Capítulo 61. Veo, veo
—V E G A —alguien canturrea mi nombre —Veeegaaaa —repite.
La oscuridad comienza a tomar forma, entre oleadas de diferentes sensaciones, intento identificar en donde estoy
Invoco mi arma, la apoyo en el suelo y observo con atención el lugar en el que nos encontramos. Parece una habitación pintada en negro.
¿Será mi madre? No, esta no es la magia que suele desplegar ella.
—¡Vamos, perra! Búscame
—Iracema —digo y me pongo en posición de pelea— ¿Qué te busque? —me burlo—. Estoy inconsciente... tú estás en mi cabeza, mejor acercate... ¿O no puedes?
Delante de mi aparece una columna de fuego y al cabo de unos segundos aparece la guerrera delante de mi.
—Vaya —digo— ¡Qué buen truco! ¿A qué se debe tú visita?
—Vengo a matarte...
—¡Uh! En serio eres patética Iracema, si ibas a matarme, lo ibas a hacer sin hablarme.
Ella me mira, de su mano aparece una bola de fuego azul y me lo arroja, yo levanto una mano y esta desaparece.
—Ves, no puedes hacerme daño...
Iracema sonríe, y esta vez solo aprieta un puño y siento una punzada terrible en mi estomago, suelto mi arma y llevo mis manos a mi abdomen, caigo de rodillas entre gritos de dolor.
Intento meter aire a mis pulmones, pero me duele más a cada segundo que pasa. Escucho sus pasos acercarse a mi.
—Tienes razón, no puedo matarte, porque tu novio acaba de destruir la forma en que podía hacerlo... pero aún estamos conectadas gracias al Veneno que usé del primero.
—¡¿Qué quieres?!
—Aléjate de Luriel.
Golpeo el suelo con indignación y miro a duras penas a su rostro.
—¿Vas a convertir estar guerra en una de celos por un hombre?
—No, lo que quiero es que se sienta solo... miserable... despreciable, no me interesas tú.
Me pongo de pie, producto de la rabia, ignorando el dolor, tomando mi arma y apuntando a sí cuello a duras penas.
—Pues no lo parece Iracema, estás aquí, intentando que me alejé de Luriel, actuando como una ex celosa.
—No quieres saber lo que soy capaz de hacer Vega... si no te alejas.
—Inténtalo —grito y vuelvo a caer de rodillas—. Eres igual que tú padre—. Me retuerzo de dolor—. Miserable, oportunista, y estúpida.
—¡Cómo te atreves! Que no se te olvide que puedo ir por tus hermanos.
—¡Inténtalo! —grito—. Inténtalo, a ver su tú cabeza sigue sobre tu cuello si llegas a tocarle un solo pelo a mi familia.
Ella ríe, me patea a la altura del pecho, por lo que caigo en el suelo, se sube a horcajadas sobre mi, agarra mis brazos y acerca su cabeza a la mía.
—Estás débil, no puedes ni escaparte de un simple sueño, ¿Y tienes la osadía de amenazanme? ¿Quién es la patética ahora?
—Tú y solo tú —respondo
Sus uñas comienzan a apretar con fuerza mi piel, la tengo tan cerca de mis labios, que sé que va a usar algún tipo de magia para entrar en mi cuerpo.
Pero reúno todas mis fuerzas y logro arrojarla al suelo.
—¡Despierta! —escucho la voz de Luriel.
Iracema mira hacia arriba, el enojo cambia su expresión triunfadora, saca una daga de su bolsillo, e intenta cortarme, pero me esquivo rodando en el suelo.
—Vega, mi estrella.
Iracema me observa con rabia, y yo le ofrezco una sonrisa.
—¿Sin celos, verdad? —pregunto.
—Te voy a matar...
—Lo intentaste, y fallaste. —digo y vuelvo a agarrar mi arma, esta vez, paso mi mano sobre el filo, y hago una invocación —Eju Kapiyva.
El espíritu aparece entre Iracema y yo, el chico me hace una reverencia y mira a Iracema con asombro.
—Kapiyva —la llama.
—Princess guerrera...
—No vas a atacarme... somos amigos...
