Capítulo 82. Los soles

—¿Qué se supone que estas haciendo? —pregunta Mortel al verme moler unos escarabajos en el Angu'a de madera.

—Un ritual —respondo mientras agrego esencia de menta y lavanda.

—Un ritual negro —agrega y su tono me hace entender que está molesto—. No es que quiera contarte algo que ya sabes, pero me estas obligando a repetirlo: No se hacen rituales negros en esta choza, Orkias Arikú, tú no puedes exponer tu alma.

>>Hay 2 niños esperando a su padre  deja de hacerte del héroe, por favor.

—Gianti... —digo mientras coloco plumas de ave en mi mortero—. Te prefiero de enemigo a que de amigo ¿Sabes? Eras más divertido

Él suspira y se sienta delante de mí, agarra el libro de hechizos que uso, niega, pero comienza a seguir los pasos.

—¿Cambiaste de opinión? —pregunto en lo que coloco en una botella mi pócima.

—Supongo que tienes un plan con respecto a la alerta que lanzaron los chicos. Quiero que los chicos estén bien, así que confiaré en ti.

Solo guardo silencio y vuelvo a seguir los pasos del hechizo, mientras no dejo de pensar en lo peligroso, pero oportuno del ataque que planea hacer Luriel.

Si bien, me preocupa bastante como piensa ejecutar su plan contra Franco y la princesa guerrera, confío es sus habilidades como estudiante. Supongo que ha estudiado el libro del Anga haiha de arriba a abajo. El corazón de Eiru debe estar muy bien comprendido por el.

Luriel últimamente me da miedo, debo admitirlo, pero a pesar de sus medidas extremas, ha logrado acorralar al enemigo. Causando que Franco no pueda no acercarse al Aregua.

La estrecha amistad del chico con Araresá logró una comunicación increíble, que a consecuencia nos da tiempo, y ventaja. Aunque no tengo claro que pasa del otro lado, se que hubo una revuelta a causa de que el rey estaba traicionando a la reina Gaia, para quedarse con todo y dar paso a Franco.

Qué pena que Araresá sea tan cruel como Luriel, y le de igual que se tratara de su propio padre. Según Irama, esa no fue una masacre, fue una festividad. La chica aprovecho para ofrecer a los dioses un ritual de sangre y con ello reforzar los sellos protectores del Aregua, y hasta donde tengo entendido, solo un Ario podría abrir la puerta.

Lo que me parece genial y peligroso. Porque si llegamos a perder a alguno... mejor ni pienso en ello.

—¿Y qué haremos cuando estemos allá? —pregunta Mortel irrumpiendo en mis pensamientos.

—Matar a Franco... —respondo

—Orkias y sus respuestas —se queja, en lo que estira sus dedos sobre una caja de cigarrillos, y en un acto tan practicado, se lleva uno a la boca y lo enciende —. ¿Cómo carajos piensas hacerlo? Esa es la pregunta, energúmeno.

—Yo ya no planifico nada —respondo quitandole la caja de cigarro e imito sus movimientos para encender uno, le doy una calada profunda y luego apunto al hombre con el cigarrillo encendido—. Planificar cosas me hizo perder el tiempo —confieso frutrado—. Perdí a mi familia, a mi hermana, y a la madre de mis hijos. He decidido ser como Luriel.

—¿Cómo mi hijo? —pregunta riendo.

—Cómo él... de ti solo tiene el apellido, y capaz lo perro. ¿Me vas a decir que harías lo mismo que él hace en su lugar?

Mortel vuelve a sonreír y niega en lo que suelta el humo llevando la cabeza hacia atrás. Cuando regresa a ponerse bien, golpea la mesa con el dedo indice y me ve a los ojos con determinación.

—¿Por qué te culpas de cosas que no tienes control?

Me encojo de hombros, cargo la pócima nueva a otro frasco y voy por otra tanda. Mortel agarra un frasco, lo analiza y lo baja de nuevo, vuelve a hacer el paso a paso y con el cigarro en la boca pregunta.

—¿Y para que vamos a usar el Manorá?

El nombre de la poción significa para la muerte, y se usa para preparar almas a las que se desea sentenciar. Por lo general, cuando las tribus querían castigar a alguien los condenaban al Añakua o al zorro azul... ese que creían que se quería comer al sol en los eclipses.

Luego aprendimos que ese zorro solo come almas, y si son en desgracia, mejor para él. Así que esta poción está hecha única y exclusivamente para Franco y los traidores.

Varios de la junta directiva, gente que creí amiga, resultó ser enemiga, ellos merecen ser deborados.

Sea cual sea el plan de Luriel, yo voy por mi venganza y si él no se apresura lo finalizare yo.

—Vamos a bañar a los traidores... —digo mientras me pongo de pie y voy camino a mi habitación para ponerme mi traje de combate.

—Me gusta... hagamoslo. Lastima que Santos ya fue ejecutado, o cómo lo iba a disfrutar.

—Queda Edara ¿No? Ustedes los Gianti y su afán de engañar a sus esposas. Como los odio.

—Sí, es una maldición heredada de mi padre. Por suerte Luriel no convivió mucho conmigo y su abuelo.

—Gracias a los dioses. Y rogemos que nunca sea como tú.

Mortel ríe, y le sale el sonido ronco. Escucho que se levanta de su silla, y yo me alisto. Se que él hace lo mismo.

