cerca al mío y me derrito por ello. 

Intento pensar, intento no concentrarme en sus labios, en sus ojos en su aroma. 

—Tu espalda... el chip... parece que... —me cuesta hilar las palabras.

—¡Ah! Tranqui —responde—, yo lo destruí.

Y ese es el poder que tiene esta mujer. Ahora es momento de que los enemigos lo sepan. 

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