Capítulo 9. Imparables.

—Luriel, despierta —escucho la voz de Vega y de inmediato me reincorporo.

Mis ojos dan a la escena feroz, aún nos tienen rodeados, cantando, intentando invocar algo quizás.

Vega me ayuda a ponerme de pie y ya está en posición de pelea.

—¿Qué dicen? —pregunto cuando no comprendo lo que cantan.

—No logro comprenderlo —dice Vega e invoca su lanza serruchada.

A nuestro al rededor comienzan a aparecer figuras, destellos que se asemejan un montón a las constelaciones.

Pero más que un ataque... parece un llamado a la protección.

Frente a nosotros aparece la chica, a quien yo conozco como la cazadora. Está vestida solo con plumas en forma de falda, su cabello está suelto y su piel totalmente pintada.

—Es un canto de guerra —digo—. Es una plegaria a los dioses.

Volteo a ver a Vega y ella comienza a entender lo mismo que yo.

La cazadora tiene en una mano una antorcha y en la otra una especie de polvo.

Cuando termina de hablar baja la antorcha a la altura de su boca y sopla el polvo en dirección del fuego hacia nosotros. Por un momento creo que nos va a quemar, pero cuando llega a nosotros, el fuego se impregna en nuestra piel.

Nuestros brazos de inmediato comienzan a tatuarse con líneas y Grafías. En los dedos de Vega comienzan a dibujarse anillas y en mis brazos, las líneas de protección que me había hecho se fusionan con las nuevas.

—El cielo y las estrellas —habla—. Han decidido otorgarles el poder y la sabiduría del Ka'aguy, de Jasy, de Kuarahy y de Yvy...

>>Los dioses están para ustedes, y ellos esperan que ustedes estén para ellos. Bienvenidos, al Resa Ruvichá Cora.

Nunca había escuchado de esto. Me quedo atento, mientras el fuego desaparece, Vega hace lo mismo, nos miramos al final y cuando los cánticos paran, la cazadora se pone de rodillas ante nosotros, Vega no sabe que hacer, solo se acerca a mi lado y yo atino en tomarme de la mano.

Intenta sacarla de mi agarre, pero cuando la cazadora se levanta y camina hacia nosotros, toma nuestras muñecas y derrama en nuestras manos miel.

—Cario, Mbyja pyahu... bienvenidos, a su nuevo hogar.

—Gracias... —digo en conjunto con Vega, pero ninguno de los dos entendemos absolutamente nada de lo que está ocurriendo.

—Muy acertado, haberse dibujado la protección de los dioses —dice ella y hace un gesto para que pasemos.

Las personas se ponen en una hilera larga formando un pasillo, nosotros seguimos el camino, aun sin soltar nos de las manos con Vega. Y la verdad que la miel ya está algo pegajosa.

—Se estarán preguntando un montón de cosas... pero no seré yo quien les conteste... ya más al frente la Jasy Kakuá los espera.

Obedecemos, yo tengo un poco de impacto, por como la hilera se va haciendo cada vez más larga y como es que en sus manos sostienen la candela y ésta tiene la forma de la luna creciente.

—Ya puedes soltarme la mano —Murmura Vega.

—No quiero —respondo.

—Parece un lugar seguro, de verdad.

—No me importa, mejor estar juntos, por cualquier cosa.

—Ok...

La estiro un poco más cerca de mi, porque de verdad, a pesar de que al parecer este es un lugar seguro, no quiero que estemos alejados, siento que debemos estar bien preparados por cualquier cosa.

Llegamos hasta una especie de choza, y de ella sale una mujer joven, y ¡Vaya qué mujer!

Está vestida de la misma manera que La cazadora, su cabello brillante, negro cubre sus pechos y su cuerpo está cubierto de tatuajes.

—Tapeguahê poraite Cario ha Mbyja pyahu —dice la mujer.

—Aguyje —respondemos a ña bienvenida.

—Perdón mi intromisión ¿Pero porqué me llaman mbyja pyahu? —pregunta Vega.

La mujer señala a la cazadora, ella sonríe y me mira a mi para contestar.

—La primera vez que pude hablar con Luriel, tuve la visión de que sería un gran referente para nuestra historia, incluso los dioses me mostraron que él llegaría aquí, de la mano de una joven poderosa.

>>El cario llegaría en pedazos, destrozado por tanto dolor injusto, por tantas muertes que se podían evitar, y sería sanado por la mano de una valiente hechicera aprendiz.

