Capítulo 51. Bonita distracción
La noche había sido una locura, al mismo tiempo un éxito. Mirena y Mboirá consiguieron los elementos necesarios, y cerraron la fiesta entregando a Luriel energía de estrellas. Lejos del Tatachina, aún, pero un escalón más cerca.
Rodrigo juega con mi cabello en lo que yo miro al techo, pensando que en minutos más vamos a tener que levantarnos para ir a la ciudad de Sara y meternos en el bosque para resolver el tema de ese pueblo originario.
Paulo quedo en acompañar, así que debemos prepararnos, porque vamos a conocer a más aliados... y seguro que a más enemigos.
-¿Podríamos quedarnos así? -pregunta Rodrigo.
-¿En silencio?
-No, así, juntos. Tu sobre mi pecho siempre.
Giro hacia él, le ofrezco una sonrisa, y muy dentro mío aún no puedo creer que esto esté funcionando.
Le doy un beso, cuando intento separarme me sostiene del rostro y lo intensifica, su lengua invade mi boca, y eso hace que me prenda más.
-Sabes que debemos irnos en breve, ¿Verdad? -pregunto.
-Lo se. Pero no quiero darme el lujo de desperdiciar tiempo, Zunú. Si la vida me ha enseñado algo, es que hoy estamos y mañana no. Me condenaría tanto no aprovechar cada segundo contigo.
-Qué patético -me burlo.
-Te encanta que sea así de romántico -Habla contra mis labios y le sonrío.
Me sostiene del cuello para besarme y llevarme contra él, muerdo sus carnosos labios, para terminar acomodándome sobre él en horcajadas, coloco todo mi peso sobre su cuerpo, sin dejar de besarlo. Él se separa por un segundo de mi, sus ojos se oscurecieron y ese lunar le luce tanto cuando se llena de malicia.
Lleva sus manos en mi cadera, para ejercer presión, yo le ofrezco una sonrisa cargada de fuego a lo que él responde besando mi cuello, siento su cálida lengua sobre mi piel, sube unos centímetros, para atrapar el lóbulo de mi oreja entre sus dientes y así finalmente susurrarme:
-Te quiero de rodillas...
-¿Y si me niego? -pregunto extasiado, acalorado y moviendome sobre él para generar más lujuria.
Meto mi mano bajo su camisa y comienzo a acariciar su pecho.
-Te rogaría...
-Quiero que me obligues -respondo y eso hace que él sonría y me empuje para que caiga a la cama.
Ahora es él quien se pone a horcajadas, me aprieta con sus muslos y siento su erección contra mi. Toma mi cabello y lo estira de forma ligera, para que quede contra mis labios y mi rostro elevado.
La alarma del reloj nos da la pauta de que ya debemos bajar junto al equipo. Él me recorre con los ojos, y eso me derrite.
-No quiero ir... -digo
Su mano desabrocha mi pantalón, desliza su mano entre las telas, sin titubear suelto un suspiro al sentir como comienza a mover su mano de arroba a abajo.
-Yo tampoco, pero Luriel nos mataría... Mirena y Mboirá deben estar listas para la misión. Debemos bajar.
-¡Malditas ganas de vengarme! -digo y vuelvo a suspirar-. ¿Me vas a dejar así?
-Sí -responde mientras saca su mano y me vuelve a besar.
Se separa de mi y baja de la cama.
Me relamo el labio, me levanto de un salto, como me está dando la espalda, rodeo su cuello con un brazo y la mano libre la feslizo en su pantalón.
-¡Carajo! -suelta.
-Sí yo me voy a ir hecho fuego, tú también.
-Eres cruel -asegura a penas cuando aprieto más su cuello.
-Lo soy... -estiro su cabeza un poco para que quede su labio a mi altura y lo beso con la misma intensidad con la que muevo mi mano.
Lo suelto, me hace un gesto que se me vuelve tan sexy. Respira profundo y habla:
-Vamonos, antes de que te quite la ropa y te haga gritar mi nombre.
Debería faltar a la misión y hacer cumplir su amenaza. Sin embargo decido abrochar mi pantalón, él hace lo mismo.
Vamos al baño, uno tras otro a lavarnos las manos, cuando ya escuchamos que alguien golpea la puerta.
-Ya vamos -grito.
La voz de Cenit me responde cuando Rodrigo me estira del cuello de la camisa y me vuelve a besar, dejándome un mordisco en el labio.
