Capítulo 68. Bien
Rodrigo me pasa una taza de té la cual la sostengo y de lo agradezco. Se sienta a mi lado, me da un beso en la frente y luego agarra una cobija y nos cubrimos hasta la cintura.
Amo esto, es como lo más cercano a la calma, a la realidad a la paz.
Hunde su cabeza en mu cuello y me deja un beso, se aleja y vuelve a sentarse, enciende la tv y suspira.
—Hueles rico —dice y no puedo evitar sonreír.
Le ofrezco una mirada de felicidad. En verdad jamás creí que podría estar en un estado de tanto éxtasis y alegría.
—Y eso que aun no me puse mi aceite de protección. —digo.
Bebemos de nuestro te, en lo que observamos un programa en la televisión. La verdad es que no le presto atención a lo que pasa, yo solo tengo mis ojos ahí, porque en mi cabeza pasan miles de cosas más que me parecen mucho más importantes.
Observo mi reloj, y veo que falta poco para volver a movernos. Se supone que no podemos quedarnos en este hotel más de 24 horas. Y el plan es movernos siempre.
—La Colmena abre sus puertas de manera oficial esta noche y brindaran una conferencia de prensa en dónde buscan mantenerse más transparentes luego de las acusaciones de narcotrafico y tráfico de influencias que pesaba sobre las viejas autoridades de la institución...
La voz de la reportera me era familiar, miré su rostro y comencé a hacer memoria... claro, Danae, hija de puta. Aprieto mi mandíbula porque cada cosa que decía me causaba Nauseas, una mentira tras otra y manchando el nombre de Orkias.
Mi corazón late con fuerza debido a la rabia. Rodrigo me agarra la mano que tengo libre y me comienza a acariciar.
—El representante actual ha decidido que es importante este acto de apertura porque permitirá que más personas recibirán una educación de élite y que los programas de becas dará oportunidad a muchos jóvenes que pueden llegar a tener un futuro brillante.
—Hijo de puta —suelto—. En verdad es un verdadero hijo de puta. Merece que Luriel lo degolle lentamente.
—Lo hara —Rodrigo intenta tranquilizarme—. Pero por ahora, hay que pensar en frío. ¿Sí?
Afirmo, intento no alterarme. Al fin y al cabo no puedo hacer mucho, solo soltar mi ira. Ya que tengo prohibido revelar mi ubicación. De milagro Iracema no pudo destruirme y mi sangre no está bajo su poder. Pero quien sabe si volvería a tener esa suerte.
—Mejor nos preparamos ¿No lo crees, amor? —pregunta Rodrigo.
Volteó a verlo, digo que si con mi cabeza y bajo la taza de té sobre la mesita de luz. Me pongo de pie y respiró profundo.
—Ya decía yo que esta siendo muy feliz —digo muy enojado.
—Sí, pero supongo que es parte de nuestra vida que por momentos todo parezca un caos. Sin embargo vale la pena.
Él rodea la cama, se acerca a mi y me vuelve a dar un beso en los labios esta vez con mucha ternura, lo que hace que mil mariposas vuelen en mi estomago.
—¿Ya te dije que te amo? —pregunto mientras lo abrazo.
—La verdad que no lo había escuchado muy bien así que me lo puedes volver a repetir —sonríe contra mis labios y eso hace que enloquezca.
—Deja de ser tan sexy —reclamo mientras lo separo de mi.
—Noup.
Comenzamos a recoger nuestras cosas en una pequeña maleta. Su reloj comienza a sonar y el mio también. Es una llamada de emergencia.
—Igual y respeto —decimos.
—En cuerpo y alma. —responde Luriel.
—Se infiltraron a la interapp —Gerardo habla preocupado—. Pensé que los detuve al destruir su dispositivos. Pero lo que conseguí es que impongan un toque de queda y a mi me encerraron en la azotea... Estúpido Franco.
—Al menos tienes comunicación —dice Luriel—. ¿Quieres escapar? Te podemos dar una mano.
—¿Estás loco? Aquí va a ocurrir algo bueno —responde—. No me voy a mover del internado. La llamada es porque necesito ojos y oídos afuera de este calabozo. Los chicos no saben donde guardo los dispositivos. Y me da miedo que estén incomunicados.
—No te preocupes —habla Rodrigo—. Yo me voy a ocupar de eso.
—No —habla Yara—. Tú debes cuidar a Ario.
—Ni que fuera un bebé —se burla Ana, obviamente mi hermana no pierde un segundo de sacar a su Bullie interior.
—Yo me cuido solo —digo—. Me parece importante que los demás tengan guía.
—Bien, corto señal, no quiero que me descubran —Gerardo cuelga la llamada y yo respiro profundo.
—Tengan cuidado —habla Luriel—. Tengo un mal presentimiento. Zunú. Ni se te ocurra exponerte.
—Entendido Jefe.
La conexión de todos se corta. Rodrigo y yo nos miramos, odio que esto pase, justo ahora, sin embargo soy conciente de que no podemos permitir que todos los Rebeldes estén incomunicados. Ya que es la única manera en que podemos enfrentar a Franco.
Intento no pensar en las palabras de Luriel y de centrarme sola y únicamente en nuestra misión.
—Voy a ir junto a ti ni bien acaba de equiparlos —habla y me da un pico en los labios—. Por favor cuídate, amor.
—No te preocupes por mi... ¿Ok? Nos vemos enseguida. Te esperaré en el hotel. Y ya sabes que vamos a hacer...
—¡Uh! Estoy ansioso volver y aún no me fui —confiesa.
Me vuelve a dar un beso, y eso me deja un hueco en el corazón. ¿Por qué siento que esto no va a terminar bien?
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