Capítulo 85. Mi amor
Aratirí resplandece a mi lado, Mortel está con Guasú y ambos estamos con la boca abierta viendo la batalla. Franco preparó este lugar con su artillería.
Irama se adelantó a nosotros porque quería hacer protecciones, me preocupa no verla en el campo de batalla. Por sobre todo porque esto se ve como un campo de minas.
Veo maldiciones, paye de sangre, possesionem y hechizos de fuego por todos lados. A pesar de tener una artillería pesada, ahí veo a Luriel, acorralarlo. Llego a él como si nada.
—Orkias —llama Mortel —¿Qué nos va a pasar teniendo el Nole me tanguere y si esas cosas nos llegan a tocar?
—El Nole me tanguere no puede contra hechizos de fuego, eso es un hecho... solo no dejes que te toque, porque te va a doler.
—Bien... vayamos por ese desgraciado de Franco.
Mortel se adelanta y se pone a cortar cabezas de una, Guasú le cubre la espalda en lo que él se abre paso.
Estoy por hacer lo mismo, pero primero verifico el campo de batalla, algo no me gusta, siento el ambiente pesado, el olor a sangre y arena me satura el olfato.
—Arikú —habla Aratirí —. No me gusta esto, siento que estamos muy expuestos, yo creo que...
—No... —la interrumpo —. No voy a volver y que quede claro. Vinimos por la cabeza de Franco y no nos vamos a ninguna parte hasta verla rodar.
—Me estresa lo terco que puedes llegar a ser... —Aratirí brilla más, invoca rayos en sus manos y se para a mi lado en posición de carrera —. Ordena y voy a abrirte camino.
Miro por arriba y veo a Franco convertirse en una horrible bestia, Luriel está en frente, ¡Mierda! Asturia tiene el poder de los 7 y además usa los poderes de Carina, debo ir a ayudar al chico en cuanto antes.
Una terrible explosión ilumina el campo de batalla, levantó la vista y veo a Vega flotar por loa aires, luchando contra MalaVision, la chica está en compañía de Cenit y Juanjo, y por lo que veo están dominando la situación, quien necesita ayuda es el Cario.
—Adelante —miro a Aratirí —. Necesito llegar a Luriel.
Mi espíritu de combate comienza su batalla, la sigo e invoco mi arma, esta vez elegí un Lucero del alba. Creada por la misma Eirú, la maza está hecha de hierro extraído de loa cerros de Acahai, las púas de basalto de un volcán cercano, y las cadenas están cubiertas una a una con piel de serpiente coral. Diseñada para defender la entrada del Aregua, hoy me va a servir para defender su legado, la Colmena y recuperar el alma de mi amada.
Tanto tiempo renegando mi herencia, hoy decido agradecer al universo la sangre que corre en mis venas.
Giro la cadena y arrojo contra las brujas malditas que quedan en remanente al ataque de Aratirí, cuando las púas entran en contacto con las brujas estas se desintegran.
Tengo una corazonada, algo en el pecho que me advierte que tenga cuidado.
Gotas emergen del suelo las destruyo en un segundo. Miro el suelo, algo no me gusta, hay una cosa, una energía una vibra desconocida.
Miro a un lado, luego al otro, siento en mis entrañas como si algo fuera a explotar en cualquier momento, llevo mi mano a mi pecho. Una bruja maldita se me acerca, pero la destruyo sin dificultades.
Veo a Luriel volar por los aires, eso no está bien, me apresuro, debo llegar hasta él lo más rápido posible.
Las bolas de fuego comienzan a venir hacia mi una tras otra, pero Aratirí, como el rayo que es, se encarga de desviarlas en menos de un segundo.
—Estás distraído, Ariku, céntrate.
—Algo no está bien... —digo girando sobre mi.
—Nada está bien aquí Orkia, por si no te das cuenta. No vinimos a hacer una excursión... vinimos a ayudar al Cario y matar a Franco...
—Aratirí, escucharme... algo no anda bien —repito.
