Capítulo 87. Ruido
No puede estar pasando esto. Los 7 parecen confundidos, el 7mo se ha quedado delante mío. Sus ojos feroces, sus colmillos imponentes y su cuerpo perruno parece ser dominado por un control. Me mira, luego a Franco. Los otros monstruos quedan a la expectativa de lo que decida el 7mo.
Mierda, cosas que no considere al quitarme el Takuara del pecho. Sí, sigo siendo el Cario, pero ahora mis poderes debilitados y mi renuncia en la lucha por proteger a la Colmena me redujeron al mismo nivel que a Franco... ¿O Franco está a un nivel superior?
¿Qué se requiere para estar sobre el Cario en la pirámide?
Ser un semi Dios, o un dios menor ¿Acaso lo consiguió? A caso Franco es... lo que Carina soñaba ser.
Niego, me pongo de pie, miro al 7mo y con postura desafiante ordeno.
—Mátalo —el 7mo voltea hacia Franco, algo en él desea ir y obedecerme, da un paso y queda quieto.
—No lo hará —Iracema ahora habla mientras me arroja uno de sus ataques, el cual es de nuevo interceptado por un come almas, esta vez el humo es de color verde.
Al segundo se desintegran al entrar en contacto con su ataque. Orkias se pone de pie, y arroja la joya que se supone tiene el alma de mamá, en su rostro se ve la frustración, el enojo y la rabia.
Camina con dificultad y se nota que realmente se ha roto el brazo. Por lo que veo intuyo que el alma de mamá no está en la filigrana.
—¿Dónde está? —pregunta y esto no solo hace que Franco lo mire, también obliga al 7mo a hacerlo.
—Heredero... —dice el 7mo
—Lo tengo aquí...—Franco apunta su pecho a la altura de su corazón y ahora lo entiendo, ahora lo comprendo. El hijo de puta absorbió el alma de mamá y solo hay una forma de recuperarla y es matando a Franco. —. Amigo no me digas que te vas a enojar, solo estoy cuidando el alma de tu prometida.
Esas palabras hacen que Orkias se ponga rojo, fue la detonante de su ira.
Juntó sus manos, dibujó un círculo en el aire e invocó una lanza parecida a la que usa Vega, pero con la punta dorada.
—Te voy a matar... —dice Orkias.
Iracema intenta acercarse para interponerse entre su padre y mi padrastro, pero Orkias invoca una especie de monstruo bizcoso que sale de su mano, del lado que lo tiene roto, el monstruo engulle a Iracema y ella no puede escapar. Aprovecho para ir hasta Orkias, pero cuando estoy por acercarme el 7mo me vuelve a alejar.
—¡Deja en paz al Cario! —ordena Orkias.
—Heredero... —repite el 7mo—. El Cario no tiene su vara...
Orkias entrecierra sus ojos, me mira sin entender lo que pasa, pero vuelve a hablar al 7mo.
—Yo, te lo ordeno, no toques al chico... no defiendas a Asturia.
Franco nos escupe de nuevo el ácido venenoso, me cubro el rostro, pero lo cierto es que nunca llega a impactar el líquido. El Orko estaba parado ante mi, con una mano arriba, había hecho desaparecer el ataque.
—Así que ya no tienes miedo de usar los poderes de Eirú —acusa Franco—. Debo confesar que eso sí ya me da miedo... pero yo ahora, soy un semi Dios...
—Semi Dios mis huevos —se burla Orkias y sin más se dirige hacia el con su lanza.
Yo lo sigo, porque mis ganas de matar al hombre se ha mezclado con la emoción que Orkias me ha transmitido.
El 7mo intenta detenerme, pero queda delante, confundido, así que para que me deje pasar le doy una orden
—Ayuda a Vega...
El 7mo obedece, los otros lo siguen y van a dónde se encuentra luchando Vega y los demás.
Miro a Orkias y mi admiración crece aún más cuando lo veo brillar rodeado por los rayos. De su espalda sale una especie de cuchillas hechas de plasma, así que cuando algún tercero como viuda negra, gota o esas bolas de fuego que han comenzado a girar a toda velocidad por todos lados nos ataca, él solo mueve una cuchilla, y destruye todo lo que toca.
Llega a Franco, y cuando intenta cortarlo, con su arma, una barrera de cristal se forma ante él. Al segundo se destruye, al mismo tiempo en que intenta atacar a Orkias, pero mi maestro, solo mueve una cuchilla y le corta una garra.