-No tarden, Arand envío cosas del ex internado y Luriel quiere que se revise antes de nuestro viaje.
-Ok -respondemos
Salimos de la habitación, no hay nadie en el salón, así que caminamos con tranquilidad. La verdad que con el calor en ni entrepierna y la cabeza llena de las cosas que me gustaría hacer ahora.
Bajamos a la discoteca, la cual luce tan diferente cuando no hay fiesta. El ambiente se nota tenso, Vega está de un lado, Luriel del otro, ambos con lentes de sol, por la pinta la vendetta estuvo intensa.
Y ni hablemos de Josefina y Juanjo. Rodrigo me ofrece una mirada burlona, quisiera tener esa actitud relajada, pero la verdad es que esto me termina afectando un montón, porque el equipo se resquebraja cuando hay tantos desacuerdos.
Mirena y Mboira están del otro lado, sentadas en el suelo mirando a el grupo que analiza la caja que llegó.
-¿Y si lo abrimos al volver? -pregunta Vega.
-Yo estoy de acuerdo -responde Yara-. No tenemos idea de que cosas pueda contener.
-Yo creo que hay que abrirla ya -Luriel se cruza de brazos-. Quizás y lo que hay ahí nos sirva.
-Estamos perdiendo tiempo -se queja Ana-. Decidan de una puta vez.
Mi hermana saca de su bolsillo y lo enciende. Sus manos tiemblan, parece síndrome de abstinencia. Me aparto de Rodrigo, obvio la conversación y la discusión que acaba de comenzar para escaparme junto a la rubia.
-¿Me invitas uno? -pregunto en un susurro.
-¿Ya se te acabaron los tuyos? -se burlo mientras me pasa el cigarro.
-Lo estoy intentando dejar y ya no lo compro.
Se le escapa una carcajada, pero como todos están inmersos en la discusión nadie presta verdadera atención a nosotros.
-Fumas más que yo, no te lo creo.
-Tienes razón... -hago silencio y observo el escenario, recuesto mi mentón sobre el hombro de mi hermana y formuló la pregunta-.
¿Los necesitas? -le doy una cañada al cigarrillo y suelto el humo en su rostro.
-No te haces idea, mi cuerpo los busca, pero no puedo hacer nada. Mboira me dio una receta para no pensar en ellos, pero no sirve su estúpida posima... y lo peor es que debo esperar almenas hasta la apertura del internado para que Cariem y Thalia pueda escaparse. Falta una eternidad para eso.
-Una semana -digo.
-Eso dije, una eternidad.
-¡Qué se habrá el puto cajón! -grita Juanjo y eso nos saca de transe.
-No entiendo como se complican -continua Ana-. Ya deberíamos haber salido.
-Toda la razón.
Al decir esto, veo como Gustavo y Rodrigo abren la caja, y comienzan a sacar las cosas. Hay ropa que no pertenecía, libros, unos anteojos, probablemente eran los que usaba Iracema, perfumes, accesorios, fotografías....
Mi corazón se detiene, reconozco la foto que Yara tiene en sus manos. Y el que tiembla soy yo. Le doy una calada profunda a ni cigarro. Me acerco a la chica y esta me entrega la foto sin dudar.
Observo su rostro, esa sonrisa tan tierna, sus ojos brillosos, sus cabellos Rebeldes, sus labios gruesos.
Orgulloso a lado del 6to, mostrando su arma en las manos, la nariz arrugada y el uniforme del colegio al cuerpo. Itae, la razón por la que estoy aquí, la razón por la que estoy dispuesto a morir.
-Fue la última foto que le tomé -dice Cenit.
Y recuerdo que ese día fue la vez que nos besamos tras la puerta del comedor de mi casa.
-Arand no está recordado... -dice Luriel mostrando una foto de su madre embarazada -. Que tenemos una misión y que debemos apurarnos en resolverla, antes de que la muerte se lleve a uno más.
El silencio se hizo, y mi pecho se rompió, la verdad es que el chico tiene razón. Y aunque tenga ganas de llorar, primero está mis ganas de vengarme su muerte.
Alzo la vista y me fijo que Rodrigo me observa. Por los dioses. Esa bonita distracción parece entender que mi eterno amor está en mis recuerdos y esa es una desventaja para él. ¿Qué se supone que ahora debo hacer?
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