Capítulo 83. Paye
Intento respirar con normalidad, pero la verdad es que el pecho me aprieta, el aroma de Luriel llega a mis fosas nasales y los recuerdos se encienden, es cierto que los flasback no respeten el lugar ni la hora.
Miro entre los matorrales intentando distraeme, hacer de cuenta que no me afecta que esté a mi lado. Sin embargo su brazo tatuado y marcado roza con el mio, esto provoca que los detalles se me hagan nítidos, pero detalles que no van al caso con la misión.
Basta Vega, este no es momento para desconcentrarse
Me pongo derecha, sacudo la cabeza y miro al frente, no voy a dar el gusto a mis impulsos, ahora lo que importa es la misión, tenemos que lograr el objetivo cueste lo que cueste. No quiero victorias a medias. Debemos detener a Iracema, debemos recuperar el alma de Solei y debemos encerrar a Franco en la joya que trajo Luriel, esa es mi lista, y la voy a cumplir.
Me aclaro la garganta, volteo a hacia Luriel con determinación y me doy cuenta que él ya me estaba analizando con esos ojos briillantes, de un marrón casi miel, cómo odio y amo que tenga este efecto en mis entrañas, como si me cargara de energía, como si me llenara de vida con ese gesto que hasta parece tierno, haciendome olvidar que el chico come corazones, de manera literal.
Regreso mi vista al frente para evitarlo, porque los recuerdos me vuelven a sacudir. Respiro profundo, muevo unas plantas de cedrón que se encuentran delante de mí.
Las hojas del tajy caen sobre nosotros mientras el viento sacude con suavidad guiando sus movimientos, para que dancen ante nuestros ojos. Algo cuasi mágico.
Luriel agarra unas hojas en el aire y al cerrar su puño susurra algo en guaraní que no logro entender, vuelve a abrir las manos y las hojas ahora son pequeñas personitas bailando un vals. Cuando el viento sopla con mayor fuerza desaparecen y vuelven a ser simples hojas.
-¡Wow! -susurro porque en verdad me ha sorprendido y me ha gustado.
Al mismo tiempo mi cerebro entiende lo que eso significa, más allá de un simple coqueteo, los poderes de Luriel están creciendo.
-Deberías guardar tus energías -digo intentando no caer en el encanto.
-Estoy cuidando mi estabilidad mental, antes de la batalla. Me gusta ver tu cara llena de sorpresa. -responde y sonríe
Niego, e intento no detenerme a ver sus seductores gestos. Porque hay que concentrarse. A él capaz le hace bien... a mi me da miedo perderme detalles que puedan ser importantes para la batalla.
-¿Qué es eso? -pregunto al ver unas bolas de fuego del tamaño de una pelota de fútbol salir del internado.
Estas flotan por los aires y cada vez son más. La llamarada que evocan es de color azul intenso, lo que quiere decir que están muy calientes. El sonido de unas sirenas se escucha, y del suelo emergen brujas malditas que se paran rodeando el castillo.
En la torre principal del internado, dónde se supone tienen prisionero a Gerardo, arriba hay una figura gigante, de no saber que es MalaVision diría que solo es un árbol enorme. Este flota y emite un sonido aterrador.
-Por Eirú... -digo a Luriel y este en vez de verse asustado, se ve complacido.
-Me siento alagado -habla al ver que gotas y viudas negras también recorren las paredes del castillo cual animales ambrientos y desesperados -Señal de que Franco sabe que vengo por todo.
-Iracema lo pilló muy rápido ¿No lo crees? -digo mientras mis ojos recorren el escenario y veo luces lilas, doradas y verdes como pequeñas gotitas repartidas por todos lados, Franco está usando los sellos que mi madre le dió. Solo le falta un Ario, y los 7 estarán aquí -Luriel no me gusta esto.
Luriel voltea hacia mi, mira a mis ojos y ahí veo al chico que come corazones.
Su mirada es fría, su expresión parece cargarse de hambre de venganza y mi interior tiembla, pero no de miedo, es como si me transmitiera una emoción de gozo, la adrenalina sale disparada en mi sangre y lo sé porque mi estómago siente ese cosquilleo, mi cuerpo tiene ese impulso de ir a golpear al enemigo.
-No te preocupes, estrella. Esto está saliendo tal como lo planeamos... Franco nos tiene miedo.
Saca la pluma que mamá le dió y yo niego algo desesperada, no quiero que lo use, porque si vino de mi madre, de Jazmín y Daniel no es para fiar. Se lo susurro con algo de insistencia, mis palabras salen con rapidez y casi, casi como si fuera un rezo.
-Por favor, Luri, no lo hagas.
-El libro de Arikú hablaba de esto, Vega -me señala la pluma -. Me pasé estudiando días, noches, semanas y meses, no en vano... quiero destruirlo, quiero que vea la cenizas de nuevo, que no importa que intente armar su imperio, conmigo aquí nunca lo va a lograr, quiero que vea que soy poderoso, que lo puedo hacer añicos, y auque tenga la marca de los 7, ellos también me sirven a mi...
-Lo tenias bien pensado ¿Verdad? -pregunto sin sorprenderme porque al fin y al cabo esta es su venganza
-Sí... sabía que Carina era su prisionera... ella no es la única que puede manipular sueños.
Y eso sí me sorprendió, trago fuerte, intento respirar con normalidad, sostengo sus manos y lo veo a los ojos.