Cuando el líquido empieza a salir de Franco, el plasma se encarga de desintegrarlo.
¿Por qué este Orkias no apareció mucho antes? ¿Cuántas reglas está rompiendo al hacer todo lo que hace.
A mi me ataca una gota, y sin mucha dificultad logro destruirla. Si Orki puede con un brazo, yo también puedo.
Intento adentrarme e ir contra Franco, pero sus garras son muy rápidas y me obligan a retroceder.
Los tentáculos vuelven a aparecer, y me percato que es Iracema quien los maneja, sin dudar voy a cortar los que intentan tomar a Orkias, esta vez las alcanzo a ver antes de que lo toquen, Aratirí también aparece conmigo y se encarga de destruir los que intentan tomar a Orkias.
Los árboles que son cortados por Aratirí de inmediato se vuelven cenizas.
Decido que mi mejor carta ahora es detener a Iracema, así que camino en dirección a ella quien ya está con medio cuerpo fuera de la trampa que le puso Orkias. Cuando llego a ella, vuelvo a ver que se transforma y evapora el líquido gelatinoso que la rodeaba.
Al pisar el suelo, sonríe triunfante al tenerme delante de ella. Intento ir tras ella cuando sale corriendo hacia su padre, pero del suelo salen como estalactitas de cristales que dificultan mi carrera. Sin embargo logro destruirlas con mi Takapé para llegar a ella.
Cuando la alcanzo me arrojo sobre ella tirándola al suelo. Su rostro vuelve a ser angelical, y su respiración se agita.
Ahora todo se mueve en cámara lenta al ver que lleva el collar que le había regalado. Pensé que se había desecho de él.
Algo en mi se removió. Recuerdo de un pasado lejano en donde lo nuestro era tranquilo, donde ella era mi compañera de lucha y no mi enemiga.
No, esto no puede estar pasando.
Arrugo mi nariz, porque no me había dado cuenta antes. Por supuesto, que soy estúpido. Mi enemiga es una de las personas más inteligentes de La Colmena ¿Cómo no lo vi antes?
Arranco el collar con rabia, cierro los ojos por la frustración cuando la realidad se destapa ante mis ojos. Coral.
Por su puesto. Que Iracema se trasmutó, la verdadera debe estar escondida ¿Dónde? Es la pregunta.
—Hola hermanito —dice y me tumba en el suelo.
Ella intenta dejarme inmóvil, pero no lo logra porque papá llega y la tumba al suelo. Me ofrece la mano y me pongo de pie.
—Papi, eso es muy descortes de tu parte... —dice Coral riendo.
Miro a Mortel, en serio con enojo porque nunca reconoce nada sobre lo que tiene que ver con Coral.
—Te juro que no es mi hija... —asegura —. Hablaremos de eso en otro momento, ve a ayudar a Orkias.
Solo asiento. Y corro hacia Orki.
Lo que veo es que él tiene la ventaja absoluta. Franco está acorralado, mi mentor hizo como una especie de clones de él que lo tienen rodeado.
Levanto la vista y veo que Vega ha reducido y encerrado a Mala Visión gracias a los 7, y los espíritus. Los veo triunfantes, y me llena de nuevo la moral. Edara fue aprehendida por Josefina, lo imagino que debe ser muy difícil para ella. Sin embargo se que es lo que quería, enfrentar a su madre.
Me acerco a la escena donde está Orkias, y antes de acercarme por completo del cielo caen como una especie de soldados, igual a los míos con cabezas de animales, pero con una roca roja en la frente. En sus manos afiladas tenían serpientes y el claro aura de ponzoña. El humo verde que salian de sus uñas era el contexto suficiente que necesitaba para saber que eran peligrosos.
—Yo te cubro —me dice Cenit quien viene con un mazo sobre su espíritu de combate y rompe el cráneo del ente.
Tras ella llegan Zunú y Juanjo. Los tres comienzan a destruir a los soldados de Iracema, y tengo claro que debo ir junto a Orkias.
Franco está destruyendo uno a uno los clones, por lo que mi esperanza ahora es quitarle primero el alma de mamá y luego, cortarle la cabeza.
