Capítulo 65. La verdad
Mis pulsaciones están elevadas, el calor de mis mejillas hace que las sienta ennextremo incomodas, supongo que deben estar muy coloradas, pero me es imposible controlarme.
A modo de flashbacks me llegan los recuerdos de Mortel. Al ver sus fotos en la pantalla, vestido de Prada, con el cabello suelto. Intento no recordarlo sin ropa.
Pero cada intento me lleva a visualizar sus tatuajes, sus músculos, su piel dorado y el recorrido particular que hacían las gotas de sudor sobre su abdomen.
Concentrarme en las palabras de Ross es imposible. Mi cabeza ya me colocó sobre una cama, mi piel recuerda sus duras caricias, su voz ronca y sus órdenes sumamente perversas.
¿Cómo hago para no pensar en sus manos enredandose en mis cabellos? ¿Cómo se supone que no recuerde su cuerpo, sus besos, sus embestidas?
Respiro profundo, me cruzo de piernas e intento mirar las diapositivas. Pero cada vez es peor.
—Bien, esos son nuestros Objetivos, Mortel Gianti y Orkias Arikú —dice Ross—. Ya hemos remitido la orden de captura para ambos. Intentamos cortar el flujo de dinero de sus familias...pero ya nos dijeron que el dinero no es mal habido.
—O son muy buenos robando o pagaron millones para ello —dice una rubia vestida de militar. Ella está sentada a lado del jefe de la policía.
La chica me observa, es evidente que me odia, se que quería tener algo que Ross y yo me la delanté.
—Claro, o son inocentes —habla un rubio también vestido de militar sus ojos azules son tan profundos que de verdad invitan a no despegar los ojos de él —. Al fin y al cabo su orden de captura es por fuga, jamás corrió la causa de drogas ¿No es así Ross?
—Así es Leo... los cargos son por fuga, pero eso no quiere decir que...
—Para mi eso quiere decir todo ¿Por qué si no hay ni una sola prueba insistimos en eso? —pregunta el rubio —. Tú lo sabes Lidia?
—Noup —la rubia ríe—. Quizás el comandante en jefe lo sepa
Miran al señor sentado en la punta de la mesa, el tipo gordo y con cara de sapo levanta ambas manos. A veces se me hace tan rara su forma de actuar, al fin y al cabo es como si estuviera obsesionando con el caso.
Siempre lo veo recibir las visitas de Franco, Ross rara vez participa de esas reuniones, pero siempre que salen de allí los tres tienen una expresión de enojo y estrés. Debe ser sumamente agotador ir tras un objetivo y nisiquiera pisarle los talones.
—Yo solo dejo ordenes, y ustedes son el equipo élite encargado de encontrarlo —dice el comandante.
—¿Y la periodista es importante para? —pregunta Lidia.
—Por qué deben haber personas bonita en el equipo —le responde Leo.
Yo respiro profundo, su comentario me parece ofensivo, estoy por hablar, pero Ross se adelanta y llama la atención al par de soldados, y se encarga de hacerles saber que soy un miembro importante de esta operación. Mientras habla ambos no pueden evitar mirarme con recelo. Al final, cuando Ross guarda silencio decido soltar mi lengua.
—Les guste o no, soy quien tiene mayor conocimiento de La Colmena. Y aunque no tenga pruebas de el narcotrafico sobre Gianti y Ariku, tengo muchos documentos de ambos
>>También he seguido de cerca a el hijo de Mortel. Y si un niño de 18 años se compra una discoteca, discúlpenme pero es un indicador de que algo anda mal.
—¿Qué clase de periodista saca conclusiones sin pruebas? —pregunta Lidia y eso me causa enojo.
—Limítate a hacer tu trabajo —le digo
—Un poco hipócrita de tu parte —responde riendo —. Pero no te preocupes que así será.
La rabia invade mi cuerpo, pero intento centrarme para no ser mal educada en esta ocación. Aprieto mis labios, miro al frente y espero que Ross continúe con su explicación.
—Franco Asturia prometió entregarnos pruebas este fin de semana —dice Ross.
