Capítulo 5. Derrotada
—¿Vas a dejar que te siga afectando? —La voz de Anastasia se oye sobre el zumbido que me invade en los oídos.
Los moretones decoran mis brazos, y la sangre sale en un hilo de mi labio, paso mi mano y me pongo de rodillas, tengo ganas de llorar, ya no puedo más.
Miro hacia la rubia y un par de espíritus de combate siguen a su lado, un hombre y una mujer me apuntan con sus armas.
—Por favor Anastasia, te lo suplico, ya no puedo.
—Vuelvo a preguntar ¿Vas a dejar que te siga afectando?
—No sé a qué te refieres, si son a los golpes, me estas a punto sé romper los huesos, claro que me afecta.
—¡No te hagas de la estúpida conmigo! —me grita y me duele que me trate con tanta rabia, las lagrimas ya rozan la puerta de mis ojos—. Estás dejando que el amor te tenga débil, el sufrimiento te arrastra, te ves pésima.
>>Estás descuidada, tu entrenamiento apesta, tus reflejos, que tanto hemos trabajado parecen haber retrocedido cientos de años, vuelves a ser la chiquilla torpe a la que tuve que construir.
>>Tú postura es una mierda, no puedes sostener con fuerza y certeza un arma.
>>Tú mirada está perdida, y no eres capaz de esquivar un puto golpe. ¡Vas a seguir dejando que te afecte el dolor de un corazón roto!
El golpe más duro me lo acaba de dar, las lagrimas caen, ella no tiene ni idea de lo que estoy viviendo, de lo que pasa en mi cabeza y me acusa.
—Tú madre está muerta —continúa y el sollozo se me escapa—. No eres ni siquiera capaz de levantarme la voz, pero yo no me voy a callar Asturia. Tu mamá murió, posiblemente convertida en un alma en pena, tu hermana muerta... Itae, Solei, Elsa... ¿Quieres que siga citando?
—Basta —susurro.
—¡Crees que con decirme Basta voy a parar! ¡Puta madre, princesa guerrera! ¿Piensas que con lagrimas vas a detener a Luriel?
—¡No lo menciones! —grito y al fin se pone recta, se cruza de brazos y se mantiene en una postura de conformidad—. No menciones al traidor.
—Lo voy a mencionar las veces que haga falta, porque te comportas como una quinceañera en plena crisis. Más vale que recuerdes que El Cario no te va a tener lastima, a él no lo vas a convencer con lagrimas, no vas a evitar que te ataque, lo dejo bien en claro, su venganza pesa más que cualquier sentir.
>>A él no le vas a poder suplicar un tiempo de descanso. De pie.
Obedezco y ella se pone en posición de peles junto con los espíritus.
Me atacan, logro detener algunos golpes, otros me dan al cuerpo, a nuestro al rededor comienzan a aparecer más de esos guerreros, unos cuantos nos rodean y golpean sus pies contra el suelo, para hacer sonar el ritmo de un canto ancestral, otro golpean sus palos de lluvia y el cántico de guerra me llena el alma de miedo.
Anastasia se inmiscuye entre los espíritus y me intenta dar un golpe con una porra, pero logro detenerlo en el aire. A continuación me golpea en el estómago con un puño.
—Casi, lo logras... —dice—. Me pasa la mano y vuelve a ponerme de pie—. De nuevo. Y piensa en él, piensa que soy yo y deja de lamentarte, usa tu odio en el ataque.
Anastasia vuelve a poner en posición, los espíritus se acercan a mi, pero yo retrocedo, esquivo las patadas de la rubia, me agacho, intento hacer un barrido, pero ella salta en el momento, un golpe en la espalda, uno de los espíritus me golpeó con su arma y me derrumbó al suelo, Ana se pone en mi espalda, levanta mi cabeza y me apoya en el cuello su Takuara.
—En 5 segundo Luriel te mata —dice ya muy agitada—. Por hoy Basta, debes ir a clases de magia, herbolaria y grafía de paye con Irama.