>>Tú, Mbyja Pyahu... Vega, es tu nombre, hija de la temida, pero poderosa Carina, imagino que sabes qué significa.

—Vega, es la estrella más brillante de la constelación de Lira —digo mirando a la chica.

—Sí —continúa la cazadora—. Pero eres la estrella renacida, lejos de las maldiciones de sangre de Carina. Como el ave fénix, o el mboi tatá.

>>Estás destinada a brillar, Vega, y lo mejor a lado del Cario.

Nos miramos por un rato, no sé a qué se refiere con a lado mío, pero me alegra saber que el camino que recorro no es en soledad.

—Ahora —habla la mujer—. Es momento de que les cuente quienes somos nosotros.

Ella barre el aire con su mano y en ese espacio se comienza a proyectar imágenes. Vemos mucha gente de pueblos originarios trabajando, caminado, rezando, danzando, cortando yerba mate.

—El círculo del ojo del jefe —dice la mujer—. Es lo que queda de cientos de años de civilización de pueblos originarios. Somos quienes edificamos la comunidad de Eirú, quienes enseñamos sobre dioses y magia a aquellos que a penas y sabían rezar a los espíritus del bosque.

—Los primeros en tener el poder del tapekue y los autores de los libros que contienen la sabiduría de los verdaderos.

—¿Los verdaderos? —pregunta Vega— Estamos hablando de que ustedes no fueron interceptados por los colonizadores... de que ustedes...

—Somos los descendientes de los dioses, de Tume Arandu, angatupyry, Porasy, la misma Diosa y el mismo dios. En nuestra sangre hay sabiduría que no cualquiera puede llevar.

>>Y ustedes 2 acabamos de recibir el don de nuestra protección, porque los dioses así lo quieren.

—Y porque fueron elegidos por el mismo Kuarahy —dice la cazadora—para llevar en su cuerpo la sabiduría pura del pueblo, de Los verdaderos.

>>Porque lo van a necesitar, ustedes se van a enfrentar a energías oscuras, terribles y poderosas. Lo peor, es que nadie sabrá que tan negro es el alma de sus enemigos... empezando por el tuyo, Luriel.

—¿Soy el enemigo acaso? —pregunto —. A mi no me interesan las posiciones de poder, yo solo quiero venganza.

—Eres el enemigo de un pueblo que ignora que va a ser manipulado —dice—. Y tú alma es oscura, pero la oscuridad no necesariamente es mala... ella permite que las estrellas salgan a brillar.

—Los verdaderos —dice la Cazadora —. Te vamos a apoyar, para que la herencia de La Colmena no desaparezca... o al menos lo vamos a intentar.

—¿Intentar? —pregunta Vega—. ¿Ya vieron algo?

—Sí —dice la mujer y nos muestra en su visión guerras, sangre, dolor, muertes, llanto... logro ver a Iracema en medio de esa visión, y suelto de inmediato a Vega para acercarme a ella—. La Colmena va a sufrir y es justo lo que los indignos esperan. Nuestro deber es hacer que ellos no ganen.

—¿Iracema es mi enemiga entonces? —pregunto al verla pelear conmigo cuerpo a cuerpo, estamos mucho más grandes, ella se ve hermosa y poderosa, y tras de los dos hay como humo, pero la imagen es borrosa.

—No volverán a estar del mismo bando, nunca más Luriel —dice la mujer—. Incluso si ella llega a creerte, estoy segura que la muerte de su padre es lo que anhelas. Eso, la dejará sola... en el universo.

—Aunque nunca dejes de amarla —susurra la cazadora—. Debes diferenciar entre quienes te convienen a tu lado, y quienes no.

—Por ahora, queremos invitarlos a comer —interviene la mujer—. Y comencemos a forjar este lazo, la alianza a favor de la verdad. Mbyja pyahu, acompañame por favor —habla y aleja a Vega de mi.

—Cario... mientras más pronto olvides a Iracema, mejor será para todos —dice la cazadora.

—Ella no me importa —suelto.

—Por poco y no atraviesas la visión por ella, soltaste a la persona que supuestamente protegias...

No lo había pensado.

Miro mi mano bañada de miel, luego veo a Vega y entiendo porque ella deses alejarse de mi ¿Qué se supone que debo hacer ahora?

¿Cómo puedo superar un amor que ni siquiera estoy seguro de haberlo vivido?

Respiro profundo olvido a Iracema y me concentro en mi nueva misión... nosotros debemos ser imparables y Franco debe caer de rodillas ante mí, cueste lo que cueste.

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