Hago un barrido en el suelo pedregoso, cuando uno de los monstruos intenta clavarme con sus uñas. Acto seguido explota, porque Hisa le tiró una bola de energía desde las ruinas del segundo piso.
Cuando creo que al fin todo esta cubierto y que solo me falta llegar a Orki, veo que a unos pasos aparece la verdadera Iracema, en compañía de sus soldados ¿Cómo es posible? Que ella tenga aliados.
Ella invoca en su mano un arma que parece una cuchilla, pero en la hoja lleva púas.
—No me la vas a dejar fácil verdad? —susurro al verla que se interpone con los suyos delante de mí y de Orkias.
Algún que otro soldado suyo intenta atacar a Orkias para desconcertarlo, pero Aratirí se encarga de cubrirlo.
Giro mi takape con dificultad en mi mano, y me hago claro el objetivo, ahora no importa ella, importa Orkias y mamá, así que retrocedo y emprendo mi corrida, ella intenta detenerme sus soldados igual. Sin embargo, débil y cansado igual logro detenerlos y dejar por atrás a Iracema.
De la nada siento que algo estira mi pierna y caigo al suelo. Al voltear me percato que es Nain quien enredó su lengua en mi tobillo. ¿Qué mierda?
Iracema viene hacia mi con su arma, dispuesta a hacer quien sabe que, pero Zunú logra detenerla. Prácticamente le da una tacleada y la tira en el suelo. En eso Nain enreda su lengua al rededor del cuello de Zunú. Intento ir a cortarla para que baje a Zunú, pero un tentáculo agarró mi pierna y me hizo volar por los aires.
Veo que Anastasia llega y a la agarra uno de esos totales negros, Iracema se pone de pie, dispuesta a volver a atacarme, pero Zunú entiende su mano y hace que la arena del suelo se levante y rodee a la princesa guerrera, la comienza a aprisionar, cual grilletes al rededor de sus tobillos. Anastasia sigue luchando co la bestia y yo para que otro tentáculo no me agarre.
Cenit corre en dirección a Zunú, pero todo se vuelve gris, cuando veo que uno de los brazos de los totales de Iracema atraviesa el pecho de mi amiga.
Escucho a Juanjo gritar, pero el horror no acaba allí, ya que Nain Arroja a Zunú por los aires como si se tratara de un objeto y el mismo titan de huesos lo atraviesa.
No hay palabra que logre describir lo que siento, ni acción que me haga retroceder.
Mi cuerpo se enciende en llamas, siento mis ojos arder y sin importar las costillas rotas logro cortar los tentáculos que me aprisionan. Caigo en el suelo, y con lágrimas cayendo por mi rostro corro hacia Nain para darle muerte.
Pero paré a mitad de camino al ver que Iracema iba en dirección a Franco. Orkias tenía en su mano, al fin el alma de mamá, Franco tenía una tajada enorme en el pecho, e imagino que ella va para defender a su padre.
Los gritos desaforados de Anastasia se incrementan cuando vemos que Edara logró escapar e hizo crecer a su espíritu en un tamaño colosal, mucho más grande que el primero o el segundo parecía un edificio de 20 pisos.
Veo que Thalia y Cariem están también en peligro. El 7mo de nuevo parece un robot que no sabe que hacer.
En un segundo todo se fue a la mierda.
Me arrojo contra Iracema, pero no alcanzo a sujetarla, ella llega hasta Orkias, y cuando mi mentor estaba por matar a Franco, mis ojos presenciaron lo que jamás creí que podría pasar.
Iracema invocó una lanza, la arrojo contra una de las bolas de fuego que rondaban en el escenario y atravesó a mi maestro con ella. ¿Cómo? Qué pasó con el Nole me tanguere
Orkias cayó al suelo.
—Noooo —grito y siento como si el mundo se hubiera detenido en ese preciso instante.
Aratirí intenta llegar para evitar que la sangre de Orkias llegue al suelo, pero Coral tira desde donde está una especie de luz lila que al llegar a ella se convierte en una Jaula de Faradey, encerrandola en un objeto donde sus rayos no son capaces de salir.
Mi respiración está agitada, siento como que me quemo, como que el fuego que emano ahora me consume. Por toda la frustración acumulada en mi pecho, logro ponerme de pie, llego hasta Iracema y la arrojo en el suelo, pero ella ahora parece casi, casi una diosa.