Yo grito de nuevo de dolor, y me pongo en posición fetal al sentir el dolor horrible. Ella levanta su mano arriba al ver que Kapiyva invoca un arco y flecha.
—Sí ataca a mi aliada, me ataca a mi, princesa guerrera. Y soy un espíritu que merece respeto...
—Kapiyva... —lo llama.
—La destierro del suelo Astral de Vega Crux, señorita guerrera.
Kapiyva arroja su flecha hacia Iracema. Cuando está imparta contra ella, de nuevo siento un dolor terrible. El cuerpo se disipa y un humo rosa se esparce en el aire.
—Vega, por favor —súplica Luriel.
—Ya está libre —me responde Kapiyva.
Él desaparece, y yo me desvanezco.
Abro los ojos, me levanto de golpe, la respiración está agitada, en eso, los brazos de Luriel me rodean. Cierro mis ojos con fuerza y cuando los abro me percato que Juanjo, una chamana, y una matrona están enfrente. Juanjo está sosteniendo una antorcha y en las paredes hay grafías que comienzan a desaparecer poco a poco.
—Estás bien —dice Luriel separándose de mi.
Observó que en su brazo hay una herida desde en codo hasta la muñeca, fue muy bien hecha. La misma línea de sangre está dibujada por su sangre en mi abdomen.
—¿Vega? —me vuelve a hablar Luriel—. Dime algo, lo que sea, preciosa.
—Iracema me quiere matar —logro decir.
—Por supuesto que sí —Habla la Cazadora y juro que veo una sonrisa en su rostro—. Esa es una buena señal... lo importante es que ya estás a salvo. Y lo hiciste sola, Nosotros a penas íbamos a iniciar un ritual para que Luriel entre a tu mente.
Miro a Luriel quien está delante de mi. Está de rodillas, sus mejillas tienen un intenso color rojo, sus ojos recorren mi rostro, y su aroma entra en mi nariz como una estampida.
Los nudos estomacales comienzan a aparecer, al darme cuenta que estamos tan cerca uno del otro. Mi respiración se agita un poco. Intento hablar, decir lo que sea, él me vuelve a abrazar y eso hace que mi corazón salte como loco.
Cierro mis ojos, así que me dejo llevar, lo abrazo. Hundo mi nariz en su cuello.
—Lo siento tanto, esto es mi culpa, mi estrella, lo siento, lo siento.
—No te disculpes —Susurro contra su cuello, y no lo voy a negar, que bien se siente aquí, qué bien se sienten sus brazos—. Yo elegí ser tu soldado.
—Ese es el problema, no debí dejar que te expongas... no debí. No quiero que te pase nada malo, no quiero que te expongas, por los dioses, no quiero que seas el objetivo de Iracema.
—Tarde... puede que la haya enfurecido un poco.
Nos separamos, él me toma del rostro, mira mis labios, luego mis ojos ¡Por los Dioses! ¿Me va a besar? ¿Ahora? ¿Lo quiero? Sí, pero...
Su pecho sube y baja, se acerca a mi, pero el beso termina en mi frente.
Me corazón galopa a toda velocidad que lo siento en mis oídos. Pensé que...
—Luriel —Habla La cazadora—. Vamos a dejarlos solos... supongo que después de tantas semanas, es momento de hablar un rato.
—¿Semanas? —pregunto — ¿Y Zunú?
—Ya despertó hace dos días —responde Luriel acariciando mi rostro—. Está con Rodrigo... en buenas manos.
—Nos vemos luego —escucho decir a Juanjo.
Me incomodo un poco al darme cuenta que nos dejan solos. Y al percatarme que solo tengo un brasier negro puesto y nada más.
—Acuéstate, te voy a tapar —dice Luriel.
—¿Me pasarías alguna camiseta o algo? —pregunto incómoda.
—No puedo —Luriel me responde mientras me tapa con la frazada—. Tu piel debe estar en contacto solo con tela hecha en este lugar, por al menos 24 horas... algo de la energía, la luna y no sé qué más.
—Ok.
Luriel se sienta en mi cama, pasa una mano en mi cabeza. Respiro profundo, su aroma se hace muy fuerte ¿no se supone que debo estar en shock porque casi me matan?