Mi cabeza no para de sobrepensar y aunque Mortel tiene razón con respecto a que no debería culparme por aquellas cosa que no tengo control, me es imposible. ¿Cómo no hacerlo? A veces pienso en cómo hubiera sido si yo no hubiera escuchado a Solei, y hacía el Nole me tanguere a tiempo, quizás, solo quizás, la historia iba a ser distinta, y hoy la tendría a ella, a mis hijos  o al menos estarían con su madre, y no en el Astral siendo criados por brujas.

Tanto niego los poderes y el conocimiento de mis ancestros por miedo a lo que pueda pasar, porque me condeno. Quizás, solo quizás si hubiera escuchado a mi madre, tantas cosas iban a ser diferentes.

Llevo la sangre y el corazón de Eirú, debería hacerlo con orgullo, pero lo hice con pena, con rabia, con enojo. Porque condene todo esto. Era joven y estúpido, luego me hice viejo y mañoso. Solo las perdidas me hicieron abrir los ojos.

Escucho a alguien entrar a mi habitación en lo que me ajusto el cinturón.

—¿Ya estás listo? —pregunto.

—Yo siempre estoy lista —la voz de Irama de sobresalta.

Giro y la veo también en un traje de combate. ¿Cómo describirla en una palabra? Candente, siempre en candente.

—¿Qué haces aquí? —pregunto mientras sacudo mi cabeza porque me molesta el cabello largo.

Ella se acerca a mi, toma de la cómoda una liga negra, la que pensaba usar para recoger mi cabello. Se pode delante de mí y con agilidad me hace una coleta, ajustada, pero cómoda, seguro yo no lograba este resultado.

—¿No vas a responderme?

Ella queda quita, sus ojos están e  los míos, me fijo en que lleva un rodete y solo un par de mechones pelirrojos están sobre su rostro. Huele a intensidad, como siempre.

—Las brujas y los dioses me pusieron  de este lado... a decir verdad lo estaba manifestando, porque ya no quiero jugar cartas para Franco —pone los ojos en blanco

—¿Por qué simplemente no decides? —pregunto en lo que me coloco mis guantes.

—Porque yo juego por el bienestar de nuestros ancestros y su sabiduría... aunque me lleve a hacer cosas que no me gusten.

—Bien —digo—. Solo te pido que no intervengas en la muerte de Franco ¿Va a morir verdad?

—No he tenido visiones —confiesa ella y parece apenada—. Al parecer alguien me ha estado haciendo maleficios, creí que era Edara, pero no es. Tampoco es Iracema.

—¿Es lo que ha afectado a tus predicciones? He escuchado rumores —digo en lo que voy a la sala, coloco las pócimas en mi cinturón.

—Mis predicciones están bien, la gente que no lo analiza, está mal.

Me ofrece una mirada de odio, yo solo me encojo de hombros.

Cuando Mortel llega al lugar, le arrojo un par por los aires y él los agarra, también los coloca en su cinturón al igual que yo

—Irama, te siente bien el uniforme de los Rebeldes —le dice el descarado, yo pongo los ojos en blanco

—Gracias... a ti no te queda nada mal... es más, te ves apetecible.

—¡Por Ñamandu! —me quejo —. Vamos camino a probablemente la guerra más importante de todos los tiempos de La Colmena y ustedes coquetean, en mi cara.

—¿Celoso, Ariku? —pregunta Irama.

—¡Jamás! Ahora... pasame la botella de whisky Mortel, que necesito alcohol en mi sistema.

Gianti agarra la botella y me la arroja por los aires, lo agarro, destapo con un simple movimiento de dedo haciendo volar la tapa y bebo el alcohol desde la botella.

Irama me lo arrebata y también lo bebe. Cuando deja de tomar gesticula un "Salud" y cuando está por volver a tomar, es Mortel quien se lo quita.

—Por los viejos tiempos —dice Gianti—. Por nuestros muertos, vamos a destruir a Franco de una maldita vez.

—Por nuestros muertos —repetimos al mismo tiempo Irama y yo.

Quedamos en silencio por un rato, los tres parados uno cerca del otro, la verdad si me recordó a nuestra adolescencia y cuando íbamos a misiones al bosque para alimentar al 7mo.

—¿Nos vamos?—pregunto—. ¿O esperamos carta de invitación?

—Sí vamos —Mortel da unos pasos hasta que Irama habla.

—Esperen... yo no solo vine por beber... yo vine a darles esto...
Saca de su bolsillo tres pulseras de encaje ju rojo—. Les hice brazaletes de protección... a ver si espantados al señor muerte...

Miro a la bruja quien va y le coloca a Mortel la pulsera, luego se lo coloca ella y finalmente viene junto a mi a ponerme al mío.

—¿Lo hiciste tú? —pregunta Gianti

—Sí... —responde apenas.

—¿Lo hueles? —mi pregunta va sin delicadeza—. A la muerte ¿Lo hueles?

Ella afirma, y por supuesto que sí... es más que evidente que mucha sangre va a correr.

—Bien —suelto a penas —. Que al menos valga la pena y uno de los muertos sea ese desgraciado...

Mortel vuelve a agarra la botella de whisky y bebe un trago largo.

—A matar traidores y mata abejas —dice y camina en dirección al patio.

Lo seguimos, y la verdad es que espero lograrlo... y no morir antes que el desgraciado.

...........

Ya extrañaba a Orki 🥺

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