Miro con detenimiento y el miedo llega a mi al darme cuenta. El suelo es arena negra, como si alguien lo hubiera removido por completo. Levanto los ojos y me percato que los árboles comienzan a morir, las plantas se pudren y el olor fuerte a flor de muerto inunda el lugar, no solo está el señor muerte aquí, si no que almas negras, espíritus del mal... poras del añakua.
—Es arena del Tyvyty... —digo y pateo el suelo con frustración—. Arena de cementerio. Franco nos trajo a su trampa. ¡Maldita sea! Nuestros poderes se ven disminuidos aquí. Mi sangre, la sangre de los Ario ¡Aratirí!
—Sí, ya sé, no deben tener contacto con esta arena, yo me encargo.
—Sí llegan a herirme... o a matarme, evitas a toda costa que mi sangre toque este suelo.
—UN rasguño —me dice apuntandome—. Y te convierto en cenizas, a problemas grandes, soluciones infalibles.
—No eres graciosa.
—No es broma
A veces me da risa su forma de ser, pero hoy tengo miedo, y sé que habla en serio.
Desintegró a otra bruja maldita. Y veo que Luriel logro deshacerse de sí predador, escucho su batalla, se oye feroz, los Rebeldes ahora luchan contra poras, bestias de barro y madera, gotas gigantes y brujas malditas.
Me apresuro, llego al área donde están Viudas negras y cuando estoy por atacar, veo que hay dos sacos colgados de un árbol, cubiertos por telarañas. De uno de ellos veo colgar el cabello pelirrojo de alguien
Con una mierda, es irama
Corro hasta ella, corto ambos sacos, los dejo caer y sin delicadeza corto las tela arañas, en una estaba Irama, quien está maniatado y en la otro estaba Arandu Gianti, el hermano de Mortel.
Ambos tosen cuando los libero.
Una viuda negra viene por mi, pero logro cortarle la cabeza.
—Te Tardaste, Ariku —me acusa Irama quien se sienta en el suelo.
Yo giro mi Lucero del alba y arranco la cabeza de una gota, de un solo movimiento.
Arandú se sienta, y tose. Yo sigo batallando con criaturas horribles, cuando el se recupera del todo y su expresión de preocupación lo dice todo.
—Los niños... de la primaria —dice con miedo—. Los encerró bajo la torre que custodia Malavision
—Con una mierda —digo—. Bien, me encargo de eso, ustedes recargue energías.
—Voy contigo —dice Irama.
—No, estas agotada, no lo vez, mantener a los niños en el Astral te ha fulminado, hazme caso, y mantente al margen. No ves que una simple viuda negra te atrapó
—No fue así —la defiende Arandú—. Iracema nos atacó y nos entregó al las Viudas negras...
—Ves... —dice ella—. Señorita sabelotodo todo. No siempre es como imaginas las cosas, ahora déjame ir y salvar a los niños así tú te ocupas de lo tuyo...
—¿Segura?
—Deja de hacer preguntas estúpidas —me arranca el Lucero del Alba—. Y dame esta reliquia, que es evidente que no sabes usarla.
Levanto una ceja, porque obvio se usarla... o eso creía. Cuando ella la gira en su mano, la maza se electrofica y ahora cuando lo arroja contra una viuda negra, esta se electrocuta y desaparece.
—Ok... punto para ti... voy a salvar a Luriel. —digo y ella ríe
—Sí, el viejo va a salvar al Cario, delirar, pero ve.
—Yo te acompaño Irama —dice Arandu—. Mis hijos...
—Sí, vamos a salvar a los niños... últimamente se me da bien ser niñera.
Los veo ir, y ahora lo que hago es invocar una espada parecida el Takape de Luriel. Fijo mi mirada hacia donde ellos están y al ver que la batalla se volvió 2 contra uno, no puedo evitar sentir esto injusto.
—Bien, es hora de usar mis poderes... al máximo... de esta noche no pasas Asturia, lo juro.
Y con esa meta en la cabeza, voy junto a mi hijastro, para ayudarnos a tener nuestra venganza y liberar al fin el alma de Solei. No merece ni un solo día más de tortura, mi amor merece libertad, de una buena vez.
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