Estando en el suelo yo sobre ella, solo sonríe. Intento evitar que tome la espada, pero lo alcanza, su cuerpo comienza a ser rodeado por una luz de color azul y esto... es demasiado ¿Ella ya lo alcanzo? ¿Cómo? ¿Cuando logró el poder de las estrellas?
Solo siento una pulsación y caigo al suelo, como si me hubiera tirado de 50 metros.
Una vez en el suelo, ella viene hasta mi con su lanza y me apunta en el cuello.
Tras ella veo a Franco quien regresa a su forma humana, está débil, con un corte en el pecho, pero vivo.
—No lo mates, abejita —le dice a Iracema —. Lo queremos vivo, no queremos que pierdas tus poderes.
Iracema ni se inmuta.
—Yo no voy a ser tu trofeo —le digo
Franco me sonríe y se acerca más.
—Luriel, antes quería matarte, y ahí tenerte de tofeo, pero tu vida es valiosa para que Ira mantenga sus poderes... ahora no me interesas como trofeo... a mi solo me interesa tu mamá, que por cierto, voy a ir a recuperar de Orkias...
Él intenta irse, Iracema gira la lanza, la acerca más a mi cuello y yo ruego que lo hago, ruego que me mate de una vez. Segundo a segundo siento que mi interior está apunto de estallar, como si fuera a tener el nacimiento de un universo en mi pecho, me arde, me desespera, me enoja.
—Lo siento papá —dice Ira y me sonríe —. Créeme que esto lo hago con disfrute Luriel —vuelve a acercar más la lanza a mi cuello
—No lo mates Iracema...
La sangre salpica mi rostro, mi respiración se vuelve intensa, y mi corazón late a mil por segundo intentando funcionar, intentando mantenerme con vida. Pero el dolor es inmenso, inexplicable, imposible de contener.
De la nada... la cabeza de Franco comenzó a rodar en el suelo. Iracema me ofreció media sonrisa.
Esto, esto no puede ser.
Mi único motivo para vivir era ser yo quien lo mate. Y ahora tengo mil muertos en mi conciencia pero no llevo la vida que deseaba arruinar.
—¿Por qué? —digo entre el llanto y la rabia.
Apoyo mis manos en el suelo, y la tierra comienza a temblar.
Miro a Iracema con rabia, sus ojos por fin reflejan miedo, miedo real. Los míos arden y se que estoy llorando por la frustración.
Las rocas comienzan a levitar, y un sonido ensordecedor viene desde las nubes. Los 7 apareces tras Iracema, como si alguien los hubiera pintado allí.
Una luz potente viene del cielo, y las rocas flotan, pilares de viento bajan desde el cielo, cual tornados, Iracema mira a todas partes y niega
—No, no puede ser —me grita con enojo... —No puedes alcanzar el poder del Tatachiná ahora.
Ignoro lo que dice. Ella vuelve a emanar la luz azul, pero yo me pongo de pie y camino hacia ella, intenta retroceder, pero no puede. Sus pies están atrapados en el suelo.
—¿Cómo? —dice cuando estoy frente a ella.
—Querías un espejo? —pregunto con rabia... —. Te voy a dar tu puto espejo, y espero que nunca en la vida te olvides de lo que hiciste, que un día te arrepientas y vivas con la culpa eterna.
Dichas esas palabras junté mis manos. Los ciclones se volvieron uno solo y vinieron por ella.
—Eguaraha chupe ha iñanguirúkuera —dije el hechizo.
Para que el espejo la lleve a ella y a todos sus aliados.
Ahora solo me falta sellar y encerrarla.
Estoy por decir el cántico que se va a encargar de romper nuestra realidad y de llevarla. Cuando siento que algo pasa por mi estómago.
La voz no me sale, y siento que la sangre baña mi cuerpo caigo de rodillas. Parpadeo con las fuerzas que me quedan y lo último que escucho es el grito desesperado de Iracema y Vega.
Crux viene a mi, ataca a alguien que supongo es quien me hirió, por su rostro veo que no tuvo éxito.
Intenta sostenerme y lo único que logro decir con las fuerzas que me quedan es:
—Encierrala, mi...estrella.
Me deja en el suelo y lo que mis ojos llegan a ver antes de apagarse es que Crux cierra el espejo, el sonido a vidrios quebrantose me confirma que al menos Iracema y sus aliados no estarán de este lado de la realidad, y con eso me puedo ir, en paz.
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