Leo ríe y sube sus pies sobre la mesa, como me desespera ¿Por qué estos dos están en este comité? ¿Cómo carajos llegaron aquí?
—Hace un año ese chico de Saint Carls dijo lo mismo, y al final tu unidad provocó un accidente que salió en todos los medios.
>>De verdad. Si hay dinero producto del Narcotrafico ¿No creen que el mismo Franco debe estar involucrado? ¿Y qué tal si nosotros le estamos ayudando que él se posicione? ¿Por qué en este comité no hay gente de la SENAD?
—Porque es ultra secreto —interrumpe en comandante.
La verdad es que creo que Leo tiene razón, sin embargo solo me callo, respiro profundo e intento no pensar.
—Bien —dice Lidia—. ¿Entonces? Seguimos al chico Gianti y montamos una operación con equipo GEO para buscar a esos hombres ¿Sí?
—Sí —contesta Ross.
La chica mira la carpeta que tiene delante de ella, hojea, lo analiza, y finalmente se lo arroja a Leo, este hace lo mismo que ella.
—¿Cómo sabemos que esto no es ilegal? —pregunta Leo
—No lo es... —asegura Ross
—¿Solo tenemos eso? —Lidia rie— tu palabra.
—Así es.
—Nunca hicimos nada fuera de la ley —remarca Leo—. Por eso somos los mejores de nuestra unidad, por eso nos ponen en muchas misiones. Y me va a molestar mucho... —Se pasa el dedo sobre la nariz —. Que me hayan sacado de la operación contra esos criminales en Pedro Juan, para hacer favores políticos...
—No hay favores políticos —dice el comandante —. Aquí seguimos criminales.
—¿Mataron a alguien? —pregunta Lidia —. En San Pedro íbamos contr un grupo que mataba originarios. Si eso es realmente peligroso...
—Imaginen que su internado esté basado en ese negocio —digo.
Lidia me mira, y con una sonrisa en el rostro me responde:
—Bonita, de ser así ese Franco, el rector debe estar muy seguro de que es un impoluto... pero supongamos que tienes razón, eso sí es criminal porque roban puestos y oportunidades a otros...
—Bien —dice Leo—. Lo haremos. Ahora si nos permiten vamos a ir a trazar el plan de ratrillaje.
Ambos se levantan y se van de la habitación. El comandante y Ross se intercambia una mirada, para finalmente agachar la cabeza. El comandante sale de la habitación y sólo quedamos Ross y yo.
Él se sienta a mí lado, toma mi mano y me da un beso en la mano.
—¿Estás bien? —me pregunta —. Te veo como afiebrada
Mierda, no es fiebre, es calor por recordar a Mortel.
—Sí, estoy bien —respondo —. Pero te soy honesta —Ross me mira preocupado —. Tengo miedo de que Franco nos esté engañando y los datos sean falsos... nos meteremos en problemas...
—No te preocupes por eso ¿Ok? Todo va a estar bien. Pero si hay algo que debes hacer... la cobertura del primer intercolegial desde que La Colmena abrió a nuevos estudiantes.
—¿En serio?
Me río por que este es un dejavu, no puedo creer que me quieran volver a enviar.
—Bien, pasame los datos —digo y me pongo de pie—. Ahora voy a ir a investigar a Luriel y a Mortel, a ver si tengo pruebas para que le cortes el dinero a la familia
—Buena chica —me dice y eso me da un poco de vergüenza.
Mortel me decía eso en otro contexto y eso si me gustaba.
Me retiro de la sala, y caminó por la oficina. Respiro profundo, mientras intento asentar tantas verdades. Llego a mi oficina y cuando entro veo a una mujer rubia sentada e mi silla.
La miro de arriba a abajo y esta me ofrece una sonrisa.
—Hola Danae... soy Carina Corvus... y vengo de visita porque hoy... hoy, te voy a contar una verdad.
Dejo de escuchar sus palabras, siento mi cuerpo flotar y todo lo que veía antes, ahora es de color negro ¿Qué carajos está pasando?
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top