-Cuando Franco muera, la vas a liberar, y si en verdad manipulaste sus sueños, sus deseos, sus planes, la vas a enfurecer, nosotros no tenemos idea de cuánto alcance tienen sus poderes ¿Qué se supone que vamos a hacer? Por sobre todo si tienes en la cabeza la idea de morir con Franco.
-Está todo planeado, mi estrella ese va a ser el momento en que vas a brillar.
-No, no, no -miro hacia el castillo y veo como un anillo de fuego comienza a rodear al terreno, ellos están con miedo, es verdad, pero no nos van a dejar acercarnos -. No te puedes morir, Luriel, es una ordén.
Él sonríe, me besa en la frente y niega.
-Va a salir todo como debe salir...
-Cuéntame el maldito plan que tienes Luriel... ¿Qué hiciste? Cómo lo hiciste qué moviste?
Los sonidos de explosiones, que vienen del internado me dan la pauta de que la guerra dentro ya se está orquestando, gritos eufóricos, llamados a espiritus, fuego, luces, mosntruos comienzan a aparecer en la escena
-Solo la magia del mismo Añakua... llamé a los muertos y los traje conmigo -Señala su pecho-. Magia negra, de los guaranies, de los Tupi, los Mbyá, los Avá, los Aché, usé todo lo que me servía, todo lo que pueda darme conocimiento. Cada plan, cada jugada, me acercaron a este momento... solo que enamorarme de nuevo no era parte... iba a doler menos una estocada en el corazón que el amor en medio de una guerra.
-Basta... Luriel.
Un pedazo del casitillo cae, y nos deja ver como los rebeldes están luchando, por la distancia no puedo distinguir a nadie.
-A partir de ahora -Se lleva la mano al pecho y baja su cremallera, dejando la piel descubierta, con la pluma hace una línea, y su torax se abre como si fuera un libro, mete la mano libre en lo que veo con impresión sus órganos palpitar, saca la vara de takuara la cuál me la entrega en mano -. Es tuyo
-Gianti... -lo regaño-. No puedes darme esto en batalla
Su torax vuelve a cerrarse y alza la cremallera.
No me da tiempo de asimilar nada, él coloca la vara en mi mano y al segundo con dureza empuja mi mano contra mi pecho.
El dolor es terrible, tanto que quiero gritar. Pero él me besa en ese preciso momento, mis ojos se cierran para vivir el dolor y el placer que me genera esto, mi pecho arde, palpita, quema, mientras sus suaves labios me hacen sentir la dulzura y rudeza de su beso.
Cuando al fin se detiene el dolor, él se separa de mi, y lo único que atino a hacer con certeza es darle una cachetada. Luriel sonrie y me detiene la mano cuando estaba por darle otro golpe.
Que deje de verse sexy por un segundo, te lo ruego Eirú.
Me mira altanero, con el mentón elevado y la expresión cargada de soberbia.
-¿Por qué tu te lo sacas con magia y a mi me lo haces para que duela? -le reclamo aún con la mano en el aire sujetada por la suya.
-Por qué así es como se activa, con el dolor. Y ahí entendí por que Yvytú no tuvo piedad cuando me lo puso.
-¿Qué mierda estás haciendo? -pregunto cuando me suelta, me arrojo a su pecho y él me rodea con sus brazos.
-Lo que debo hacer, Vega. A mi ya no me importa la colmena, ya no me importa ser su héreo, no me importa ser el que cuide de los 7 o del tapekué... yo solo quiero matar a Franco, quiero liberar el alma de mi madre y darle paz. Quiero que mis hermanos ya no vivan en un mundo donde se deben esconder porque codician su sangre... yo necesito acabar con todo esto y tú... tú con eso en tu interior vas a alcanzar el poder de tu madre. Lo sé.
-Me dueles -le digo entre lágrimas sin poder soltarlo-. Esta era la razón por la que no quería que nada sucediera entre los dos.
El sonido de Gotas chillando y Brujas malditas lamentandose nos obliga a separarnos.
-Si encerramos al Franco, no hace falta que mueras -digo
-No lo entiendes... Vega, esto lo vió Elsa... y ella me puso aquí... esto va a pasar.
-¿Elsa? ¿Cómo?
Se acerca a mi oido y me susurra las palabras que me llenan de escalosfríos
-Te dejé mi notebook en mi habitación, adentro hay una carta para ti, un resumen de todo lo que he estudiado en estos meses, mi diario, mi novela, todo, todo, a Gustavo y Juanjo les dejé unas cartas, solo tienen permiso ustedes tres de ver, porque hay muchas cosas cuestionables en mis estudios... por favor, prometeme que no vas a dejar que mis hermanos sepan ese lado horrible de mi...
-¿Pero que estás diciendo Luriel?
-Vega, por favor...
Trago fuerte, me separo de él, me seco las lágrimas y afirmo, no sin antes sostenerlo de la mano y mirarlo fijamente.
-Yo... me encargaré de que todo salga bien... -digo y suspiro.
-No lo dudo...
Sorbo, acomodo mi ropa y miro hacia el campo de batalla en dónde ya estaban nuestros compañeros, Zunú montado en el primero, Anastasia, Thalia y Cariem rodeados de una especie de escudo de luz dorada, luchando directamente con Franco y Edara.
-Es hora -dice y se adelanta.
-Y acabo de agregar algo más a mi lista... -susurro mientras camino.
No voy a permitir que el Cario muera... antes el mundo va a arder.
Carina, se a qué juegas, y no, no me vas a ganar.
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