Me ayuda a ponerme de pie, apoyo mis manos a las rodillas y escupo la sangre que se acumulo en mi boca.
Ana hace un gesto y los espíritus se forman.
Ahora sé porque la sangre Ario es realmente codiciada y poderosa, ellos pueden invocar docenas de espíritus de combate de nuestros antepasados y hacer que obedezcan, son un ejército leal y fuerte.
—Yvaté —levantando sus armas—. I Katú pe ho.
Al decir eso, hacen un grito de guerra y desaparecen.
Ana se suelta el corto cabello y se dispone a irse, cuando la llamo.
—Anastasia... —Ella voltea, me mita con altanería y puedo palpar eso horrible en el aire—. ¿Por qué me tratas con tanto Odio?
—No es odio, es prudencia y ahora soy tu tutora, ya no soy tu amiga, estás viendo a tu guía Iracema, nada más.
—¿Estás a lado de Luriel? —pregunto con dolor, porque en verdad no concibo entender a aquellos que creen el él, no puedo comprender como un asesino tiene la credibilidad que disfruta Luriel.
—Ni del tuyo, ni el de él, solo a lado de mis antepasados y de a quienes les debo lealtad, Mortel y Orkias.
—¿Mi padre, no? —pregunto y ella me da una sonrisa burlona.
—No, Iracema, tu padre no está en mi lista, y a él también lo tengo con cautela, no creo ni en Luriel, ni en Franco.
>>Y esto se lo he dicho a tu padre, es momento de que tú lo sepas— se acerca a mi y el corazón me duele al ver a una persona que era tan cercana convertirse en casi una extraña—. Yo estoy del lado de la verdad, si la verdad me dice que debo ir con Luriel lo hago, lejos de este lugar, lo hago, que debo volverme una rebelde... lo hago, y que quede bien claro.
>>Sí te entreno y te estoy forjando, es porque los dioses tienen alguna razón para que seas la princesa guerrera. Ellos no se llevan con el azar.
>>Te voy a convertir en poderosa, voy a lograr que manejes el Jasuká y lo único que voy a rezar y suplicar a mis antepasados es que logres discernir que también debes estar del lado de la verdad.
Ana no me deja decir más nada, solo pone las manos en los bolsillos y se va, dejándome sola.
Me tiro en el suelo, miro al cielo y cierro los ojos para descansar. Las palabras de Ana me calan los huesos y me estremecen, ahora no sé qué es real y que no ¿debería desconfiar de papá?
Cuando estoy por relajarme el reloj de la muñeca comienza a vibrar.
—¡Por favor, no! —suplico y veo que marca las 8:00 en punto, hora de entrar a clases con Irama—. Bien, a llegar tarde, no voy a ir así de sucia.
—Haces bien —escucho decir a una voz, volteo y veo a Verena, no puede ser, se supone que la bruja está libre.
—¿Estoy alucinando?
—No... vine porque me necesitas, soy tu guía, ¿lo recuerdas?
—¿Y porqué ahora, y no antes?
—Antes no estabas derrotada, y la energía que usabas para proteger a Luriel me mantenía alejada de ti...
La miro, analizo la situación y lo primero que se me ocurre es acudir a su sabiduría.
—Dime que tu sabes ña verdad.
—Sí —responde de manera engreída, y mi corazón se desinfla.
—Pero no me lo vas a decir.
—Nop... —se burla.
—¿Por qué?
—No puedo intervenir en el destino, hay cosas que deben pasar, pero yo que tú, me aferro a lo que te dice tu tutora... ahora, en lo que si te voy a ayudar es en hacerte poderosa, anda, vete a dar un baño... y lleva hojas de ruda, romero y sal, te vamos a hacer una limpieza energética, ni querida guerrera.
—Bien, al menos eso... creo que me voy a saltar la clase de Irama.
—Al contrario, necesitas ir junto a ella, si o si, así que deja el cansancio atrás. A correr, Prince, que hay mucho que hacer, el día apenas inicia.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top