Capítulo 60. Mi verdadero plan
Luriel salió de la choza hiperventilando y claro que lo entiendo. O sea, le pedían concebir a una diosa.
Jamás pensé que está cadena de sucesos nos tendría este resultado.
Voy tras mi amigo, me paro a su lado, coloco una mano en si hombro y lo acompaño a tranquilizarse.
—Luriel ¿Estás bien? —pregunto preocupado
—¡Es evidente que no! Yo no puedo hacer eso que me piden.
—Por supuesto, eres muy joven...
—¡No, Juanjo! No puedo porque planeo morir.
Mi respiración se corta, Luriel tiene los ojos llenos de lagrimas, sus manos tiemblan y ahora todo tiene sentido. Intento articular alguna palabra, algo que me permita decir que debería calmarse, pero él se me adelanta:
—Yo no voy a tener hijos, Juanjo, porque no voy a dejar un vacío en una familia...
—¿Qué carajos estás diciendo Luriel? ¿Crees que yo te dejaría cometer semejante estupidez?
—No tendrás de otra, Juanjo.
Intento entender a mi amigo, me detengo a ver su rostro, estudiar su expresión. Sus labios se arquea hacia abajo, sus ojos no han derramado lágrimas, pero ahí se acumulan en la cuenca de su mirada.
—Juanjo, lo tengo bien planeado, una vez que tenga a Franco, planeo morir con él, destruirlo, hacerlo cenizas, asegurarme de que su alma no vaya ni al tapekue.
—Luri, creo que estas yendo a un extremo.
—No, estoy haciendo lo que debo hacer, por eso no le temo a las consecuencia, por eso no le temo a hacer cosas terribles, al contrario. Me da igual.
—Por eso ya no te afecta Iracema... porque estás concentrado en tu muerte ¿Y qué hay de Vega?
—Honestamente, ella no estaba planeada. Es una maldita distracción, una bella distracción... pero una molestia al fin.
>>No tenía planeado caer a sus pies. Es más, había decidido ser un Gianti de pe a pa... pero ahora parece que no solo estoy enganchando con ella... si no que también me quieren poner a tener hijos ¿Cómo se supone que pague una deuda así?
>>Yo no puedo Juanjo, no puedo.
Esto es demasiado, es una locura. Ni yo ni Vega somos una máquina de hacer bebés.
Respiró profundo y creo que voy entendiendo como funciona el sistema de tener hijos poderosos.
Cuando di la materia de genética y magia no lo veía como algo importante. Hasta ahora, y por supuesto, después de haber leído el libro de Orkias en donde detallaba sobre la herencia de sangre y la constelación de Sangre.
Los de las más altas castas de La Colmena así buscaron a su Cario, su ninfa y su guerrera, si bien no sabían cuando iban a nacer, sabían que combinación de sangre podría engendrar a los elegidos.
Es como la ley de Mendel, pero en magia.
Las otras tribus al parecer hacen lo que sea para combinar a sus guerreros y procrear hijos fuertes, feroces, imparables. Y ahora me entero, buscan dioses.
—Luriel, no se los debes...
—En eso tu amigo tiene razón —interrumpe la Cazadora ambos volteamos a verla y ella se coloca su capucha—. Tú no, pero Vega sí... esta tribu no funciona como la tuya, pero Vega es mitad La Colmena y mitad este pueblo, por lo que ella es realmente importante para traer a La Diosa.
>>Tú, ya tienes muy diluida la sangre de este lugar, sin embargo está en ti, por algo llevas a Mbakagua dentro tuyo.
>>No es obligatorio que tú y ella procreen, pero definitivamente sería la combinación más poderosa.
—¿Y si Vega no quiere ser madre? —pregunta mi amigo.
—¿Y si lo desea? —dice la mujer sonriendo—. Ella es verdaderamente poderosa, Luriel. Es una Payesera protegida por la Luna, o al menos es la misión que se le otorgó. Y cuando alcance ese poder está al mismo nivel que tú o Iracema con el poder del Tatachina y del Jasuka.
>>Al mismo nivel que nuestros dioses, que los orígenes y el fin. Tan poderosa que está guerra se verá reducida a un chiste. Por eso ellos quieren a alguien que los proteja en medio de esa masacre.
—No pueden obligarla —Luriel habla serio—. No pueden darle un pesa tan fuerte, algo que condicione su humanidad...
—No lo entiendes, no buscan condicionar su humanidad... buscan condicionar su divinidad.
El silencio se hizo entre los tres, La Cazadora suspiró, llevo sus manos a sus bolsillos de cuero e hizo un gesto para que la sigamos.
Nos llevó hasta la choza en dónde se encontraban nuestros amigos.
Al entrar el olor de la ruda, el vinagre y anís estrellado quemado golpearon mis fosas nasales. Observo el lugar, y veo a una anciana sentada a lado de un fogón. Se balancea sobre su cuerpo y canta en un dialecto que yo no comprendo. De una olla de hierro saca un puñado de polvo rojizo y lo arroja al fuego y repite el ciclo.