—Pensé que te iba a perder, Vega —dice y eso hace que de nuevo los nudos estomacales aparezcan.
—¡Mierda! —me quejo y sonrío —. Deja de comportarte tan lindo conmigo.
—¿Soy lindo ahora? —pregunta y me ofrece una sonrisa—. Pero hablo en serio... te escuchamos gritar, estaba por irme a la casa... pero el terror se apoderó de mi...
—¿Hace cuánto que debías volver a la casa? —pregunto.
—Hace dos días... y por suerte no fui.
—No puedes posponer misiones...
—Es justo lo que me estaba diciendo a mi mismo —me muerdo el labio al verlo cerrar los ojos—. Me estaba recriminando por no tener control sobre mi, yo soy el líder, yo tengo que hacer bien las cosas.
>>Pero no puedo cuando se trata de ti...
—Soy una distracción
—Lo eres... y lo peor es que no quiero, no deseo que dejes de serlo.
—Luriel...
Un suspiro se me escapa cuando apoya ambos brazos y me aprisiona en medio. Soy un manojo de nervios, estoy acalorada, nerviosa, expectante, deseosa.
—Debo confesarte algo —dice agitado y a decir verdad solo deseo que me bese.
—Escucho...
—Tenías razón cuando decías que esto es imposible... si tu y yo —acaricia mi rostro y cierro los ojos, viajo con él —. Llegamos a... —su voz sale en un sexy susurro—. Concretarlo... yo voy a perder.
>>Perder el control de quién soy, de mi plan, de todo.
—¿Qué plan?
—Morir... junto con Franco, y antes de que digas algo —Me detiene con otra caricia en el rostro—. En mi defensa, cada segundo que paso contigo no lo quiero hacer.
—Luriel, Franco no es el objetivo real...
—Tú te podrías encargar perfectamente de tu madre, mi estrella, lo sé.
—Luriel, no me digas esto.
—La única razón por la que soy honesto, es porque no quiero ser un idiota contigo, te quiero demasiado.
—¿Me quieres?
—Sí, por eso debo ser transparente
—Yo también, te quiero, Luriel.
El abre sus ojos, esboza una sonrisa, y vaya mierda ¡Qué sexy!
Se acerca a mi, sus labios están a centímetros de mi, pero el beso no se da, porque se separa, y me vuelve a dejar uno en la frente. Cierro los ojos y entiendo porqué lo hizo.
—No quiero caer por completo, estrella.
—Y yo justo, muero por ello —confieso.
—No me digas eso —su voz es un lamento.
—Vete, Luriel...
—Vega...
—Vete...
—Mañana, te juro que vas a entender porqué es mejor que no pase.
—¡Por Eiru! VETE —Le grito
Él se levanta y se va. Yo respiró profundo... al fin y al cabo, yo lo había sugerido así ¿Por qué me duele tanto?
Me recuesto, cierro los ojos, pero en ese ínterin se me hace ver a una mujer rubia sentada en el suelo. Así que vuelvo a abrirlos. Es mamá.
—Veo, veo, una niña enamorada de un dios guaraní —dice.
Me tapa la boca para que no pueda gritar y me coloca un dedo sobre la frente.
—Lastima que mamita no tenga todos sus poderes —pasa una mano sobre mi vientre—. Pero aún tengo la capacidad de seguir objetos..
>>Tú casi novio no se deshizo de la pluma que le envié, así que gracias a ello aquí estoy, con mi princesa.
Intento gritar, moverme, todo en vano.
—No te preocupes mi amor, lo vas a olvidar, yo solo vengo por el rastro de energía de Iracema.
Mete su mano en el interior de mi estomago, es realmente surealista ver como me atraviesa y saca de mi interior un pecados de cristal.
—Con esto ya no te va a visitar, ya no habrá Veneno en tu interior y yo, voy a poder destruir a Franco... en fin. Buenas noches ¿Mi estrella? Vaya, que labia tiene Gianti, por eso es que arrasa con las chicas.
>>Descansa mi niña... ha eñembyesaraí che hegüi —susurró
Y mis ojos se cerraron.
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