De un costado se encuentra Vega en una cama al ras del suelo, y del otro Zunú, ambos rodeados de velas y pétalos de todo tipo de flores.
El rostro de Luriel refleja desesperación y enojo, yo por el contrario, me siento aliviado.
Están vivos, vivos y eso basta.
—Aún están delicados —dice la Cazadora —La chamana espanta a el señor muerte, y a sus espíritus, los aromas evitan que los vengan a buscar.
—¿Cómo funciona su magia? —pregunto.
—No es magia, percé —La Cazadora se acerca al fuego—. Es más una oración, como un pedido a los que oyen.
—¿A los espíritus? —pregunto al ver como el fuego se intensifica y llamas verdes salen del centro.
—A las almas perdidas —responde—, ellas se encargan de pedir a los espíritus, y los espíritus a los dioses. Y aunque parezca frágil, es un método poderoso, es como hablar, susurrar y pedir favores a quienes pueden dar lo que queremos.
—Efectivo —digo y suspiro.
La chamana dice algo a Luriel, mi amigo la mira y la Cazadora la traduce diciendo de que él puede acercarse a Vega.
El cario se abre paso entre los pétalos, y ñas velas, se acerca a la cama de Vega y se pone de rodillas ante ella.
—Ella es quien está peor —Habla la cazadora—. Zunú comprometió organos, pero todos reparables, sin embargo, Vega tiene la herida en el estómago, aunque ya hemos cerrado con magia, el arma que usa Iracema está envenenada con saliva del primero, así que es un constante reiniciar.
Luriel mira a Vega, y juro que nunca había visto eso en él cuando estaba con Iracema. La máxima expresión de "amor" que llegue a ver, fueron sus celos o los regalos que fabricaba. Pero ahora, hay preocupación, dolor, tristeza, enojo, un brillo extraño en su mirar que denota genuino interés.
Acerca su mano en el rostro de la chica y explora cada rincón de ella con sus ojos. Sus ojos se enrojecen, loa cierra con fuerza y finalmente le da un beso en la frente.
Luriel, de verdad está flechado por Vega ¿Pero es realmente amor?
—Te vamos a dejar solo —dice la Cazadora— La chamana no te va a molestar.
La mujer me hace un gesto y la sigo, volteo antes de salir para observar una vez más a Luriel y tratar de entender si esto es producto del enamoramiento, del amor o de las terribles circunstancias que lo unen con Vega.
—Juanjo —me dice la mujer cuando estamos afuera, levantó la vista a sus ojos penetrantes y aguardo sus palabras—. Eso que viste es amor...
¿Ella puede leer mi mente?
—No leo tu mente —dice riendo—. Tú eres muy expresivo, tu rostro te delata... pero a lo que voy. Sé que Luriel planea morir... debes evitarlo, lo más que puedas.
—No es algo a lo que me opondría...
—Por ende, Iracema, ni la ninfa deben morir...
—No entiendo hacia dónde va esto.
—Luriel es el Cario... y aunque no esté destino a estar con Iracema, su vida depende de ella, su corazón ya formaron uno solo...
—¿Hablas de que tuvieron sexo?
—La magia, y la energía son mucho más que solo sexo, Juanjo, ¿Por qué crees que Irama puede controlar lo incontrolable? La pasión, la lujirua el deseo en el terreno mágico se traduce a información. Si Iracema llega a usar eso, a su favor, Luriel también puede y que lo hagan, solo fortalece su vínculo.
—Sigo sin entender —digo.
—Sí Iracema muere, no es sólo el sistema de magia de los tres que cae abajo, cae la fuerza de Luriel, y es más fácil que muera. Y él no puede, ni debe morir antes de tener el poder del Tatachiná.
—¿Por qué esa condición en específico?
—Por qué al conseguirlo, implica que los dioses están más cerca de la tierra. Mantén vivos a los tres, evita que Luriel la intente matar.
—¿Y si se lo dices a él? Para que no lo haga. De hecho, la estaba cuidando...
—Exactamente, la estaba cuidando, y aunque lo niegue, es por amor, ahora su corazón se llenó de odio, y eso no lo quiero sacar.
—Espera... —digo comprendiendo la situación —. Quieres que juegue en doble? Que no le diga a mi amigo esto y que sabotee sus intentos de matar a Iracema? ¿Por qué?
—Por qué ya no quiero que vuelvan a estar juntos... Luriel debe amar sola y únicamente a Vega.
Mis ojos se abren tanto y mi expresión estoy seguro que se llenó de indignación.
—¿A dónde va este juego? —pregunto enojado.
—A la salvación de nuestros ancestros, Juanjo. A la creación de un ejército poderoso...
—Pero le dijiste a Luriel que...
—Le mentí, yo si quiero que tenga hijos... al igual que tú... de hecho, aprovecho para decirte que Cenit es una muy buena opción.
Dicho eso, se alejó, dejándome boqioabierto y con la carga enorme de pensar ¿Qué carajos está pasando?
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